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Editorial

Sanear la sanidad pasa por sanear el régimen político. Obiang debe abandonar antes de que nos mate a todos


publicado por: Celestino Okenve el 15/02/2006 2:33:59 CET

El presidente Obiang ha dado un plazo de un mes a los médicos guineanos para que elijan entre el sector privado o el público, para terminar con el ”doble empleo”, según dijo la nadio estatal.

Obiang, en una reunión con el personal de la salud pública en Bata, dijo que los médicos que tienen clínicas privadas tienen un plazo de un mes para elegir entre continuar trabajando en la función pública o ejercer en sus centros privados. Este doble empleo, en una gran medida, hace que sus pacientes no sean tratados correctamente”.

Añadió que tenía denuncias de la población que le informaba que perdían a sus seres queridos por falta de cuidados porque hay médicos que no quieren asumir sus responsabilidades en los hospitales públicos, en una clara crítica a ciertas personas de la sanidad.

Según fuentes hospitalarias, una mujer joven ha muerto recientemente en el hospital general de Bata en una ”situación de extrema inatención”. La mujer tenía necesidad de oxígeno pero en ese momento no había ni una sola botella de oxígeno en todo el hospital.

Todos los médicos en Guinea, guineanos, cubanos, etíopes e incluso los españoles de la cooperación sanitaria, recurren a los centros privados para realizar sus funciones con mejor calidad y con más ingresos.

El sueldo de un médico del sector público es de 382 euros. Los empleados del sector petrolífero titulados universitarios cobran entre 1200 a 3000 euros al mes. Y se supone que la salud de estos empleados está en manos de los médicos. Lo ministros y altos cargos tienen sueldos que superan los 3000 euros mensuales, sin contar con los sobresueldos que obtienen en sus empresas privadas y en la corrupción.

Los hospitales de Guinea no disponen de equipamiento ni de medicinas. Los mismos pacientes deben llevar las sábanas, los sueros, las medicinas, las botellas de oxígeno, las agujas e hilos de sutura de las heridas quirúrgicas. Un auténtico escándalo de desorganización, un crimen total. Algo que no existe en ningún país del mundo.
Las enfermeras no atienden si no se les da algo en la mano. Si se termina el suero de los pacientes, las enfermeras no se molestan en cambiar el frasco vacío con el peligro de una embolia que a veces ha matado a más de un paciente hospitalizado.

Tal es la desmoralización y el caos en los hospitales que nadie, salvo los que no tienen medios, se atreve a ir a los hospitales del Guinea. Muchos hombres del régimen regentan farmacias sin tener la licencia adecuada. Anselmo Nsue Eworo, q.e.p.d. insistió de forma inútil que solo los licenciados en farmacia podian regentar los centros farmaceuticos y esta insistencia le supuso caer en desgracia porque las farmacias on un negocio suculento para la gente del régimen. Se habla de que muchos de estas farmacias dispensan medicamentos caducados. No hay inspección farmaceútica.
En Guinea la malísima administración hospitalaria y sanitaria es un gran negocio para los hombres del régimen. Es ahí donde reside la raiz del problema. EL REGIMEN de anarquía impuesta favorece el enriquecimiento de la gente de Obiang.

No es necesario que los médicos trabajen en régimen de dedicación exclusiva. Lo que hace falta es una buena organización, unos gerentes de hospitales que dispongan de un presupuesto concedido por el ministerio de sanidad, presupuesto que debe representar al menos un 20% de los presupuestos generales del estado, sin contar con la parte que debe financiar la seguridad social.

No existe una seguridad social. INSERSO es una caja de piratas donde los gestores, nombrados a dedo por Obiang, han encontrado una mina de oro. La mayor parte de los trabajadores de Inserso son unos inútiles a los que nadie exige nada, ni hay control sobre los servicios que los hospitales prestan a los asociados de Inserso. No hay auditoría ni control parlamentario sobre Inserso, que es una entidad aparentemente autónoma donde solo dicta a ley el presidente Obiang, quien se olvida que la gestión de los organismos autónomos del estado se basa en unas reglas universales y racionales basadas en la gestión empresarial.

