COMENTARIOS SOBRE LOS DISCURSOS

DEL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO Y DEL PRESIDENTE OBIANG

EN LA APERTURA DEL SEGUNDO PERIODO DE SESIONES DE LA CÁMARA.





Los presidentes de la República y del Parlamento de Guinea Ecuatorial se libraron, en sus discursos, a su ejercicio habitual y preferido: el cinismo político, en dirección, sobre todo, del cuerpo diplomático presente que, aparentemente, les sigue el juego. De todas formas, poco temen de la Comunidad Internacional, a la que convencen y someten con su dinero y su petróleo. No vacilan en hablar de la paz reinante, del respeto de las leyes, del rigor presupuestario, de elecciones transparentes, de la felicidad de los guineanos con su gestión, de valores y principios patrióticos, etc., perfectamente conscientes de que son ellos mismos los primeros secuestradores de la paz y las libertades en Guinea Ecuatorial y los principales promotores y beneficiarios de la corrupción que gangrena el país.



Difícilmente se puede encontrar un responsable político más adulador, servil y sumiso a otro que el Presidente de nuestro Parlamento, Don Angel Serafín Seriche Dougan, quien, como si quisiera evitar en todo momento irritar al Presidente Obiang, se atrevió a denunciar las connivencias y las prácticas de corrupción en la financiación de las obras de infraestructuras cuando sabe mejor que nadie que siempre ha ocurrido así. El Presidente de la Cámara sabe mejor que nadie que el Presidente Obiang y sus familiares y amigos son los principales socios y los propietarios del 90% de las empresas beneficiarias de las obras públicas del país.

Seriche Dougan prometió que se hará el seguimiento del cumplimiento de todas las decisiones tomadas en el congreso de los jóvenes del PDGE, lo que significa la materialización de las proyecciones del nombramiento del hijo del Presidente Obiang al puesto de vicepresidente del PDGE, que fue la principal decisión tomada en ese congreso y la razón de su organización.

No se inmutó en pedir que cesara la presión de la sociedad civil internacional sobre la Unesco para que los científicos pudieran continuar su labor investigadora a favor de la salud de las personas, olvidándose de que esta labor debería empezar por dotar a los servicios sanitarios públicos de Guinea Ecuatorial de las condiciones materiales y humanas básicas de atención a los enfermos, y reprender la actuación según criterios políticos y la discriminación a ciertos enfermos que se observa en algunas estructuras sanitarias de nuestro país.

Por su parte, el Presidente Obiang, decidió hablar de la “paz reinante” en una sociedad en la que nadie se siente ya al amparo de sus brutalidades y las de su régimen, incluyendo los propios miembros del régimen. Habló de la paz reinante después de ejecutar a cuatro compatriotas suyos secuestrados en países vecinos, mantenidos en secreto y torturados en Black Beach, a los que no dio la mínima oportunidad de defenderse. Cuando los otros países rescatan a sus compatriotas en dificultades en el extranjero para ponerlos a salvo en sus territorios, en Guinea Ecuatorial el régimen los secuestra desde los países vecinos para asesinarlos.

Pide la voluntad y la determinación del pueblo para prevenir “la maldición del petróleo” que él mismo ha instaurado, este pueblo al que tiene sometido en la pobreza y la ignorancia.

El Presidente de la República descubre la subalimentación en su población y el abusivo aumento del precio de los productos, olvidándose de precisar que se trata del resultado de su gestión corrupta al frente del país, un país en el que no existe ningún control racional de precios.

Asimismo, trae de nuevo la propuesta de transformar a los funcionarios en agricultores, y a todos los guineanos en agentes de información, volviendo a las más duras prácticas comunistas de los países del Este y de los tiempos de sus tío Macías, el del régimen de triste memoria en el que él mismo está recayendo de forma vertiginosa.

Al Presidente Obiang se le notó a la defensiva, molesto y a la vez furioso cuando evoca el tema del juicio de los cuatro ejecutados. Pretendió que se cumplieron las leyes de Guinea Ecuatorial y se respetaron todos los procedimientos para un juicio con todas las garantías. Aparte de que nadie se lo creyó, tampoco él mismo dio muestras de creérselo. Pero sintió la necesidad de decir algo al respecto, de explicarse, aunque no convenciera. Nuestro Presidente es el primer violador de nuestra Constitución. El Presidente Obiang, que hasta hace poco se jactaba de ser dictador, ahora se exaspera cuando se le califica de esta manera.

Sin el mínimo pudor, se atrevió a hablar de elecciones libres y de democracia en Guinea Ecuatorial, y a pretender que los guineanos son felices con su gestión, cuando ha quedado demostrado que la simple idea de una democracia en Guinea Ecuatorial le vuelve homicida.

No pudo ocultar la herida en su ego cuando desató su furia contra las ONGs y contra la Unesco por el rechazo de su premio, “a pesar de ser gratuito”. Nuestro Presidente ya no entiende que alguien pueda oponerse a sus diseños ni rechazar propuestas suyas, sobre todo tratándose de despilfarrar el dinero del pueblo para comprar voluntades políticas de la comunidad internacional y para blanquear su más que maltrecha imagen como uno de los peores dictadores del continente africano.

Tampoco pudo ocultar su naturaleza profunda cuando exhibió la vigencia de la pena de muerte en Guinea Ecuatorial y amenazó con seguir ejecutando a los que se opongan a él, una clara afirmación de la vuelta al “régimen de triste memoria” de su tío Macías.

No existe impunidad perpetua.

Fuente: CEN de CPDS

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