La comparecencia de los directores de las empresas públicas ante el Senado ha sido un nuevo episodio de justificaciones vacías, mentiras y cinismo. Aunque algunas respuestas han satisfecho a los senadores, otras han dejado en evidencia la corrupción descarada con la que operan estos directivos. Un caso concreto es la escandalosa diferencia de precios de la bombona de gas, que en la Región Insular cuesta 5.000 francos CFA y en la Región Continental 8.000 francos CFA. Una disparidad injustificable que perjudica a la mayoría de la población del país.
Directores que arruinan el país
Es lamentable decirlo, pero los directores de las empresas nacionales han sido una ruina para el país, con la excepción del Banco Nacional de Guinea Ecuatorial (BANGE), que ha sabido revalorizar sus activos. La mayoría de estos directivos han convertido sus cargos en herramientas para el saqueo, sin el más mínimo sentimiento patriótico. Muchos llegaron a sus puestos sin nada y hoy ostentan riquezas escandalosas dentro y fuera de Guinea Ecuatorial, con cuentas millonarias en paraísos fiscales.
Estos individuos no están allí para trabajar, sino para robar. Su estrategia es sencilla: desviar los contratos de mantenimiento, asesoría y gestión hacia sus propias empresas privadas. De este modo, las empresas nacionales se convierten en meros canales de enriquecimiento personal, sin ningún beneficio real para el país.
Respuestas vergonzosas en el Senado
Es indignante escuchar las excusas de estos directores sin que siquiera se les arrugue la cara de vergüenza. Veamos algunos casos concretos:
SONAGAS y su mentira sobre la venta de gas
El director de SONAGAS, Segismundo Nguema Nsue, declaró que recientemente la empresa ha realizado sus primeras ventas de gas al exterior. A primera vista, podría parecer una buena noticia, pero no es más que una mentira descarada. En realidad, el gas se ha estado vendiendo siempre, pero el dinero ha acabado en cuentas privadas, en la compra de inmuebles en Europa o en el mantenimiento de amantes.
En lugar de responder a la pregunta clave –¿por qué desde 2023 no se ha vendido gas al exterior?– el director se limitó a dar respuestas evasivas, mencionando supuestas negociaciones sobre el gas licuado de petróleo de Alen, cuando en realidad el negocio sigue en las mismas manos corruptas.
Además, justificó la diferencia de precios de la bombona de gas alegando que el transporte desde Malabo al continente genera tarifas adicionales. Sin embargo, en ningún país del mundo los precios pueden variar arbitrariamente sin que lo determine la ley. En Guinea Ecuatorial, estas diferencias solo reflejan las ?comisiones? que los ciudadanos deben pagar a estos ladrones disfrazados de directores.
Es el Senado quien debe homologar los precios en todo el país. Es injusto que un ciudadano de Nsork pague 2.000 francos CFA más por una bombona de gas que uno de Malabo solo por vivir en el continente. Eso no es diversificación, eso es corrupción.
GEPETROL: la fábrica de empleo para familiares
El director de GEPETROL, Pedro Nkogo Ndong, intentó justificar el aumento del gasto en personal en 2023 alegando la construcción de nuevas estaciones de servicio. No obstante, quienes vivimos en la Región Continental sabemos que esto es falso. Solo hay dos o tres estaciones a pleno funcionamiento, y las demás llevan años terminadas sin operar.
La verdadera razón del aumento del gasto en personal es el nepotismo descarado: cada nuevo director llega con su séquito de familiares y allegados, inflando la nómina y desviando fondos. ¿A quién pretenden engañar?
Además, ¿cómo se explica que GEPETROL haya retomado relaciones con empresas con las que supuestamente ya no tenía vínculos comerciales? ¿Por qué Luba Free Port aparece y desaparece de los presupuestos según convenga? Todo apunta a una red de corrupción que solo busca enriquecerse a costa del pueblo.
GETESA: un pozo sin fondo de corrupción
GETESA es otro ejemplo de cómo la corrupción asfixia el país. Sin cobertura, sin internet de calidad, sin infraestructura moderna y con los saldos de recarga en manos de senegaleses y malienses, la empresa es un desastre absoluto. Su servicio es un caos, y sus directores se enriquecen subcontratando servicios a empresas de su propiedad.
El caso de GETESA es aún más indignante porque se sabe que no es realmente una empresa pública, sino un negocio familiar. Su verdadero dueño es Hassan Obiang, hijo del presidente. Por eso, sus directores son vitalicios y solo pierden su puesto si desobedecen a sus ?amos?. Mientras tanto, la empresa sigue deteriorándose sin que nadie haga nada.
Conclusión: un país saqueado
El patrón es siempre el mismo: empresas nacionales que deberían impulsar el desarrollo del país, pero que son utilizadas para el saqueo sistemático. El Senado, en su papel de espectador, hace preguntas que no llevan a ninguna parte y da recomendaciones que nadie cumple.
Mientras la familia del presidente y sus secuaces siguen con su misión de vaciar el país, las empresas públicas se hunden en la miseria, al igual que ocurrió con Ceiba Intercontinental. Todo esto ocurre ante la mirada impotente de un pueblo que, aunque mudo, no es ciego.
Fuente: Opinion/Reflexión
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