El mundo en el que vivimos hoy en día está lleno de contradicciones que hacen necesario una toma de conciencia de los pueblos oprimidos en su lucha por sus derechos inalienables actualmente pisoteados gracias a la hipocresía de los que dicen combatir las injusticias sociales diseminadas a lo largo y ancho del globo terrestre. Un mundo basado en el engaño y en las manipulaciones, donde los peces gordos devoran a los más pequeños sin la posibilidad de que estos últimos puedan defenderse. Un mundo en el que ya no existe el concepto de moral en cuanto a los comportamientos. Un mundo donde en resumen se ha establecido la ley del más fuerte, es decir la ley de la jungla. Los grandes discursos de los grandes estadistas se han convertido en discos rayados siempre que sus actuaciones son contrarias a lo que ellos manifiestan en sus arengas públicas. La inmensa mayoría de los pueblos oprimidos del planeta ya no creen en esos discursos y la única salida de este “impasse” es la revolución del hombre por el hombre.

Sin minimizar el concepto de oración ni de esperanza de la salvación divina, la lucha por la recuperación de la dignidad humana de los pueblos oprimidos pasa irremediablemente por una nueva revolución para un mundo más equitable e igualitario. Un mundo totalmente diferente al que nos toca vivir actualmente. Un mundo podrido donde la verdad no sólo que no existe sino que es pisoteada. El concepto de democracia que debería ser sagrado es hoy adulterado siempre que la actuación de los déspotas que dirigen el mundo no tiene absolutamente nada que ver con la democracia, es decir el gobierno del pueblo y para el pueblo, un hombre un voto, elecciones libres y transparentes, el respeto de los derechos humanos, el buen gobierno, la alternancia pacífica en el poder, etc. etc. Todos estos conceptos no se tienen en cuenta en muchos países por ejemplo de Africa y más concretamente en un país como el nuestro Guinea Ecuatorial, pero sin embargo, las “grandes” democracias del mundo por puros intereses económicos a favor de sus países cierran los ojos y los oídos para no denunciar las atrocidades que algunos dictatorcillos africanos cometen contra sus propias poblaciones. Y lo que es más grave es que esas “grandes democracias” prestan su apoyo incondicional a las dictaduras africanas y quieren a todo precio acallar las voces de los que reclaman pan para todos, es decir la oposición democrática.

¿Por qué actúan así? Pues, la respuesta es simple: conscientes del peligro que podría suponer la subida al poder de unos hombres y mujeres responsables dispuestos a sacrificar sus esfuerzos para el desarrollo de sus países sin ingerencias ni tutelas foráneas, prefieren mantener en el poder a sus amiguetes dictatorcillos que se contentan con las migajas que les dan en el reparto de las riquezas de nuestros países y les importa un bledo la miseria y las persecuciones que sufre la abrumadora mayoría de las poblaciones africanas. No en vano el presidente francés Jacques Chirac dijo que “la democracia es un lujo para los africanos”. Pues Chirac sabe lo que decía porque la política francesa en Africa deja mucho que desear en materia del respeto de las libertades democráticas. Fiel y alumno avanzado del General DeGaulle quien dijo que “Francia no tiene amigos, sino intereses”, Jacques Chirac está cumpliendo a rajatabla las directrices de su compatriota. Y no solamente Francia, todos los occidentales y los Estados Unidos de América inclusive practican la misma política lo que hace poner en tela de juicio el discurso “democracista” de esos países. Si en Africa y en el mundo hay miseria, pobreza, injusticias de todo tipo e incluso el propio fenómeno de terrorismo, es por el doble lenguaje que mantienen las potencias mundiales en cuanto a esos temas.

A nadie le debería sorprender si en un día menos pensado, los pueblos oprimidos del mundo que ya no tienen nada que perder en esa desigual lucha, opten por el suicidio colectivo ante tanta desfachatez. La impotencia frente a la arogancia de los dictadores que malgobiernan nuestros países con la complicidad de las potencias occidentales, sólo puede conducir y a generar la violencia. Hoy en día estamos viviendo una situación en la que los golpes de estado constitucionales y los fraudes electorales a punta de pistola son moneda corriente en Africa. Las Constituciones se cambian al antojo de los dictadores sólo con el único objetivo y propósito de permanecerse en el poder por casi un tiempo indeterminado. Unos individuos que durante décadas han descuartizado todas las aspiraciones y esperanzas de nuestros pueblos a la democracia y la justicia social. Esta situación totalmente contraria a los principios democráticos universalmente reconocidos, está siendo consentida ante la sorpresa de propios y extraños por los que dicen condenar con firmeza cualquier intento de toma de poder por la fuerza como si los fraudes electorales en la mayoría de casos descarados que se vive en los procesos electorales en Africa fuesen un fenómeno normal.

