CATEQUESIS DOMINICAL
III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
UNIDOS A DIOS Y AL SER HUMANO
IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Nehemías 8,2-4ª.5-6.8-10: El relato de Nehemías es uno de los episodios más importantes de la restauración material y espiritual del pueblo de Dios después de la cautividad. Israel es convocado para escuchar la Ley y participar en la comida festiva y caritativa. Dios convocó a su pueblo para que escuchara su Palabra y renovara la Alianza. Y nos convoca a nosotros para que también escuchemos y meditemos su Palabra divina. Su Palabra es espíritu y vida.
- 2ª Lectura: I Corintios 12,12-30: Igual que el cuerpo humano da unidad a las diversas funciones de sus miembros, así Cristo unifica por el bautismo a todos los cristianos en su Cuerpo, que es la Iglesia. La unidad en la diversidad es una realidad. Todos los miembros son necesarios y distintos; y todos están al servicio de los demás en el dolor y en la alegría.
- Evangelio: Lucas 1,1-4; 4,14-21: Jesús entra en la sinagoga y le entregan el libro de la Ley para que proclame y la comente. Él afirma que “hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Las promesas, las profecías, se cumplen. Él es el ungido por el Espíritu y ha venido a evangelizar a los pobres y anunciar la libertad a los oprimidos.

1. Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El Evangelio de este domingo se basa en la enseñanza más sólida de la primera comunidad cristiana. Esta comunidad recordaba a sus integrantes que Jesús era un hombre comprometido con su Padre Dios y con el ser humano. Jesús va a Galilea, y en concreto a Nazaret, “con la fuerza del Espíritu” (recibido en su bautismo) Jesús se dejaba llevar por esa fuerza. ¿A dónde? ¿A qué? El Espíritu lo llevó directamente a un pasaje “peligroso” del profeta llamado III Isaías. Era un pasaje peligroso porque, en este texto, el Señor prometía la “buena noticia para los pobres”, la “libertad para los cautivos” y para los “oprimidos” o prisioneros (Is 61, 1) Eran promesas de liberación, dichas en la oprimida Galilea, donde los movimientos revolucionarios eran frecuentes.
2. Pero Jesús complicó más la cosa porque, al leer el texto de Isaías, se saltó una línea, en la que se habla del “día desquite de nuestro Dios” (Is 61, 2b) Jesús quería libertad, pero sin desquites, sin venganzas. Porque las venganzas y los deseos de desquite no sirven nada más que para crear más violencia. Jesús quiere libertad, sin odios ni resentimientos. Esto por una parte.
3. Por otra, Jesús se sabe el elegido por Dios, el ungido, lleno del Espíritu Santo y enviado. Estar estrechamente vinculado a Dios le dispone para estar cercano a los pobres, a los cautivos, a los ciegos, a los oprimidos, a los que ansían liberación (una vida sin complicaciones) Su vida consistirá en anunciar esta buena noticia a los desfavorecidos. Es un anuncio que se realiza HOY, AHORA, AQUÍ. Todo momento es apropiado para acoger la salvación de Dios realizada en Jesús.
4. Nosotros hemos sido bautizados en el mismo Espíritu que impulsó a Jesús a anunciar la buena noticia. Es él quien también hoy nos conforma con Cristo y nos empuja a vivir el Evangelio con los otros, sobre todo con los oprimidos y marginados que tenemos cerca. Amén.


Fuente: Jesús Rafael Edu Eyama Achama

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