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Editorial

El fetichismo del estado impide nuestro desarrollo


publicado por: Celestino Okenve el 26/06/2006 15:32:56 CET


A nadie se le oculta que Africa viene padeciendo desde los 80 unas graves convulsiones. En todas ellas lo que parece haberse puesto en tela de juicio es el Estado africano.

El Congo-Zaire de Mobutu era una entelequia de estado en los últimos 10 años de vida del dictador que asesinó a Lumumba pensando que lo hacía en bien del estado congoleño que nacía.

Hemos visto que los señores de la guerra han hecho su aparición en Rwanda, Burundi, Sierra Leona, Liberia, Somalia, Costa de Marfil, el Casamance, Chad, delta del Niger, Mali y Sudan. Uno de ellos, Charles Taylor, llegó incluso a ser JEFE DE ESTADO.

Africa, tal como quedó partido y tal como conduce la vida de los africanos -en realidad, tal como lo hacen sus líderes- está poniendose en entredicho por los africanos, porque las cosas no van como deben ir. 50 años años tras las independencias, afloran los problemas que nunca fueron abordados y que algunos pensaban iban a ser resueltos por el Estado.

La pobreza material de los africanos se pensaba que era debido a la presencia del blanco al frente de la economia y de la política. La emancipación podría ser la solución de la pobreza, cuando los africanos estuvieran al frente del Estado africano.

El cambio parecía simple: la guardia colonial se transfomaría en ejército nacional, la delegación de hacienda se transformaría en ministerio de hacienda, la oficina del banco comercial se transformaría en banco central, los políticos serían ministros y en Nueva York la bandera del nuevo estado se colocaría al lado del resto de los estados, la lado de la bandera de la potencia colonizadora, en igualdad.

Se pensaba así que el nuevo Estado obraría milagros. Y si era así, ese Estado bien merecía ser adorado hasta la idolatría. Los africanos se tomaban demasiado en serio ”el respeto a los simbolos de la patria”. En el caso de Guinea, los soldados obligaban a la gente a pararse cuando se izaba la bandera, castigando con la carcel -sin mediar sentencia alguna- a los que siquieran andando cuando sonaba el himno nacional-celestial. El lider negro devenido jefe de Estado se transformaba en dios y al igual que había hecho el gobernador colonial -Jefe de la antigua dictadura colonial- podía disponer sobre las haciendas y sobre las vidas de las personas, en nombre del Estado mágico.

Los africanos no habiamos vivido las vicisitudes políticas de los estado europeos que nos gobernaban. Solo veíamos las efigies de sus jefes de estado en las monedas y billetes y sufríamos ocasionalmente el rigor de su ejército, que estaba formada por ”hermanos” negros. Que fueran los negros encima los miembros del ejercito represor era algo chirriante e hiriente. Pero se pensaba que todo eso era debido a la magia del estado blanco. Cuando los negros tuvieran el ”Estado”, esa aberracion desaparecería.

No fue difícil en Africa asignar al Estado sus atributos mágicos. Para el africano las fuerzas de organización dan vida y poder y el poder se hereda de los ancestros y con él se hacen los actos importantes de la vida. El blanco tenía el poder. Justo el dia de la independencia nos lo iba a traspasar para que pudieramos obrar milagros y solucionar los problemas del negro. El estado era magia y con él se podía hacer magia.

Nadie se planteó entonces qué habia detrás de esa organización -Estado- de la que solo nos llegaban los efectos adversos y que parecía hacer poderosos a los blancos. En nuestra Guinea nadie se preguntó por qué el gobernador general se tomaba tanto interés en que hubiera braceros para producir cacao, un producto que ningún guineano comía pero que parecía tan importante. Y por supuesto nadie se planteó por qué el cacao era tan importante.

Nadie hizo preguntas, nadie sabía qué habia pasado en Europa y en Africa en los últimos 300 años. Solo unos pocos sabían que el jefe Zomo Motú m´Abegue se enfrentó al administrador de Mikomeseng cuando éste obligó al cultivo del café y a la cesión de tierras a los finqueros. Solo el hijo de éste, Enrique Nvo, sabía que por ahí llegaría el dominio del blanco. De ese enfrentamiento en los años 40 salieron castigados el mismo Motú -que fué confinado en Fernando Poo- Enrique Nvo que fue expulsado del cuerpo de maestros, un capataz agrícola bubi y dos compañeros suyos destinados en Mikomeseng. De esa historia, epílogo de una lucha desigual que los africanos habían perdido entonces, nadie se acordaba ya. Solo se sabia que Nvo y otros fueron los precursores de la lucha por conquistar el poder del Estado para los negros.

Nadie dijo que al día siguiente de la independencia se destruyeran las fincas de cacao, que habían causado inidirectamente la muerte y el sufrimiento de tantos guineanos, para que tuvieramos de verdad nuestra tierra. Parecía una contradicción que la economía que había causado la invasión siguiera en pie e incluso protegida por aquellos que reclamaban la independencia.

Nosotros no heredábamos el estado de nuestros antepasados, sino que el blanco nos entregaba un falso totem diciendo que obraba milagros.

