MAIB del Interior
28 enero 2016 Política
Fiesta del cacao de Rebola.
“A finales del S.XIX y principios del XX, entre la
amplia gama de productos de exportación, el cacao se
consolidaba en la entonces colonia española de
Fernando Poo como el producto estrella. La primera
plantación cacaotal indígena estaba en “Ripetchó”, a
la altura del kilómetro 6 de la carretera de Malabo
a Rebola, propiedad de Ekattó. (Actualmente esos
terrenos han sido confiscados por Angabi, alegando
que eran de sus antepasados). Corriendo el tiempo y
comprobadas las rentabilidades que ofrecía ese
producto, y en honor a la primera siembra que hizo
esa mujer, de la que se aprovecharon el resto de sus
conciudadanos, el poblado de Rebola instituyó la
celebración anual de la fiesta del cacao.
Poco tiempo después, la celebración del Kattó se
universalizó, alcanzando a todas las localidades de
la Isla que asumieron la fecha fijada por Rebola (27
de enero) para esa conmemoración, situada en un
periodo intermedio entre la finalización de la
cosecha y el comienzo de las faenas de chapeado y
poda de los árboles. Desde sus orígenes la
festividad se sustanciaba en una comida comunitaria
a la que cada familia llevaba sus viandas,
acompañadas de bebidas para compartir con amigos,
invitados y extraños. La idea de fondo, además de
los preceptivos agradecimientos por las bendiciones
de un fruto que alimentaba las economías domésticas,
estaba en la confraternización de todos los
asistentes, independientemente de otros atributos.
Desde la primera celebración hasta ésta parte, -han
corrido agua bajo los puentes- esa efeméride ha sido
ininterrumpidamente recreada sin sobresaltos. Con
ello tratamos de significar que, ni en las peores
fechas del maciísmo se suspendió su celebración.
Este año Rebola se ha quedado sin Kattó. Y todo ello
porque el pasado 2015, la alcaldesa de la Villa
mandó construir unas casetas que dio en bautizar
como “recinto ferial” en la explanada contigua al
antiguo Ayuntamiento, donde siempre se desarrollaron
los festejos. Esa decisión, tomada sin el
consentimiento del Pleno de la Corporación, podría
no tener ninguna trascendencia (dirigir cualquiera
instancia pública en nombre del PDGE es tener
patente de corso para deshacer), si no fuera porque
la señora Bolobahá ocupaba un espacio público
reservado para actos tradicionales, con la finalidad
de recaudar fondos para su economía personal. Y si
ese primer argumento era digerible por formar parte
del ADN de todos los guineoecuatorianos que
circundan al PDGE, contaba con el agravante de haber
sido objeto de una avalancha de quejas presentadas
por sus convecinos durante meses, denunciando la
atmósfera de insalubridad que circundaba aquel
espacio. Y todo ello porque en los solares
colindantes al recinto, más que oxígeno, lo que se
respiraba era una mezcla de amoníaco y otras
sustancias tóxicas, generadas por las deposiciones,
orinas, condones y otros componentes químicos que
hacían del mismo un auténtico estercolero. Mención
aparte merece la cuestión de los decibelios,
infernales, que los adjudicatarios de las casetas
sometían a los habitantes de las viviendas aledañas
en la competición por atraer clientes a través del
ruido.
Ante la ausencia de jurisdicciones alternativas, los
vecinos estaban condenados a soportar ese sinapismo.
Sus peticiones y quejas, presentadas ante una
Corporación dirigida por una incompetencia made in
Obiang, colisionaban en el frontón de los intereses
de una alcaldesa que actuaba de jueza y parte,
embutida en el aforamiento otorgado a todos los
turiferarios del PDGE. El martes, día 26 de este
mes, ante la inminencia de la fecha, y en ausencia
de disposiciones municipales que advirtieran a la
población sobre una posible deslocalización del
evento, los jóvenes de la Villa decidieron desalojar
el espacio con vistas a que la festividad pudiera
celebrarse con normalidad. Y los muchachos
encargados de la misión cumplieron la orden
destruyendo todas las casetas, incluida la de la
alcaldesa que creía estar por encima de las leyes
municipales.
Esta última decisión (levantamiento de su garito),
encolerizó a Gabriela Bolobahá, la alcaldesa de
marras, que denunció unos hechos que tipificó de
vandálicos ante una Comandancia militar desde la que
se extendía la orden a Malabo solicitando refuerzos.
Minutos después, llegaban camiones de efectivos
decididos a hacer una nueva cacería en el coto local
de Rebola. En este trasiego de órdenes y contra
órdenes, fueron detenidos Reginaldo Buiyaban Etohá y
Prudencio Bohó Etohá. Este último ni siquiera había
participado en el levantamiento de las barracas.
Ambos fueron conducidos a los correccionales de
Malabo. Ayer, miércoles, poco antes del mediodía,
Hermes Pokó Losoha era también enchironado por
recriminar públicamente a una edila que decidía
detenciones sin contrastar la procedencia de las
órdenes.
En la tarde de ayer, poco antes de la hora
acostumbrada para la celebración, el azote oficial
de Rebola, Maria Leonor Epan Biribé, congregaba a
todos los miembros locales del “diabólico club”, con
la presencia de Jerónimo Osá Osa Ekoro, Secretario
General del mismo. Reunidos con sus huestes en el
emblemático espacio previsto para los festejos,
mientras muchas familias, ajenas a lo que sucedía,
se presentaban en el lugar, esperando el comienzo de
los festejos, recibieron la humillante sentencia del
Jefe Tradicional de Rebola: “mientras sigan
encarcelados los jóvenes por disputas internas del
PDGE, Rebola está de luto. No hay motivos para
celebrar nada”. Osa Osa Ekoro, con displicencia,
prometió la liberación de los jóvenes (que hasta
ahora no se ha producido), remitiendo las soluciones
del desaguisado a futuros arreglos entre
conmilitones.
Rebola se ha quedado de esta manera sin una
celebración octogenaria, gracias a la voluntad
reiteradamente expresada por Obiang de dislocar las
estructuras definitorias de los pueblos de Guinea
Ecuatorial. Paulino Bololo, Vicepresidente de la
Comisión de Seguimiento de Desastres, segundo de a
bordo de María Leonor Epan Biribé y recientemente
nombrado Embajador de Guinea Ecuatorial en la
República de Sao Tomé y Príncipe, en ejercicio de
sus cargos en Rebola, debería presentar con
insistencia las peticiones correspondientes para la
liberación inmediata de los detenidos, resultado de
sus incongruencias (En el haber de este aprendiz de
brujo están los mangoneos en torno a la Casa de la
Cultura de Rebola de los que hablaremos en los
próximos días). A Gabriela Bolobahá Sabana, pura
encarnación de la estulticia, le convendría dejar el
bastón de mando municipal, concedido por decreto, a
su superiora jerárquica, Maria Leonor Epan Biribé.
Así se completaría la combustión tan buscada por
este grupo de incompetentes de brocha gorda,
encumbrados por decretos de Obiang, el Magnífico”.
La fotografía que acompaña la noticia corresponde a
la Fiesta del Cacao de Rebola de hace unos años.
Fuente: bosila
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