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Editorial

POST CAN, PESTUM


publicado por: Celestino Okenve el 02/03/2015 6:57:54 CET


Celestino-Nvo Okenve Ndo
Malabo 1 de Marzo de 2015

La dictadura acaba de trasladarse a Malabo. Todos los ministros, gerifaltes del partido único, el dictador y su cohorte extensa, acaban de abandonar la región continental y ya están en Malabo.

Desde que el dictador impuso esa costumbre de gobierno itinerante, nadie ha podido explicarse las razones de este extraño proceder. La capital oficial se encuentra en Malabo, según la constitución y ahí deben residir las altas instancias del Estado, salvo que una Ley autorice lo contrario o existan razones de fuerza mayor para no hacerlo.

El mismo dictador ni siquiera tiene residencia en Bata cuando traslada a sus subalternos al continente. La mayor parte del tiempo reside en una especie de disneylandia que se ha hecho construir más allá de su pueblo Akog Akam en Mongomo. Se llama Ko-eté y ocupa una superficie superior a tres pueblos. Mandó expropiar todos los bosques circundantes a los antiguos usufructuarios, que lo utilizaban para cultivar sus huertas tradicionales y para leña y caza. En el terreno expropiado trazó ríos y lagos artificiales, casas de campo, granjas, salas de recreo y juegos, rutas de safari, y un palacio enorme, su mayor afición. En su pueblo Ako-akam ya disponía de una finca enorme con palacios, que ha abandonado.

En Malabo, ha mandado destruir el antiguo palacio del Gobernador General, que fue palacio presidencial durante la época de Macias y tras expropiar un enorme terreno detrás de esa residencia colonial, sin necesidad, mandó construir un enorme palacio que solo usa para recibir a otros presidentes o a embajadores. No vive ahí. Ni tampoco el pueblo, a pesar de llamarse Palacio del Pueblo, una seña del cinismo de Obiang.

En el bosque que existió entre Sampaka y el aeropuerto, zona que denominaron Malabo 2, el dictador ha ocupado el equivalente a cinco campos de futbol y en el centro, en lo alto de una loma, ha mandado construir un palacio neoclásico en verde tenue, rodeado de palacetes, jardines, piscinas y lagos. Un enorme muro separa esta ciudad prohibida del mundanal ruido exterior, donde los mortales guineanos del barrio Santa María pugnan por sobrevivir sin agua corriente ni casas decentes. Pero el dictador no vive en este Olimpo ecuatorial.

En la antigua autopista que une Malabo con el aeropuerto, a 3 km de la ciudad, Obiang mandó construir un palacio a comienzos de su reinado, a modo de residencia de campo. Se halla cerca del lugar donde se encontró en los años 1940 un yacimiento neolítico de los antiguos moradores de la isla, en la zona de las Carboneras. El yacimiento ha sido destruido por la empresa Somagec, que ha llenado de tierra volcánica la zona pantanosa que daba al mar y ha construido un dique, ganando terreno al mar, sin necesidad, con intención de acometer la estúpida idea del dictador de hacer un largo paseo marítimo desde la prisión de Black Beach hasta el aeropuerto, paseo donde nadie pasea. Y al igual que los demás palacios mencionados, el dictador no vive ahí, si bien tiene, como los demás palacios, todas las medidas de seguridad propias de un tirano. Ocasionalmente lleva Obiang ahí a algunos invitados para una comida-cena.

En Bata, existía un palacio que mandó construir Macías, el anterior megalómano que también azotó estas tierras con su dictadura. Es el llamado Palacio de Africa. La extensión de sus terrenos es enorme y se halla al lado del rio Ekuku, al sur de la ciudad. A Obiang no le bastaron las colosales dimensiones del terreno y mandó expropiar más terrenos a los lugareños cercanos, llevando el muro palaciego medio kilómetro más allá del perímetro anterior. Varios afectados por esta abusiva expropiación esperan que algún día alguien les pague al menos las tierras apropiadas por el dictador.

Al norte de la ciudad de Bata, cerca del aeropuerto, Obiang mandó expropiar una gran extensión de terreno, que se apropió, al objeto de fijar ahí su residencia. Su hijo hizo  otro tanto a la derecha del terreno apropiado por su padre. En medio está situada la carretera que va del aeropuerto a Alep. Pero el dictador no vive en esa propiedad enorme. Es, como los otros casos, una manifestación de su arbitrariedad, léase, de su tiranía

Obiang tiene una residencia dentro de la llamada zona presidencial de Malabo, de pequeñas dimensiones. Ahí vive algunas veces y las otras veces pernocta en cada uno de sus tres palacios de Malabo, cambios aleatorios que dejan entrever su pánico a ser sorprendido por enemigos armados mientras duerme. Al parecer sus innumerables medidas de seguridad, las que sufrimos todos los que vivimos aquí, no son suficientes para darle la paz nocturna.

