ES MI CONVICCIÓN
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Texto traducido en español y publicado en Francés en Enero pasado
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Por Manuel Rubén N’Dongo, escritor Franco-Africano, Consultor político. (Reflexión sobre la Sociología política de reconciliación)
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Madrid, 20 de Marzo de 2007


REFLEXIÓN: ¿Qué es la reconciliación y qué significa? ¿Qué sentido y qué valor conceder a esta noble frase, tan vieja como el mundo?

Hablemos de ello.

Desde siempre, en las comunidades humanas de todo tipo y condición, la “reconciliación” ha sido el paso previo a la consecución de la Paz. Al tiempo que también un trampolín que permita “enterrar el hacha de guerra” cuando los pueblos se estén desgarrando. El saludo de la reconciliación permite así, por su originalidad, trascender las divisiones tribales y racionales de los grupos enemigos aquejados por el terrible Síndrome del odio étnico mortal.
Pero antes de proseguir nuestra reflexión sobre la reconciliación, y para comprender un poco nuestra historia, veamos cómo y por qué los actos de reconciliación yɔ de coexistencia pacífica han servido a la gran epopeya humana de nuestro tiempo.

Definamos en pocas palabras la reconciliación

Remontándonos a nuestros no tan lejanos orígenes, tomando en consideración únicamente desde la aparición de la escritura y del conocimiento, ya consta su génesis tanto en el antiguo como en el nuevo Testamento, libros ambos conocidos entre otras cosas por su componentes alimentados del conocimiento. Así, la reconciliación es la salvación.
Pero salvación, ¿De qué salvación se trata? ¿Salvación de qué y de quién? ¿Para beneficio de la Humanidad? ¿Y para qué hacerlo?
El Término evoca “La reconciliación como un hecho de un individuo en su camino hacia la casa del Creador de todas las cosas”, y de este mismo Creador supremo de todas las cosas hacia su pueblo, de su participación común a la vez en una comunidad reconciliada y reconciliadora. De hecho, desde este punto de vista ético, la salvación por medio de la reconciliación puede ser alcanzada en su plenitud más allá de las luchas, de las querellas, de la insignificancia y la mortalidad que caracteriza a este mundo.
En la lectura de los textos del Antiguo y Nuevo Testamento se constata que están llenos de enseñanzas no solamente en el sentido de la vida y de la moral, sino también en las relaciones que los Estados mantienen con sus ciudadanos; de las relaciones entre los individuos y sus vecinos ¡y aún de las relaciones entre los enemigos yɔ las personas que no se aman o respetan entre ellas! Los miembros de una familia en conflicto, los patrones y servidores de la nación, los representantes del gobierno, etc.
Por otra parte, nuestros métodos de gobierno de los países, tanto en Oriente como en Occidente, no están distantes de los textos antiguos anteriormente citados. Porque nuestra cultura judeo-cristiana está profundamente impregnada de religiones monoteístas, ya sea creyente o agnóstico. Los hechos están ahí. Sobre la “Salvación de la reconciliación”, las leyendas recogidas en los textos bíblicos por Jaques de Vorágine (Orden de los Hermanos Predicadores) nos ilustra sobre el asunto: “El tiempo de la reconciliación es aquel en que el hombre es capaz de de restablecer la razón, fiándose de su propio orgullo para entenderse con su prójimo, y de hablar son su enemigos o sus semejantes para el bienestar de la comunidad”.
En la historia contemporánea se encuentran numerosas experiencias de la reconciliación que ha hecho progresar la paz permitiendo a ciertos pueblos, enemigos en otro tiempo, hacerse para siempre hermanos o amigos. Este es el caso de la reconciliación franco-alemana tras la segunda guerra mundial y que aún perdura.
Por nuestra historia aprendemos igualmente que otros pueblos del mundo han recogido los mismo desafíos; comencemos por comprender las vicisitudes de la segunda república (francesa) y el nacimiento económico de Francia con Luis Napoleón bajo el signo de la reconciliación.
En efecto, después de los traumatismos de 1848 que habían desorientado a la Francia bonapartista, la primavera de 1852 marcó al fin la entrada de una fase de reconciliación del poder con la nación. El pequeño príncipe-presidente emprende una serie de iniciativas, comenzando por la abolición del estado de sitio (28 de Marzo); después la paz social para permitir la revitalización de la economía y la expansión de Francia. Paralelamente fueron tomadas importantes medidas tales como por ejemplo la atribución de 30 millones de francos para la construcción de viviendas sociales, a las obras de caridad, a las cajas de sociedades de socorro mutuo, etc. ¡Pero esto no es todo! Porque Luis Napoleón se desvive para relanzar la actividad industrial y financiera.