Pues, los fraudes electorales y las revisiones constitucionales con la intención de perpetuar a los dictadores en el poder, no son otra cosa que la toma de poder por la fuerza. Mientras que en nuestros países no sean establecidas las condiciones mínimas de transparencia y credibilidad democrática con el respeto escrupuloso de las reglas de juego democrático que posibiliten la alternancia pacífica en el poder, la erradicación del fenómeno de los golpes de estado será muy difícil por no decir imposible. La ya desesperada situación de nuestros pueblos oprimidos se hace cada vez más triste cuando se constata que organizaciones como las Naciones Unidas (ONU) son totalmente incapaces de ejercer el papel por el que fue creada y su complicidad no es menor que la de los países occidentales que mantienen secuestradas a las instituciones creadas en su seno. Al respecto, comparto plenamente la opinión del líder de los Jóvenes Patriotas de Costa de Marfil, Blé Goudé, cito: “...si el ridículo podía matar, la ONU estaría muerta...”(Afrique Magazine, 246-Marzo 2006). Una opinión acertada y una referencia para nuestros pueblos para comprender que la solución de sus problemas nunca vendrá ni de los países denominados democráticos ni mucho menos de las Naciones Unidas.

En el caso concreto de Guinea Ecuatorial, el ridículo de las Naciones Unidas no pudo ser mayor cuando la Comisión sobre los Derechos Humanos en su 58° Asamblea tomó la abominable decisión de revocar el mandato de su entonces Relator Especial para nuestro país, justamente en el momento de recrudecimiento de la represión política del régimen dictatorial con la detención, tortura y asesinato de centenares de activistas de la oposición democrática. Esta decisión hasta la fecha incomprensible para nuestros pueblos demuestra a todas luces la complicidad de la ONU en la conspiración internacional contra nuestro sufrido Pueblo.

En el contexto africano, La Unión Africana (UA) es la mayor vergüenza del continente. Las críticas que los africanos hacemos a la organización Panafricana no son del todo injustificadas. El apodo que han dado a la Unión Africana como un “Gran Sindicato de los dictadores africanos” no es del todo exagerado siempre que dicha organización es totalmente incapaz de condenar con firmeza la represión política que se produce en varios países de sus miembros. El argumento de la no injerencia en los asuntos internos de los estados miembros está totalmente vaciado de forma y de fondo. El gran hindicap en la constitución de la Unión Africana fue el no establecimiento de criterios de integración al ejemplo de la Unión Europea. Esta situación pone en tela de juicio la credibilidad de la Unión Africana. Es totalmente inaceptable que la máxima organización del continente esté hoy dirigida por un presidente golpista que paradóxicamente dice condenar todo intento de toma de poder por la fuerza. Es más, ¿cuántos jefes de estado africanos ostentan hoy el poder conquistado por las armas? ¿Quiénes pueden o deben y quiénes no? HIPOCRESIA PURA!

En concreto, la Unión Africana es un niño mal nacido razón por la que no puede ser la referencia para la solución de los agudos problemas del continente africano. Los problemas con los que se afronta nuestras poblaciones son creados precisamente por los propios dirigentes africanos y por lo tanto, son los menos indicados en buscar su solución. Africa necesita una sociedad civil activa y participativa en los asuntos públicos. Una sociedad civil capaz de tomar la calle al ejemplo de los jóvenes patriótas de Costa de Marfil para hacer escuchar su voz en protesta contra las injusticias sociales que mantienen marginadas a cientos de millones de personas sin voz ni voto y condenadas a soportar la miseria y la pobreza hasta que Dios quiera. Es totalmente inaceptable hoy en día que un puñado de malechores sigan representando a nuestros pueblos siempre que todos los males que sufrimos actualmente son consecuencia precisamente de la mala gestión socio-política y económica de sus gobiernos. Más de cuarenta años de independencia, los países africanos siguen conociendo los mismos problemas sin que se vislumbre un horizonte ni a corto ni a largo plazos para la solución de los mismos. Los dirigentes africanos en su mayoría han concentrado todos sus esfuerzos en aferrarse en el poder y a enriquecerse deshonestamente a costa de la miseria de nuestras poblaciones.

