Un español, que fue en vida muy bueno, al morir, como era de esperar, fue al Cielo. Llevaba más de mil años disfrutando de la eternidad cuando un buen día le dijo a Dios: ´Dios mío, quisiera que me permitieras conocer el Infierno por una noche, para saber cómo es ese lugar´. Dios, en su infinita bondad, le dijo: ´Si es tu voluntad, que así sea´ Nuestro buen hombre se fue esa noche al Infierno.
Bajó hacia su entrada por unas escaleras de mármol Blanquísimo vio por doquier luces de neón y una puerta se abrió de manera espectacular, dando paso a Sipopo, Malabo II, Bata II, Corisco, Annobón, Mongomo surcado por ríos de ron, whiskey, champagne, y atestado de las mujeres más hermosas color ébano que jamás hubiese visto, todas desnudas llamándolo, bebió a lo bestia, comió cuanto quiso y folló sin parar; en fin, pasó la mejor noche de su vida y regresó de madrugada al Cielo.
A la mañana siguiente, habló con Dios y le manifestó su deseo de mudarse definitivamente al Infierno. Dios en su infinita misericordia, nuevamente, Aceptó.
Arreglados sus asuntos burocráticos de empadronamiento
celestial, el visado de una entrada, los papeles de residencia; a la semana estaba camino del Infierno.
Bajó las mismas escaleras y se abrió nuevamente la puerta, pero esta vez cayó en una gigantesca olla llena de azufre. Se hundió en ella mientras el primer Diablo lo punzaba con su tridente y el segundo demonio trataba de meterle un consolador con pinchos por el culo.. Con mucho esfuerzo, logró sujetarse al borde, sacó la cabeza y dijo al Diablo, que reposaba sentado en su trono: ´Señor de las tinieblas, ¿qué es esto? Yo estuve aquí la semana pasada y todo era maravilloso..´
Y el Diablo respondió: ´Tú, como español que eres, ya deberías saber, que una cosa es ser turista en Guinea Ecuatorial y otra muy diferente es ser residente
Fuente: AG