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Editorial

La larga Marcha de Macías


publicado por: Joaquín Mbomio Bacheng el 13/10/2003 12:54:57 CET

La larga Marcha de Macías


Años 70: Missión Católica de Bata, las « últimas reflexiones de San Agustín » del padre Ecogo Eyi

Hace años, cuando el reverendo padre Pedro Ncogo Eyí me dió a leer uno de los libros de don Miguel de Unamuno «San Manuel Bueno y Mártir», allá en los años setenta, durante la primera dictadura guineana, más concretamente en el año 1976, nunca pudimos imaginar entonces, que yo iba a continuar con esta lectura hasta visitar la cátedra salmantina del ilustre vasco español. Lo que me intrigaba entonces eran las razones por las que este célebre predicador del catolicismo en tierra bantú me dejaba como lectura libros revolucionarios que no cuajaban completamente con el dogma cristiano. A pesar de ser entonces víctimas, los dos, de la dictadura de Macías, veíamos que había algo en Unamuno que hacía eco en lo que decía Macías, o viceversa, o lo inverso. El padre Ncogo Eyí acababa de obtener su licenciatura de Filosfía en la Universidad Pontificia. Me acuerdo que una de sus preocupaciones intelectuales del momento era el análisis de la compleja personalidad de Macías. « Me gustaría entrar en su cerebro para ver cómo funciona » le gustaba decir cuando estaba en plena conversación con sus colegas, el padre Maquendengue, el padre Luís Ondó Mayé, el padre Celestino Nnang Micó, Rufo y otros.

Rufo y Luís solían añadir « Macías lee mucho conoce la historia ». Creo que había una vertiente ideólogica en Macías que fascinaba a al misionero filósofo de Bata.

Pero la aberrante actuación de Macías, como gobernante, el escenario dantesco por el que se movía su régimen, la furia mortífera de su poder, aun en nombre de la soberania africana y de la libertad guineana, repugnaban a todo aquel intelectual guineano que hubiera querido iniciar una aproximación al ideario político del primer presidente electo de la Guinea independiente. Pero hoy, muchos de nuestros compatriotas, a la luz de la experiencia política que viven, quizás mucho más dolorosa que antes, ya no tienen la misma actitud mental. Los guineanos ya juzgan a Macías de otra manera. Este hombre fue un « héroe de Guinea y mártir por Africa » dicen. Tanto como el padre Ncogo Eyi, o el padre Ndong Nsi, más conocido por Rufo. Estas dos personas me forjaron intelectualmente desde hace mucho, desde la Guinea de Macías, a ver en Unamuno (¿y también a Macías?) a un hombre que dialoga eternamente con Dios de tú a tú. A veces de tú a nada, cuando se perdía en su tormentoso laberinto panteísta del nihilismo. Una vez Rufo me dejó leer el drama de Ionesco, « El rey se muere », y Macías murió. La otra vez, el padre Pedro me dejó leer la obra de José María Gironella, sus tres tomos preferidos: « Los cipreses creen en Dios », « Un millón de muertos », « Ha estallado la paz ».

Retuve como obra principal « Un millón de muertos », por ser naturalemente una situación « a la guineana », en aquel entonces había muchos muertos que caían en Ngolo. Pero, los muertos de Gironella sólo me los imaginaba, no los veía. Esta vez los he visto. El drama de Gironella que yo leía en Guinea se ha paseado ente mis ojos este verano del año 2003, cuando he ido de reposo a casa de mi primo en Oviedo, Fidel Mañana, médico en Extremadura y antiguo militante de izquierdas en la Facultad de medicina de este Principado que tuvo como baluarte un reducto republicano. Sus defensores fueron castigados después de las huestes.

Fue en el valle de Valdedios, donde se hizo el macabro descubrimiento. Llegué en Oviedo el 29 de julio de 2003. Dos días antes se sacaba de una fosa común, a diez kilómetros de Villaviciosa, 16 cadáveres víctimas de la represión franquista. Fusilados en la noche del 27 al 28 de octubre de 1937 por el IV Batallón de Arápiles, n°7, de la VI Brigada Navarra, probablemente perteneciente al Cuerpo de ejército del general Mola en Pamplona. cuando los oficiales nacionales ya habían declarado terminada la contienda en aquel bastión obrero de la legitimidad democrática. Era la furia fascista. Otras fosas de crímenes franquistas han sido descubiertas también en esta bucólica región de clima suizo como la Alta Saboya francesa de don Amadeo.

Las de Cabacaquinta (Aller) y Turón (Mieres). Estos caidos por la República esperan postumo reconocimiento del Principado. Por lo menos. La visión violenta de aquellos cuerpos putrefactos salidos de la tierra, liquidados con furia bestial desbordaba mi imaginación. Lo que yo leía en Guinea era verdad.

En España, la sublevación de los militares dejó bajo tierra a más de un millón de muertos. Víctimas que claman justicia y cuyas huellas se pierden bajo tierra como los últimos pasos de los héroes de Bata fusilados en Ngolo. Como también es verdad que Macías no era el furibundo y loco asesino que pretenden ahora que fue.

Yo vi a Macías en Bata. Como acusado me llevaron ante él, hacia las 15 horas del día 28 de mayo de 1978.

Entonces la primavera tropical empezaba a morir al atardecer. En la presidencia de Bata. Me escoltaron, ufanos por su preso, Alberto Ndong Ayang, apodado « mbiang », Crisantos Ndongo Abáa Julio Ndong Elá Mangué, y Secundino Avomo, a este último no le dejaron entrar en el recinto presidencial por una extraña razón, quizás porque no era de Mongomo. A los dos primeros les puse a obrar, con nombres diferentes, en mi segunda novela « Huellas Bajo Tierra ». Me presentaron ante Macías como « estudiante traidor »y renegado guineano que le insultaba todos los días.

Y Macías no ordenó mi ejecución en el acto. Dijo que un tribunal revolucionario integrado por alumnos como yo se ocuparía de mi caso. Macías creía en su Revolución ... y en sus revolucionarios. Estos han vivido con Obiang, pero hoy, muchos guineocuatorianos, que nunca fueron con Macías ni eran « revolucionarios » que hoy rinden honor y justicia a la personalidad de Macías.

Buscan sus fotos, escuchan sus discursos, las graban en cassettes audio, las multiplican y las distribuyen a sus amigos y conocidos. Eso ocurre en Guinea y en Gabón, tanto en España como en Francia.

Recientemente en Afrikana, una famosa tienda comercial del mundo negro de Ginebra, un profesor camerunés de Ebolowa, de paso en Suiza, me pidió, cuando le dijeron que yo era guineano, también discursos de Macías. Como eso ya empieza a asustarme, he dicidido pues, yo también, a través de este artículo ir « en Marcha con Macías» para volver a juzgar al primer jefe de Estado de la historia guineana y descubrir quizás también algunos indicios que permitan al padre Ncogo Eyi concluir sus « nuevas reflexiones de San Agustín » en las apacibles playas de Yubu, referente a un hombre que nunca fue como los demás.



