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Editorial

La fuerza y la legitimidad. Reflexiones en la encrucijada del cambio


publicado por: Celestino Okenve el 07/07/2005 15:52:32 CET


El uso de la fuerza para apartar del poder a las personas que carecen de legitimidad para gobernar, no sólo está aceptado por la razón humana sino que es un derecho reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Todos están de acuerdo que los guineoecuatorianos no tienen ninguna posibilidad de cambiar a los que ejercen el poder político por la vía pacífica mediante elecciones libres y transparentes. Parece por tanto concluirse que el uso de la fuerza para obligar al dictador Obiang a abandonar el poder está legitimado y es, mal que nos pese, la única vía para deslegitimar en la práctica a quien está sobradamente deslegitimado para gobernar Guinea.

La ficción de una democracia en Guinea teatralizada por Obiang Nguema, quien pretende arroparse de legitimidad reclamando que gobierna en democracia cuando es evidente que en Guinea gobierna con tiranía, es un ejercicio inútil que no resiste la realidad de los hechos ni la convicción de los guineanos. La prueba palpable de tiranía son las cárceles atestadas de presos políticos y secuestrados. La prueba palbable de tiranía es la gran cantidad de refugiados. La prueba irrefutable de tiranía son los continuos intentos de socavar por la fuerza el poder de Obiang. Y la tiranía es la prueba que deslegitima a Obiang para ejercer el poder.

Pero el uso de la fuera no implica necesariamente el uso de las armas ni implica el golpe de Estado. Supone utilizar métodos coercitivos que desarmen la voluntad del gobernante por seguir ejerciendo un poder que no le corresponde en legitimidad. Existe un universo amplio de métodos coercitivos que la disidencia puede elegir de forma óptima, economizando los costes sociales.

Habiendo convenido por tanto que el uso de la fuerza es un método más para quitar el poder a quien no lo tiene de forma legítima o democrática, queda por analizar si esa misma fuerza es un método legítimo para ejercer el poder después del abandono del dictador.

La respuesta a este análisis es contundente: el poder ejercido por la fuerza sigue siendo un poder ilegítimo en cualquier circunstancia y lugar.
Ahora bien, los actores del ejercicio de la fuerza que expulsan al tirano del poder, gozan inicialmente de legitimidad, no por haber usado la fuerza sino por haber ejercido la acción que era necesaria, por haber actuado siguiendo los deseos de la mayoría, es decir, por haber usado la coerción para una acción democrática.

Y es que cualquier acción que se ejecute en estos momentos para expulsar a Obiang del poder tiene un alto contenido democrático, al satisfacer los deseos de la mayoría. La democracia en su ejercicio demanda en ocasiones y en última instancia la coerción. El uso de la fuerza contra el poder de Obiang es un imperativo democrático.

Pero la coerción no se justifica en sí mismo ni imprime legitimidad.

Quien gobernara usando la fuerza, habiendo usado en legitimidad la fuerza para apartar al tirano, se enfangaría de nuevo en una dialéctica de la fuerza, deslegitimandose en continuo a cada paso que ejerciera esa fuerza.

Evidentemente la fuerza crea un primer efecto de legitimidad, la legitimidad ”manu militari”. La gente no se opone inicialmente a la voluntad de alguien cuando ese alguien exhibe la fuerza, es decir que la coerción goza en un primer momento de un atributo, el silencio o el permiso o el asentimiento de los que potencialmente sufren esa coerción. La fuerza da poder, siempre que la gente de la que se ”extrae” el poder valoren más sus vidas que el poder que otorgan obligados.

Lo anterior nos lleva a un punto importante: alguien tiene poder solo cuando la gente otorga poder a ese alguien. El otorgamiento puede hacerse de forma natural -legitimidad natural o democrática- o mediante la coerción. El poder también tiene otra característica, puede aumentar o disminuir, aunque lo normal es la minoración o el desgaste a lo largo del tiempo y de ahí la necesidad de mantenerlo mediante actos de legitimación.