En España existen unas leyes de incompatibilidades que no exigen dedicación exclusiva a algunos médicos. Por ejemplo los médicos profesores universitarios pueden -y deben- seguir practicando la medicina en los hospitales. Durante la época de Franco, ante la falta de medicos, muchos médicos de la seguridad social -los de los hospitales públicos- podían por la tarde trabajar en clínicas privadas, siempre que cumplieran con sus obligaciones en los hospitales públicos. Y de eso se trata, de cumplir las obligaciones en los hospitales.

En Guinea no se puede obligar a que los médicos trabajen solo en uno de los dos sectores porque no hay suficientes médicos. Son los hospitales los que deben exigir a los médicos y a todo el personal sanitario a que cumplan sus obligaciones. Y el personal sanitario debe poseer la preparación necesaria y no como ahora donde las enfermeras y auxiliares son parientes de gente del régimen sin ninguna preparación ni titulación.

El personal sanitario auxiliar no cumple con las órdenes de los médicos. Y eso parte de la indisciplina general que obiang ha creado en Guinea. La gente no sigue las órdenes de la jerarquía superior porque al final es la cercanía política la que crea el escalafón real. En estas circunstancias no hay nada que hacer. Bueno, la solución es terminar con la anarquia del régimen, que pasa por liquidar el mismo régimen, dada su incapacidad genética para organizar nada.

Obiang no debe reunirse con los médicos. Debe pedir la cabeza del responsable del jefe del hospital de Bata o mejor, la cabeza del ministro de sanidad. No se debe romper la cadena jerárquica. Por otro lado no son los médicos los encargados de comprar el material ni de vigilar su estado. Hay una organización hospitalaria donde los médicos son unos elementos más, importantes sí, pero en modo algunos los únicos.

En Guinea la muerte no provoca que se tomen medidas, porque la vida para Obiang no vale nada, salvo la suya. Nunca antes el causante de una muerte ha sufrido ninguna consecuencia. Tras la muerte de la joven en el hospital de Bata por supuesta negligencia, se deberían haber abierto dos procesos: uno penal y otro adminsitrativo, para depurar las responsabilidades mediante una investigación. Y el resultado de estos procesos hubiera servido para evitar en el futuro otras muertes por negligencia. Porque puede que la bombona de oxígeno estuviera en la casa de un hombre del régimen o de un militar, pues todos ellos hacen lo que les da la gana sin que nadie les diga nada o les frene su abuso y anarquía.

Obiang no tiene vergüenza. El ministro de transportes causó la muerte de 80 personas y ahí sigue. Tenía que haber sido cesado y sus bienes congelados por el juez para cubrir las responsabilidades civiles de su acción criminal. ¿Donde está el proceso que se debía incoar por el accidente del Antonov?. Seguimos esperando. No es tanto que se indemnice a los familiares, es que hay que hacer las cosas como se deben hacer. Solo un juez debe marcar las indemnizaciones y eso no puede hacerse si no hay un proceso penal y civil abierto tras el accidente.

La muerte por negligencia es causa en los países organizados para la apertura de un proceso judicial.
Que sean los jueces quienes juzguen a los malos profesionales y que sea la administración de la sanidad pública quien se encargue de vigilar el cumplimiento de las normas al personal sanitario. Si eso ocurriera, Obiang solo debería exigir responsabilidades a los que ha nombrado, que deben ser los cargos políticos de la sanidad, quienes a su vez deben tener autonomía y autoridad para el ejercicio de sus funciones.

Los médicos todos deben abandonar el sector público porque es una merienda de negros. Y no ganan ahí lo necesario para vivir con dignidad a causa del robo de Obiang y su gente sobre las riquezas de Guinea.

Quien sobra en Guinea es Obiang. Quien no debería dedicarse al sector privado abandonando el sector público es Obiang y su gente.

Que se marchen y que nos dejen vivir.


Fuente: agencias y propia

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