Hacia la independencia

El programa político de Macías desarrollado tanto durante la campaña por el Referendum constitucional como durante la campaña presidencial en 1968, despertó muchas vocaciones, liberó emociones contenidas durante el yugo colonial y levantó las esperanzas de miles de jóvenes que se volcaron resueltamente a favor del candidato que había dicho No a la constitución gestada por la administración española. Entonces el futuro jefe de Estado estaba en sintonía con la realidad del pueblo guineano, tenía los mismos sentimientos y anhelos que los demás guineanos, hablaba el lenguaje del pueblo, el guineano se identificaba con sus aspiraciones, por eso la juventud africana inició su marcha con Macías hacia el triunfo de la independencia guineana. El grito del gallo de Macías Nguema inició su larga marcha a través de la senda africana hasta los albores de la libertad. Atanasio Ndongo Miyono, figura carismática y legendaria, político formado en el exilio, buen calculador, fue el primero en percatarse de la fuerza imparable de la marcha de Macías hacia el poder. Con habilidad y oportunismo, se olvidó a tiempo de su grito del Sí, junto a Bonifacio Ondó Edú, durante el Referendum por la aprobación de la constitución guineana, para ofrecer un apoyo determinante al Gallo(1) que seguía vitoreando No al colonialismo y al neocolonialismo español en un nuevo amanecer guineano. El gallo cantó tres veces y en la mañana del dia doce de octubre de mil novecientos sesenta y ocho, Guinea obtenía su independencia total (muy diferente del régimen neogalo imperante en Gabón) y Macías su presidente. Macías Nguema fue elegido democráticamente por los guineanos en unas elecciones organizadas por la misma administración colonial española. Considerando que el enemigo número uno de los intereses españoles en Guinea, antes y después de la independencia, no es ni era otro sino Macías (hasta hoy la sombra de Macías sigue atemorizando a los colonos), se deduce fácilmente que su victoria electoral fue por una abrumadora mayoría. Su poder era pues legítimo durante cinco años. La vigencia de su, legislatura se extendía, teóricamente, desde 1968 hasta 1973.

Pocas semanas después del triunfo de Macías en Guinea, su rival en las elecciones presidenciales, Bonifacio Ondó Edú, hombre moderado y católico, que durante su legislatura como presidente del gobierno autónomo (1964-1968) había cultivado la imagen de gestor garante de los intereses españoles en la colonia africana, que gozaba también de mucha simpatía paternal tanto en la cúspide de la administración colonial como en la cúpula del poder franquista, temiendo por su vida, sin motivo aparente, se escapa a Gabón. En Libreville es interceptado por los servicios secretos galos que pululan en esta capital africana.

Entonces Francia está todavía bajo la suprema tutoría de su gran ”Jesucristo Hombre Salvador” el General De Gaulle. Este último, para desembarazarse de la tenaza argelina, había realizado una hábil maniobra de corte neocolonial, con la proclamación de la Quinta República Francesa (La Vème République, 1957) que proclamaba también la independencia de Argelia, pero que mantenía prácticamente integro su parque colonial en Africa Negra, después de las independencias de los paises francófonos que lo integran. Con paso marcial, el general francés se arropó también de nuevos poderes mediante una constitución diseñada a su augusta medida y puesta en su pedestal por Michel Debré, un político turbio y tíbio, padre del actual presidente de la Asamblea nacional francesa, Jean-Louis Debré, monarca del parisino Palacio de los Borbones. Sólo el carismático líder panafricanista Sekou Touré, presidente de Guinea Conakry, que Atanasio Ndong Miyono conocía personalmente, dijo No a De Gaulle, un No parecido al que también Macías había lanzado al sistema colonial español durante la campaña por el Referendum constitucional. Habiéndo consolidado su imperio colonial en una Africa Negra independiente, con la notable excepción de Guinea Conakry, el general francés, De Gaulle, hecho Caudillo republicano, veía con muy malos ojos la emergencia de una potencia regional africana autónoma, desligada de su metrópoli, que representaba Nigeria en aquellos días. Una jóven nación dotada de una élite competente e integrada por varios pueblos, reinos e imperios con un glorioso pasado proyectados hacia un nuevo futuro africano.

En París los estrategas del poder galo en Africa dirigidos por la sombra de Jacques Foccart, un genio oculto en el Eliseo, pensaban que el despertar de Nigeria, como potencia africana, podría contrariar los planes de dominación hegemónica postindependentista de la nación francesa en Africa. La República Federal de Nigeria era pues una amenaza para el sólido bastión neocolonial francés en el continente negro. Junto a las demás potencias coloniales, entre ellas Inglaterra y Bélgica, Francia se puso a demolir la unidad del Estado nigeriado fomentando y apoyando la guerra de secesión en Biafra llevada a cabo por el entonces coronel Domingo Odjuku. Se debe señalar que al principio Odjuku, que era camarada de promoción del general Yakubu Gowon, entonces jefe de Estado, en la academia militar de Sandhurst (Inglaterra), no deseaba la separación de Biafra, reivindicaba únicamente amplias responsabilidades para el Estado federal de Biafra; los Biafreños querían un estatuto similar al régimen autonómico vasco o catalán. Entonces eran los íbos, al igual que los vascos y los catalanes en España, los mejores cuadros la nueva administración nigeriana.



Entre París y Biafra

Cuando Macías toma el poder en Santa Isabel, hoy Malabo, el 12 de octubre de 1968, encuentra que la administración española ha puesto y dispuesto el aeropuerto de la capital guineana al servicio de los servicios secretos galos que administran y suministran la guerra de Biafra. Desde Libreville, Gabón, salen aviones con colores de la Cruz Roja Internacional, repletos de material bélico y mercenarios para los rebeldes de Biafra. Oficialmente se trata de suministro con fines humanitarios, pero en realidad se trata de una vasta operación logística de guerra llevada a cabo por las potencias colonialistas europeas, en este caso Francia, Inglaterra y Bélgica (con la complicidad de España en Guinea) para la segregación, división y destrucción de un país negro, africano que acababa de obtener su soberanía. El coste humano para Nigeria será elevado. Más de un millón de muertos. En su mayoría jóvenos cuyo único anhelo era ver a su país independiente y trabajar para una Africa soberana y próspera. En aquellos dias se habla de un tal Bernard Kouchner(2) en Nigeria, médico judío francés, él mismo se define como gran humanista y filántropo, otros ven en él a un agente doble que trabaja para Francia y para Israel. Precisamente en aquellos dias Francia está ayudando a Israel a diseñar su bomba atómica. Bernard Koutchner que ha llegado a ser varias veces ministro con los socialistas, se encuentra en Biafra en aquellos dias; ha llegado a Enugu, desde París, via Libreville, escala en Malabo con un avión de la Cruz Roja Internacional. Como él, han llegado otros muchos mercenarios europeos de alegre y triste memoria: Jean Kay, Marc Gossens, Rolf Steiner. el conde Gustave Carl von Rosen, Mike Hoare entre otros (3). La primera decisión de Macías en el poder, y la primera que da también una clara orientación de lo que será en lo sucesivo la política exterior guineoecuatoriana, es la suspensión inmediata de esos vuelos de suministro bélico a la rebelión biafreña. Lo cual repercute automáticamente en el teatro de operaciones en favor de las fuerzas federales nigerianas. La decisión de Macías de prohibir la utilización del aeropuerto de Malabo, desarticulando la logística bélica gala, perjudica los planes franceses en Biafra. Para entrar en negociaciones con el nuevo presidente guineano, los franceses utilizan entonces un método parecido al que los belgas, aliados a Mobutu, utilizaron en Congo-Leopoldville (hoy República Democrática del Congo-RDC, después de haber sido sucesivamente Congo Kinshasa y Zaire), cuando capturaron a Lumumba y lo enviaron a su ”enemigo” Moisés Tschombé, entonces también presidente de la República secesionista de Katanga. En Katanga, Lumumba será asesinado por mercenarios belgas al servicio de Tshombé. Su cuerpo descuartizado fue disuelto en un barril lleno de ácido. Tal era el odio acumulado por los belgas contra aquél líder nacionalista africano que se atrevío a reivindicar la dignidad de los Negros en su propio suelo africano y en sus propias tierras ancestrales.

”Los africanos (Negros) no se quieren entre ellos ni son solidarios” Solía decir De Gaulle a sus consejeros en el Eliseo, la jefatura de Estado y presidencia francesa.

En Libreville, cuando los agentes del poder galo detienen a Ondo Edú, el ex presidente del gobierno autónomo guineano les suplica una y mil veces, para que le dejen libre. El antiguo catequista de la Misión de Evinayong les explica su intención pacífica de continuar su viaje rumbo a Madrid. No había ninguna razón de privarle su libertad, el Estado guineano tampoco había emitido ninguna orden internacional de busca y captura, como fue el caso de Severo Moto en Angola cuando le capturaron con mercenarios eslavos en un barco lleno de armas en el enclave de Cabinda.

