Tengo unas cuantas preguntas para ustedes señores opositores o exiliados políticos, llamese como quiera. ¿Quiénes son vuestros amigos? ¿Quiénes son vuestros compañeros de viaje? ¿Cuáles son vuestras esperanzas? ¿Hacía donde van ustedes? ¿En qué momento de la vida política están ustedes? Sobre todo ¿Los ciudadanos de Guinea Ecuatorial deben seguir guardando esperanza de que hay políticos guineanos en algún lugar del planeta que luchan contra esa dictadura?. Me temo que no. Y de hecho, en estos momentos, me rodea desgraciadamente un aroma de decepción particularmente molesto: la oposición guineana es, en realidad tan superficial como parece.

Durante algún tiempo, he podido andar en dudas, alternar esperanzas y certezas, pero los últimos acontecimientos ya no queda resquicio alguno por el que justificar determinadas indigencias intelectuales, capacidad política y una verdadera vocación política de la mayor parte de la “oposición”.

Los que me conocen, saben que no tengo ninguna vocación política, ni lo he tenido, ni lo tendré; porque en primer lugar no me gustan las hipocresías y simulaciones, soy franco y directo. Tampoco me gusta la ambigüedad, ni la vulgaridad. No admito hablar con un idiota, o con un imbécil sin echárselo a la cara, no me gusta decir una cosa aquí, luego decir otra allá. Me da pavor hablar con un tipo que dice ser político, pero no sabe nada de política, no ha leído jamás en su vida sobre derechos humanos, ni sabe diferenciar economía de planificación de la del mercado. No sé barnizar una nadería, digo las cosas tal como las veo y tal como las pienso; y eso en la política se paga caro, por estas razones y más no soy político. Y desgraciadamente se da la situación de quién no ha sido capaz de hincar bien los codos, se mete en política como bálsamo a las frustraciones. Mi vida me la gano con sudor y lágrimas, no quiero vida cómoda ni beneficencias.

Decía que ya no me queda duda que esta oposición es vaga, confusa, etérea y vulgar. Durante años, estos opositores han tenido oportunidad para desdecir las murmuraciones recelosas que recorrían por cenáculos, tertulias, círculos guineanos, según las cuales, los opositores guineanos son unos pájaros aventureros, vagos y algunos con dudosa solvencia intelectual. Lamentablemente, no sólo no han hecho tal cosa, sino que han dado prestigio a estas murmuraciones. Realmente no porque no quisieran, sino porque no pueden: la falta de argumentos políticos, el miedo a sufrir las consecuencias, el deseo de enriquecerse, la facilidad de venderse, la lentitud en el pensar, la falta de un compromiso serio y eficaz y otras infinitas incapacidades, evidencian, a las claras, la futilidad de un grupo de gente mortecina, en absoluta decadencia. Sé que después se ensañaran conmigo, pero amigos es la pura realidad. Lo peor es que, esto es un drama para todos, sea para la dictadura, como para el pueblo.

No creo que sea fácil para nadie, estar más de 30 años sin hacer nada; 30 años son una existencia humana, pasarlas en recorrer las extensas campiñas sin asuntos y con palabrería llena de contenidos vacíos, es cuanto menos delusorio.

Me cuesta entender cómo esta oposición de masa cerebral discrepada han dejado pasar todas las oportunidades que han tenido, sin aprovechar ninguna. No lo entiendo, pero todavía más, no entiendo cómo no han reaccionado dignamente ante el vendaval del mundo árabe; prefieren hacer infinitas declaraciones, soflamas, manifiestos lleno de acido úrico, para esconder la verdadera apuesta que sólo escenifica la bronca dictadura de Guinea Ecuatorial. Lo que hay de veras en el ideario que viaja dentro de los maletines de la oposición, es lo que verbaliza este tabernario gobierno de la dictadura, y no todo lo que envuelven este maremágnum de partidos políticos de la oposición.

La experiencia colonial, en la que muchos han reusado, podría haber ayudado en esta primavera árabe para deshacerse de todos los dictadores del continente africano. Pero los negros del África de abajo, han preferido como siempre, jugar con intrigas, desavenencias, conspiraciones. Los opositores guineanos deberían estar hoy en Libia, en Egipto, en Túnez, en Costa de marfil para sellar pactos, convenios, acuerdos y avenencias. Pero nadie ha salido de su sillón ni de su ordenador, ni se les ha ocurrido tal cosa. Se han olvidado que durante las independencias africanas, todos los africanos se unieron para liberar a sus pueblos ¿No sería una buena oportunidad para acercarse a los rebeldes de Libia, al gobierno de Túnez y Egipto y aprender de ellos?




Fuente: propia

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