En las últimas semanas circulan rumores de que determinados políticos han decidido retornar a Guinea Ecuatorial y de hecho parece que se confirma o al menos no se ha producido un desmentido por los interesados. Cabe preguntarse si es que algo ha cambiado en la forma de actuar del gobierno o, para mejor esclarecer, la conducta de quien dirige con mano férrea y represora los destinos del país africano para que estos políticos decidan dar ese paso. A juzgar por lo que se sabe y lo poco que trasciende de Guinea no se han producido cambios apreciables en las maneras de un presidente, Obiang, quien elección tras elección ha demostrado no tener ningún reparo ni respeto por sus adversarios en aspectos puntuales y elementales de todo proceso electoral transparente (para qué enumerarlos si de todos son conocidos).

A cualquier observador que siga de cerca como se ha desarrollando la historia interminable del proceso de transición guineano no se le puede olvidar que dicho proceso ha sido abierto, concluido o vuelto a reanudar según la voluntad y circunstancias consideradas por el que se autonombró árbitro y moderador del mismo: Obiang.
En todo caso lo que sí se puede apreciar, a pesar de las muchas violaciones perpetradas hacia la población en general y la oposición-disidencia en particular, es que Obiang ha salido fortalecido desde que iniciara ”su” inexistente proceso a la guineana para la normalización política, social, de desarrollo real y el respeto de los más elementales derechos humanos.

No es intención de la que esto escribe inmiscuirse, criticar o poner en tela de juicio las decisiones de los guineanos que vuelven a su país. Esa es una cuestión de la que ellos tendrán que responder ante los que les pidan explicaciones o consideren oportuno darlas. Siempre he respetado la libertad del ser humano que es, en todo caso, el responsable de sus acciones y quien disfrutará o padecerá y en definitiva debe asumir el resultado (acertado o erróneo )de las mismas. Pero sí que considero - a nivel personal y tras la experiencia vivida- que la vuelta a cuentagotas de algunos políticos al país sin que se hayan establecido con anterioridad determinadas reglas y compromisos puede ser, como mínimo, arriesgada y no contribuye en general al cambio tan esperado y deseado por la población en restablecer sus derechos y dejar de padecer la dictadura en la que está inmersa tantos años. Como no beneficia tampoco -en la dirección antes señalada- los pactos de algunas formaciones con el régimen para que se les permita figurar como partidos opositores en el interior sin exigir escrupulosa y claramente el cumplimiento de la Ley de Partidos y la absoluta libertad en el ejercicio de sus actividades en todos los sentidos. ¿Quizá se están cumpliendo estas reglas y no nos hemos enterado o, por el contrario todo vale con tal de estar ahí como invitados de piedra, sin que se tengan en cuenta las propuestas elevadas a un Parlamento de 98 contra 2 ? ¿Es así como se contempla ejercer la oposición en cualquier país del mundo aunque se trate de una democracia aún no consolidada y con más vaivenes que la cintura de una avispa? Para estar “sin estar” es mejor NO ESTAR. A no ser que los dos escaños mostrasen realmente la libre voluntad del pueblo cuando fue llamado a las urnas. Y eso todos sabemos que no responde a la realidad expresada por los electores quienes se vieron, una vez más, reprimidos, amordazados, por el mismo que las convocó y las volvió a “ganar”.
Como he señalado anteriormente cada uno es responsable de sus propias decisiones, pero en política no debemos, si es que nos consideramos demócratas, criticar, marginar y en muchos casos descalificar a quienes no comparten nuestros puntos de vista y mucho menos desarrollar la política del avestruz al no dar explicaciones de nuestra actuación ni mantener relación alguna con otros partidos, que aun en el exilio, dicen estar trabajando para la misma causa: la democratización de Guinea Ecuatorial.

Solo voy a citar algunas condiciones irrenunciables que deberían defender por encima de todo los que retornan al país si con ello quieren que su seguridad y contribución a un auténtico desarrollo en Guinea se materialice y haga realidad. Deberían ser exigencias comunes a todos los que dicen trabajar por la democratización del país, comenzando por los partidos en el interior y que daría sentido a su permanencia-presencia en las instituciones y por supuesto cara a unas elecciones libres y transparentes: libertad incondicional a todos los presos políticos y en su caso un juicio justo para aquellos cuyas imputaciones cuenten con pruebas fehacientes de haber sido contitutivas de delito; amnistía general para todos los exiliados garantizada por instituciones internacionales; un proceso electoral transparente que cuente con observadores de probada solvencia al que todos los partidos concurran en igualdad de condiciones, en plena libertad del ejercicio político; legalización de todos los partidos que reúnan las condiciones exigidas sin demonización previa de siglas y líderes. O sea, restitución de los ilegalizados con concurrencia de sus líderes naturales y legítimos; elaboración de un censo que recoja rigurosamente el índice de población; nada de voto público, exijan que cada papeleta depositada en la urna responda a la libre voluntad del elector, etc., etc.

Estas condiciones son indispensables como punto de arranque de todo proceso de reconciliación y rehabilitación con visos de voluntad en llevarlo a cabo. Si así se hiciese, aparte de contribuir a la transformación de Guinea a un Estado de Derecho sería la mejor campaña para demostrar al país (a todos) la voluntad firme y sincera en conseguir los objetivos que se dice perseguir, así como sacar a Guinea de la situación estancada en la que se encuentra.

Obiang no cambia o al menos no lo ha demostrado en la dirección deseada. Muchos de sus adversarios políticos y disidentes de su régimen lo han sabido y lo saben. Y a los hechos nos podemos remitir. Obiang ha creado muy sabiamente y con medios, -los que hurta y no disfruta el pueblo-, un ambiente de cierta “normalidad” que le ha dado tiempo para armarse y seguir reprimiendo.
El tiempo ha jugado en contra del que se le ha opuesto, aunque no forme parte de la política. Muchos andan como parias (con todo el respeto) por los países receptores del exilio pero se niegan a volver porque conocen muy bien que con Obiang no valen ni las promesas ni los pactos. Además, nunca podrán ser ellos mismos y disfrutar de la libre opinión siempre y cuando ésta diste de la que tenga el “árbitro y moderador de Guinea”. He visto y sabido cómo hombres que podrían haber aportado un gran beneficio a su pueblo en muchos sentidos, han ido cayendo en picado, desesperanzados, perseguidos, decepcionados, enfermos,impotentes para cambiar la situación de Guinea a pesar de los años dedicados a ello. Unos han muerto en la mayor indigencia y soledad, dentro y fuera, antes de ver realizado su sueño de una Guinea mejor y libre. Otros siguen encadenados en las prisiones del país sin que nadie levante la voz firme, enérgica para su liberación. Aquejados de enfermedades combatibles en condiciones normales no gozan de la asistencia médica necesaria y van muriendo lentamente al igual que lo hace su esperanza de una Guinea libre y justa. Ahí están; olvidados, pero no vencidos.

Rafi de la Torre, apostando siempre por la libertad de expresión y por el periodismo independiente.



Fuente: Rafi de la Torre

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