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Editorial

El gran reto nacional del ´´Post Obiang´´. De la alegria al miedo. (2 de 3)


publicado por: luznegra luznegra el 02/05/2006 13:35:52 CET


Madrid.- 2 de mayo de 2006. A más de uno le interesará que, tras la desaparición de Obiang Nguema como nefasto protagonista que es del triste destino nacional que conoce hoy Guinea Ecuatorial, el país se vea inmerso en un caos, en un río revuelto, en un “totum revolutum”.

La verdad es que más que un hombre necesario e imprescindible para mantener la “PAS” en el país, como se le intenta presentar, Obiang Nguema viene siendo un terrible y peligroso tapón, incrustado en la boca de presa del gran pantano de las libertades del pueblo guineo ecuatoriano. Su desaparición súbita, incontrolada y malintencionada (No parece que vaya a ponerse en marcha mecanismo alguno constitucionalmente establecido; todo son peleas familiares, planes extranjeros de protección de intereses y preparaciones para pescar a río revuelto...) producirá la imparable cascada y suelta de libertades que cabe suponerse en tal situación.

Resulta, en este sentido interesante el gran sentido de responsabilidad que vienen demostrando diversos grupos de la oposición democrática guineana que en los últimos días vienen expresando sus preocupaciones y miedos por lo que pudiera suceder, la explosión de violencia incontrolada que seguiría a una salida incontrolada de Obiang del dique de odio que ha construido en largos 37 años de poder omnímodo.

Conocimos al pueblo guineano en la tarde del día 2 de Agosto de l.979, en cuanto se escuchó por los medios de comunicación la noticia del derrocamiento de Macías Nguema, por un golpe de estado propinado por su propio sobrino, Obiang Nguema.

Pudimos, efectivamente, captar dos actitudes. Por una parte, y aunque el líder del golpe de estado había decretado un rígido estado de excepción y las calles estaban infestadas de militares armados hasta los dientes, el pueblo guineano, desbordado de alegría y gozo por la noticia, saltó, sin posible freno, a las calles; no tanto para burlarse del estado de excepción sino movido por la “loca” e inocente alegría, al poder soltar un largo suspiro y pensar que se encontraba en la salida de un túnel de 11 largos y trágicos años de tiranía.

Los militares, por su parte, parecían haber convertido sus fusiles y pistolas en instrumentos ya no para segar vidas y reprimir a la población sino para proteger y sumarse a la alegría popular. Ambas sociedades, civil y militar, guineanas, superaron sorprendente y modélicamente ese trance. El Consejo Militar Supremo, nacido del golpe de estado, debía de encargarse de encauzar la vida nacional. Desgraciadamente no fue para iniciar cauces diferentes y nuevos de vida, desarrollo y respeto de los derechos humanos, sino para someter de nuevo a las ya maltrechas sociedades civil y militar a una renovada y más cruel tiranía.

El golpe de estado contra Macías Nguema a manos de su sobrino, Obiang Nguema tuvo como pretexto, en palabras del golpista, Obiang Nguema, la “humillación” que él sufría por parte de su tío, el Presidente Macías; y porque Macías había abandonado las responsabilidades de dirección del país, refugiándose en su pueblo de Nzang Ayong. Pero nunca el golpe de estado del 3 de Agosto de l.979 fue para liberar al pueblo guineano ( y así lo confesaría Obiang Nguema al desaparecido Arzobispo Nzé Abuy).

Se sabe ya quién (Omar Bongo) favoreció el golpe de estado del 3 de Agosto y puso en el poder al tirano guineano Obiang Nguema... Este, de inmediato, se encargó de cerrar el grifo, parar la cascada de libertades y de los derechos humanos que el pueblo guineano creía haber abierto. Y ya ha agotado 25 años de poder dictatorial.

Por la sistemática humillación a la que ha sometido en 25 años al pueblo guineano (civiles y militares); porque tiene abandonadas las responsabilidades de dirección del país, inmerso en su millonario avión particular, trasladando de acá para allá, de Banco en Banco, el dinero del pueblo guineano y huyendo de las iras mal contenidas y reprimidas de la población, Obiang Nguema debe abandonar el poder. Las razones y motivos que le obligan a dar ese paso son , desde luego mucho mayores y más abundantes que las que le impulsaron a dar el golpe de estado contra su tío Macías.

Estamos plenamente seguros y por ello pondríamos la mano en el fuego, de que el pueblo guineano ( civil y militar ) preferiría una y mil veces que la desaparición de Obiang Nguema de la dirección de los destinos de ese país fuera pacífica, institucional y organizada. No se les ve a los guineanos preparados y capacitados o dotados de medios para “asaltar” el poder; retirarlo de las manos de la tiranía; y empujar, aunque sea a palos y a pedradas al tirano hacia su retirada, como sucede legítima y dignamente en una y otra parte del mundo.

El de Guinea Ecuatorial es un pueblo ( una y otra etnia ) reducido estratégicamente al miedo, sometido al terror oficial, empujado al odio contenido y colgado del frágil hilo del deseo de verse un día liberado. La comunidad internacional tan pronto le insulta de pueblo muerto y dormido, como se ceban sobre él y sus hijos, cuando amagan con la reacción airada.

En las actuales circunstancias en que todos los visos anuncian no solo la inutilidad supina que para el desarrollo, las libertades y los derechos humanos de Guinea Ecuatorial supone hoy Obiang Nuema; sino, sobre todo la peligrosa situación de vacío de poder que su súbita desaparición podría suponer para el país, nada tan digno y legítimo como que los dirigentes políticos guineanos dispongan de una alternativa suficientemente sensata, firme y consistente para llenar ese vacío.

En el análisis anterior invitábamos al pueblo guineano ecuatoriano a ser protagonista imprescindible del reclamo popular y público del cambio de cosas en el país. A saltar a la calle y reclamar las libertades y la democracia, antes de que una reencarnación de Obiang Nguema se apodere del poder para dar continuidad a la tiranía y al terror oficial.

En este análisis tenemos que recurrir igualmente a la sociedad militar. Esos militares que dieron al mundo una excepcional lección de servicio a su pueblo, el 3 de Agosto de l.979, y que en vez de reprimir la alegría popular se sumaron y protegieron su gozo, deberían estar preparados hoy para que la desaparición de la tiranía desemboque pacíficamente y a tiempo en un proceso de normalización democrática. A nadie se le escapa que los militares guineanos pasan el mismo calvario de desprecios y humillaciones que el pueblo civil (suplantados por fuerzas militares extranjeras de ocupación represora).

A ambas sociedades les une el dolor y la nostalgia de una vida humana y profesionalmente digna. Les debe unir asimismo el propósito de poner fin a tanto y tan largo martirio, sin que se le permita a nadie, ni extranjero ni guineo ecuatoriano, provocar un río revuelto ni un “totum revolutum” que a muchos les gustaría desencadenar para decir al mundo: “ Ya veis, no son capaces de dirigir un país.”



Fuente: Gobierno en el exilio

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