Sin razón ni argumento jurídico válido la administración colonial franco-gabonesa envia a Ondó Edú a Malabo, pensando que con este ”regalo” a Macías, el nuevo presidente guineoecuatoriano iba a convertirse en un cordero ”gabonés” y formar parte de la ”Corte francesa” en Africa , como es precisamente el caso de su sobrino Obiang. Era desconocerle. Macías ordenó el arresto domiciliar a Ondó Edú y continuó prohibiendo férreamente el paso a Malabo de los aviones mercenarios galos de la Cruz Roja Internacional.

Este asunto de mucha envergadura fue uno de los que, fundamentalmente, prendió fuego entre el Occidente neocolonial y el régimen nacionalista de la Guinea libre de Macías. En este sentido, la cabecera del Estado guineano, identificada en aquellos primeros meses de independencia, por Macías y Atanasio, parece estar en la misma sintonía. Ndong Miyono, ministro de asuntos exteriores, situa como embajador plenipotenciario en la ONU a su mano derecha, el periodista Saturnino Ibongo. La primera intervención oficial de Ibongo como representante guineano en el foro de las Naciones Unidas la hace en inglés, confirmando, con diplomacia y no sin talante lingüístico, la voluntad política de libertad total de las nuevas autoridades guineanas con respecto a la ”Madre patria”. Hace poco, en Ginebra, en marzo de 2002, el ministro de justicia guineano, Ruben Mayé, también hizo lo mismo, en el marco del 58° periodo de sesiones de la Comisión de los Derechos Humanos.

Este brote nacionalista en una Africa central arrodillada ante el neocolonialismo occidental, y ante Francia en particular, no era del gusto de las diferentes metrópolis europeas desde donde se fraguó su pronta eliminación. Con tan sólo tres meses en el poder, Macías ya era objeto de varias maquinaciones y maniobras. En el mes de enero de 1969, la tensión en Guinea ya alcanzaba temperaturas tropicales con varios incidentes, insignificantes en circunstancias normales pero abrumadores en momentos de febrilidad, protagonizados entre oficiales guineanos y representantes españoles. Así surgío en Bata, el episofio de las banderas. Después de la independencia, en la Comandancia militar de Bata, que era teóricamente la jefatura del Estado mayor de las fuerzas guineanas del continente, la Guardia Nacional, que se encontraba también frente al palacio Presidencial, seguía ondeando la bandera española.

A pesar de las numerosas ordenes conminatorias de las nuevas autoridades guineanas para subsanar esta situación, el entonces comandante de la Segunada Compañía, un oficial español, Andres Matre, no quería obedecer a su nueva jerarquía. Macías tuvo que enviar a miembros de su propia escolta personal para cambiar la bandera. La orden fue ejecutada por el entonces cabo segundo Eduardo Edú, Salvador Ndong Nvuru, también de la misma graduación, con otros soldados, entre ellos uno llamado Genaro. La acción se hizo «mongonamente» a las ocho de la mañana. De allí surgío el nombre de Edú Mongona (Edú el militar), que más tarde sería de triste memoria.

Por todo el país circulan rumores de un posible golpe de Estado. Macías, temiendo por su vida, se traslada a Bata, como medida cautelar, en la región continental, donde se siente mucho más seguro. El análisis del mapa electoral guineoecuatoriano demuestra, en efecto, que es en la parte continental donde « el Gallo » siempre ha obtenido la mayoría de sus votos, concentrándose éstos en la zona norte de la región riomunense, Norte de Bata, Mikomeseng, Ebebiyin y Añisok. Su distrito natal, Mongomo, vota mayoritariamente a Ondó Edú.

Mientras que el cuerpo electoral isleño votaba fundamentalmente a la Unión Bubi, a Ndongo Miyono y a Ondó Edú. Desde Bata, con sus intervenciones en la Radio Ecuatorial Bata la Voz de Río Muni Macías lanza sus famosas filípicas contra el colonialismo español, allí cuaja el primer eslogan guineano anticolonial ”el Embajador español no es nadie en Guinea Ecuatorial”, repite al final de cada intervención. En febrero, al final de una gira oficial en el extranjero, la primera de la legislatura, el ministro de asuntos exteriores, Atanasio Ndongo Miyono, regresa a Guinea y se reune con Macías en Bata. En aquellos días y durante todo el mes de febrero crece la tensión, entre españoles y guineanos. Los oficiales españoles de la antigua Guardía Colonial Territorial, rebautizada Guardia Nacional, dimiten de sus puestos, algunos son detenidos en Bata otros se refugian en los cuarteles de la Guardia Civil española, irritados por el curso de los acontecimientos. En los primeros días del año 1969, en un discurso pronunciado en el campamento de Bata, a los soldados guineanos, entonces encuadrados por el carismático alférez Marcos Boné, atanasísta, de origen camerunés y de la étnia Nvele, Macías anuncia al personal militar español, que componía prácticamente el cuerpo de mando de la Guardia Territorial, su relegación al rango de instructores de tropas y su nuevo estatuto de ”asesores técnicos”, es decir cooperantes. El mando efectivo sería asumido desde entonces por la oficialidad guineana. Esta decisión, que responde a la política de independencia total y absoluta soberanía adoptada por la nueva administración, es también una medida táctica y estratégica que pilla de sorpresa a los españoles.

Por una parte, Macías descabeza a la principal fuerza militar, presente en todas las cabeceras de distrito y en los puestos fronterizos, que podía hacer efectiva un golpe de Estado. Por otra, promociona a los autóctonos guineanos que, como se verá más tarde, le serán fieles conscientes de servir a su propia patria y a un líder Negro que sus conciudadanos han elegido libremente para acabar con la prepotencia blanca impuesta por el yuco colonial español. En aquellos días todos los miembros del gobierno, o casi todos, están con Macías en Bata. Cuando Atanasio se reune con Macías le da cuenta de su reciente misión en el extranjero, donde ha multiplicado contactos y contraido muchos compromisos. No se sabe concrétamente lo que los dos hombres se han dicho ”cara a cara”, (como se dice en Guinea), pero la verdad es que la unidad, aun de fachada, y entendimiento que los dos hombres muestran y aparentan en estos momentos críticos, vividos por la población y presentados por las autoridades como ”una agresión colonial”, reconforta a los guineanos. El tándem Macías-Atanasio asegura a la población. Contrario a lo que se esperaba en algunos medios, principalmente, en círculos neocoloniales infeodados a Madrid, la crisis con España, a la que Macías hace frente con gallardía y consumada experiencia política, propulsa a este último en la címa de la popularidad guineana. No sólo en Guinea, sino en el resto de Africa Negra. Cabe recordar que pocos años antes también, los servicios secretos belgas acababan de realizar ”un bon coup” con el asesinato del líder africanísta congolés Patricio Emery Lumumba. En Ghana, el padre del Panafricanismo, N´kruma acaba de ser desplazado del poder en Acra por la venganza británica y espera su muerte en Conakri, en la Guinea de Sekú Turé donde es atendido con todos los honores como gran ancestro africano, diezmado por un cáncer de la próstata. En la misma Guinea Conakry, también en aquellos días, recibe asimismo asilo y atendimiento la gran cantante Negra y militante antiapartheid, Miriam Makeba, cuyo exitoso tema ”pata pata” hace bailar al mundo entero.

(Para un mejor conocimiento de la Africa de aquellos tiempos hay que leer y también escuchar, oir hablar - la cultura oral para los africanos es esencial - al profesor Eugenio Nkogo, distinguido universitario y notable filósofo africano que ha realizado trabajos de investigación en centros universitarios norteamericanos y su nombre es muy familiar en algunos de los prestigiosos círculos parisinos de la Sorbona, vive en España con su familia e imparte sus conocimientos en la Universidad de León. Es verdad que, por complejos inconfesados, muchos españoles y no pocos guineanos le ignoran, ya que el profesor es el único gran intelectual guineano, residente en España, que nunca se presta a la frenética danza del vientre y de la zarzuela que se ve con frecuencia en los patios de los lustrosos palacios madrileños, entre Oriente y Moncloa).

