Ahora que se avecinan las elecciones en Guinea Ecuatorial, algunos miran el futuro de los restos mortales de la oposición guineana y de manera singular de sus Secretarios Generales y presidentes con lupa. Dentro de unos meses empezarán movilizando a “participar” en las “falsas”, después dirán que son “pucherazos”, más tarde aceptarán el “escaño” en el parlamento y hasta aquí todo igual. En este “extraño crucigrama” la solución se sitúa en quiméricas imprevisiones y arduas eventualidades. Como aquello de crujir a Dios, a su iglesia, a los creyentes y cualquiera que quiera vivir su vida desde su conciencia. Una moda más del socialismo español.

El “escaño”, que es sólo un resultado de una serie de amagues, no tiene grandes formalidades aparentes, se sirve y se servirá a desatar especulaciones gratuitas sobre el futuro de lo que queda de este partido opositora que está enterado hasta el cuello en el escenario concursal de la dictadura. Es posible que no sea si quiera para tanto, pero no deja de ser curioso cómo una opción, que era respetable, incluso con este ateísmo exacerbado que le caracteriza, se ha ido asumiendo principios afines.

Estoy seguro, que la critica y la sospecha absoluta que recibe el CPDS se lo ha ganado. Porque han aceptado reservadamente un escaño, y con eso han perdido el favor de la duda para criticar a la Iglesia, y se enfrentan a un juicio fulminante de un país creyente que no está dispuesto a tolerar ese progresismo de salón que inculca en su territorio ideas contra las creencias religiosas.
En normales circunstancias, uno que quiere gobernar Guinea Ecuatorial, debería andar con atención en este resbaladizo terreno de la conciencia religiosa. Por que Guinea Ecuatorial no necesita en este, ni en ningún momento a personas que niegan a Dios, que invitan al aborto voluntario, a la eutanasia deliberada, a matrimonios gay y estas gaitas socialistas.

No se invita a nadie a que no sea fiel a sus principios izquierdistas, pero que no toquen la sensiblidad de los otros, ni que impongan con fuerza sus principios laicistas. Que el socialismo español acose a la Iglesia, es casi estratégicamente algo que reporta muchos beneficios a ellos allá, por razones obvias, pero que se haga en Guinea Ecuatorial, mas bien proporcionará a los que actúan así pocos dividendos en su ya deteriorada imagen política.

Bastaría con que controlen en su folklore ese discurso propio de la izquierda mas decimonónica y estos ideales de amagues contra los creyentes. Todo tiene su contexto, y el de Guinea no requiere adaptaciones ni circunloquios. Los cristianos de Guinea Ecuatorial van a empezar a señalar con el dedo pulgar estos detractores de la religión y de la Iglesia que vienen del Occidente de la mano de la UNED.

¿Creen que los cristianos darán voto a los que preparan destruir su religión? Es un aviso a los navegantes, llegan leones con pieles de cordero para manifestar que “Dios ha muerto y que viva el superescaño”. Es un ejercicio de frivolidad por parte de ellos y muy probablemente es síntoma de una política de “copia y pega”. Estos guapos del socialismo cepedesista se equivocan pregonando este instinto de conservación que piensan en un Dios a medida de los delirios mentales de ellos.

No estamos intentando crear un mártir inocente aquí, ni formular injustas acusaciones, no, no, estamos aquí practicando una elemental justicia de retribución.


Son ya bastantes artículos e insinuaciones contra las creencias de las personas en diferentes páginas socialistas de la web sobre Guinea Ecuatorial, como si aquí los creyentes cristianos no somos tales para defendernos y hacer oír nuestras voces.

Sabemos que el Dios cristiano es el más censurable, y su iglesia sigue siendo la más perseguida. No estaría mal que estos ideales se ajustan sólo a aquellos que les ríen las gracias y que dejen a los otros en paz que es lo que queremos, vivir en paz y profesar nuestra religión en paz.






Fuente: reflexiones

¡Nota importante!
El contenido de los artículos publicados no refleja necesariamente la opinión de la redacción de guinea-ecuatorial.net
Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos