La señora Mercedes está asustada y no entiende nada. En la noche del día 15 de mayo, ella y su sobrino Juan Nvé fueron arrestados y encerrados en la comisaría de Bata... El medio día acudieron a la aduana aeroportuaria de Bata para retirar un equipaje de objetos comerciales que su hijo le había enviado desde España. El equipaje contenía teléfonos inalámbricos para uso doméstico. Los funcionarios aduaneros ‘temieron’ que se trata de teléfonos satélites y alarmaron a la policía, que inmediatamente les detuvo y directo a la Comisaría, donde Nvé continúa flaqueado hasta el momento de publicar esta crónica.
Crónicas zascandiles (II)
GUINEA ECUATORIAL Y SUS MARAVILLAS
VIERNES |18|05|07
PEDRO NOLASCO.
El ya fallecido mítico juglar del nvet-oyeng, Eyi Mon Ndong, siempre advertía en sus apócrifas epopeyas que “si te pones a escribir sobre todas las contrariedades, asuntos o problemas que se dan en Eyina-Mba-Mikú [pueblo imaginario] puedes agotar todos los papeles y bolígrafos del mundo y te quedan millones y millones de problemas sin escribir”... [El nvet-oyeng, es la mayor expresión artística del pueblo Fang-bantú de África Central y narra sobre las hazañas y aventuras imaginarias en un mundo igualmente imaginario].
Cuando lo posible es imposible y lo imposible es posible, imagínense qué puede pasar en una sociedad así de tan al revés. De espaldas al mundo y a la realidad material y tangible... Periodistas, sociólogos, juristas y politólogos, se quedan cada vez más cortos cuando se ponen describir o analizar, a partir de “las cosas que ocurren”, la situación sociopolítica de Guinea Ecuatorial, donde raras son las situaciones que concuerdan con la lógica, ya no sólo de occidente civilizado sino de otros países africanos igualmente sometidos a dictaduras absurdas y salvajes.
La abuela Mercedes Nchama, 70 años aproximadamente, malvive con menos de un dólar al día, como el 80 por ciento de la población guineana, en el barrio de Nkolo-Mbong, en la ciudad de Bata, la segunda más importante de Guinea Ecuatorial...Su hijo Mitogo, que abandonó el cuerpo policial y se refugió a Europa, primero en Alemania y ahora en España, lucha allende de los mares por mejorar la vida de su pobre madre y del resto de la familia. Y nada mejor, que estar mandándole cositas que pueden ser vendibles en el codiciado petro-mercado guineano, que pugna por todo con tal de que tenga etiqueta europea o americana. Cualquier ‘cosa’ que pasa desapercibido en Europa, puede ser un buen negocio en Guinea Ecuatorial, un país que a penas produce palillo y cuya inflación, por causa de absoluta dependencia externa, asciende a porcentajes astronómicos, siendo por otra parte, uno de los países más caros del mundo, donde un artículo comprado a 5 euros en Europa se puede vender a 70 o 100 euros.
Mitogo, ha enviado a su madre unos teléfonos inalámbricos domésticos, para que vendiéndolos, puede obtener algunos francos CFA y hacer frente a la subsistencia diaria, porque a pesar del petróleo, la gente como ella, a penas ven las migajas.
En el medio día del 15 de mayo, bajo el sol abrasador de Río Muni, ella y su sobrino Juan Nvé, acuden a la aduana aeroportuaria de Bata, para hacerse cargo del envío y pagar las correspondientes tasas. Espeluznante lo que pasaría después, insólito si no fuese porque se trata de Guinea Ecuatorial, el país de las maravillas. La tercera potencia de crudo en África negra, tras Nigeria y Angola.
Los agentes aduaneros identifican el bulto y se ponen a abrirlo para ver su contenido, un trámite aduanero despótico en el país y por el que infinidad de pasajeros de vuelos internacionales e incluso nacionales, extranjeros incluidos, han pasado mucha vergüenza para no decir humillación, cuando hayan que recuperar sus equipajes y se ven envueltos en un chequeo hasta las tripas: lean “Los poderes de la tempestad” [ambientado en los primeros once años de la dictadura de Macías, mantiene su vigencia 28 años después] del célebre historiador y periodista Donato Ndong Bidyogo.
