Hace más de un año comenzaron a despedir a trabajadores de varias empresas de construcción y obras públicas de Guinea. Llevábamos más de dos años advirtiendo que Guinea estaba entrando en una crisis económica, que sería especialmente dura debido a que Guinea solo produce petróleo y casi toda la economía gira en torno al sector público. Los despidos empezaban a mostrar que lo previsto por nosotros, especialmente Fernando Abaga Edjang y yo, se estaba produciendo.

La situación ha ido empeorando trágicamente. Todas las empresas de obras públicas, implicadas en obras inútiles en su mayoría, entraron en quiebra porque el Estado dejó de pagarles. Los trabajadores guineanos aquí no tienen derechos. Conviene corregir, aquí derechos los hay todos en los papeles, en las leyes. Pero en la realidad la dictadura evita que esos derechos sean practicados.

Así que llevamos un año y medio de desgracias en muchos hogares guineanos cuyos miembros trabajaban en la lista larga de empresas de obras públicas. Hay que decir que estas empresas en su mayoría eran de miembros de la dictadura y fueron creadas para desviar los dineros públicos a sus bolsillos. O sea, lisa y llanamente, las empresas como ECOCSA se crearon para robar. Esas empresas estaban dirigidas por extranjeros traídos por gente del régimen y los trabajadores eran tratados como gente sin derecho porque los dueños eran los gobernantes de una dictadura. Los presupuestos se inflaban y las obras no servían para nada útil a los guineanos.

Por fortuna algunos trabajadores fueron indemnizados después de unos procesos judiciales largos. Con las indemnizaciones recibidas, adelantaron dineros para comprar coches que transformaron en taxis en Malabo y Bata. Seis meses después de que los trabajadores despedidos consiguieran reorientar sus vidas transformándose en trabajadores autónomos, se encuentran ahora de nuevo sin ingresos: los taxis que habían comprado, ahora no pueden circular en Bata, Malabo, Mongomo y Ebibeyin, por orden de la dictadura.

 La gente del régimen, que les dejaron sin trabajo después de haber robado descaradamente al país, ahora quieren ocupar el sector del taxi en toda Guinea. Solo va a haber dos empresas de taxis en toda Guinea, propiedad de parientes de Obiang, que van a contratar como conductores a extranjeros y a guineanos alejados del grupo de taxistas actuales.

Todo empezó cuando Teodorín reunió a los soldados y les exigió que hicieran cumplir las normas sobre taxis. Ninguna de esas normas tiene base legal. Luego se nombró como director general de tráfico a Jesusín, que es riguroso.

Obligan a que los taxis exhiban hasta 8 documentos para poder circular. Cada uno de esos documentos puede costar 60 mil francos y tarda 3 meses para obtenerlo. Los que no tengan esos 8 documentos, se les inmoviliza sus vehículos. Deberán pagar 300 mil francos mas 5 mil diarios de inmovilización para poder retirar los vehículos inmovilizados. Cifras imposibles para un guineano corriente.

Muchos vehículos fueron inmovilizados el primer día. En Bata los taxis pararon el lunes siguiente de la advertencia. En Malabo, días después, el día 2 de mayo, pararon los taxis por miedo a perder sus vehículos, acción que se tomó como una huelga. Desde ese día sigue Malabo sin taxis. La ciudad está paralizada porque además no existe el transporte público. Y sin taxis, las vendedoras no pueden transportar sus mercancías.

En la televisión guineana, el director de tráfico anunció que los taxistas podían ir a recoger sus taxis, sin pagar nada. Pero cuando llegan al depósito, les exigen que paguen una cantidad. El resultado es que la situación no ha cambiado.

La situación es que ahora el régimen aprovecha el paro de los taxis para imponer un monopolio de taxis. Los familiares del dictador han creado dos empresas que tienen comprado y pintado desde hace tiempo varios vehículos como taxis. Es decir que la crisis del taxi ha sido creada por la dictadura para que sus hombres se hagan con el control del sector de taxis.

Hasta ahora el dictador no podía controlar a los taxistas porque éstos tienen, tenían, autonomía económica. Y muchos de ellos tenían afinidad, dice el régimen, con la verdadera oposición. El dictador controla a la gente despidiéndoles de sus trabajaos a los disidentes, cosa que no podía hacer con los taxistas, hasta ahora.

Ahora es el ejercito el que controla las calles para evitar la circulación de los taxis. Y controlan a otros vehículos para que no lleven a más gente, acusándoles de hacer servicio de taxi clandestino. Los soldados del ejercito van armados con AK-47. Esto es la guerra contra el pueblo.

Cualquiera creería que la dictadura, para evitar esta situación trágica, cambiaría las cosas. Pero no solo no cambia sino que aumenta la presión sobre la población, justo cuando su propia situación es muy crítica.

La ultima acción del dictador para hacer la vida imposible a la gente es exigir que toda persona que quiera trasladarse de un pueblo a otro, debe ir a pedir un pase al presidente del consejo de poblado de origen y al llegar al destino debe presentarse al presidente del consejo de poblado de destino, y no puede ir a visitar a otros que no estén previstos en el documento de pase. Con esta medida, la vida aquí será imposible: hay crisis económica aguda, no se puede circular por el país y el transporte está imposible.

Pienso que la dictadura o alguno de sus miembros han planificado esta situación gravísima como forma de frenar su caída. O para que una facción de la dictadura dé un golpe de mano echando la culpa al dictador del desastre.

Aquí la vida se ha hecho insostenible. Y ha sido creada por el poder político, cuyos responsables más directos son Clemente Engonga y Nicolas Obama Nchama. Nadie entiende que la dictadura haya creado su propia caída.