China ha mantenido sus conocimientos particulares para el tratamiento de algunas enfermedades, una de ellas la malaria. Por más de 2000 años, este país viene tratando la enfermedad con una planta medicinal llamada Artemisia Annua (ajenjo dulce) la cual les ha dado buenos resultados. En la actualidad esta planta es cultivada en África por agricultores de ese continente para tratar una enfermedad que cobra casi medio millón de vidas al año. Pese a sus buenos resultados la OMS no ha aprobado su uso
La malaria es una enfermedad que se transmite en los humanos a través de la picadura del mosquito anofeles infectado. El parásito que causa esta patología es conocido como plasmodium y se manifiesta con síntomas como fiebre alta, escalofríos, anemia y síntomas seudogripales. En muchos casos puede llevar a un estado de coma.
Entre la población más vulnerable están los niños. De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) uno de cada cinco niños que padecen la enfermedad muere.
Por años se han llevado adelante dos luchas, una en contra del mosquito y otra dirigida a erradicar la enfermedad. Durante los últimos años se han detectado resistencia a los medicamentos usados para combatir la enfermedad.
Un medicamento usado desde hace décadas es la cloroquina, el cual proviene de la corteza de la planta de Kino. Este ha sido el secreto para la cultura occidental en su lucha para erradicar la enfermedad.
Pero en oriente la situación es distinta, desde tiempos milenarios se viene utilizando una planta con propiedades medicinales llamada Artemisia. En China, la infusión de esta planta es utilizada como remedio preventivo para la malaria con buenos resultados.
Una planta medicinal prohibida en gran parte del mundo
No obstante, a pesar de que el uso de la Artemisia Annua ha tenido un resultado positivo en pacientes con malaria en el continente africano, su uso está prohibido por la OMS bajo el argumento del principio de precaución, el cual manifiesta que si no se conocen las propiedades de la planta en su totalidad, esta no debe ser usada. Varios países se han acogido a la medida y no permiten ni la planta ni productos derivados de la misma.
"Ya no estamos en la edad media. Utilizar infusiones o cápsulas cuya cantidad de principio activo es desconocido es irresponsable", dijo Marc Coosemans, profesor del Instituto de Medicina Tropical de Amberes.
Pero la situación es completamente distinta en África, donde los agricultores han logrado la siembra de una especie local, la Artemisia Afra la cual ha sido probada en grupos de 1000 pacientes con resultados positivos. Ello ha llevado a que los locales de República Del Congo hayan adoptado la ingesta de la infusión para prevenir la enfermedad.
"Antes me enfermaba con frecuencia, pero desde que participé en el experimento no me he sentido mal", dijo una habitante de Maniema en República Democrática del Congo.
Muchos especialistas sostienen que la limitación hacia la planta de Artemisia la tienen las Grandes Farmacias y laboratorios transnacionales. No obstante, empresas y farmacias locales de África han rechazado su uso, alegan que el precio, cinco veces más bajo que el medicamento usado para combatir la enfermedad, podría acabar con su negocio.
"Antes las farmacéuticas desarrollaban medicamentos para curar las enfermedades, hoy los hacen solo para tratarlas pero no para curarlas. Tal vez es mucho más rentable tener un enfermo que sea un cliente", dijo Germán Velásquez, exdirector de la OMS.
A pesar de las limitaciones, en la actualidad se siguen llevando a cabo no sólo investigaciones sobre la planta en África, sino también en algunos países de Europa, y en Boston, Estados Unidos.