Los agentes aduaneros advierten del contenido de ‘objetos peligrosos’ en el bulto. ¿Será cierto? Son teléfonos inalámbricos de uso doméstico que Mitogo ha enviado a su madre para venderlos. ‘Nuestros’ aduaneros nunca han visto teléfonos de ese tipo y rápidamente se acuerdan de las instrucciones de la superioridad: “cualquier teléfono que no se parezca a un móvil normal y corriente es un teléfono satélite”... El teléfono satélite es muy sospecho en Guinea Ecuatorial y disponerlo, sin estricta autorización del sistema, puede costar una larga cárcel, tortura e incluso la muerte.
“Nuestros” aduaneros acaban de desbaratar una importante operación que atenta contra la seguridad del Estado. No se atreven si quiera a curiosear los manuales. Llaman a la policía, que de inmediato se presenta con los mejores efectivos habidos y por haber: Mercedes Nchama y su sobrino quedan arrestados y conducidos a la Comisaría hasta ‘la nueva orden’.
La historia parecería como humor negro si se contara con toda su gracia, pero están en juego las libertades y las vidas de las personas en un país; el país de las maravillas, donde estupidez e ignorancia, fanatismo y crimen, han sido oficializados por el poder en plaza, dando lugar a situaciones solo imaginables en Eyina-Mba-Mikú.
Tía y sobrino están reos. De confirmarse las sospechas, sólo sabe quién de qué delitos les acusarían y cuánto tiempo estarían privados de libertad. Están postrados en la comisaría, aguardando con asombro el turno de interrogatorio, porque suerte han tenido. No han sido brutalizados durante su detención, como es moneda de curso legal en el imperio de las maravillas.
Mientras, a un joven policía se le ocurre sugerir que antes de elevar el asunto a la ‘superioridad’ se consulte con los técnicos de la empresa paraestatal de Guinea Ecuatorial de Telecomunicaciones (GETESA) para identificar el tipo de teléfonos decomisados.
“Son simples teléfonos inalámbricos de uso doméstico, cuya cobertura fuera del hogar si quiera alcanza 10 metros”... “He dicho que no son teléfonos satélites y si dudáis de mí, podéis consultar a otros técnicos de nuestra compañía y os dirán lo mismo”. Certifica y machaca un técnico de Getesa. Lo que hay que ver, hay que oír, en el país de las maravillas.
Estamos en el día 16 de mayo. Tía y sobrino han pasado su primera jornada en los calabozos, postrados en el suelo y sin derecho a agua ni alimentación. Los policías todavía dudan que el asunto haya terminado tan fácilmente. Entre ellos, algún que otro torturador que ya estaba atento a las ordenes. Por arte de magia, se diría, ponen en libertad a la tía. El sobrino continúa recluido, hasta el momento de publicar esta crónica. Lleva más de 72 horas encarcelado arbitrariamente, sin acusación ni derecho a ninguna otra cosa que su propio pellejo. ¿De qué se le acusa?
¿Eso qué es, señores dueños y responsables de Guinea Ecuatorial?... Si no es en el país de las maravillas, en ninguna otra parte del orbe un agente aduanero puede confundir un teléfono inalámbrico de uso doméstico con un teléfono satélite. Si hubiese tal duda, ¿no debería leer los manuales de uso antes de tomar una decisión que pueda comprometer la vida de las personas?. ¿Por qué no se les ocurrió llamar los técnicos de Getesa antes de la policía?
En el país de las maravillas, poseer un teléfono satélite es un grave delito contra la seguridad nacional. El régimen los asocia con la organización de conspiración o Golpe de Estado ‘contra el presidente de la república y forma de gobierno’.
Historias como éstas se reproducen a diario en Guinea Ecuatorial. El grado de ignorancia y de criminalidad que reina en todo lo que orea el aparato oficial del Estado sigue siendo uno de los graves obstáculos del sistema. Esto le conviene al régimen. Qué mejor para un déspota que estar armado de gente ignorante y sin escrúpulos.
Fuente: DH
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