Aquí en Guinea Ecuatorial ya no cuesta creer nada. Las estadísticas aseguran que un porcentaje muy elevado de los ciudadanos asesinados, saqueados y robados lo son, en primer lugar por los militares, en su mayoría de la tribu esangui de Akoakam; en segundo lugar por los ladrones profesionales que suelen ser militares o fuerzas de la seguridad del estado, en tercer lugar por los ritos satánicos, y por último y a gran distancia, el resto de las causas comunes. ¿Por qué planteo esta cuestión? Porque hay que hacer preguntas con el objeto de hallar una respuesta de los problemas que tenemos, para buscar, si es posible alguna solución.

Cada vez que nos informan que un militar ha acribillado a balazos a un ciudadano, o que otro ha extorsionado, intimidado y robado a un nacional o extranjero, o que han secuestrado a Lola y devuelto a España a Weja Chicampo, y nadie nos dice por qué, siento un enorme malestar. Aunque los días pasan, siempre uno tiene la necesidad perentoria de conocer el final y saber si la justicia ha hecho su labor. Pero sin embargo, estas noticias ya nadie aqui en Guinea, siquiera se queda con el primer impacto. Ya nos resulta tan normal, hasta el extremo de dejar de ser noticia, que un militar acribilla a balazos a un muchacho de 20 años sin que le haya hecho nada; que una jaíma de comisarios, jefes superiores de policías cambian las oficinas por las noches de extorsión, intimidación y robo, que Lola este secuestrada en Mongomo o que Weja Chicampo fuera expulsado de su propio país sin explicación. Ya no nos duele nada aquí en Guinea Ecuatorial. la dictadura justifica ya en redondo todas nuestras preocupaciones y las injusticias que padecemos. Ya nadie pregunta por qué pasa una cosa y tal otra, ni nos interesa concluir lo comenzado, ni buscar soluciones a nuestros problemas. Todo se queda en el morbo que ya es detestable, ya que no parece que vaya en beneficio del objetivo principal: Que Guinea vuelva a ser un país donde los criminales estén trotando de por vida en las cárceles.

Un militar asesino , un comisario jefe superior de policía ladrón, un funcionario corrupto van jactándose abiertamente que son asesinos, ladrones y corruptos; mientras exclamamos ¡qué barbaridad! Y ahí quedó el problema y su solución, sin un por qué este asesino, ladrón y corrupto no está en la cárcel, por qué lleva una vida tan holgada y sosegada. Se me ocurren muchos “por qués” uno de ellos es ¿Por qué nos hemos vuelto tan poco sensible ante el sufrimiento ajeno? Escucho de una entrevista la angustía de una mujer guineana Clara Nsegue Eyi (Lola) con cáncer de mama, secuestrada, encarcelada y torturada en Mongomo en estado de indefensión mientras sus verdugos esperan su muerte. Su situación está al límite. El único, que sepamos, se ha demostrado sensible, dolido sobre el caso y ha buscado y busca solución al secuestro de Lola es Eugenio Pordomingo, un español, al que muy poco le une con Lola. ¿Por qué los guineanos han llegado a esta tan alta falta de solidaridad,traición y desinterés del vecindario, que ya ni se saludan cuando se cruzan por la calle.

Weja Chicampo ha sido expulsado de Guinea injustamente. Tampoco sabemos por qué. Sólo algunas tímidas notas de prensa, ninguna reacción, ninguna respuesta contundente. Todo se ha quedado en la primera impresión. En el morbo detestable.

Han asesinado vilmente a un estudiante en la parte continental del país, el comisario jefe superior de policía de Bata con sus subalternos han llevado una operación de secuestros, extorsiones, robos y asesinatos. Tampoco sabemos nada. todo se resbala en nuestra insensibilidad. Nada de una exclamación común ante este tipo de barbaridades difíciles de comprender. Nada de un acción de respuesta común o individual, ninguna reacción para que ellos también experimenten el dolor. ¿Cómo es posible que una familia, la familia Obiang Nguema, que como mucho tendrá a dos personas valientes, tenga que esclavizar y matar a todo un país, sin que reciba ni siquiera una recompensa?. No estamos ante una hipotética actitud de no-violencia, es llanamente cobardía.

La paz no es ausencia de la guerra, si alguna vez estos verdugos del pueblo guineano recibieran la visita de una respuesta seria y contundente, algo habría cambiado en esta Guinea Ecuatorial que está a punto de desaparecer por la ilimitada cobardía de sus habitantes. ¿En qué orificio se nos escapa esa rabia con que insultamos a la dictadura, para ponerla en práctica una acción contundente?

Me quedo con que de momento somos cobardes, los guineanos, donde me incluyo a mí mismo, pero tengo la esperanza de que nazca entre nosotros hijo de un padre o madre afgano, etíope o sirio con un guineano guineana, capaz de dejar un edificio de doce pisos en un amasijo de escombros o alguno de estos potentes todoterrenos en un aplastada lata de sardina. A ver si ellos también sepan digerir el dolor. Eso ya es demasiado.


Fuente: opinión

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