GUINEA ECUATORIAL | POLÍTICA
MÁS CRUEL QUE SU TÍO
El entonces Tcol Teodoro Obiang encargó en 1977 el asesinato del opositor Andrés Moisés en España
EL MUNI. 04|10|05
¿Qué le han hecho en la vida para ser tan criminal? El instinto criminal y asesino del actual mandatario de Guinea Ecuatorial, el general Teodoro Obiang Nguema, no es cosa de hoy. Siendo el hombre con más rango en la jerarquía militar durante la dictadura de su tío Francisco Macías Nguema (1968-1979), se le atribuyen los más renombrados asesinatos políticos registrados durante ésta época. Políticos como Job Obiang Mba, Alfonso Oyono, Buenaventura Ocha Ngomo, Manuel Nzé Mbá y una larga lista, habrían sido detenidos arbitrariamente, siempre bajo falsas acusaciones de tentativas de golpe de Estado y asesinados extrajudicialmente por el entonces teniente coronel, en cuyo poder se encontraban los centros carcelarios de la isla de Bioko, mientras el propio presidente de la república, ya con una psicosis aguda, pescaba ‘bárbos’ en el río Wele, de su poblado natal.
Dos años antes, cuando supo que tenía ya todo bajo control para emprender la revuelta palaciega con el que despojaría definitivamente del poder a su tío, quiso acabar con todos los hombres relevantes del país, incluso aquellos que se encontraban en el exilio. Uno de ellos, según confesó a un amigo español con intereses económicos en el país, era Andrés Moisés Mbá Adá, dirigente de Unión Popular desde 1992.
Como venía haciendo y había hecho poco antes de la revuelta del 3 de agosto, Obiang consultó a su amigo, cuyo nombre queda en anonimato por razones de seguridad, sobre cómo podía eliminar a Andrés Moisés, como hoy, exiliado en España. Éste se puso en contacto con sus paisanos para tramar el asesinato del opositor.
El escuadrón contactado desde España, elaboró un presupuesto que ascendió a 2 millones de las antiguas pesetas, una cantidad, si no menos, muy significativa en la década de los 70.
Como entonces el “paupérrimo” teniente coronel no podía disponer, él solo, de tal cantidad de dinero, decidió presentar el plan a su tío, el presidente Macías Nguema, atrincherado ya en su poblado de Nzangayong-Esangui, Mongomo, desde donde creía dirigir y controlar la nación.
Bajo la excusa de que el ‘simple’ exiliado Mbá Adá representaba un peligro para la seguridad nacional y la estabilidad del régimen, Obiang presentó a su tío el plan que tenía entre las manos, para obtener la cantidad de dinero necesaria para ejecutarlo.
Macías, que tenía cierto sentido de Estado, muy por encima de su sobrino, inclinó con la cabeza y le inquirió: “¿sabes lo que son 2 millones de pesetas, o cuántos programas se pueden materializar con 2 millones de pesetas, como para invertirlo en una cuestión banal como asesinar a un simple exiliado?”. “No creo que ni Mbá Ada ni ningún otro guineano en el exilio constituyen una amenaza para la seguridad del Estado y máxime cuando han huido del país”...
El teniente coronel que creía cumplir con su deber de ‘defender’ la patria ante las amenazas exógenas, salió mal humorado de la audiencia. Lo concibió como una humillación, al decir de él en sus círculos íntimos.
Sin embargo, no abandonó el plan. De regreso a Malabo, volvió a reunirse con su amigo, el empresario español. Le reafirmó su intención de llevar adelante el plan, porque su tío no estaba suficientemente informado del peligro que representa dicho personaje para la seguridad del Estado, de la que era ya casi el máximo garante. Le obligó a encontrar los 2 millones cuanto antes, que le serían recompensados por la exención de tasas fiscales en sus actividades comerciales.
El empresario se quedó asustado y optó por elevar el caso a una autoridad civil jerárquicamente superior al Tecol Obiang Nguema. Sería dicha autoridad quien le convocaría por segunda vez y textualmente le advertiría que no era quién para contradecir al presidente de la república ante un tema tan delicado y relevante como asesinar a un opositor exiliado en España.
Solo cuando se sintió impotente, primero por que ya no podía llevar a cabo el plan y segundo por la negativa de su amigo en buscar los fondos, decidió por una posición intermedia, consistente en hacer la vida imposible a las actividades comerciales de su amigo, una manía que dura hasta nuestros días. Gran parte de los bienes de este español han sido expropiados por la familia presidencial, mientras el mismo Obiang reserva especial odio contra él, por ‘desacato’ a la autoridad, en 1977.
El instinto criminal de Obiang no ha variado, desgraciadamente sería alfado, por la ineptitud de unos cuantos oficiales, a líder del Consejo Militar Supremo constituido tras la revuelta presidencial, a pesar de la resistencia de otros, como los paramilitares, Gregorio Esono (Endang) y Carmelo Owono (Cona), asesinados en 1982 por supuesto intento de golpe de Estado.
La osadía del entonces Tecol, es el prolegómeno de los numerosos casos de asesinato y de secuestro a exiliados políticos en los países vecinos. Es más, no es de extrañar su intención de incursionar, hasta en España, con su terrorismo de Estado. En la actualidad, la justicia española está destapando la incursión terrorista del déspota guineano en el país europeo, tras la detención de cuatro sicarios colombianos y tres empresarios españoles, presuntamente implicados en una red mafiosa y criminal destinada a eliminar físicamente a varios opositores guineanos exiliados en España, entre ellos, Bonifacio Nguema Esono y Germán Pedro Tomo, dirigentes de Fuerza Demócrata Republicana (FDR) y Severo Matías Moto Nsá, dirigente del Partido del Progreso (PP) y presidente del Gobierno de Guinea Ecuatorial en el exilio. El 24 de junio, los cuatro sicarios colombianos, en un intento de eliminar a Germán Pedro, cargaron contra su hermano, Manuel Moto Tomo, que fue apuñalado a muerte frente al domicilio de su hermano.
Desde los tiempos más remotos, el actual mandatario guineano siempre ha creído en la vulnerabilidad de España, como bien le adoctrinó su tío Francisco Macías con una consigna revolucionaria: “Si España invade Guinea, Guinea también invade España”. Teodoro Obiang no cree en España ni como potencia ni como un país democrático y de estado de derecho, quizás porque también tiene un jefe de Estado enquistado y aferrado al poder, como él, no precisamente bajo la expresa voluntad del pueblo. “España no me puede hacer nada, quienes creen que los problemas de este país se resolverán en España pierden el tiempo”, ha dicho en numerosas ocasiones, en mítines y discursos públicos.
Fuente: EL MUNI | POLITICA
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