Frecuentemente analfabetas y cofinadas en los trabajos agrícolas o domesticos, las mujeres guineoecuatorianas esperan ganar en adelante, un nuevo status en la sociedad todavia dominada por las potentes tradiciones, a favor de la reciente modernización de Guinea Ecuatorial.
Para el día mundial de la mujer, celebrado el jueves pasado en Malabo, más de un millar de ellas desfilaron en la capital para reafirmar la importancia de su papel en la célula familiar y denunciar ¨las violencias conyugales¨.
Las manifestantes se reunieron después con el Primer Ministro, Cándido Muatetema Rivas, para exigirle que los programas de su formación sean destinados en vista de ¨verdadero cambio de mentalidades¨.
¨La epoca actual exige que haya una igualdad entre el hombre y la mujer, pero para que esta sea real hace falta el cambio de mentalidades, exigencia que pasa ante todo por la formación de la mujer¨, señala la Directora General del ministerio de la Condición de la Mujer, Faustina Erimola.
Al alba del Tercer Milenio, el lugar de las mujeres en la sociedad de esta antigua colonia española de aproximadamente 450.000 habitantes no parece en efecto haber cambiado mucho, aunque el país atraviesa hoy profundas transformaciones gracias a la naciente industria petrolera.
Más del 57% de guineoecuatorianas son todavia analfabetas y viven en las zonas rurales, donde se ocupan de los trabajos del campo, mientras que el 25% permanecen en sus hogares, según cifras ofrecidas por el ministerio de la Condición de la Mujer.
Sólo el 10% de las mujeres trabajan en la administración pública y 8% de entre ellas se dedica al comercio, según la misma fuente, cuando Guinea Ecuatorial, país productor del petróleo desde 1992, está a paso de llegar a ser un pequeño ¨el Dorado¨ africano de aquí a unos años.
¨Actualmente, las mujeres de nuestro país estudian muy poco, de ahí su débil presencia en el mercado del empleo¨, explica la Señora Erimola, que precisa que sus numerosos puestos son accesibles.
¨Esta situación es tanto más graves que la mayoría de ellas piensan que su única salida es hacer niños y trabajar en los campos¨, prosigue .
Una verdadera toma de conciencia nació sin embargo en los años ´90 y varias mujeres expresaron públicamente su voluntad de participar en la modernización de su país.
Un fenómeno y un discurso que se traduce esencialmente por la multiplicación de asociaciones de mujeres, a la imagen de los comerciantes de Malabo que estan reagrupados para defender sus intereses.
No obstante, el peso de las tradiciones seculares son un obstáculo de la emancipación social de las mujeres que, una vez casadas, estan confrontadas a la guarida del marido y difícilmente pueden tomar iniciativas sin su permiso.
Según las reglas consuetudinarias de los Fang, una etnia ultra-mayoritaria en Guinea Ecuatorial, que se encuentra también en Camerún y en Gabón, la familia de la novia puede reclamar dinero u objetos al pretendiente, cuyo monto o los precios pueden alcanzar sumas considerables deacuerdo al nivel de vida.
Una familia cómoda debe a menudo reponer dos millones de francos CFA, mientras que una familia modesta deberá desembolsar 500.000 F CFA para que se produzca la unión. En caso de separación, esta misma familia reclamará en cambio su dinero.
Una vez pagada la dote, la joven esposa deviene luego ¨una especie de propiedad del marido que decide la suerte que la reserva¨, afirma Clotilde, una comerciante de unos cuarenta años, divorciada en dos ocasiones y madre de 14 hijos.
Frecuentemente considerado como un ¨objeto de valor¨ por sus familias, las jovenes se pronuncian poco a poco contra el matrimonio tradicional.
Pero a fin de cuentas, nota un observador, los parientes suelen tener finalmente la última palabra.
Fuente: LD/AFP (11/3/01)