La reacción de los guineanos ante la determinación de Macías es, pues, de ”orgullo nacional y patriotismo”.

Reina entonces un espíritu de milicias en la juventud guineana ”en marcha con Macias”, algo parecido a la reacción de los Madrileños contra el golpe de Estado protagonizado principalmente por los generales Emilio Mola Vidal y Francisco Franco Bahamonde el 17 de julio de 1936.

El cruce del Sendje Fue pues en estos dias agitados, pero también de absoluta confianza y solidaridad en la cúpula del nuevo poder guineano, enfrentado a las maniobras de destabilización, que en una noche, más concretamente en la noche del dia 4 al dia 5 de marzo de 1969, que Atanasio Ndong Miyono, coge su mercedes de función y se va a la ciudad de Mbini (Rio Benito). Se va solo, no le acompaña nadie, ni su conductor ni su secretario particular. Este último era un jóven administrativo llamado Miguel, casado con una chica de Niefang de la familia Bakale de Ekurmisión. Para llegar a Mbini, en coche, el ministro pasa por el puente Sendje, bajo este puente corre el rio Uolo o Mbini. Para los moradores de la selva ecuatorial, los fangs, este espacio fluvial, lleno de poder y fuerza, hecho de mitos y ritos, es el elemento superior de la naturaleza que proyecta su cosmovisión y diseña la geografía de sus étnias: los Ntumus en el norte y los Okacs en el sur. Su franqueo nocturno dos veces seguidos, en uno y otro sentido, no puede quedar inapercibido por las fuerzas ancestrales que velan por su equilibrio. En Mbini, Atanasio se presenta de noche al comandante militar de la Guardia Nacional de la plaza a quien ordena con carácter urgente, por orden personal del jefe de Estado, poner a su disposición inmediata cerca de cinco decenas de elementos de su unidad para ir a sofocar un intento de golpe de Estado en Bata dirigido contra Macías. Según la ordenanza colonial española, que siguío en vigor mucho después de la independencia, la guarnición de Mbini abrigaba a la Primera Sección que dependía de la Segunda Compañía de la Guardia Territorial. La Segunda Compañía era la guarnición de Bata. De modo que en caso de disturbios graves en Bata, sede de la Segunda Compañía, los primeros refuerzos, según este reglamento, debían venir de Mbini, Primera Sección, antes que de Niefang o de Cogo (Sevilla de Niefang y Puero Iradier respectivamente). Lógicamente, el comandante militar de Mbini forma inmediatamente un contingente de sus mejores elementos, entre ellos el cabo segundo Salvador Ndong Mboro (fallecido, era un Esengui de ncuatoma-Bata, padre del ex boxeador Pascual Ncogo, más conocido como ”Ncogo el Fantasma”), el guardia segundo Ricardo Ondó Bibang (un obekuing de Añisok, Valladolid de los Bimbiles, sigue en vida), el conductor de tropa y guardia segundo Antonio Ekua (de Nsorc, probablemente de la tribu oyek, éste también sigue en vida), Hilario Nsue (un anvom de Mbini, todavía en vida) y otros, cerca de cuarenta elementos de los que se cuentan también miembros de la Marina de Mbini. Para su traslado a Bata requisan dos cohes, uno de ellos un Land Rover Santana largo, semidescapotable, color verde, de una empresa maderera con actividades en Mbini. La comitiva bélica sale de Mbini y Atanasio vuelve a cruzar otra vez el puente Sendje, guardían de los espíritus que emanan del Uolo.

Llegan a Bata la misma noche y empiezan a detener, uno a uno, a los miembros del gobierno, entre ellos el ministro de interior, Angel Masie Ntunumu (todavía en vida y hermano del que será más tarde el temible gobernador civil de Rio Muni, Miguel Eyegue Ntutumu, juzgado y ejecutado junto a Macías). A los prisioneros que Atanasio ordena detener, acúsandolos de intento de golpe de Estado contra Macías, los encierra no en la Cárcel Modelo de Bata, adonde los soldados reclutados en Mbini quieren llevar a los presuntos conjurados, para también aclarar la situación con sus colegas de Bata, sino en el campamento de la Marina de Bata, que presenta una doble ventaja para Atanasio. La primera es su ubicación geoestratégica. Está en la playa, a unos pasos del aeropuerto, junto al cuartel general de la Guardia Civil española, esta última está perfectamente al corriente de los hechos y gestos de Atanasio, los cuales aprueba pero sin intervenir, en espera del desenlace final. En el Cuartel de la Guardia Civil se encuentran también refugiados antiguos oficiales españoles de la Guardia Territorial que desearían saldar cuentas con Macías, entre ellos el famoso comandante que no quería ver la bandera guineana. En aquellos días, también por orden de Macías, Las unidades de la Guardia Civil en Guinea han pasado a llamarse Fuerzas Españolas Estacionadas en Guinea (FEEG) lo cual limita su operatividad en el territorio nacional. Ya no pueden iniciar ninguna acción militar de tipo ofensivo, ni siquiera preventivo, por ejemplo ocupar una emisora o detener a una personalidad, sino defensivo, es decir responder a una agresión en el marco de una legítima defensa.

Su perímetro de seguridad en Bata apenas llega más allá de unas decenas de metros de su cuartel general, pero linda con el área militar del campamento de la Marina adonde Atanasio trae maniatados a sus colegas del gobierno. La segunda razón, el personal militar del almirantazgo de Bata es mayoritariamente atanasísta, lo integran ndowes y fangs del Litoral riomunense, gente adicta al legendario líder del MONALIGE (Movimiento Nacional por la Liberación de Guinea Ecuatorial). En la Marina de Bata, se encuentra un brillante Cabo Primero, Joaquín Bakale Mitogo, que es uno de los que coordonan las operaciones en la Marina de Bata, con la recepción de presos. Joaquín Bakale Mitogo y Salvador Ndongo Mboro se conocen perfectamente, desde Mbini, cuando el primero estaba destinado en esta ciudad, su patria chica. Los dos militares intercambian respectivamente los partes de ordenanza. Los guardias al mando de Ndongo Mboro son los que detienen a los ministros que recepcionan los grumetes al mando de Bakale Mitogo. En el campamento de la Marina de Bata, Atanasio ha dado la misma versión que en el cuartel militar de Mbini.

”Alguien quiere dar un golpe de Estado a Macías y hay que detener a sus cómplices”. Les repite. Los militares detienen a todos los miembros del gobierno y todavía no se han dado con este ”alguien” que quiere derrocar a Macias. Hacia la madrugada se dirigen con Atanasio a la Presidencia de Bata, (antiguo Subgobierno) a esperar la mañana. Llega la mañana y con ella Macías.

”Allí nos dimos cuenta de nuestro error, se lamenta hoy Ricardo Ondó Bibang reintegrado en el cuerpo después de los hechos, vimos a Macías llegar pegando gritos con varios de nuestros colegas de la Segunda Compañía y con Elá Nseng diciendo que Atanasio no era nadie para darle golpe. Eran numerosos y nos rendimos”. En realidad, Ricardo Ondó Bibang, no es el único que ha sido engañado aquella noche, sino todos los guineanos.

En efecto, en la mañana del día 5 de marzo, la primera versión de los hechos que corre en toda la ciudad de Bata está en sintonía con lo que los guineanos han visto en los dias precedentes, una aparente solidaridad entre los dos líderes en el poder. Se dijo en un primer momento que Atanasio, advertido de un intento de putsch contra Macías, reaccionó con un contragolpe desbaratando el peligro y salvando a Macías. Esta versión iba también a tono con la mítica leyenda del personaje. Pero los que acuden aquella mañana al Palacio Presidencial de Bata, para ir a solidarizarse con sus dos líderes descubren la triste y cruenta realidad. ”Atanasio no ha salvado a Macías, ha querido matar a Macías”. La reacción de la masa es violenta. Muchos atanasístas inocentes que también venían en son de solidaridad son detenidos y violentamente apaleados no por los soldados sino por un público escandalizado y galvanizado por miembros de la ”Juventud en Marcha con Macías” armados de palos.

