Tanto se mencionan aspectos inexistentes en ese país por algunos sectores que termina uno inmerso en un mar de confusiones. La confusión no aporta nada bueno; es la mejor aliada para los que quieren demostrar y defender una situación que no coincide con la realidad y la alienta y practica para mantenerse en la impunidad con la que actúa. La confusión, hemos de convenir, es el peor enemigo para aportar soluciones reales y positivas a cualquier conflicto o situación lacerante como es el caso de Guinea Ecuatorial. El panorama del que se nos quiere convencer y mostrar por algunos sectores oficialistas guineanos o de los que persiguen o cuentan con intereses económicos en el país africano, es bien distinto del que realmente prevalece desde hace más de 26 años.

Por tanto, hemos de partir de unas premisas muy necesarias para la valoración. A grosso modo se me ocurren estas: ¿Guinea Ecuatorial es un Estado de Derecho, más o menos consolidado y revalidado? ¿ Se respetan y cumplen las leyes, compromisos nacionales e internacionales en beneficio de esa consolidación y del desarrollo en todos los aspectos de la ciudadanía? ¿Los hechos que desde largo tiempo se producen demuestran que lo anterior se obvia y se ha convertido en papel mojado, existen pruebas de ello? ¿ Puede demostrar el gobierno guineano el cumplimiento y respeto, en alguna medida, de los Derechos Humanos hacia todos? El principal mandatario y responsable del país, Teodoro Obiang Nguema, dió por finalizado el proceso democrático hace algunos años, ¿Cúando finalizó dicho proceso y que ventajas se perciben o manifiestan cotidianamente en la sociedad guineana como consecuencia de su implementación?.

Se podrían ahorrar todas interrogantes que anteceden y condensarlas en una sola. ¿En Guinea Ecuatorial se goza de un Estado de Derecho real, respetando y cumpliendo el contenido de la Declaración Universal de Derechos Humanos?

No hay que pronunciarse; los hechos hablan por sí solos. Y como los hechos conocidos están en contravía a las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades de un pueblo, concluiremos en que en Guinea Ecuatorial, no existe un Estado de Derecho.

Uno de los mayores errores y manifiesta insolidaridad con el sufrido pueblo guineano por parte de los distintos gobiernos españoles es el haber considerado que en Guinea se cumplen en parte y a la ”guineana” estos articulados de la Declaración Universal. Esta indulgente postura hacia el régimen ha ralentizado por no decir no ha propiciado en nada hasta el momento, un proceso real y efectivo hacia una democracia en ese país. Esta reincidente indulgencia de la antigua metrópoli hacia el gobierno de su excolonia ha sido más manifiesto e inexplicable durante los procesos electorales que se han desarrollado sin que que se produjera ninguna declaración por parte de la administración española reflejando las graves irregularidades, (fraudes) que en ellos se han producido; la condonación de la deuda a un país que considera ”secretos de estado” sus cuentas y beneficios de la explotación de sus materias primas y que en nada repercuten en la mejora del nivel de vida de la población; los acuerdos de cooperación con un régimen, que según reflejan numerosos informes elaborados por prestigiosas organizaciones internacionales, mantiene en las cotas más bajas de pobreza a todos los niveles a la población...

En lo referente al cumplimiento de los derechos humanos, la evaluación por un Estado democrático hacia otro, debe hacerse del todo y no del cuasi; sin bulas partidistas e interesadas y sin cómodas argumentaciones a las buenas relaciones deseadas o existentes con un país que sistemáticamente anula la voluntad de un pueblo y reprime cualquier intento de diálogo o manifestación de éste, por medio de la represión y la violencia institucionalizada. Deben primar a la hora de la evaluación los intereses de miles de ciudadanos que viven sumidos en una larga dictadura sin que se respeten sus derechos; atenazados por el miedo y la inseguridad; desprovistos de todo tipo de esperanzas relativas al cumplimiento y desarrollo de sus derechos en todos los campos: político, social y económico. La exigencia del estricto cumplimiento de estos derechos no debe contemplarse como una injerencia en los asuntos internos del que los transgrede sino de un deber del que los conoce y del que durante años mantuvo colonizado a ese país; la exigencia debe ser firme y sin fisuras, con medidas adecuadas hacia el infractor contempladas en los acuerdos internacionales al respecto.

España debe asumir, tal como lo ha esperado largamente, el ciudadano de a pie guineoecuatoriano, un papel de arbitrio y no arbitrario en la llegada a la meta a una aténtica y real democracia; debe mantener un diálogo fluído tanto con la administración guineana como con la oposición en el interior y exterior sin ningún tipo de exclusiones;debe propiciar a través de las organizaciones existentes la convocatoria de actos de formación, información y de debate, tambien si exclusiones, a modo de encuentro entre los dos pueblos propiciando un mejor conocimiento de la situación en el país centroafricano. A juicio de muchos expertos o especialistas en el tema guineoecuatoriano, España tiene mucho que hacer y mejorar con respecto a Guinea Ecuatorial. Espero, por el bien de todos, que el país del que formo parte, apruebe con éxito y cuanto antes una de las asignaturas que tiene pendientes desde hace años: Guinea Ecuatorial.

No se trata de firmar o adherirse a tratados o acuerdos, o promulgar más leyes, como nos tiene o pretende acostumbrarnos el régimen guineano. Durante largos y dolorosos años de dictadura, se ha comprobado que Guinea Ecuatorial no es que precise de más Leyes de las que cuenta. Pero sí que adolece de la voluntad de su dirigente, Teodoro Obiang Nguema, en cumplirlas. Esa es una realidad palpable e incuestionable a la que nos remiten los preocupantes hechos que se producen con lamentable cotidianidad en ese país.

Rafi de la Torre, periodista y miembro fundador de Periodistas Independientes.


Fuente: PERIODISTAS INDEPENDIENTES

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