Desdeñando su orgullo, se rodea de intelectuales afines o no y de ricos y emprendedores banqueros. Los Rostchild, Schenider, Perenne y otros formaban parte de ese grupo que apoyaba las reformas del pequeño “príncipe-presidente”. La audacia de Luis Napoleón Bonaparte permite el relanzamiento de la Bolsa y la reanudación del crédito a la inversión. La política industrial estaba orienta hacia la reactivación de las actividades de todos los azimuts, como por ejemplo las grandes obras ferroviarias, las que favorecen los cambios y estimulan los sectores mineros y metalúrgicos. Igualmente se extirpó de su carácter medievalista a la agricultura francesa. Además, se pacificó el mundo obrero por causa de la reactivación industrial. La primavera de 1852 da así nacimiento a un crecimiento económico fuerte, preludio de una fase de expansión que ha hecho olvidar las preocupaciones económicas que Francia había conocido unos años antes. Así, Luis Napoleón gana su apuesta de la reconciliación.
En la historia de los pueblos otras voluntades humanistas han sido atraídas por el espíritu y el viento de la reconciliación. A título de ejemplo, hasta 1994 Sudáfrica estaba gobernada por un régimen político presidido por la minoría blanca, estableciendo un gobierno basado en el Apartheid. En Febrero de 1990, Frederik de Klerk, presidente de la república sudafricana en el poder desde Septiembre de 1989, lanzó una política de reconciliación nacional de gran envergadura. La legalización de las organizaciones opositoras al régimen del Apartheid y la liberación de los presos políticos del que Nelson Mandela, dirigente histórico del ANC (African National Congress), marcarían el primer paso hacia una reintegración de la población negra en la vida política sudafricana, cosa impensable anteriormente.
En 1960, Martin Luther King, pastor predicador en una iglesia Bautista en Montgomery (Alabama, USA) tomó parte decisiva en la dirección nacional del movimiento por la igualdad de derechos civiles. Después de haber puesto el acento en la reconciliación, el pastor “negro” reclamó el cambio de las mentalidades para alcanzar la igualdad racial en Estados Unidos. Por sus discursos moderados, el reverendo Luther King permitió asegurar que en la no violencia residía el fundamento de su pensamiento (Nota del traductor: En contraposición a otros lideres y movimientos negros de su época, como Malcom X o los Panteras Negras) para construir una sociedad en Norteamérica multirracial, más justa y sobre todo reconciliada.