Estos pasarán toda la mañana del 5 de marzo apaleando al desafortunado líder independentista Atanasio.

Cuyo cuerpo agónico será retirado de la furia humana a duras penas y no sin amenazas por miembros de la Guardia Nacional. En el momento en que Macías y ”sus soldados” de la Segunda Compañía de Bata, a los que se suman numerosos elementos descontrolados de la ”Juventud siempre en Marcha”, emprenden la liberación de todos los miembros detenidos por Atanasio en el campamento de la Marina, entre ellos el mismo jefe de la Casa Militar de Macías, el entonces Comandante Juan Manuel Tray (un bubi de la isla, ya fallecido), aterriza en el aeropuerto de Bata un avión que trae a la mujer, de origen camerunesa, de Atanasio y a su mano derecha, Saturnino Ibongo, con un impresionante séquito, que al parecer vienen a la ”jura de cargos”.

La presencia de Ibongo en Bata en aquellas fechas no se justificaba de ninguna manera. Por contra, su actuación, como embajador extraordinario y plenipotenciario ante la ONU, urgía y era requerida en Nueva York por el presidente de la República, donde tenía que respaldar y negociar ante el Consejo de seguridad, la petición hecha unos días antes por Macías de un envio de Cascos azules a Guinea ante el caríz que tomaban los acontecimientos. Esa petición, por error, se mandó a Ginebra, en la Comisión de los Derechos humanos, en lugar de Nueva York, en el Consejo de seguridad. Los pasajeros del avión traido por Ibongo, al bajar, pasaron directamente a la carcél Modelo de Bata. Muchos no llegaron vivos, muertos a palos durante el trayecto. Probablemente Ibongo murío este mismo día. Atanasio unas semanas después.

Mientras que Teodoro Obiang se encargaba de eliminar a Ondó Edú en Malabo, sin orden ni requisito de Macías ... ni nada. Solo él. Obiang. Poco después Macías decretaba el estado de emergencia durante tres meses y expulsaba tanto al embajador español en Guinea como a las dos compañías de la Guardia Civil presentes en las dos regiones guineocuatorianas.

La Guinea de Macías Después de su doble victoria, contra los españoles, saldada por la expulsión de su Embajador y de la Guardía Civil, y contra sus rivales, saldada con la muerte de éstos, muerte de Atanasio en Bata y asesinato de Ondó Edú en Malabo, Macías recibe lo que entonces se llama una apoteósica adhesión popular.

Las circunstancias se encargan de darle el poder absoluto.

Como único líder nacional. En el bloque progresista africano, Macías es saludado como el vencedor del neocolonialismo occidental que sigue desestabilizando a los paises nuevamente liberados. Adquiriendo una nueva dimensión, y desde una nueva perspectiva, Macías analiza la nueva situación creada y saca las primeras conclusiones: 1) la fuga de Ondó Edú a Gabón no era tan inocente como aparentaba. Si Ondó Edú se escapó tempranamente de Guinea es porque algo sabía y si sabía algo, éste debía haberle advertido y si no lo hizo es porque era cómplice. Se dijo que la orden de asesinato de Ondó Edú en Malabo fue dada por un primo-hermano de su tribu, entonces miembro eminente del gabinete de Macías, sólo el brazo ejecutor, Teodoro Obiang, puede esclarecer este punto. 2) Macías queda pasmado ante el cinismo de los occidentales.

Durante el régimen autonómico guineano (1964-1968) Ondó Edú, como presidente del Gobierno, había servido a los españoles ciegamente, como un siervo a su amo.

Macías no cesaba de criticarle al respecto. He allí que cuando Ondó Edú cae en manos de los franceses en Gabón, no sólo los españoles no le liberan de las garras galas, sino, incluso, permiten su reexpedición a Guinea sabiendo sobradamente que peligraba su vida.

”Si han hecho eso con Ondó, piensa Macías, conmigo será peor”. 4) El compromiso constitucional contraido en 1968, durante el Referendum, queda caduco y sin efecto, Macías considera que las partes adversas no han respetado el Pacto independentista. Durante la vigencia de su mandato nadie tenía derecho a atentar contra su vida ni a poner en tela de juicio su autoridad como presidente de la República, puesto legítimamente conquistado en las urnas. A partir de entonces él tampoco respetará la constitución votada por Ondó Edú y Atanasio. 5) Macías comprende finalmente que el poder hace todo y todo lo justifica.

Observa que los sectores occidentales que le critican son los primeros en organizar golpes de Estados, guerras y asesinatos masivos en varias partes del mundo. En particular los Estados Unidos. El presidente guineano, deduce pues que matar a una persona, asesinar a varias personas, provocar una guerra, todo esto no es nada (no es pecado, en términos católicos) siempre y cuando que se sigue manteniendo el poder.

Desde entonces, aplica a la letra, en Guinea, lo que ve en el entorno internacional, poniendo mucho de su cosecha personal. Macías admiraba particularmene la capacidad de los dirigentes norteamericanos en ordenar mortíferas masacres, con bombardeos intensivos sobre poblaciones civiles indefensas, como fue el caso en Laos y Camboya en 1968 y 1969(4) y aparecer al mismo tiempo en la televisión como gente altamente civilizada, con una exquisita educación y defensora de los derechos humanos. Aun imitando su sangriento proceder, en proporciones guineanas, Macías decidió luchar también contra este Occidente cínico y siniestro, sin ninguna ilusión, sabía que el neocolonialismo en Africa acabaría con él. Sus días estaban contados. Pero tampoco él le daría satisfacción a este Occidente en lo que le quedaba de vida. A falta de armamento aéreo sofisticado, Macías utilizará su fraseología, la expresión directa, el verbo, la palabra pura y dura, para demoler a los occidentales.

Con este planteamiento nuevo, Macías se libera de repente de todo lo que podía haberle sujetado. Y se pone resueltamente a la edificación de una nueva Guinea antimperialista (lease antioccidental).

Sabe que sus dias están contados y ya no andará con miramientos. Lo primero, quiere dejar un recuerdo imborable en la memoria de los Guineanos. Como Musolini en Italia. Se lanza a la construcción de obras de prestigio pero también de mucha utilidad para la Nación: creación de la peseta guineana, más tarde ekuele, construcción de dos bancos ultramodernos en Bata y Malabo; construcción del palacio nacional Africa de Ekucu; construcción de centros de enseñanza media en todos los distritos, excepto en Mbini y Cogo, distritos que penaliza por la traición de Ndongo Miyono; construye la carretera de circunvalación de la isla de Bioko culminada con el puente Kope; construye el puerto internacional de Bata, crea la compañía marítima nacional con la compra de un flamante barco de transporte nacional, construcción de la factoría petrolífera con abundantes reservas. Esta última obra será el primer patrimonio guineano que recuperán los franceses de regreso a Guinea, como un fructífero regalo del nuevo presidente pro-occidental, tras la muerte de Macías. Aunque en realidad los franceses siempre han estado presentes en el país durante el régimen anteobiang, su embajador, el único diplomático occidental que quedó en Malabo, pasaba su tiempo buscando mariposas en las plantaciones de cacao, en el mismo lugar y sitio donde el sargento Ondó Elá, mano derecha de Obiang Nguema en Blank Beach, también iba torturando a los presos políticos. Este distinguido representante galo nunca se inmutó ni denunció la masacre que se desarrollaba ante sus ojos. Su furtiva mirada prestaba más atención a la caza de las mariposas guineanas para su colección. Por fin obtuvo su premio, hoy, en los archivos de los grandes descubridores de Francia, una mariposa guineana que vive en Malabo lleva su nombre. Como medida cautelar ante la potencia nigeriana, Macías expulsa a los obreros nigerianos de las plantaciones de cacao y provoca una movilización sin precedentes de la población guineana del continente, con su desplazamiento forzoso de Rio Muni y su traslado obligatorio a la isla de Bioko para reemplazar la mano de obra vacante. Con ello crea verdaderos campos de concentración donde los continentales trabajan en condiciones infrahumanas, provocando también numerosos incidentes, violaciones de propiedad y a veces agresiones, contra la población autóctona bubi, lo cual acentua el sentimiento anti-fang de estos últimos.

el colonialismo crimen de lesa Humanidad La otra vertiente de la política de Macías es la formación (política) de los futuros cuadros guineanos.