Lo peor fue que además de que el Estado no solo no solucionó problemas -seguíamos con el subdesarrollo- creaba muchos más problemas y obligaba al uso continuo del nuevo ejército ”nacional” para mantener el ”Estado en peligro” -En realidad el ejército no era tal porque nunca dejó de ser una policia colonial formada para castigar a los negros-.

El gobernador general estaba para promover la economía colonial, que servía a la economía de la metrópoli pero no era toda la economia del estado metropolitano. La economía colonial por tanto formaba parte de la economia europea. La independencia no rompió el rol de las economias africanas que seguían respondiendo a los objetivos de la economia europea.

El estado europeo y la economia europea formaban un todo unico. Pero en Africa habia una economia colonial a cuyo cuidado estaba un estado africano que no se había dado cuenta de su función esclava.

Cuando los gobernantes africanos estaban promocionando el cacao, estaban en la práctica cumpliendo la antigua misión del poder colonial del gobernador. Y la obra maestra de la inteligencia europea era que conseguían lo que les habia costado imponer a Africa pero ahora, con la independencia, a un coste cero.

Por eso muchos decimos que el Estado africano es una trampa. El gobernante africano que gestiona una cosa que no sabe de dónde viene ni para qué sirve, está cumpliendo una función no autóctona. Asumir la gestión de un enclave colonial -que es lo que segúian siendo los llamados estados africanos- sin darse cuenta de la esclavitud mental que ello supone es un triunfo del dominio mental sobre los africanos. Quizá por eso los dictadores usan el estado africano en interés de ellos mismos, a falta de la burguesía que en Europa era la promotora y beneficiaria del estado europeo.

El estado que se intenta imitar en Africa, el llamado estado-nación de Europa, tiene su propia dinámica: nació de forma interna en Europa para servir los intereses de los propios europeos. Ese mismo estado europeo fue el creador de enclaves para el comercio de esclavos y para obtener materias primas de Africa. Ese estado europeo conoció el desarrollo económico, distribuyó la riqueza entre sus ciudadanos que tenían derechos políticos y creó el bienestar.

El estado europeo evolucionó desde el estado mercantilista (s. XVII) hasta el estado de bienestar. Conservando las fronteras que Europa se trazó en base a las agrupaciones étnicas (pueblos europeos) o en base a las monarquias feudales. A destacar que cuando se habla de estado mercantilista o estado de bienestar estamos haciendo alusión a la faceta económica, que es la determinante, en última instancia, de la organización política. Y no podía ser de otra forma puesto que en condiciones de libertad las personas y pueblos se organizan y asocian para obtener ventajas económicas o bienestar material.

Cuando se critica al estado africano, no se pide que los africanos no estemos organizados en forma de estado o como se quiera. Lo que exigimos es una puesta en entredicho de los fundamentos de las agrupaciones políticas y económicas heredadas del colonialismo. Cuando hayamos definido la organización que queremos y lo que queremos producir -que debe ser para lo que consumimos- entonces habremos dado un paso de gigante en nuestra historia.

Quiere decir que no conseguiremos el desarrollo económico con el estado africano actual. Eso significa que tanto la organización interna como las fronteras coloniales pueden ser cambiadas sin que ello se entienda como un sacrilegio. El desarrollo económico solo será posible con una estructura económica no colonial que vertebre las sociedades africanas.

Las guerras y matanzas que hay en Africa, así como el mantenimiento del subdesarrollo y la difusión desenfrenada del Sida son signos claros del fracaso del estado africano, que no sirve a los intereses del africano.

Los africanos conscientes decimos que el estado no es un dios o al menos no es nuestro dios. En realidad estamos diciendo que es un falso dios porque al carecer de las condiciones que caracterizan a un verdadero estado, no podemos obtener de él las virtualidades poderosas que tiene. El estado africano no solo no protege al africano sino que le mata. Aquellos dictadores que matan a sus hermanos para defender un estado que solo les beneficia y todo ello en nombre de un falso estado, deben se condenados como en su día se condenó al colonialismo.

Cuando un dictador como Obiang empobrece a los guineanos o cuando se apropia de las riquezas del país en base a una soberanía de estado, sin que existan unas organizaciones sociales que le quieten el poder usurpado, es que hay un grave problema. La debilidad de la sociedad africana, un objetivo conseguido del poder colonial, es la fortaleza del dictador africano y es al mismo tiempo la debilidad del potencial estado africano. Cuando hay que recurrir a la guerra o a la violencia para reclamar los derechos, como ocurre en gran parte de Africa, es porque el estado africano no existe, ya que el estado real dispone de herramientas para el acuerdo político y social, mecanismos de negociación y de equilibrio.

Seguimos reclamando la refundación del estado africano o la desaparición del patológico estado en favor de las agrupaciones regionales como la CEMAC (africanizada). Y seguimos reclamando una reforma estructural profunda de nuestras economías para que se abandone el papel de economías de enclaves coloniales productoras de materias primas para occidente. Todas esas reformas no serán posibles con las dictaduras actuales, que son dictaduras coloniales al servicio de los intereses europeos. Un estado o cualquier organización sociopolítica no se erige de la noche a la mañana. Pero se puede por ejemplo poner el germen de lo que puede con el tiempo ser un verdadero estado, si se coloca en el altar al único dios de cualquier estado verdadero: El Hombre (africano), único hacedor de milagros.

Nvo e ´Zang Okenve

Fuente: propia

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Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos

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