De entre ambas formas de legitimidad, la natural o democrática realimenta positivamente el poder mientras que la ”manu militari” realimenta negativamente el poder. La legitimidad obtenida mediante la fuerza exige mantener las armas apuntando para garantizar el asentimiento de la población, o lo que es lo mismo, la dictadura exige el uso permanente de actos de fuerza o de exhibición de fuerza.

Esto último puede enlazarse con lo dicho en párrafos anteriores. Si hemos concluido que la coerción es un acto democrático si persigue quitar el poder a quien no lo tiene democráticamente, no otorga legitimidad para gobernar en sustitución del déspota. Se hace necesario normalizar el ejercicio del poder haciendo uso de los mecanismos al uso en el orbe democrático y civilizado.

El error frecuente de los actores del cambio que usan la fuerza legítima, se deriva por creer éstos que un mecanismo de expulsión del poder coincide con el mismo mecanismo para ejercer el poder y por creer que los actores del cambio, si están legitimados para expulsar al déspota del poder, también están legitimados para ejercer el poder. Dos graves errores que han inundado de inestabilidad política a los países africanos.

Solo están legitimados para ejercer el poder aquellos que la población decide en libertad partiendo de una oferta variada de elegibles. O en su defecto, aquellos que los partidos y organizaciones cívicas deciden que ejerzan el poder de forma temporal durante la transición a la democracia.

Estas reflexiones tienen su actualidad cuando en estos momentos se está debatiendo sobre la procedencia del uso de la fuerza para expulsar a Obiang del poder en Guinea. El debate está concluso: La fuerza está legitimada.

Después de la expulsión del poder, no habiendo habido tiempo para muestrear a la población sobre el grado de legitimidad, debe buscarse algún mecanismo que se acerque lo más posible a las condiciones democráticas plenas para el uso del poder legítimo. Ese mecanismo es la transición pactada entre un amplio abanico de partidos y fuerzas sociales. Tales fuerzas no han podido operar en el país a causa de una cruel dictadura y por tanto no es posible objetivar el grado de seguimiento que gozan en la población de dentro, pero, lo mismo que los estadísticos, son representativos del universo político de Guinea. Y mientras se ponen en marcha durante la transición los mecanismos electorales que permiten medir y asignar legitimidades, tales fuerzas con representatividad limitada tienen la mayor legitimidad que puede muestrearse y darse al día siguiente de la caída del déspota, repito, a falta de algo mejor que es imposible por la restricción del tiempo.

Y si esas organizaciones hacen uso de la democracia interna, antes y después de la expulsión de Obiang del poder, resulta lógico pensar que van a ejercer el poder durante la transición con vocación democrática y, lo mas importante, perseguirán la democracia como fin último de su quehacer en la transición. Ese ejercicio de democracia de las organizaciones que pactan la transición es por tanto un entrenamiento y una garantía de un futuro democrático, consolidado y estable, que aleja los aires malsanos de la inestabilidad política. Todo lo contrario, se entiende, de un uso de la fuerza por parte de salvapatrias, que si bien están legitimados para usar esa fuerza por imperativo democrático, no están legitimados empero para usar la fuerza a fin de ocupar y mantener el poder. A los tres meses otros podrían poner en entredicho ese poder que ejercen sin el asentimiento libre de la gente y verse tentados a apartar del poder al otrora libertador. Y así una y otra vez, en continuo régimen transitorio e inestable.

La plataforma Demócratas para el Cambio DECAM es la culminación de un proceso reflexivo y convergente, con vocación de nuclear a ”padres de la patria” que cierren el largo paréntesis histórico de dictaduras ignominiosas. Con legitimidad y en democracia.

DECAM es la mejor garantía hoy por hoy de un mañana democrático y de un cambio de régimen al menor coste social, sin estridencias ni incomodidades innecesarias.


Nvo e´Zang Okenve Mituy
Foro Solidario Por Guinea Ecuatorial
Miembro de DECAM


Fuente: propia

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Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos

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