En este aspecto Macías alcanzó también su objetivo.

Contrata a profesores cubanos y chilenos (socialistas que huían de Pinochet) para la enseñanza secundaria.

Estos dan un fuerte contenido político a su docencia y trasmiten un mensaje de solidarida internacional a la Revolución guineana en pugna contra el colonialismo español. Para los estudiantes del ciclo superior, Macías se esmeraba en que sean formados en los paises progresistas. Unión Soviética, Alemania del Este, Hungría, Bulgaria, Rumania, Yugoslavia, Cuba, Egipto, China, Corea, Etiopia, Argelia, Guinea Conakri, etc.

Estos paises formaban a sus estudiantes en el aspecto técnico y también en el marco político y diplomático.

A un sólo cuadro le daban una formación interdisciplinaria, concientes de que deberá responder en varias áreas por las necesidades urgentes de su país. Estos Estados, aun no siendo el caso de todos, tenían un programa de estudios específicos adaptados para cuadros de paises en vias de desarrollo. El resultado es obvio. La mayor parte de los cuadros guineanos egresados de estos paises saben que vienen a trabajar no para su promoción personal como pequeño burgués, en el sentido de Ortega y Gasset, sino para «aunar sus esfuerzos en el levantamiento del país, antigua colonía explotada despiadadamente por el sistema colonial, necesitado de todo y privado de todos sus recursos ». Hoy la mayoria de esos cuadros son los que constituyen la osatura de la administración guineana. Un cuerpo administrativo que sabe viajar, negociar acuerdos y diversificar las relaciones internacionales de Guinea. Cuadros que conocen de sobra el principio de la soberanía de un país, una noción no muy bien asimilada en Madrid.

Pero los guineanos de Macías tampoco ignoran ni minimizan los lazos de Guinea con España. Dos eminentes representantes de este personal administrativo, altamente cualificado, son el mismo Agustin Nsé Nfumu (estudios de lenguas extranjeras en Etiopía) y Marcelino Nguema Onguene (estudios de medicina en la URSS). independientemente de sus opciones políticas y tendencias personales, (que serían muy legítimas si Guinea hubiera tenido un marco de libertad y democracia), estos dos altos cuadros constituyen una excelente vitrina de la fuerza de choque de la diplomacia guineana de cara al exterior. Agustín Nsé Nfumu, por ejemplo, se mueve con la misma soltura y naturalidad en Malabo, en Libreville, en Lagos, en París, en Madrid, en Londres, en Nuava York, etc.

Sin necesidad ni de acompañante ni de traductor. Muy buena prestancia, culto con excelentes conocimientos del mundo internacional. Nsé Nfumu ha sido secretario general del PDGE, el partido de Obiang. En la misma España muy pocos partidos políticos pueden darse el lujo de contar con un secretario general con el mismo perfil. Esta es obra de Macías. Lo mismo se puede decir del doctor Nguema Onguene, adémas del español, el francés y el inglés, habla también el ruso.

Este equipo muy competente formado por Macías es el que sirve hoy a Obiang. Es más, a este equipo se le ha unido un valor añadido, muchos universitarios formados en Occidente en la ”era de Obiang”, de ellos se destacan verdaderos genios como Ricadín (Complutense de Madrid), mentes pensantes de la talla de Osubita (de la Sorbona en París). Por eso los guineanos, a la hora de negociar con los españoles en el marco de la cooperación, de Estado a Estado, siempre salen ganado y siempre será así. En Madrid, sigue sorprendiendo el hecho de que los que se presentan como conocedores de Guinea lo único que saben repetir en los discursos oficiales son frases grandilocuentes, finalmente inútiles, como estas ”Guinea es el único país hispano de Africa negra”. Mientras que en Guinea, los numerosos universitarios autóctonos que asesoran a Obiang en el poder pueden no solo diseñar el mapa electoral de España sino incluso el mapa gastronómico de la misma Rusia de Putín. Una diferencia abismal.

Para culminar con su obra, Macías va a crear una nueva Guinea que él llama Guinea de hoy y la canta en los mitines. Para ello se apoya de una lógica imparable, una dinámica de « vida o muerte ». Los que aceptan y pregonan a favor de su régimen se salvan, los que no lo han aceptado o se han sublevado son eliminados.

El método es sencillo: en un primer momento los renegados son encarcelados, y en la cárcel se les suprime.

Pero, la administración de Macías asesina de forma selectiva. Macías tenía todas las listas de las diferentes formaciones políticas guineanas presentes durante la campaña del Referendum constitucional y también durante las presidenciales de 1968. Los encargados de eliminar a los adversarios políticos lo hacen en función de estas listas. Por eso se pudo observar, once años al cabo de su presidencia, que los desaparecidos eran mayoritariamente militantes y cuadros de los partidos de Ondó Edú y de Ndongo Miyono. Los que apoyaron a Macías antes de la independencia, aunque algunos conocieron la desgracia durante su régimen, no fueron eliminados físicamente.

Si algunos lo fueron, se debío a iniciativas personales. Como por ejemplo la serie de asesinatos de ministros en Malabo, Jesus Alfonso Oyono Alogo, Job Obiang Mba, padre José Esono etc., o de militares como el teniente Maximiliano y otros, fue una iniciativa personal de Obiang el comandante. Pero este aspecto macabro no era el que más interesaba a Macías, para él, esas muertes eran comparables a un daño colateral, como los muertos civiles que provocan los misiles de los norteamericanos en Irak, una consecuencia inevitable de la política. No había para qué lamentarse de nada. «¿Alguien ha encontrado a un Blando llorando y arrepintiédose por los millones de Negros llevados a la muerte por el genocidio de la trata negrera, de la esclavitud y del colonialismo? Preguntaba ¿Por qué quereís que yo me apiade por los que quieren matarme y que mañana podrán venir a bailar sobre mi cadáver? » Macías centraba su atención en la reconversión de las mentes guineanas. Como una forma de terapia, apoyándose de las teorías de expertos africanístas, como Franz Fanon que consideran que el colonialismo había sido un proceso violento de negación de la Humanidad negra. para combatir sus demoledores efectos psycotraumáticos se necesitaba una terapia de choque. Una revolución radical. Muchos dicen hoy que esa terapia fue saludable. Poco después de la independencia, por primera vez, el guineano se sentía dueño y soberano de su propia mente en su propio suelo. Cultivando su propia identidad africana.

Si era Negro, no tenía ningún complejo ante el Blanco.

Si era fang no tenía vergüenza de ser fang, pensar como un fang, considerar y mesurar los valores importados a partir de su propia ideosincracia fang.

Eso mismo es lo que exigía Macías a todas las étnias integrantes del Estado guineocuatoguineano. Esta actitud mental dio mucha personalidad y confianza en sí a los guineanos, un proceso intelectual que fue valorado incluso por muchos que no compartían su visión política. En Gabón y en Camerún vecinos, las poblaciones africanas limítrofes también empezaron a cantar su despertar en sus respectivos Estados.

