Hoy, Eduardo Tamayo está a 4.265 kilómetros de Madrid, en Guinea Ecuatorial, y allí lo ha localizado Vanity Fair. Tamayo, empresario y emprendedor inmobiliario, quiere pasar página, pero el recuerdo está ahí y la auténtica historia aún no se ha escrito: “Tengo mi vida rehecha fuera de España, me dedico a trabajar y a montar proyectos. Estoy en Guinea, donde me tratan muy bien, tanto el pueblo como su Gobierno”.
Tamayo está inmerso en un proyecto que el Gobierno de Guinea ha bautizado como “Plan Horizonte 2020” y en el verano de 2012 fue premiado por la Cámara de Comercio de Malabo.
El tránsfuga Tamayo nunca ha aclarado lo que realmente pasó aquel 10 de junio de 2003, pero mantiene, una y otra vez, que él no se llevó un solo euro: “Lo dije y lo digo, con mi caso se taparon otras muchas cosas”.
Y en esas otras cosas, Tamayo alude a la situación político-económica de hace doce años y la que se vive en la actualidad. Da nombres y entidades: “Allí estaban todos los que ahora están en CajaMadrid, Rodrigo Rato, Romero de Tejada, Francisco Granados...Lo dije en 2003 y lo vuelvo a decir ahora”.
Hay que recordar que en la Asamblea de Madrid se abrió una investigación sobre el Tamayazo durante el verano de 2003 y que el presidente de esa comisión era Francisco Granados, aludido en estos momentos por Tamayo. En la actualidad Granados está en la cárcel por la operación Púnica.
"viéndolo desde la lejanía y con los años, todo lo que pasó me produce un simple entretenimiento"
El tránsfuga y ex miembro del PSOE madrileño se queda ahí, no quiere ir a más. Tira la piedra y casi esconde el brazo y sentencia: “Ahora, todo esto y viéndolo desde la lejanía y con los años que han pasado me produce un simple entretenimiento”.
Hay que recordar que el pasado mes de marzo, dos meses antes de las elecciones, el “Tamayazo” volvió a ser noticia porque iban a ser juzgados dos empleados de Telefónica que estaban acusados de haber filtrado una serie de llamadas telefónicas que se produjeron entre todos los implicados en el caso los días previos a la desaparición de Eduardo Tamayo y su compañera María Teresa Sáez. Y sorprendentemente, el juicio se suspendió sine die.
Tamayo, antes de despedirse, repite una y otra vez que “tengo mi vida rehecha fuera de España y estoy muy agradecido a los guineanos”.