Navidad, una vez más

Exilio, diciembre 2007

Estamos en Navidad y dentro de poco celebraremos el fin de este año y el nacimiento de otro.

La Navidad es mejor que el fin de año, al menos para mí desde que hace algún tiempo observo que el tiempo es una falacia. Ya no celebro los años nuevos sino que maldigo el fin de los años viejos. Los años que se van, se van con mi vida que amortiza su parte cada año como una cruel hipoteca.

La Navidad es para justificar el encuentro con la familia, corta o larga. En estos tiempos en los que cada miembro familiar se encuentra lejos en el espacio, al menos las familias guineanas, es bueno que haya una fecha que fuerce al encuentro y juntos, recordar los tiempos en los que otrora estuvimos juntos y fuimos felices, o eso nos parece ahora. Y sí que fuimos felices, porque teníamos la esperanza de un tiempo mejor, que esperábamos al llegar el nuevo año que celebrabamos con jolgorio.

Los jóvenes necesitan celebrar el año nuevo, pero yo maldigo el año viejo. A ellos, los jóvenes, un año más les aproxima a su realización, al menos eso creen y lo que se cree es lo real. Para mí, un año menos me acerca al fin de lo que en realidad nunca fue. Y como nunca fue, así no será y la ficción del tiempo habrá terminado para mi.

Nuestra vida, al menos nuestra particular vida, es en el fondo una estafa porque se desarrolla en el tiempo y el tiempo es la estafa. La vida con los demás es muy estimulante y solo es válida por los demás, no por nosotros. Lo digo porque al descubrir la banalidad del tiempo en cuyo curso cursamos nuestra vida, descubrimos que lo que era ayer, hoy no es y el segundo en que vivimos en estos momentos se está yendo sin que podamos paralizarlo, en una continua fuga al pasado. Y de estos segundos que se van o se fueron solo queda el recuerdo, una irregularidad en la neurona cerebral que forma la memoria y que, al igual que todo, tambien se va.

La vida vivida es por tanto solo un recuerdo y el recuerdo es futil porque se convierte en olvido y al final en nada tras la muerte.

La vida aun no vivida es esperanza o temor, según la proyección mental que tengamos en cada instante sobre nuestro futuro. Al cumplir la cincuentena, la vida aun no vivida es mayormente temor, porque la probabilidad del fin de ella es mayor que la mitad de uno y se acerca a la unidad en la muerte, la certeza, de hecho la única certeza porque la nada que ella representa estuvo antes que nosotros y estará tras la simulación de nuestra vida. La nada dura el infinito porque vence al tiempo. Es una pena porque nuetro mundo se mueve en el tiempo.

La vida que se vive en cada instante es lo único que es real para nosotros, pero en cada segundo se convierte en vida vivida. La vida que se vive muere a cada segundo.
Si la vida vivida es solo recuerdo mientras vivimos, si la vida que viene es solo espectativa en nuestro cerebro y si la vida presente que se vive se escapa a cada segundo trocandose en recuerdo también, ¿qué es nuestra vida sino futilidad?.

Si el tiempo pudiera ser congelado, la vida podría ser algo real. Pero entonces el mundo de los muertos conviviría con el mundo de los vivos.

Hay principios de incertidumbre sobre partículas subatómicas, pero pocos se han dado cuenta que la vida no es consustancial porque es algo que, a medida que se vive, se va y no puede ser medido porque el tiempo se lo ha llevado consigo. El principio de incertidumbre también es aplicable a nuestra vida presente por su temporalidad continua, por su presente continuo, inasible, inmedible e indeterminista.

De modo que la creación es falacia porque usa el tiempo como ficción. La creación, lo que existe, la vida, todo, solo es posible si somos capaces de crear el tiempo. Y el tiempo es una simulación. Así cualquiera puede crear...si es capaz de simular el tiempo o lo que sea que se desvanece no habiendo sido sustancia.

Navidad una vez más. Alegría en la familia o tristeza en la soledad. Para los guineanos mayormente la navidad es tristeza en la soledad; y el año que viene, como cada nuevo año, es esperanza, ilusión, ideación sobre un futuro en libertad. Por ese futuro en libertad, por la libertad de los guineanos y por su bienestar, algunos hemos dedicado nuestra vida esperando que el simulador del tiempo se apiadara de nosotros.

Y sigo esperando que se apiade y ya que la vida, nuestra vida personal es futil, al menos que tenga virtualidad para las vidas de los demás, la cual sí merece la pena y es plena si hay dignidad. Por la dignidad de los guineanos, incluso de aquellos que desmerecen dignidad, todo merece la pena, incluso la vida, eso que apenas es dado al nacer, ya empieza a irse desde entonces y cada año viejo se amortiza de forma exponencial con el tiempo.

Feliz año venidero y que sea vivido con dignidad, léase, en libertad.


Nvo e´ Zang Okenve Mituy
26 diciembre 2007


Fuente: muy propia

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