26 de mayo de 2016
Sin terminar de asimilar la tragedia ocurrida con la trágica muerte de ocho pequeños en el incendio de Campo Yaundé, y, como si
fuera un masoquista, miro los informativos de TVGE y veo cómo se recibe
en nuestro país al racista y xenófobo Jean Marie Le Pen, al que
nuestros “periodistas” califican de “gran político francés”.
Le Pen no
necesita carta de presentación, ya que es conocido por ser el azote de
los negros e inmigrantes en Francia. Ya ha sido varias veces condenado
por incitar al odio racial.
Cuando la selección francesa ganó el Mundial
de Fútbol en 1998, Le Pen se lamentó diciendo que algunos de los
jugadores que componían dicha selección, entre ellos los negros Thierry
Henry, Lilian Thuram, Marcel Desailly, Patrick Vieira y Christian
Karembeu, “no eran franceses”, y declaró que “me ha dolido constatar que
ni siquiera saben cantar la Marsellesa”.
El último de los escándalos
raciales más sonados de Le Pen fue cuando, en un mitin de su partido en
Marsella en mayo de 2014, dijo que “el señor ébola podría resolver el
problema de la emigración en tres meses…” Este es el hombre que ha
asistido, como invitado de honor, a la ceremonia de investidura del
señor Obiang en Malabo.
El político galo, antiguo combatiente en la
guerra de Argelia, racista declarado, defensor del Holocausto y azote de
los negros, árabes e inmigrantes, ha manifestado ser amigo de Obiang, y
durante su estancia en Guinea Ecuatorial, ha recorrido el país
acompañado de las cámaras de la televisión pública (la que Obiang niega a
la oposición), y de miembros del Gobierno, como el Ministro encargado
de las infraestructuras de Djiblohó.
Mi pregunta es: ¿Obiang sabe quién
es Le Pen? Si no lo sabe, sería imperdonable; pero si le conoce, como
parece ser el caso, ¿por qué le invita a nuestro país, usando, además,
los recursos del Estado para brindarle tantas atenciones? ¿Qué gana
Obiang con un invitado tan impresentable? Lo cierto es que, en esta
Guinea malgobernada por Obiang y su PDGE, la realidad ha superado ya,
con creces, la ficción. Guinea sería una mina de oro para Franz Kafka.
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Fuente: Andrés Esono (CPDS), facebook