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Editorial

ESTADOS, MAFIAS Y TRANSNACIONALES, CARNE Y UÑA


publicado por: Bony Evha el 27/07/2004 9:04:12 CET

Presentada sistemáticamente bajo forma de escándalos que envuelven en algún país, de un modo episódico, una empresa o un banco, un responsable o un partido político, un cártel o una mafia, la delincuencia financiera pierde su legibilidad. Esta masa de transacciones relativas a operaciones ilícitas —calificadas de crimen o delito según unas leyes nacionales o un acuerdo internacional— se reduce a una sucesión de disfunciones accidentales de la economía y la democracia liberales que una “buena gobernancia” podría resorber. Todo lo contrario de lo que es en realidad: un sistema coherente, íntimamente relacionado con la expansión del capitalismo moderno, y basado en una asociación de tres partenaires: gobiernos, empresas transnacionales y mafias. Los negocios son los negocios: la delincuencia es, ante todo, un mercado, próspero y estructurado, donde se encuentran la oferta y la demanda —business as usual—. Las grandes organizaciones delictivas no pueden asegurar el blanqueo y el reciclado de las fabulosas ganancias obtenidas con sus actividades sin la complicidad de los medios de affaires y el laisser-faire del poder político. Para reforzar y acrecentar sus posiciones y sus beneficios, aplastar o resistir a la competencia, conseguir los contratos del siglo, financiar sus operaciones ilícitas, las empresas transnacionales necesitan el apoyo de los gobiernos y la neutralidad de las instancias de regulación. En cuanto al personal político, directamente participante, su poder de intervención depende de los apoyos y de la financiación que garantizarán su perennidad. Esta colusión de intereses constituye un componente esencial de la economía mundial, el lubricante Éste ha mejorado considerablemente bajo el efecto de tres factores conjuntos: la liberalización completa de los movimientos de capitales, que, desde finales de los años 80, escapan a todo control nacional o internacional; el inflado y la desmaterialización de las transacciones financieras, aceleradas por la revolución tecnológica de las comunicaciones: en fin, la fiabilidad acrecentada de un archipiélago planetario de plazas especializadas en la gestión tolerada de la delincuencia financiera: los paraísos fiscales.

La revolución no es una cena de gala, se justificaba Mao Zedong; la competencia tampoco. Ésta no tiene mucho que ver con esos torneos de gallardos caballeros contados por los iluministas de la canción de gesta liberal, donde, tocado por el dedo del dios-mercado, triunfa el mejor —mejor producto, mejor servicio o mejor precio—. Como en las lides feudales, para ganar en la guerra económica todos los golpes son buenos, preferentemente los más malévolos. La panoplia está bien provista: ententes y cárteles, abuso de posición dominante, dumping y ventas forzadas, información privilegiada y especulación, absorción y despiece de competidores, balances falseados, manipulaciones contables y de precio de transferencia, fraude y evasión fiscal por filiales offshore y sociedades pantallas, malversación de fondos públicos y mercados trucados, corrupción y comisiones ocultas, enriquecimiento no justificado y abuso de bienes sociales, vigilancia y espionaje, violación de reglamentaciones en materia laboral y de libertad sindical, de higiene y seguridad, de cotizaciones sociales, de contaminación y ambientales . A esto hay que añadir las prácticas vigentes en las zonas francas, multiplicadas en el mundo, Europa incluida; zonas sin ley, total o parcialmente fuera de la ley común, en particular en materia social, fiscal y financiera.

Encontramos estas operaciones en todos los grandes sectores de actividad y en todos los mercados: armas, petróleo; obras públicas; transporte aéreo, ferroviario y marítimo; telecomunicaciones; banca y seguros; química; agroalimentación...
Acarrean considerables malversaciones de fondos, salidos de cuentas lícitas de sociedades transnacionales para reaparecer en los paraísos fiscales. Un fantástico pillaje que jamás aparecerá en ninguna contabilidad global. Para realizarlas, sus autores tienen necesidad del poder del Estado y de las organizaciones internacionales y regionales, especialmente de su aptitud para decretar un mínimo de reglamentaciones restrictivas, para suprimir las que existen o hacerlas inaplicables, retardando indefinidamente las investigaciones e instrucciones y paralizándolas, y para reducir o amnistiar eventuales sanciones. En compensación, se ofrecen a “financiar la democracia” y lo cumplen: campañas electorales de los partidos, promoción de los personajes políticos y altos funcionarios que más prometen, seguidos y destacados por un ejército de agentes de influencia, lobbies encargados de ayudarlos a adoptar las “buenas opciones” y de corromperlos, y presentes en todas las instancias de decisión.

En fin, ¿quiénes son realmente los perdedores en este negocio de robo y transferencias ilícitas del dinero público de los países del ”tercer mundo” a los bancos del ”primer mundo”? Creemos las poblaciones del llamado “tercer mundo” que están manos de gobernantes torpes y faltos de inteligencia para captar que el sustraer el dinero público de sus países para ingresarlo en los bancos de EE.UU. o de Europa es un acto de SOLEMNE NECEDAD, pues ese dinero sólo enriquece a Europa y a EE.UU., aunque con LÁGRIMAS DE COCODRILO, las ONG’s europeas o estadounidenses intentan “denunciar” esos crímenes, presentandose así como los ”buenos de la película” montan en nuestras tierras bajo el permiso de nuestros, desgraciadamente, torpes dirigentes.

¿Qué pasa con la actual ”guerra civil” de Sudań? ¿el por qué los medios de información públicos de Francia, de España, de EE.UU.... no quieren infomar sobre la verdad de esa guerra?, que no es ni más ni menos que el pulso entre Francia y EE.UU. por el control de las minas y petróleo de aquel país africano en manos de nativos sudaneses torpes.

http://www.offnews.info/downloads/paraisos_fiscales


Fuente: INTELIGENCIA

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