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¿Una sinfonía por Guinea Ecuatorial?. Cuarto movimiento publicado por: F, amba amba el 03/08/2005 13:37:11 CET
CARLOS GENER GALBIS/
La memoria es siempre la luz que ilumina a los pueblos, aunque sus huellas se pierdan en la arena negra. Al preguntarle quién era, respondió:
–Soy un bubi, mi morada y mi alma están en esta isla, Malabo. Soy cayuco, palmera, malanga y mar.
Y no lo comprendieron.
No quiso seguir hablando, el atardecer era demasiado hermoso sobre la arena negra de la playa.
Seguramente he querido expresarles, de una forma más romántica que la empleada en los anteriores movimientos, el espíritu de las gentes de la Guinea Ecuatorial. Ya cansa leer o escuchar lo de la especial idiosincrasia de los guineanos. Su forma de ser no es ni más ni menos especial que la de otros pueblos del mundo. Y si bien el clima favorece la tranquilidad y la indolencia, no es menos cierto que la belleza de Guinea Ecuatorial, su lujuriante naturaleza, estimula la sensibilidad y la creatividad. El pueblo guineoecuatoriano es bueno, acogedor, inteligente y creativo.
Nunca he olvidado los atardeceres sobre el mar vistos desde el balcón del escarpe sobre la playa, cerca de nuestra casa familiar en el patio de Construcciones Urbanas. En medio del mar tranquilo los islotes Henríquez, empenachados de verde; en el horizonte el pico del Camerún marcando, en los días despejados, la proximidad de la costa africana. Mirando hacia el mar, a la izquierda la playa de carboneras, más allá la bahía de Venus y punta Europa hendiendo el mar con su faro, cual enorme navío a la deriva. A la derecha punta Cristina y punta Fernanda, y entre ambas el puerto viejo y el puerto nuevo, sobre el hundido cráter de un volcán. Imaginen todo esto teñido en tonos de cobre.
Si continúan las cosas como ahora, de ese paraíso no va a quedar nada. En este momento, compañías holandesas esquilman los bosques continentales para llevarse la madera; con ellos están desapareciendo los gorilas y muchas especies más. Seguramente no volveremos a ver otro Copito de Nieve , el gorila albino que desde allí vino a España. Del mismo modo, las compañías petroleras americanas se encargan de extraer el petróleo a cambio de seguir apoyando este régimen salvaje. Las torres petrolíferas extraen el petróleo, justamente, a unos kilómetros frente al balcón sobre el escarpe del que les hablaba. ¿El dinero que pagan por la explotación de estos yacimientos redunda en la población? Nunca.
En las últimas y amañadísimas elecciones de diciembre, la oposición al régimen no participó y Teodoro Obiang Nguema fue reelegido con más del 95 por 100 de los votos. Unos meses después, Estados Unidos reabrió su embajada en Malabo para recomponer sus relaciones con el presidente Obiang y así proteger sus intereses sobre el petróleo. Posteriormente, el Gobierno español reanudó su cooperación con el Gobierno de Obiang, incluso envió de visita dos ministras, Ana Palacio, de Asuntos Exteriores, y Ana Pastor, de Sanidad. En ningún momento salió de sus boquitas pintadas una sola palabra de crítica al régimen del dictador. Mucho menos hablaron de la situación del país, de la que seguramente ni se enteraron debido a la falta de prismáticos para poder mirar desde el yate. Mucho me temo que los que ahora nos gobiernan tampoco quieren enterarse de nada.
Tras 26 años del tristemente famosos Golpe de Libertad, Obiang y sus secuaces no han llevado la libertad y la democracia a Guinea Ecuatorial. Allí se mantiene su férrea dictadura, a base de represión, elecciones fraudulentas, gobernando con poder absoluto y apoyado en su policía política y sus mercenarios.
Próximo ya el final de esta sinfonía, un par de cosas más rondan por mi cabeza y quiero contárselas. Para ello, quizás me ponga, en unos casos un tanto apocalíptico y agitador, en otros, posiblemente nostálgico, sobre todo de una niñez y una juventud que ya no volverán. Confío en su amabilidad para comprenderlo.
Una de las cosas que más me preocupan de Guinea es su juventud, la que está allí y la que está aquí. ¿A qué esperáis muchachos y muchachas guineanos? ¿Acaso estáis impresionados por ese dictadorzuelo de ópera bufa? Os aseguro que tiene los pies de barro, de madera carcomida. Sé que sois capaces y que cada día estáis más unidos. Todos tenéis derecho a vuestro lugar en el mundo, en vuestra patria guineana. No sigáis pensando que para vencer a Obiang necesitáis a los blancos, ¡no es así! Vosotros sois los protagonistas y debéis tomar el futuro en vuestras manos. ¿No os da apuro que un piquín crió tenga que deciros que la libertad es vuestra? ¡Actuad ya!
Como último compás daré un poco de paso a la nostalgia. Creo que en algún sitio tengo escrito: “Somos de donde venimos, pero nuestra alma está hecha de lo que amamos. Donde nacimos vieron nuestros ojos la luz primera. Nuestra memoria se vela con el tiempo, pero siempre queda en nuestro recuerdo la primera arena negra que pisamos”. Yo no he olvidado la arena negra de las playas guineanas al atardecer, ni tampoco a sus habitantes.
Aquí acaba el cuarto movimiento de esta sinfonía por Guinea Ecuatorial. Sus notas han ido brotando de lo más profundo de mi corazón, de mis recuerdos y del estudio de este asunto. No ha sido fácil intentar esta compleja mixtura, pero lo he intentado y ahí está. Sin duda quedan muchas cosas por contar. En todo caso les ruego que no se olviden de Guinea Ecuatorial y de sus gentes porque, en el mejor de los sentidos, ellos son nuestros.
Fuente: Las Provincias. LEVANTE
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