L a Reconciliación Nacional

Por: Dr. Samuel Mbá Mombé, médico


El fracaso del proceso de democratización en nuestro país era previsible. El régimen aprovechando las incoherencias de una oposición sin programas ni estrategias movilizó toda su maquinaria para dinamitar dicho proceso en beneficio propio.

La oposición dio un salto al vacío y las consecuencias de esa arriesgada operación o aventura las estamos pagando hoy. La precipitación con la que algunos políticos aceptaron el “ensayo democrático a la ecuato-r-guineana” sólo pudo tener como resultado el impasse político y social en que se encuentra hoy en día Guinea Ecuatorial. Mientras algunos exigían garantías expresas para un buen arranque del proceso de democratización así como la celebración de una Conferencia Nacional Soberana como condición previa, otros prefirieron la democratización de “course au pouvoir” con la idea de que las elecciones eran decisivas para la instauración de la democracia en Guinea Ecuatorial.

En efecto, la democratización real y efectiva de Guinea Ecuatorial pasa irremediablemente por la celebración de una Conferencia Nacional Soberana para asentar las bases de una transición democrática sin manipulaciones y con la participación incondicional de todos. La experiencia demuestra claramente que la Reconciliación Nacional es condictio sine qua non para trazar la hoja de ruta del proceso a seguir de cara a la normalización del actual clima de crispación política que hace imposible el relanzamiento del país hacia los derroteros de la paz, libertad, democracia, justicia y ley.

Por cierto que la democracia es imposible en un ambiente de terror y de amenazas constantes y por supuesto, si no existe el firme compromiso de todos de articular y vertebrar un proceso en el que los intereses personales y partidistas deben subordinarse a los colectivos, es decir a los nacionales. Guinea Ecuatorial es de todos y cada uno de sus hijos debe ocupar el lugar que le corresponde de acuerdo a sus méritos y capacidades y no simplemente por su afinidad política o ideológica. El favoritismo así como el clientelismo político deben ser las plagas a combatir en nuestra sociedad para dar paso a una sociedad basada en oportunidades para todos.

La oposición debe para este objetivo reorganizarse para mejor poder afrontar el nuevo reto. Una oposición responsable que debe reconocer y asumir el fracaso actual. Una oposición capaz de disputar el terreno con el adversario de una manera responsable y sin ambigüedades ni complejos. Una oposición capaz de despertar y revitalizar el interés de la población en el seno de la que la apatía y la desidia han ganado terreno a consecuencia del comportamiento irresponsable de una oposición en la que veían la solución de sus múltiples problemas. Se podría incluso hablar de traición siempre que algunos salva patrias de ayer se han convertido hoy en día en halcones y barrones del régimen que decían a bombo y platillo combatir. Muchos de sus seguidores se mueren hoy de miseria y ellos compartiendo ya la cama con la dictadura.

El discurso y la posición de la NUEVA OPOSICIÓN debe ser clarísimo y contundente en cuanto al camino a seguir para establecer un calendario serio de negociaciones con el régimen. Si queremos ahorrar más sufrimientos a nuestro pueblo, es importante que nos sentemos para dialogar, mirarnos en la cara y si fuera necesario, pedir perdón al pueblo por los males que ha sido victima a lo largo de los últimos 30 decenios. La política de avestruz es el peor consejero en estos momentos en que el país necesita el concurso de todos sus hijos para debatir su futuro, es decir el futuro de las futuras generaciones. Veamos si somos capaces (oposición-gobierno) de afrontar este reto.

La exclusión y los condicionamientos impuestos por el régimen siguen siendo los verdaderos obstáculos que merman el relanzamiento de un verdadero proceso de democratización en nuestro país. Hay que ser valientes para reconocer que el proceso que se puso en marcha hace aproximadamente 15 años, ha sido un rotundo fracaso. La reconducción del proceso de democratización con el asentamiento de las bases de un diálogo interguineano transparente, serio y participativo es más que necesario para salir del atolladero que puede a largo o mediano plazo, crear una situación de tensión de difícil arreglo. El retorno de una oposición responsable o de unos políticos también responsables para exigir la apertura de un proceso de reconciliación nacional con la puesta en marcha de un calendario de acciones encaminadas a superar los obstáculos que merman la instauración de la democracia en nuestro país es el primer paso a dar si queremos que nos tomen en serio.

Comprendo que es una propuesta que puede herir sensibilidades pero si somos serios y conscientes de nuestras aspiraciones, esta es la única alternativa viable para demostrar a nuestro pueblo y al mundo que estamos dispuestos a afrontar con todas las consecuencias el reto de la democratización real y efectiva de nuestro país. La llamada Comunidad Internacional nunca será sensible a nuestra causa si nosotros mismos no damos el primer paso en la dirección que sea para cambiar el actual estado de cosas. Tampoco podemos pedir el apoyo de nuestro pueblo cuando somos incapaces de promover acciones e iniciativas convincentes y serias de cara a la desesperada situación en la que está sumida el país. Nadie ignora lo que el régimen es capaz de hacer si tal decisión llega a prosperar y es eso lo que precisamente se pretende conseguir: poner en evidencia la voluntad política del régimen de democratizar el país. La tarjeta de visita de la nueva oposición debe ser la transición democrática pacífica que no debe significar un cheque en blanco para que el régimen pueda hacer lo que le da las ganas. Cualquier reacción desmesurada del régimen contra la oposición será respondida con contundencia. Las dos partes deben comprometerse a no utilizar la violencia en caso de desacuerdo y buscar la solución por vía de negociación y de diálogo.



Fuente: LD

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