De regreso a la situación política eguatoguineana, la cual nos incumbe desde ayer a hoy, estoy tentado a imaginar que la “salvación” puede resultar el último recurso para la paz.
Si Guinea Ecuatorial vive tras varios años en una situación trágica de “No-dialogo” constructivo, esto es debido a que ella misma no ha sabido aprovechar las ocasiones y oportunidades que se le han ofrecido para avanzar en los debates que reconcilian los espíritus de los hombres. Complica aún más la situación del país la ausencia de cultura política y la singularidad étnica tribal propia de la zona. Poblada principalmente por los Fang-ocack, los Fang-N’toumou, los Bengas, los N’dowes, los Bujebas, los pigmeos (en su parte continental), los Bubis, los Creoles y los Annobonenses (en su parte insular), los primeros dirigentes políticos de Guinea Ecuatorial no supieron hacer frente a las especificidades étnicas y socioculturales propias del país con objeto de arraigar las bases de un proyecto de sociedad fiable que habría permitido integrar a todo el mundo en la gestión de los asuntos públicos sin sectarismo ni nepotismo. Desgraciadamente, nosotros, hombres y mujeres del poder y de esferas cercanas, apoyamos el sistema existente después de la descolonización, estamos contentos de realizar el bricolaje constitucional y los arreglos políticos que sean necesarios para mantener en funciones de gobierno a ciertas personas por criterios puramente étnicos que resultan no ser otra cosa sino racismo yɔ Tribalismo. Y sin embargo para que la Democracia y la reconciliación arraiguen serán necesarias más que simples medidas de nombramiento político; porque la reconciliación, así adquirida sobre unas bases sanas permitiría juntar los diversos grupos sociales para que formen parte de un vasto espacio político nacional, encargado no únicamente de decir “si” al unísono, sino también de construir un único pueblo, una única nación, un único régimen político plural y sobre todo profundamente desdramatizado.
¡Y es allí donde debemos estar! Allí está Guinea Ecuatorial, estancada, en el centro de ninguna parte.

A falta de perspectivas inmediatas de apertura política –la “ayuda” del boom petrolero- aquí o allí, en otra parte y en la misma Guinea Ecuatorial, cada individuo a grupo social afina su propia estrategia de conquista o reconquista del poder con un único y excluido fin: Apropiarse de las riquezas nacionales, reproduciendo los efectos perversos de violencia política, de venganzas estériles y de atrocidades en contra de los individuos y de los grupos étnicos que se detestan entre ellos.

Y sin embargo, el país espera. Espera que “algo” se mueva en el buen sentido para poder sacar al país de la pobreza, el subdesarrollo y la división étnica.
Personalmente pienso que es necesaria otra técnica política en Guinea Ecuatorial; que se establezca el sentido de la familia, de la unidad nacional, de la coexistencia fraterna entre los diversos grupos sociales. Es necesario que cesen las estúpidas querellas engendradas por ese atávico Tribalismo que siempre ha alimentado los espíritus de todas las tribus de Guinea Ecuatorial. Es necesario igualmente cesar de subestimar a los insulares, tratados desdeñosamente de alcohólicos (cuando no directamente de borrachos consumidores de Topé); el resto de etnias deben saber que loa Fang no son simples “copas-garganta”. En fin, es necesario cesar de imaginar que si un Ocak, o su descendiente, ascendiera al poder en Guinea Ecuatorial, iniciaría una venganza contra el resto de etnias o contra personas en concreto. Mantener estas tristes ideas de luchas fraticidas bajo en trasfondo de pensamiento retrógrado constituye a mis ojos severa confesión de debilidad intelectual, aquella que desea enjaular el conocimiento y el saber.
No se trata de moral política, sino de introducir la violencia en los debates ideológicos. Porque los verdaderos valores de la democracia política consisten en proteger a todos los ciudadanos, cualquiera que sea su condición (en el sentido más amplio posible); los verdaderos valores de la libertad política en un Estado de Derecho son los de respeto, pero también los de aplicación de los Derechos Humanos reconocidos por la Asamblea General de la Naciones Unidas, tal y como se define en su declaración universal.
El verdadero poder político que emana de la democracia es el del pueblo: Esto consiste en dar la palabra a todo el mundo, en aceptar la división del poder (según el canon clásico de Legislativo, Ejecutivo y Judicial) y de las responsabilidades públicas; darle la oportunidad a cada uno de, desarrollar la economía del país, reinsertar a las personas más desprotegidas de la sociedad por cualquier clase de motivo, natural o sobrevenido, y sobre todo sin ninguna clase de discriminación. Gobernar es así prevenir contra los peligros de la sociedad. Y esto se consigue asumiendo, encarnando la unidad, ser el hombre de la tierra que concilia y congrega en torno suyo al pueblo.

