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Editorial

OBIANG, EL REY DE ESPAÑA


publicado por: La Díaspora Boletín informativo para la communidad ecuatoguineano en el extranjero el 04/07/2002 23:25:09 CET

Abrazos efusivos en la Moncloa, reconocimientos tardíos en la Zarzuela, Obiang, nuevo monarca del crudo africano del golfo de Guinea, se ha convertido también con una producción petrolífera de más de 400.000 barriles diarios, en “el rey negro” de España. Adulado y adorado por la casta dirigente de la antigua metrópoli.



Todo le va como por encanto en este decenio de los años 2000. Todo le sale a pedir de boca, como en un cuento de hadas, como en la historia de los Reyes Magos. La casta dirigente española ha decidido mostrar sin pudor ni tapujos su veneración por el divino dictador guineano. Transfigurado en nuevo rico, en poco tiempo, por sus fantásticos pozos petrolíferos. Zafiro en Malabo y Ceiba en Bata. Sus mejores servidores y los más asiduos ya no son los guineanos de pura cepa salidos de la selva virgen, sino americanos de pura raza del Oeste, con insignias empresariales, nombres de mando financiero, de absoluto dominio económico y prepotencia: Exxon Mobil, Triton, Ampco, Chevron, Walter International, Vanco, CMS Energy e incluso Total FinaElf. En total, la Guinea petrolífera de Obiang agrupa la más densa concentración de inversiones americanas de oro negro en el sur de Sahara.



Este nuevo Eldorado tropical tampoco ha pasado desapercibido en la meseta castellana de la “Madre Patria” donde nobles de rancio abolengo y miembros de alta alcurnia ya vienen a rendir homenaje y aureolar al rey del petróleo guineano cada una de sus visitas al suelo peninsular. Como un espejismo, muchos ya proyectan su imagen en los campos de Montiel y de la Mancha. Otros ven sus iniciales en la lista de candidatos seleccionados para el premio del Principado de Asturias. Y la verdad s que Obiang lo merece. Guiado por la misma estrella del Mago Baltasar, aquel rey negro que, junto a otros dos (Gaspar y Melchor) vinieron de Oriente para adorar al niño Jesús con oro, incienso y mira. Obiang, con su petróleo, trajo todo eso junto a España, Reino unido y mosaico de países (Vascos y Asturianos en el norte, Andaluces y Extremeños en el sur, Levantinos y Catalanes en la costa, Castellanos y Aragoneses en el centro, sin ignorar, claro está, a los Gallegos en la periferia). De este modo, nuestra “Madre Patria” tiene su Oriente en casa y acoge con embeleso a todos sus huéspedes de las mil y una noches, e incluso a los ladrones de Bagdad. Se cuenta, en la mítica génesis de los Reyes católicos, que Baltasar, el Rey Mago negro, despertó mucho la admiración de Isabel de Castilla y de Fernando de León. Después de la Reconquista, cuando España empezaba a ser otra vez Una, Grande y Devota. Cuando Santiago Apóstol campeaba entre los moros. Este milagro explica, en parte, el rotundo éxito político que conoce actualmente nuestro dictador guineano en nuestra antigua metrópoli.



Pero, como se dice en Francia, país de los Borbones (en París, la asamblea nacional se reúne en el Palacio de los Borbones), “le malheur de uns fait le bonheur de autres” (la desgracia de unos hace la fortuna de los demás), los guineanos se han arruinado con la nueva fortuna monárquica de Obiang, acaudalada imperialmente en un tiempo récord. Lo que provoca estupor y admiración entre sus nuevas amistades y alianzas de la alta sociedad internacional. En Guinea Ecuatorial todo le pertenece. Tanto la vida de sus ministros (como fue el caso, por ejemplo, del antiguo ministro de Finanzas, Felipe Inextrosa Ikaka) como el culo de las mujeres de sus colaboradores (como fue el caso de uno de sus ayudantes de campo, en 1988). Estos son los poderes de Obiang. Un consumado cinismo, unido actualmente a una colosal fortuna petrolífera, producto de la bella república africana. Con todos estos componentes a su favor, el dictador guineano, como antaño el mariscal Mobutu, se ha lanzado resueltamente a la conquista de los dirigentes del mundo occidental. Sabe que el único peligro reside en la opinión pública de los países occidentales. En su nueva epopeya, el dictador guineano ha fijado como primer objetivo la “Patria Madre”, España, para celebrar su revancha. Durante los años 80, cuando todavía no había petróleo en Guinea, Madrid siempre le había humillado. Sólo Jacques Chirac en París le tomaba en serio. El entonces ambicioso alcalde de la capital francesa, gran amigo de dictadores africanos, recibía gustosamente a la mujer del dictador guineano, acompañada de su embajador en Francia, Faustino Nguema Esono, que le ofrecía a veces humildes y famélicos colmillos de elefante triados de Guinea para participar al financiamiento de sus campañas políticas hacia el poder. Elegido presidente de Francia en 1995, Jacques Chirac ha sido patéticamente reelegido en 2002. Sus compatriotas y no pocos letrados le han apodado “supermenteur” (gran embustero).



