La larga sombra de la lista de wonga se desvanece. Ahora Obiang parece apantallado tras un círculo de hombres poderosos

En marzo del 2004 un avión Boeing 727 aterrizó en Harare para un procedimiento rutinario, recoger en una zona cercana material comprado por Simon Mann a la empresa estatal de armas de Zimbabwe, como habían estado haciendo en otras ocasiones. El material consistía en armas ligeras para un grupo de profesionales entrenados para la guerra y que en principio se dirigían a cualquiera de los numerosos puntos calientes que centellaban en la negrura democrática del continente negro.

En esta ocasión las cosas no salieron como estaban previstas. Los oficiales de la empresa de armas fueron apartados del asunto y el avión recibió instrucciones de dirigirse hacia una zona donde no llamara la atención. Ahí fueron detenidos los tripulantes y los pasajeros.

4 meses antes el presidente sudafricano Mbeki recibió a Obiang, advirtiendole que debía introducir cambios urgentes ya que se preparaban ”cosas” contra él. Le sugirió que abandonara el poder y pusiera en su lugar a alguien de su confianza como su hijo Teodorín o su primo hermano Agustín Ndong Ona. Obiang le agradeció la información prometiéndole llevar a cabo los cambios propuestos.

Pero en el hotel Obiang y su hijo acusaron a Ndong Ona de querer hacerse con el poder. Ndong Ona se dió cuenta que estaba metido en una encerrona creada por la imaginación enfermiza de Obiang y que éste podía matarle como había matado a muchos sin prueba alguna. Sabía que Obiang actuaba sin pruebas y siempre se adelantaba sin miedo a equivocarse. Así ha matado a muchos y así ha conseguido permanecer en el poder a pesar del enorme odio del pueblo suscitado por tanta crueldad.

Thabo Mbeki quería ser amigo de Obiang. Había heredado el poder de manos de un mito viviente, Mandela, pero él necesitaba otros elementos menos espirituales para permanecer y sacar provecho de su mandato. Obiang era tonto y cruel y no se fiaba de nadie y sobre todo había mucho petróleo en la tierra que manejaba con mano de hierro y cerebro simple. El African National Congress era una enorme máquina que necesitaba muchos recursos para funcionar y además Sudáfrica era deficitaria en energía a pesar de la buena calidad de su carbón. No había dudas que Obiang era el hombre que le convenía a Mbeki.

Mugabe tenía enormes problemas internos. El más importante era el combustible. Tiempo atrás Libía había estado suministrando combustible a Mugabe pero ahora Gadafi estaba reconciliandose con Occidente, por lo que había decidido romper con Mugabe. Zimbabwe no solo se enfrentaba al embargo declarado por el Reino Unido y América sino que sus arcas estaban vacías desde hacía tiempo y nadie le daba créditos para comprar nada del exterior. Obiang era un tirano con la fiereza del desmonio de Tasmania que gobernaba un territorio privatizado por él para sí mismo, de modo que era el hombre ideal para la amistad de Mugabe. Este estaba implicado en los negocios de la empresa estatal de armas que realizaba tráfico a veces ilegal y por tanto conocía a través de sus generales las compras de Simon Mann. Esta vez Mugabe podía sacar más beneficios de Obiang que de la venta de armas ligeras. Su ministro Moyo no estaba de acuerdo y ya estaba harto de las maniobras erráticas de Mugabe.

Pero el montaje de la historia de mercenarios que iban a Guinea no se hizo de forma inmediata. Alguien había dado el soplo el sábado, el domingo el avión fue apartado del hangar principal, se investigó, no se encontró nada pero Mugabe en su obsesión dijo que el avión detenido estaba lleno de mercenarios que iban a atentar contra él. Esta historia se cambió dos días después, el martes siguiente, mientras Guinea estaba limpiando Malabo de africanos extranjeros desde el viernes ante la información de un ataque inminente que no sabían por dónde iba a llegar. Desde entonces las cosas dieron un vuelco completo.

Mbeki parece que estaba también implicado en negocios de armas en su búsqueda del dinero rápido, pero Mark Thatcher era un contrincante serio en ese negocio y debía ser expulsado de Sudáfrica. Los Escorpiones manejaban una información según la cual Thatcher podría estar implicado en una operación en el Golfo de Guinea. Abortando la operación sería lo más rentable, a pesar de que algunos gobiernos había recomendado a Mbeki mantenerse neutral.

Era Mbeki el que difundía con frialdad la información, dejando caer sospechas aqui y allá. Hasta el partido CPDS dijo haber sido advertido por Mbeki para que frenara el golpe llamando a Moto. Mbeki no tuvo nunca la información completa pero los cabos sueltos se van atando usando imaginación mezclada con medias verdades y entregando la historia a los periódicos amarillos ingleses para que cerraran los huecos y la historia fuera más creible.

El Sunday Independent, The Star, This Day, Mail, The Guardian. A través de ellos nos fuimos enterando de la novela misteriosa donde un Simon Mann comete un grave error al enviar una carta a sus amigos para que fueran en su ayuda, soltando mucho ”wonga” para abrir puertas. La carta, según la prensa británica, no llega a su destino sino que es interceptada y apropiada por la policía zimbabwense, que supuestamente la entrega a la prensa amarilla inglesa. Se sospecha que el amarillismo de esa prensa adquiere un mayor fulgor gracias a los dineros que llegan de Malabo enviados por el déspota en peligro. Todas las personas implicadas en la operación del golpe aparecen en la que se empezó a llamar la ”lista de wonga”.