Mientras que Obiang posee varios palacios en Bata, Malabo y Mongomo, además de uno en cada capital de demarcación, todo ello para no vivir como un pájaro según respondió al periodista de la BBC, sus colaboradores no tienen una casa oficial en Malabo y otra en Bata. A veces tienen una residencia privada regalada de las viviendas sociales que se hicieron en Bata y Malabo. Que un ministro viva en una vivienda social mientras su jefe elige al azar cada día el palacio donde pernoctar, da idea de la pobreza mental de tales ministros o del desprecio que el dictador guarda para con ellos. A todo ello, los 54 palacios de Sipopo permanecen deshabitados hasta la próxima cumbre de dictadores africanos que se celebre, Dios no lo quiera, en Malabo.

Al menos una vez al año, casi siempre dos veces, los ministros y demás colaboradores deben realizar el éxodo y trasladarse a vivir a Bata, volviendo a Malabo cuando al tirano se le antoja, sin calendario ni agenda ni previsión racional. Los designios de Obiang, el megalómano, son tan inescrutables como caprichosos. Más de un ministro, especialmente aquellos longevos, han dispuesto una familia en Malabo y otra al menos en Bata. Cierto es que la flora y fauna que acompaña a Obiang soporta todas sus excentricidades, pero cambiar a los niños de colegio al capricho del déspota resulta pesado incluso para sus ministros.

 En buena lógica debería haber un ministerio en Malabo y otro correlativo en Bata por cada uno de los ministerios, de los más de treinta que existen. Y en cada uno debería haber igual número de funcionarios estables en Bata y en Malabo o hacer también ambulantes a los funcionarios. Pero en Bata no hay ministerios, ni funcionarios duplicados, lo que significa que sobran edificios ministeriales, sobran funcionarios e incluso sobra el gobierno. Los ministros están casi siempre haciendo labores de boato al tirano con el partido único, que despachando asuntos de Estado.

Ahora que están aquí en Malabo los ministros, viceministros, ministros de Estado, secretarios de Estado, violentos del partido único, clack y demás fauna y flora dictatorial, han saltado las alarmas entre ellos porque la crisis, según les comentan, va a obligar a realizar grandes recortes. Entre esos recortes destaca una reducción importante del número de ministros, cuasiministros, consejeros dictatoriales, etc. Cualquiera puede quedar fuera porque ninguno hace nada, si bien este argumento aquí no funciona pues el dictador se deja guiar por la fidelidad y la brutalidad que sus hombres muestran en la defensa de su caudillaje. La razón obliga a un recorte superior al 50%, pero Obiang no lo hará, prefiere caminar seguro hacia el precipicio que cambiar de rumbo.

 Y aquí estamos esperando la próxima maniobra del dictador. Sin duda no será una salida racional. Obiang lleva toda su vida haciendo las cosas mal pero sin pagar las consecuencias, ¿por qué habría de cambiar?

La crisis económica que ya está progresando en Guinea, creada por los graves errores del dictador, no será por tanto gestionada racionalmente. El dictador no se siente presionado para hacer bien las cosas. El poder que posee se ha basado hasta ahora en el uso discrecional de los enormes recursos económicos para premiar a los fieles y en la represión económica y política para castigar a los disidentes. Este premio casi siempre se hace mediante la corrupción. Ahora, las fidelidades sufrirán un cambio importante desde el momento en que no se podrá regalar ya grandes sumas de dinero a los apoyadores y colaboradores. Muchos de estos colaboradores nunca se preocuparon de crear alternativas o de cambiar de modo de vida.

Desde ahora al menos deberán hablar menos por teléfono. Se ha comenzado por recortar las enormes sumas de dinero dedicadas al pago de las llamadas telefónicas de los cargos gubernamentales y familiares.

Si el dictador fuera hombre cabal, ofrecería ahora un balance de los ingresos y gastos públicos y privados derivados de la CAN2015. Dijo que se iban a recuperar los gastos, lo que no dijo es quién iba a recuperar esos gastos, si el Estado o algunas personas. Llevamos toda la vida viendo cómo los gastos los hace el Estado guineano mientras los ingresos los hace la familia del dictador. Llevamos tiempo viendo cómo se construyen inmuebles con cargo a los fondos del Estado y cómo esos inmuebles son explotados por su mujer, sus hermanos, él mismo (Abayac), sus hijos y otros cercanos, como bienes privados. La privatización de los fondos públicos es norma en esta ignominiosa dictadura. Nos gustaría contemplar alguna vez el proceso inverso, la restitución al público de tanta riqueza robada al pueblo.

La crisis no será una excepción, la sufrirá el pueblo, tras haber sido creada por el dictador y su familia, de forma inexplicable cuando se tenían tantos recursos. Ahora, tras las fiestas de la CAN, viene la peste. Post CAN, pestum.

Nvo Zang Okenve Mituy



Fuente: propia

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Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos

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