En el marco internacional, muchos de los combates iniciados por Macías conocen hoy ciertos logros, el más destacado ha sido la celebración, en suelo ancestral africano, de la Conferencia mundial contra el racismo. En los mitines semanales con los estudiantes que celebraba en la sala de actos del Politécnico Modesto Gené (de su construcción), haciendo eco de las reivindicaciones de la Diáspora Negra, Macías fue uno de los pocos estadistas africanos que empezaron a exigir, ya desde los años 70, el reconocimiento de la esclavitud, la trata negrera y el colonialismo como crímenes de lesa humanidad por parte de la Comunidad internacional.

Exigía también compensaciones por daños y perjuicios.

Unos años después, en Nigeria, el millonario Chief Bashorun Moshood K.O. Abiola, candidato y ganador de las elecciones presidenciales nigerianas de 1993, también iniciaba el mismo proceso en Washington, el 27 de septiembre de 1990, ante los parlamentarios Negros del Capitolio. En junio de 1991, en Abuja, con el respaldo del presidente Babangida, Abiola presenta con mucha emoción este proyecto a los jefes de Estados africanos reunidos en sesión anual de la OUA (Organización de la Unidad Africana, ancestro de la Unión Africana). En 2001, en la Conferencia mundial contra el Racismo celebrada en Durban (Suráfrica) del 31 de agosto al 8 de septiembre, la Comunidad internacional reunida declaró solemnemente: ”Reconocemos que la esclavitud y la trata de esclavos, en prticular la trata transatlántica, fueron tragedias atroces en la historia de la humanidad, no sólo por su aborrecible barbarie, sino también por su magnitud, su carácter organizado y, especialmente, su negación de la esencia de las víctimas, y reconocemos asimismo que la esclavitud y la trata de esclavos, especialmente la trata trasatlántica de esclavos, constituyen, y siempre deberían haber constituido, un crimen de lesa humanidad y son una de las principales fuentes y manifestaciones de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia, y que los africanos y afrodescedientes, los asiáticos y las personas de origen asiático y los pueblos indígenas fueron víctimas de esos actos y continúan siéndolo de sus consecuencias; Reconocemos que el colonialismo ha llevado al racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, y que los africanos y los afrodescendientes...

Reconocemos los sufrimientos causados por el colonialismo y afirmamos que, dondequiera, y cuandoquiera que ocurrieron, deben ser condenados y ha de impedirse que ocurran de nuevo...(5)”. Cualquier guineano que haya conocido y vivido de cerca el régimen de Macías, como es el caso por ejemplo del poeta isleño Ciriaco Bokeso, que fue capellán del primer mandatario guineano, puede afirmar que esta nueva Declaración de carácter universal se inspiró largamente, sin quitar ni punto ni coma, de los numerosos discursos de Macías contra el colonialismo. Una victoria postuma pues para el primer presidente electo y primer jefe de Estado de la historia de Guinea Ecuatorial. Este será depuesto, como él mismo lo había previsto y vaticinado, por un golpe de Estado de corte neocolonial orquestado por antiguos pupilos de la academia militar de Zaragoza del general Franco.

En busca de ”mi Rey” En Malabo, siempre que los guineanos ven llegar a una imponente delegación española para venir a reanudar los incesantes y eternos lazos históricos entre los dos paises, se preguntan, con este deje de humor que les caracteriza cuando evocan el idilio hispano-guineano, por qué sus Majestades los Reyes de España no hacen ”seguimiento” de su primer viaje a Guinea de 1980. En la ex colonia española se designa por ”seguimiento” la acción cautelar del administrado destinada a evitar lo que el romántico Mariano José de Larra ya denunciaba en la misma España con afable lirismo ”vuelva usted mañana”. La acción cautelar guineana se caracteriza pues con una ostentosa y repetida presencia física del interesado en los diferentes despachos donde se tramite su expediente, hasta su fructuoso y jugoso libramiento final en la Tesorería. Por parte de los Reyes de España no se ha vuelto a ver su augusta presencia, ni la de don Juan Carlos ni la de doña Sofía, en los diferentes departamentos de la geografía guineana hace ya más de dos décadas. Tampoco se ha podido beneficiarse de la distinguida compañía de alguno de los miembros de la ya numerosa descendencia real. Ni la Infanta doña Cristina, ni la Infanta doña Elena, ni el Príncipe heredero don Felipe, ni los demás Infantes, fruto de los matrimonios de las dos primeras Infantas, ya con edad de viajar. Ningún símbolo viviente de la actual Casa Real española ha pisado suelo guineano desde hace 23 años. Esa larga y magna ausencia sorprende sobremanera a los guineanos al igual que les pilló también de sorpresa el expectacular y precipitado viaje de los Reyes realizado tempranamente a Guinea poco después de la subida de Obiang al poder. Este extraño fenómeno de la Monarquía española que entronca con la esotérica dramaturgia guineana merece un breve análisis. Para el observador avispado, que es diurno pero con ojos de buho (detalle muy importante en política guineana), el viaje relámpago realizado por los Reyes de España, hace más de dos decenios, en una Guinea donde todavía se percibía fuertemente el maloliente olor del cadáver semiputrefacto de Macías fue patético para el monarca español. Llegaba en un escenario de muerte donde todavía se veía pintado de sangre los estigmas de un lento y largo genocidio que nunca dijo su nombre. Donde se había perpetrado muchas violaciones bárbaras y numerosos crímenes inimaginables. Su anfitrión, su convidado de mesa, que a veces se quedaba de piedra y le observaba, había sido uno de los más grandes y siniestros personajes del extinguido régimen. El hombre que venía de Madrid celebraba la amistad y el reencuentro hispano-guineano con un criminal. Aquí sólo suena la Quinta de Bethoven.

Este es el primer retablo del soberano español en Guinea que no aporta ni nobleza ni grandeza al futuro laureado del premio Carlomagno. El segundo cuadro, cóncavo, de gusto surrealista, adornado con los bigotes de Dalí, recoge sin embargo la realidad del histórico encuentro con todos los detalles. Pero, tampoco deja buenas pinceladas, con colores de gloria y trenza de laureles a la Corona. Porque si el caritativo Estado español llega a Guinea con ayudas y material de auxilio para el comatoso Estado guineano, por contra, en el marco político, en el sudoroso cuerpo a cuerpo que entablan los dos antiguos aspirantes de la academia de Zaragoza, bajo el sol tropical, es sin embargo el jefe de Estado guineano el que se encuentra en posición de fuerza y de auxilio ante el jefe de Estado español. Porque en 1980, cuando Juan Carlos llega a Guinea, Obiang es presidente tan solo hace unos meses. Pero, ya hacía cerca de una década que llevaba concentrado en sus manos la realidad del poder guineaocuatoriano. Año tras año, meticuloso, progresivamente, de forma programada, con férrea crudeza castrense, Obiang ha ido eliminando, uno a uno, a sus eventuales rivales. Organizándo purgas tanto en el seno de la armada como en la alta administración del Estado. Finalmente llega al poder supremo con una acción militar clásica, ejecutada con maestría, marcando todas las pautas, punto por punto, según el breviario hispanoamericano del Pronunciamiento. Con sus galones en los hombros y su bastón de mando en la mano. En este momento la dimensión ”Hispana” de Obiang, como nuevo Caudillo, es incuestionable. La eliminación de Macías ha sido para él una simple formalidad, permitiéndose el lujo, de paso, de informar a la ”Madre patria” para reestablecer contactos y tener a su lado a ”Su” Majestad.. Obiang no debe nada a nadie su victoria sobre Macías. Su poder es frío, calculado, legítimo y legal, tanto en Guinea como en Africa, donde los golpes de Estado siguen siendo la única vía segura de una alternancia en el poder. Obiang tiene el poder absoluto en Guinea y su margen de maniobra es ilimitado. Este militar de escueta palabra no solo tiene dotes de mando, sino también sólidas bases de la ”Realpolitik”. En cada disciplina, tanto la militar como la política, ha tenido a dos genios como instructores: Franco y Macías. Aquí la Marcha Turca.

Carlomagno entre generales Este no es el caso de su huesped de la Casa de Borbón.