En la búsqueda de los equilibrios institucionales para el mantenimiento de la cohesión social, es necesaria una gran habilidad política para encontrar a los hombres y mujeres necesarios para sacar al país de la crisis. Estas personas de alta calidad deben ser escogidos no por razón de su pertenencia a un grupo o etnia social determinado, sino en función de su competencia y capacidad política y de la voluntad que les anime para promover los cambios sociales y económicos indispensables en una sociedad de progreso.
Pero nosotros hemos tenido tendencia a imaginar que nombrando un Primer Ministro étnico sería bastante para trascenderlas divisiones tribales y arreglar los problemas étnicos del país.
¡Error!
Nos encontramos bastante lejos de ese cuento de hadas, como ahora veremos.
Durante 28 años (1979-2007) de régimen político tras Francisco Macías N’guema, Guinea Ecuatorial a conocido al menos seis primeros ministros de carácter étnico, todos ellos nacidos de un mismo movimiento tribal, el Bubi: Eulogio Oyo, Silvestre Siale-Bifeka, Cristino Seviche Malabo Bioko, Cándido Mautemas Rivas, Miguel Abía-Biteo,…;lo cual nos viene a dar una media de un Primer Ministro por cada cinco años y cuatro meses. Resultado: Guinea Ecuatorial se lleva mal, tanto en Malabo (zona insular, de donde eran originarios los Señores citados) como en la parte continental, donde las poblaciones Bubis, Fang y Annaborense malviven entre miserias y enfermedades, preguntándose donde están las bonanzas económicas de los sucesivos gobiernos Bubis. 27 años a la cabeza de los asuntos del país que arrojan unos resultados nulos.

Esta constatación es espantosa. El enriquecimiento ilícito de estos señores ha desecado las arcas del estado. En lugar de consagrarse a aplicar una política de reconciliación nacional y de enderezamiento económico, primeramente le cogieron el gusto al cebo de la ganancia, arramblando sistemáticamente del Tesoro Público con objeto de llenar sus cuentas públicas, principalmente situadas en el extranjero (¡Como no!), sobre todo en Nigeria, país líder mundial en corrupción.

Es seguro que surgirán voces que me digan: “Sr. Rubén N’dongo: Estos señores fueron nombrados principalmente para divertir a la galería. Pero cuando realmente fueron nombrados un puesto de responsabilidad, como es el de Jefe de Gobierno, es considerable el negociar las condiciones de ejercicio de sus nuevas funciones, y si se advierte su incapacidad para conducir una política de carácter responsable, pues bien: Que asuman las consecuencias de su negligencia, o sea, que se plantee su dimisión.”. Ahora bien, en mi conocimiento y experiencia ninguna de las personas anteriormente citadas ha presentado su dimisión al Presidente de la República por desacuerdos políticos de uno u otro.
Desde la nominación del último Jefe de Gobierno-Primer Ministro (hace ya varios meses) se han elevado ciertas voces aquí o allá para estigmatizando esta decisión. Pero yo no comparte esta decisión, porque nada impide que un Fang sea Primer Ministro si se trata de alguien que reúna las condiciones necesarias para enderezar la situación económica, construir la paz, establecer la democracia real y efectiva y reconciliar a los diversos grupos sociales que componen la sociedad de nuestro país. ¡La designación de un jefe de gobierno no debe de ser asimilada a una nominación étnica de una función “a’ vie”! Lo mismo que dicha designación no puede hacerse sobre la base de criterios étnicos, seguro que las competencias y la voluntad de la persona nombrada han de someterse a la ética de la sociedad para estar simplemente al servicio de la Nación y de todos los ciudadanos, sean de la raza que sean.
Pero la cuestión a poner efectivamente sobre la mesa es saber si el nombramiento del actual Jefe de Gobierno corresponde al espíritu que espera del pueblo de Guinea Ecuatorial la comunidad internacional. Se puede uno preguntar también si este hombre tiene la voluntad política para cargar con cualquier cosa, o bien está ahí situado simplemente como sus predecesores, sólo para fortalecer su riqueza y hacer girar las planchas impresoras de billetes en provecho de sus intereses personales.
¡Todas las cuentas están hechas; Guinea Ecuatorial sigue esperando el hipotético cambio!
Queridos conciudadanos: ¡Si queremos operar cambios sustanciales, debemos hacer frente a la historia antes que huir! Debemos aceptar el afrontar las realidades políticas de nuestro tiempo para poder escribir las más bellas páginas de nuestra historia.