Mientras perdure la miseria, la pobreza, el h ambre, las enfermedades, la corrupción institucionalizada, la violación flagrante y sistemática de los derechos más elementales de nuestras poblaciones, la paz social seguirá siendo una pura ilusión. El fin de las dictaduras es conditio sine qua non para salir del actual impasse socio-político y económico en el continente africano y más concretamente en Africa Subsahariana. La instauración de estados democráticos de derecho en Africa es posible gracias a su potencial intelectual que por razones múltiples se encuentra hoy afincado y diseminado en varios paises del mundo. El éxodo masivo de la clase intelectual africana hacia Europa y América repercute negativamente en el desarrollo de nuestros países en todos los sentidos. Pues, los dirigentes africanos hacen nulo esfuerzo para frenar dicho éxodo. La razón de esa inacción es simple: los intelectuales africanos en la diáspora representan un peligro a las oligarquías constituidas e interesadas únicamente en el mantenimiento del poder a todo precio. Esa nula voluntad política de los dirigentes africanos perjudica sólo y exclusívamente a nuestras poblaciones.

En definitiva, y a modo de conclusión, Africa necesita una gran apertura, nuevos planteamientos y nuevas estrategias para salir de la actual crisis no sólo socio-política y económica, sino e institucional. Las instituciones de los estados africanos son inoperantes y a veces inexistentes por el carácter despótico, absolutista y arbitrario de llevar los asuntos del Estado. Las dictaduras siguen siendo el verdadero obstáculo de desarrollo, de paz y de estabilidad en Africa. El fin de las dictaduras supondría un nuevo impulso hacia el progreso y el desarrollo de nuestro continente.

Como receta, Africa necesita primero desembarazarse del fantasma de las dictaduras con una verdadera apertura democrática mediante el diálogo, concertación y consenso permanentes. Las pseudodemocracias o democraturas actuales no pueden ser servir de trampolin hacia una estabilidad política y socio-económica duradera en Africa. Conseguido este primer objetivo, los nuevos estados democráticos deberían luchar por salir de la dependencia económica y tecnológica, otro factor que frena el desarrollo de Africa. Con la independencia económica y tecnológica, Africa estaría a la altura de competir con sus productos manufacturados en los mercados internacionales. Se creará así el empleo y como consecuencia, el nivel de vida de los africanos se iría mejorando paulatinamente. Es imposible intentar combatir la pobreza cuando las cifras de paro en los países africanos siguen siendo astronómicas. El fenómeno de inmigración es consecuencia precisamente del paro que azota a las poblaciones africanas y sobre todo, entre los jóvenes cuyo futuro en el actual estado de cosas es cada vez más incierto. El único antidoto contra las injusticias sociales que persisten en Africa es la DEMOCRACIA en su concepto universal y no la que nos predican en los grandes discursos, es decir una democracia participativa en la que los ciudadanos están llamados a elegir libremente a sus dirigentes. La democracia sin participación no es democracia porque lo que define la democracia es la participación popular. En Africa amplias masas populares están siendo excluidas en los procesos llamados democráticos lo que convierte a éstos en puros simulacros.

Una vez establecidas las bases de una verdadera democracia, los gobiernos que nazcan de esos procesos serán el motor para la creación de una organización panafricana cuya integración será condicionada al ejemplo de Unión Europea por criterios a cumplir por los estados postulantes. Como criterios cabría destacar:

1.- Organización de elecciones libres y transparentes;
2.- Aprobación por consenso de unos calendarios y procesos electorales periódicos;
3.- El buen gobierno;
4.- La independencia judicial;
5.- El respeto de los derechos humanos y las libertades individuales y colectivas;
6.- La lucha contra la impunidad;
7.- El respeto de los derechos de las minorías, de la mujer y del niño;
8.- La lucha contra la corrupción;
9.- La defensa y conservación del Medio Ambiente.

Sólo una organización que funcione en base a estos criterios gozaria de la credibilidad y confianza de los africanos. La nueva organización deberá contar con un Parlamento multicolor elegido por sufragio universal por los ciudadanos de los países miembros. Los estados que no reunan estas condiciones no podrán ser admitidos en la organización.

Esta es la organización que necesita Africa y no un sindicato de Jefes de Estados incapaces y sin voluntad política de afrontar con responsabilidad los problemas de sus conciudadanos. No se puede pretender curar la fiebre cambiando el termómetro. Desgraciadamente es el ridículo papel de la actual Unión Africana.


Dr. Samuel Mbá Mombé, médico en activo
Ex-secretario General de ANRD* (19871993)
Ex-vicesecretario General de ANRD (1993-1998)
Cofundador de UDI** (1999)
Cofundador de RENAGE*** (2000)
Fundador y Responsable de
LA DIASPORA**** (1997)

* Alianza Nacional para la Restauracion Democratica
** Union de Democratas Independientes
*** Resistencia Nacional de Guinea Ecuatorial
**** Bolentin Informativo Bimensual para la Comunidad guineoecuatoriana en el extranjero


Fuente: LD

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