En España el nuevo Rey es proclamado el 22 de noviembre de 1975 por las Cortes del difunto general Franco. Todavía no dispone de un poder absoluto en su reino. Es más, su « Casa militar » es una temible ”Galaxia”. Le llegan rumores fundados de proyectos infundados de golpes de Estado; en la armada hay hombres que dejan oir sus nombres, entre ellos su propio instructor, el general Alfonso Armada, pero sólo se destaca el de un desconocido coronel, Antonio Tejero Molina. Incluso durante unas maniobras, uno de sus mejores generales, Milans del Bosch, entonces comandante de la poderosa división ”Brunete” de Madrid, le explica, medio en broma medio en serio, cómo, en tan sólo dos salvas de sublevación, sus hombres pueden reducir en polvo a la capital del Reino. Como medida cautelar, se alejará a del Bosch en el Levante, en Valencia, donde el osado cañoneo del general artillero no puede alcanzar Madrid. En el otro costado de Su Majestad, está la « Casa civil »; una buena parte de la nueva representación parlamentaria no le ha homenajeado como corresponde a S.A.R. en su primera aparición en las Cortes. Lo cual significa que no poca parte de la España real, la de a pie, no le reconoce como el Soberano de todos los españoles.

Su Alteza real don Juan Carlos I no ha heredado su Corona de su padre S.A.R. don Juan de Borbón y de Battemberg.

Su poder es un legado como consecuencia de la voluntad de un dictador. Motivo por el cual la transición no se ha hecho según las reglas del arte, como lo subraya entonces, no sin malicia, uno de los principales oráculos del desaparecido templo franquista, don Ramón Serrano Suñer. En efecto, las instituciones franquistas, en cuyos anales figura la jura del 23 de julio de 1969 del príncipe don Juan Carlos de Borbón, generan otras instituciones de naturaleza contraria a su origen autoritario(6). Pero el Rey sabe que este culebreo de cascabel que sabe a veneno de Venecia vale la pena. La factura por el trono merece un almuerzo de campaña con generales de largo cañon en España, pero también cenas de gala en Guinea con siniestros generales que cabalgan sobre gloriosas montañas de cadáveres. Siglos atrás, uno de sus ilustres antepasados, Enrique IV, rey de Francia y de Navarra, había lanzado la famosa frase ”Paris vaut bien une messe”. Y eso es lo que Juan Carlos I había ido a buscar en Guinea, entre otras cosas: su legitimidad como Rey de España. La reconquista de una colonia perdida, con una operación relámpago, es una proeza digna de un monarca, general de Ejércitos. Merece también el reconocimiento de su pueblo, por lo menos el homenaje de la clase política que representa a este pueblo. Guinea es un rio revuelto y nuevo eldorado africano. Tierras exóticas lejanas que vuelven a dar colores al imperio desaparecido, con fructuosas misiones, con expediciones y exploraciones modernas de cooperación. Tras llenar las arcas de la UCD (Unión del Centro Democrático) de Adolfo Suarez, el segundo en picar al anzuelo guineano será Felipe González, jefe de los barbudos parlamentarios que no querían afeitarse ante el Rey. En lo sucesivo lo harán con noble ademán ante el pastel del poder.

Guinea es pues un buen feudo señorial, una buena baza en la estratégica región ecuatorial de Africa central, rica, petrolera y generosa. Adonde los galos acuden como barbos. Con los galos, el monarca español ha de negociar el espinoso problema vasco y la entrada de España en la Comunidad europea. Y, Juan Carlos I tiene suerte. En 1981 Valery Giscard d´Estaing, aquel extraviado noble republicano, pierde las elecciones presidenciales. Sale del escenario ese altanero que no se hartaba de dar enmiendas y correcciones a la más alta alcurnia española. Llega Mitterrand ”el plebeyo”, un nostálgico del ”viejo Imperio”, es como todos los franceses, se arrepiente a lágrima viva de haber llevado la cabeza de ”su rey” Luís XVI a la guillotina durante la Revolución. sueña con subir de nuevo en una carroza real, junto a un Rey de verdad, un Borbón en carne y hueso. Trato hecho. Mitterrand mueve fichas.

Todo se equilibra España entra en la Europa comunitaria, el ”santuario” de Eta en Francia se desmantela, el rey Juan Carlos llega a ser la personalidad europea más popular en Francia y la nueva Corona de mayor aceptación en el ”viejo continente”.

Cae sobre su cabeza el signo de Carlomagno. Una honda y doble legitimidad jamás soñada. Ya no habrá necesidad de otro maloliente viaje de calvario a Guinea, donde los palacios están llenos de cadáveres de gente asesinada en avanzado estado de putrefacción.

Tampoco se permitirá a la progenitura descendiente aventurarse por estos bosques donde deambulan almas en pena, ni siquiera de caza. No por indecencia ni decoro sino por elementales razones sanitarias. En la interconexión geoestacionaria con Francia (una astrofísica política intergaláctica, inalcanzable por los de la esfera orbital guineoecuatoriana) tampoco se ha perdido a la ex colonia, los lazos históricos y culturales con el satélite africano siguen intactos, sólo se ha consentido en trasladar la antena de captación financiera, del Banco central guineano al parisino, con su entrada en la UDEAC(7) donde se asegura se tiene mucha experiencia con esa gente.

Por lo demás, todo sigue bajo control. Obiang manda en Guinea, lúcido como él solo, con todos los cabos bien atados. Incluso los opositores que se declaran en lucha contra él, con incesantes y aparatosas declaraciones en Madíd, no saben, como siempre lo repetía Macías, que ya son independientes, que ya tienen un Estado soberano. Siguen presentando a Africa en el folklore de la plaza de las Ventas, en un expectáculo de gritos, risa y sangre. Gritan urbi y orbe que han creado partidos con amigos españoles para una re-gobernación de Guinea, siguen subiendo las escaleras de cuatro en cuatro, la cara pegada a la alfombra, para ver ”a su Rey” de España. Este regreso bíblico a Egipto, cantado como una nueva Austríada, deshonra a nuestros ancestros, animalizados y exterminados durante la interminable noche secular del doble Holocausto Negro: la trata negrera de la esclavitud y la colonización de Africa. Ahora comprendo, quizás el lector también por fin, por qué el padre Ncogo Eyi me daba a leer libros de Unamuno cuando aun Macías estaba en el mundo. Aquel párroco, ateo, don Manuel, fue bueno y mártir, porque nunca se confesó ante sus feligreses. En fin, Macías ha muerto.

Viva el Rey. Pero ha nacido una nueva esperanza que se gesta en la misma Guinea, hombres que hacen la historia de su pueblo, algunos con nombres, como la poesía de Otero: Micó Abogo, Ondó Obiang, Nguema Elá, otros anónimos, héroes de la sombra, colectivos con conciencia que empiezan a redactar su propia historia todavía llena de sangre y lágrimas pero ya rezuman dignidad, no tienen asesores en los palacios, ni van a arrodillarse en Malabo ante un criminal, ungido de sangre por todas partes. Esta es la esperanza de Guinea, la historia de Djoba que se encuentra con Nguema para ir a ver a Bokesa. Esta historia no se proclama en Madrid, ni se escribe en París, ni se aprende en Londres, ni se vende con dólares, como decía Lumumba el día de su asesinato por los belgas de Katanga.

Joaquín Mbomío Bacheng

(1) el Gallo símbolo de la candidatura de Macías
(2) Bernard Kouchner, médico francés fundador de Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo
(3) ver la colección Historia, versión francesa N° spécial « les Mercenaires »
(4) para más información al respecto, ver el libro del profesor Noam Chomsky ”Estados canallas” ed. Paidós Estado y Sociedad 93.
(5) Texto de Declaración final de la Conferencia mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia publicado por el Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas, Nueva York, 2002, www.un.org
(6) Ramón Serrano Suñer ”De Anteayer y de Hoy” ed Plaza & Janes 1981, pg 232
(7) UDEAC, Unión Duanera de Estados de Africa Central


Fuente: J. Mbomio Bacheng

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