Las ofrendas de Obiang al actual presidente francés, en los años 80, eran nimios comparados con las contribuciones de los grandes dictadores de África francófona. En 1985, por ejemplo, el mariscal Mobutu dio a Jacques Chirac 5 millones de francos franceses como contribución a la conquista del poder. En 2002, el sucesor de su sucesor, Joseph Kabila, aumentó sustancialmente este tributo en beneficio del actual jefe galo. No obstante, los repetitivos gestos de “amistad” del hombre de Malabo le valieron una plaza segura en la fortaleza inexpugnable donde se protege a los tiranos de África francófona como Eyadema, Bongo, Sassou, etc. Ya con el seguro de la presidencia vitalicia guineana en el bolsillo, extendido por Francia, Obiang ve brotar, en los años 90, en el subsuelo guineano, convertido en su propiedad exclusiva, el oro negro. Desde entonces, tácitamente, se declara rey y aumenta exponencialmente su capacidad de cleptómano y predador único de las riquezas del pueblo guineano. Presenta a su hijo, Teodorín Nguema Obiang, rapaz de altos vuelos, como su futuro sucesor. Muy pronto su nuevo tren de vida seduce y atrae a varias personalidades españolas (como el Alcalde de Madrid) que llegan a Malabo, rabo entre piernas, a rendir homenaje al nuevo rey del oro negro africano. Las relaciones personales del nuevo magnate guineano con el monarca español son como las de Guinea con España: turbulentas pero efectivas. Entre los dos hombres existen lazos sólidos que muchos especialistas ignoran. Obiang entra en la academia militar de Zaragoza casi en el mismo años en que el actual monarca español egresa de la misma. Los dos hombres pertenecen a la misma casta militar con el mismo espíritu castrense. Recibieron la misma formación en el mismo recinto bajo la atenta mirada del entonces Generalísimo Franco, un hombre muy respetado por su pupilos. Más tarde, los dos hombres conquistan el poder mediante una gesta militar. Un golpe de Estado. En agosto de 1979 Obiang se ampara del poder derrocando a su tío Macías. El 23 de febrero de 1981, el rey Juan Carlos es plebiscitado por los españoles al repeler un intento de golpe de Estado. Por último, lo que también une a los dos hombres es el mundo en el que se mueven. Un mundo de poder y riqueza. Obiang ya es rico, muy rico. Argumento imparable para ser un convidado de palacio.



Virrey entre reyes, la estrella del nuevo magnate guineano empezó a brillar en España donde menos se esperaba. En el marco cultural. Con la complicidad del Rector de la Universidad Alcalá de Henares de Madrid, quien se desplaza a Guinea a otorgar doctoralmente a Obiang el máximo galardón de su institución castellana: doctor honoris causa, ¿honoris causa de qué? Nunca se sabrá. Coronado en Madrid por las letras españolas, el nuevo galardonado guineano será de nuevo invitado en la “Cumbre del Idioma”, celebrado en Valladolid en 2001. En esta ocasión el dictador guineano, junto al monarca español, aparece como el mejor baluarte de la hispanidad en África. Una cruel ironía, cuando se sabe que durante toda su legislación el actual mandatario guineano no ha escatimado esfuerzo alguno en combatir los valores y logros hispánicos en el territorio hispano parlante de África negra. La Radio África 2000 y el Centro Cultural Hispano-Guineano de Malabo (CCHG), dos de los proyectos más visibles de la presencia española en África negra, han sido también las dos principales víctimas expiatorias del odio que anida Obiang hacia su “Madre Patria” España. Su propio hermano, el general Armengol Ondo Nguema, no habla español, siempre se expresa en fang, obligando a sus interlocutores a hacer lo mismo. Se ignorará todos estos antecedentes de proyectos malogrados con la llegada del petróleo en Guinea y de “Stalin” (mote atribuido a Aznar por los guineanos por su amistad con el dictador guineano) en la Moncloa. Como en el Evangelio, España olvida el pasado tormentoso y recupera a su “hijo pródigo” Obiang, que regresa a casa con rebosantes bolsas de petróleo.



