4º DOMINGO DEL TIEMPO DEL ORDINARIO
EL PROFETA DE AYER Y HOY

IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Deuteronomio 18, 15-20: Dios promete suscitar entre el pueblo un profeta que sea fiel al mensaje del Señor. Será un hombre que escuchará a Dios y transmitirá su mensaje. Será el portavoz de Dios y actuará en su nombre.
- 2ª Lectura: Corintios 7, 32-35: Pablo, al observar que la comunidad primitiva vivía en espera del retorno del Señor, desea que sus fieles no tengan preocupaciones que estorben su vida de fe. El célibe estará más libre para servir al Señor con un corazón indiviso por amor al Reino. El que sirve a Dios es profeta del Señor.
- Evangelio: Marcos 1, 212-28: Estando Jesús en Cafarnaún, un sábado entra en la sinagoga para participar al oficio sabático. El oficio consiste principalmente en oraciones y en la proclamación y explicación de la Palabra de Dios. Jesús explica la Palabra de Dios a sus oyentes que estaban atentos: Después de escucharle afirman que enseña con autoridad y hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.

1. Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El tema del profetismo vuelve a estar presente en nuestra catequesis de este Domingo IV del Tiempo Ordinario. Y vamos ocuparnos de él recordando que el culto y la profecía eran dos funciones claves en el Judaísmo. En la Iglesia tenemos la palabra y los sacramentos, y de ellos participamos por el bautismo todos los cristianos. Todos los bautizados hacemos dos cosas: anunciar el reino de Dios y celebrar la salvación en los sacramentos, construyendo con esta doble acción el Reino de Dios, la Iglesia: el pueblo que anuncia y celebra el amor de Dios.
Vamos a reflexionar hoy sobre ka misión profética en la Iglesia y lo vamos a hacer, como siempre, confrontándonos con la Palabra que “nos ha sido dada y que es la única capaz de salvarnos”.
2. Todos somos llamados a ser profetas. Vemos en la primera lectura que Moisés anuncia que Dios va a suscitar un profeta como él en medio del pueblo. Israel no conoce la voluntad de Dios y para que la conozca el Señor se va a revelar a través de su profeta, poniendo su palabra en la boca del elegido. Israel deberá siempre obedecer esta palabra.
Con Jesucristo llegó la plenitud de los tiempos anunciada por los profetas. Dios mismo se hace PALABRA. Jesucristo es Palabra, la Expresión del Padre: en Jesús está todo dicho. La misión del profeta no va a ser ya anunciar la venida de un Dios-Salvador, sino anunciar que está presente. Las cosas han cambiado radicalmente: no se trata ya tanto de anunciar como testificar.
3. Jesucristo, testigo del Padre. En Jesús cobró más sentido el profetismo, ya que unió el “decir” y el “hacer”; sus palabras iban acompañadas de unos hechos visibles y palpables. En el Evangelio de hoy, Jesús llama a sus discípulos y expone su mensaje. Su actividad comienza con la curación de un poseído por un espíritu inmundo. La gente dice que enseña con autoridad y los espíritus le obedecen. A propósito de la autoridad, hay que decir que la “autoridad” de Jesús se asocia en los evangelios a la capacidad de expulsar demonios. Es decir, la “autoridad”, tal como la entiende Jesucristo y como la ejerció Él mismo, no consiste en saber o en tener títulos y cargos, sino en el ”poder” de aliviar el sufrimiento de los demás. Para hacer eso no es necesario poseer poderes sobrenaturales o especiales, sino tener voluntad de estar de parte del que sufre, estar junto a quien lo pasa mal, ayudarle y, sobre todo, quererle. Lo que más necesita la gente –lo necesitamos todos- es que nos enseñen doctrinas y teorías “bonitas”, sino que nos liberen de las fuerzas del mal que nos causan sufrimientos y nos hacen, a veces, muy desgraciados.
4. ¿Existen hoy profetas? Dios suscita hoy como ayer personas capaces de intuir, proclamar y actuar según los planes divinos. Ellas escuchan a Dios y transmiten la Palabra divina fielmente. En la Iglesia de hoy existen profetas porque Dios siempre está cerca del hombre y por medio de ellos nos comunica su voluntad. Existen también falsos profetas que gritan e imponen con poder sus ideas. Abunda la palabrería y no se enseña con la autoridad de Jesús. El profeta no es el que predica y desvela el acontecimiento del futuro, como los falsos curanderos y exorcistas baratos que caen en la simonía, cobrando dinero a la pobre gente que va a ellos en búsqueda de la salud y de bienestar; el profeta es ante todo un intermediario entre Dios y los hombres; es el que transmite fielmente la palabra de Dios y se caracteriza por ser él encuentro entre el hombre y la voluntad de Dios. El profeta con frecuencia denuncia y critica situaciones que no son evangélicas y anuncia lo que es bueno y lo que es la salvación de Dios. ¿Cuál es la misión del profeta? Ser portavoz de Dios a los hombres. ¿Cómo distinguir los verdaderos profetas de los falsos? Por sus frutos.
5. ORACIÓN
Nos toca a nosotros, de nosotros depende
El que las palabras de Dios no se pierdan,
Depende de nosotros, de nosotros,
Que no somos nada de nada,
De nosotros que sólo pasamos en la tierra
Unos años de nada, depende de nosotros,
El asegurar a estas palabras
Una segunda eternidad… eterna.
(Péguy)


Fuente: Jesús Rafael

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