GUINEA ECUATORIAL | SOCIEDAD
CATASTROFE AEREO
EL MUNI. MARTES, 26|07|05
El Antonov-24, que se estrelló con alrededor de 85 pasajeros el sábado 16 de julio en las junglas de Baney, norte de la capital, llevaba a abordo a dos importantes personalidades de la vida musical guineana, conocidos artísticamente con los nombres de “POEN, el Diablo de Bikutssi” y “Abuelo Stanis”.
Las identidades de las víctimas siguen siendo un ministerio y cuyos nombres se van conociendo a cuenta gotas, debido a la desvergüenza del régimen en arrojar luz verde sobre las verdaderas causas del siniestro, si bien nadie duda, a estas alturas, que es una más de las desgracias que está condenado el pueblo guineano por el caos y el desorden sociopolíticos turbiamente impuestos por la dictadura de Teodoro Obiang Nguema en los últimos 26 años.
La vida musical guineana ha sufrido una de las peores pérdidas en los últimos quince años, después de la misteriosa muerte de Antonito, el primer guitarrista nativo, supuestamente atribuido a su sobrino Lucas Nguema Esono, ex ministro de Información, Turismo y Cultura, entonces reputado agente de la guardia pretoriana.
POEN, “El Diablo de Bikutssi”, fue uno de los compositores relevadores de mediados de los noventa y el primero que introdujo en la música nacional el ritmo bantú de “bikutssi”, muy popular en la vecina Camerún.
De aproximadamente 37 años, “El Diablo de Bikutssi” deja tras de sí un importante bagaje artístico. Empezó a debutar a finales de los ochenta en el entonces popular programa de la televisión “Sábado Noche”, que fue al pique en 1993, cuando la Cooperación Española dejó de financiar los medios de comunicación públicos.
Estrella de la nueva generación, en los últimos doce años, dedicó toda su vida a la creatividad y a la música, donde había atinado un espacio social para vivificar, mediante la melodía, a un pueblo que a lo largo del tiempo dictatorial ha ido perdiendo drásticamente sus valores sociales, como bien dice en su primer álbum: “movhuat y’a min-djuk, ma me djouk y’a mivuat (algo así como ‘me he cansado de las penas’...). Dúctil como él solo, inseparable de su bastón tradicional, símbolo del estilo musical que transportó y acuñó entre sus fans, el Diablo de Bikutsi se catequizó como uno de los cantautores más famosos del país y tanto su estilo como su ritmo fueron muy estimados por la población e incluso adquirió mucha fama en países limítrofes, concretamente Gabón y Camerún, donde actúo en numerosas ocasiones.
Por su parte, el “Abuelo Stanis”, fue uno de los recalcados guitarristas de Guinea Ecuatorial en los últimos diez años, habiéndose fundado el popular grupo “Madjosky”. No solo esto, sino su labor artística fue todavía más significativa en medio de otros cantantes, en tanto director y productor, que ayudó a muchos a salir delante.
Los dos, como el resto de los cerca de 90 víctimas del Antonov-24, yacen sin tumbas, enterrados en fosas comunes, en medio de una población que no solo les llora sino su máximo deseo hubiera sido brindarles un cálido homenaje, en honor a su labor artística en un país donde la música se ha visto obligado a vanagloriar única y exclusivamente a los que detentan el poder político y económico, en detrimento del servicio social, cultural y artístico.
Ninguna sola personalidad de la vida cultural del país, ni mucho menos el ministerio de Información, Turismo y Cultura, o los centros culturales regentados por la cooperación francesa y española, con los que tanto habían colaborado en su carrera musical, se han molestado si quiera comunicar al público la suerte que deparó a estos importantes personajes de la vida musical el día 16 de julio. Su, vida, como la del resto de las víctimas, pretenden reducir a simples cenizas.
Pero eso no es de extrañar, porque la música de POEN y la de Abuelo Stanis, fue mucho más allá de las simples realzas al régimen, como ahora está en boga en quienes pretenden lanzarse a esta aventura, porque es la única manera que el régimen permite salir adelante y desarrollar esa vocación.
Fuente: EL MUNI