Después de la “Jura de Valladolid” en 2001, Obiang es de nuevo solicitado y auroleado en Madrid, en la primavera de 2002, por el presidente del Gobierno, José María Aznar. Esta vez el pretexto es la participación a la “cumbre de la Senectud”. Un tema casi burlesco para los guineanos cuya esperanza de vida sigue siendo de 45 años. Cuando Obiang llega a Madrid sus fuerzas de represión en Malabo, Bata y Mongomo se encuentran en plena acción represiva con detenciones masivas y arbitrarias, torturas y juicios sumarísimos contra los miembros de la oposición. Se acusa groseramente al antiguo presidente del parlamento, Felipe Ondo Obiang, y al ex ministro de Finanzas, Guillermo Nguema Ela, de intento de golpe de Estado contra Obiang. Al mismo tiempo se implica al secretario general de CPDS (Convergencia para la Democracia Social) Plácido Micó. Desde España, agasajado por las autoridades de Madrid, Obiang decapita a la oposición guineana. En el mismo momento, en Ginebra, a petición de Nigeria que preside el grupo africano, la Comisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en su 58º periodo de sesiones, decide suspender el mandato del relator de la ONU en Guinea, Gustavo Gallón. Días antes, Obiang, muy precavido, había firmado un contrato de gestión de hidrocarburos muy favorable al régimen de Abuja.



Triunfante y victorioso como el Cid Campeador, Obiang regresa a Malabo. En Madrid ha dejado al gobierno español terminar de atar los cabos sueltos...de la oposición en el exilio. Desde la llegada del petróleo en Guinea, las autoridades españolas han cambiado radicalmente de actitud frente a la oposición guineana que denuncia los excesos de Obiang en Guinea. Para neutralizar la contestación en el exilio se ha utilizado varios mecanismos. Primero la división, mediante la rivalidad de sus líderes históricos más destacados, consiguiendo a veces la neutralización recíproca y aislamiento total. Con la nueva generación de opositores se ha utilizado otros métodos. Destacando el método de adopción y cooptación. En el primer caso, un partido de poder en España, como el PSOE, o como el PP “apadrina” su homólogo guineano, pero en realidad lo domestica y le orienta según los intereses inmediatos de la casta política española. En el segundo caso, sólo unas cuantas personalidades reciben el trato de “opositores” por las autoridades españolas, en la mayoría de los casos se trata de guineanos cooptados por su nula representatividad en el país y casi desconocidos en el espectro político guineano. Pero cuando se trata de líderes influyentes sin “padrinos” se les combate sin más ni más. Y si se encuentran en Guinea, se deja esta patata caliente al mismo Obiang, quien devuelve el puchero al fuego como ha sido el caso de las recientes detenciones y juicios arbitrarios. Otro mecanismo estrangulador de la oposición en España es el que consiste en dividir y separar los bubis de los fang. En esta primera fase se considera teóricamente que todos los bubis son “buenos” y todos los fang son “malos”. De los fang “malos” se recupera a los “menos malos” con los que se puede “trabajar”. Son generalmente personalidades de gran talento, independientes pero sin ningún carisma político serio capaz de socavar las bases del poder dictatorial en Guinea. Cuando una iniciativa sale de los mismos guineanos, con visos de seriedad y posibilidades alternativas en Guinea, inmediatamente se encuentra con varios obstáculos de la administración española y no menos reproches por parte de los mismos guineanos que se olvidan que son los destinatarios finales y primeros beneficiarios de todo cambio de poder en Guinea.



Esta terrible selectividad, propiciada quizás por el temperamento de los guineanos que confían mucho más a los extranjeros que en ellos mismos, contribuye a reducir considerablemente la dinámica oposicional anti-Obiang. El resultado s desolador: Obiang sigue dictando, en España y en Guinea. Por eso es el REY NEGRO.



Joaquín Mbomio Bacheng

Periodista y Escritor guineano


Fuente: LD

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