Por Antumi Toasije, Historiador politólogo
Director de www.wanafrika.org

Esta pregunta que a algunos podría parecer poco relevante ya que en nada cambia los logros de los antiguos egipcios y que para otros es en sí misma un escándalo, ha sido fuente de agrias polémicas al seno de la comunidad científica como todo lo que rodea a los creadores de la primera gran civilización conocida por la humanidad. Los egipcios despiertan la imaginación de todo tipo de pensadores y artistas y han sido una fuente de inspiración para todas las generaciones que les han sucedido.

El origen del debate sobre la fisonomía de los Kemíticos (egipcios antiguos) está en la tarea que han realizado los egiptólogos africanos y afroamericanos en oposición a una egiptología eurocéntrica que negaba capacidades a las personas negras. La historia occidental negó que los africanos negros pudieran crear una arquitectura como la de las pirámides o la invención autónoma de la escritura, la medicina, la geometría y tantas otras ciencias y artes.

La cuestión del aspecto físico de los antiguos egipcios no se resuelve con la simple observación de sus propias pinturas murales y estatuas. En realidad estas pinturas murales y esculturas han servido para agitar todavía más la polémica ¿son suficientemente ajustadas a la realidad? ¿Se trata de personas blancas o semitas de piel morena? ¿O son personas negras de piel algo clara? Los propios egipcios generalmente representaban a otros pueblos de distinto color al suyo; más blancos o más negros. En varias ocasiones se ha visto que los egipcios representaban a los pueblos vecinos como los Libios bastante más claros de piel que ellos, mientras que los nubios son mostrados más oscuros.

Dos de los estudiosos que más se han aproximado a la verdad en este debate han sido Cheikh Anta Diop y Martin Bernal, uno por su demostración de la negritud de los Egipcios y el segundo porque narró magistralmente el proceso de blanqueamiento histórico de los egipcios. El científico, historiador y físico nuclear senegalés Cheikh Anta Diop estableció mediante un método multidisciplinar que los egipcios antiguos, especialmente hasta el siglo VI a. C., eran inequívocamente negros y que su origen histórico se encontraba en la Baja Etiopía, estableciendo relaciones culturales y lingüísticas entre Egipto y el resto del África Negra. En 1951, Diop presentó una tesis doctoral en la Universidad de Paris en la cual argumentó que el antiguo Egipto había sido una cultura negra. La tesis fue rechazada. En los siguientes nueve años, Diop trabajó en la tesis, añadiendo una cantidad abrumadora de pruebas de lo que sostenía. En 1960, tuvo éxito en la defensa de su tesis y obtuvo el doctorado.



Sin embargo esto no hizo sino agudizar el debate. Los egiptólogos tradicionalistas atacaron esta visión con las tesis clásicas sobre el Egipto blanco o semita. Reavivando variaciones estrambóticas del mito de la superioridad blanca como la teoría hamita. La situación llegó a un punto de descrédito general de las teorías sobre la población de Kemet (Egipto) hasta el coloquio sobre “El poblamiento del Egipto antiguo y el desciframiento de la escritura meroítica” auspiciado por la UNESCO. Este encuentro científico tuvo lugar en 1974 en El Cairo. Allí, Diop y Teophile Obenga lingüista e historiador congolés, presentaron sus pruebas sobre un Egipto negro y culturalmente más africano de lo que se venía reconociendo hasta entonces. Mientras que un nutrido grupo de egiptólogos eurocéntricos y semitistas presentaron las suyas. El debate concluyó que las pruebas presentadas por la contraparte no podían equipararse a las presentadas por Diop y Obenga, lo cual supuso un apoyo tácito a la teoría del Egipto negro.


¿Pero porqué incluso hoy en día a pesar de las abrumadoras evidencias hay quien se resiste a aceptar un Kemet negro? El historiador británico Martin Bernal dio con la respuesta con la publicación de “Atenea negra: las raíces afroasiáticas de la civilización clásica”. En Atenea negra, uno de los libros sobre historia más polémicos que se hayan escrito, Bernal explica como los griegos reconocían que habían sido civilizados por los fenicios pero sobre todo por los Egipcios a quienes reconocían como negros. Esta visión de la cultura griega es para Bernal el modelo antiguo de representación de Grecia y Egipto. Sin embargo con el auge de las teorías racistas sobre todo a partir del siglo XIX los arqueólogos se habrían decantado por un modelo ario en el que los griegos habrían sido civilizados desde el centro de Europa. Para los propagadores de este modelo los egipcios no podían ser negros ya que ello contradecía sus teorías sobre la superioridad racial blanca.


La academia oficial sólo ultimamente ha admitido la presencia de determinados faraones que denomina negros, son los del período etíope, XXV dinastía, conocida como Kushita (c. 747 a 664 a. C.). Hoy sabemos sin lugar a dudas y a pesar de las resistencias eurocéntricas que Egipto fue fundamentalmente una civilización africana y negra. Incluso en períodos de tiempo enormemente dilatados, fueron y por supuesto también sus gobernantes personas negras de tipo sudanés, de piel más oscura a la que se suele asociar con los egipcios. Y Kemet fue casi enteramente negro al menos hasta que las invasiones de los pueblos de Asia y Europa: Hicsos, Griegos y Árabes fueron cambiando la fisonomía de sus habitantes.


Esta es la razón por la cual también hubo faraones blancos en los períodos tardíos. Los amantes del cine pueden por ello estar tranquilos, Cleopatra VII pudo estar bien representada por Elizabeth Taylor ya que era una reina del período helenístico y por tanto con casi total seguridad blanca. Sin embargo esa fisonomía no se aplica a los constructores de las pirámides y los fundadores de las bases de la primera gran civilización, cuyos faraones y habitantes fueron indudablemente negros y culturalmente enteramente africanos.




Fuente: www.wanafrika.org

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