Para el periódico This Day, en la carta enviada por Mann desde la cárcel de Harare, aparece un tal ´Scratcher´, que el periodico identifica como Mark Thatcher, ”Smelly” que identifican como Ely Calil. También ”identifican” a David Hart, consejero de Margaret Thatcher durante su gobierno, al exministro de defensa Malcom Rifkind y al exdiputado y escritor Jeffrey Archer entre otros.

La completa lista de la trama, la lista de ”Wonga”, estaba en posesión de un joven de 24 años, James Kershaw, quien no ha sido visto nunca por nadie y que había contactado a todos por telefono. Los Escorpiones, la unidad de élite de la policía sudafricana, decían contar con la colaboración de James Kershaw, quien iba a actuar como testigo para la acusación que los Escorpiones preparaban contra los supuestos mercenarios cuando volvieran a Sudáfrica. Tan absurda es la historia de Kershaw que incluso el fiscal Oló fué incapaz de escribir correctamente su nombre cuando presentó las preguntas para Mark Thatcher en Ciudad del Cabo.

Dos años después del supuesto intento de golpe, todos los detenidos en Harare ya están fuera de la cárcel menos Mann. Y no se sabe que se haya procesado a ningún ex-convicto de Harare. El testigo prometido por los Escorpiones de Mbeki, James Kershaw, no ha tenido necesidad de aparecer y a esta hora parece confirmarse que nuestro misterioso hombre no ha existido jamás. Alguien de la unidad Escorpiones es el autor de la novela. Mientras tanto Obiang ya ha debido devolver a Mbeki el ”favor” a pesar de que no ha habido ninguna extradición. Mugabe también ha recibido el premio por el favor. En el supuesto de que James Kershaw no fuera un personaje de ficción, sería otro que se habría embolsado mucho dinero de Obiang y habría desaparecido.

Oló ha gastado varios millones prometiendo llevar a juicio a los supuestos enemigos de Obiang de la lista de ”wonga”. Ninguno de los intentos por promover procesos penales o civiles en Sudafrica, España o el Reino Unido ha tenido éxito. En contrapartida, el año pasado Ely Calil demandó a Obiang en Beirut por falsas acusaciones, pidiendo 5,5 millones de libras esterlinas como compensación. Calil es casualmente consejero especial del presidente senegalés Abdoulaye Wade, tiene pasaporte diplomático senegalés aunque conserva la nacionalidad británica y libanesa.

Como negocio, el supuesto intento de golpe de estado ha proporcionado buenos réditos al presidente sudafricano y al presidente de Zimbabwe entre otros. Obiang, en realidad los guineanos, tienen ahora muchos millones de dólares menos.

La lista de ”wonga”, se decía, está formada por hombre poderosos que desearían ver fuera del poder a Obiang. Entre la oposición la sola idea de hombres poderosos enemigos del dictador era excitante y reconfortante.

Pero después del esfuerzo desplegado por los consejeros de Obiang, la lista de wonga ha desaparecido. Ahora parece que todos los hombre son del presidente y algunas mujeres poderosas también.

Algunos de los consejeros del déspota millonario son jefes de estado y de gobierno y otros son ministros de asuntos exteriores.

Entre los aparentes amigos de Obiang se cuentan varios presidentes africanos, especialmente los del Africa Central, a los que hay que sumar el presidente angoleño Dos Santos, Mugabe, Mbeki, Obasanjo y Wade. Obasanjo y Wade simpre van cogidos de la mano de Bush cuando viajan a América y eran las llaves para abrir a Obiang las puertas de Washington. Condollezza Rice dijo el año pasado que Guinea no figuraba en su agenda de prioridades cuando se solicitó su apoyo para denunciar a Obiang en la comisión de Derechos Humanos de Ginebra. Este año ha sido más explícita: Obiang es un buen amigo para América aunque Bush no le de la mano.

El gobierno español también ha abrazado sin artimañas su credo al dios del Golfo de Guinea. La linealidad mental de Moratinos no deja lugar a complejas ecuaciones de intereses con derivadas parciales.

El martes 16 de mayo, Wade recibirá en Paris el premio de la Paz Félix Houphouët-Boigny instituido por la UNESCO, acompañado por Jacques Chirac , Obasanjo y Obiang y otros seis jefes de estado. Hasta la UNESCO se ha arrodillado ante la evidencia de los petrodólares desafiando sus principios democráticos. Nunca hasta ahora la UNESCO había invitado a un tirano asesino a su sede.

Así que mientras por un lado los dineros del petróleo no llegan ni de cerca a la población, estos mismos los uiliza Obiang para pagar los favores a los poderosos y mantener a raya a los guineanos lejos del fin de la dictadura. El petróleo es la base de la tiranía de Obiang. Con el dinero del petróleo está prolongando su vida biológica y su vida política más allá de las espectativas normales.

A pesar de todo Obiang y su dictadura siguen con graves problemas, a pesar de la oposición.


Madrid 13 de Mayo de 2006

Nvo e´Zang Okenve Mituy


Fuente: propia

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