Sean cuales sean las responsabilidades públicas, si fallamos en el lenguaje y en nuestras propias imperfecciones para poder gobernarnos correctamente, nos fallamos a nosotros mismos. Nosotros, hombre y mujeres de la cosa pública, debemos ir por delante de la escena para poder hablar de lo verdadero; pronunciar aquellas palabras que cambien la vida y el destino de todo un pueblo que espera la salvación después de un largo sufrimiento. Nuestro deber es también asumir nuestros errores y engaños sobre muchas cosas, que hemos cometido errores e imperfecciones en la gestión de los asuntos públicos, y que pedimos un GRAN PERDÓN por ello, perdón que emana de nuestro mismo pueblo, al tiempo que nosotros también debemos perdonar a nuestros adversarios, que no enemigos, con el único fin de avanzar en el buen sentido. Porque si rehusamos sistemáticamente afrontar la historia frente a nuestras propias contradicciones, arriesgamos, al mismo tiempo que la misma historia, la oportunidad de juzgarnos por no haber sido valientes al hacerlo. Porque hemos tenido miedo de mirar a los ojos a nuestros adversarios políticos para decirles nuestra verdad.
Es seguro que el apetito de la ganancia, del dinero fácil, rinde ciegamente hasta que no queden más opciones que rendirse a la evidencia; que la vida es un juego en suma nulo. Una inmensa rueda giratoria, un juego del gato y el ratón. Porque si éste último puede correr hasta 90 días sin ser atrapado, llegará el día en que el gato terminará por encontrarle y atraparle, al encontrar los fallos que el pequeño roedor tenga en su estrategia y dará con sus huesos en el polvo.
Así, del mismo modo que no soy partidario del método fuerte y musculoso en el juego político, el cual no debe ser sino sano y transparente, así tampoco soy partidario de impedir a cualquier grupo político de Guinea Ecuatorial que actúe de la manera que más oportuna considere, ni de arrebatarles las llaves del juego político por sus malas acciones pasadas.
De lo que si me siento plenamente culpable es de haber lanzado, con el máximo de tiempo como me sea posible, un llamamiento a la reconciliación y a la reunión del pueblo Ecuatoguineano, con el fin de que juntos podamos alzar los grandes retos para construir el porvenir de nuestras futuras generaciones; porque ellas no tienen derecho a sufrir por nuestras irresponsabilidades, no deben de llegar a ser víctimas de nuestras incoherencias y de nuestra cobardía política y/ nuestra avaricia.

¡Queridos conciudadanos, salvemos a esta generación futura! Otorguémonos los medios políticos e intelectuales para actuar rápidamente en este sentido. ¡Yo os incito a la reflexión para enriquecer los debates políticos que agitan los espíritus del País! Y en un espíritu de Responsabilidad, abramos los ojos para encontrar el camino sano que nos permita estar unidos para construir nuestro común porvenir.

Manuel Rubén N’dongo
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(Traducción de A. Martínez y S. Ruiz; la responsabilidad de las alteraciones sufridas por el texto original respecto a la lengua francesa son única y exclusivamente de Sergio Ruiz, abogado. Aún cuando la intención de dichas alteraciones ha sido única y exclusivamente semántica yɔ gramática, y nunca política o con un interés personal.)




Fuente: S. RUIZ (Abogado Español)

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