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Editorial

DEMASIADOS MALOS Y MALES


publicado por: misisim Ebu el 19/04/2007 8:43:36 CET

DEMASIADOS MALOS Y MALES

Guinea Ecuatorial tercer productor de petróleo del África Central, baja en sólo un año del puesto 109 que tenía el año pasado, al 121 que ocupa actualmente en el Índice de Desarrollo humano (IDH). La esperanza de vida ha pasado de 49,1 a 43, 3 años, según la PNUD.

Esta noticia, sacude la poca esperanza y la ilusión de los guineanos que sentimos a nuestra tierra en carne y hueso. Cifras bastantes escandalosas, estremecedoras y contraproducentes si tenemos en cuenta que es un país con indicadores favorables actualmente de crecimiento económico. En una población que no alcanza si quiera millón de habitantes. Un país con posibilidades objetivas de agricultura, explotación de madera y otras tantas y tantas oportunidades, para que éste, pueda ser un oasis en éste mar de tribulaciones, que se llama África.

Hay razones más que suficientes, para cuestionar muchas cosas. Espero que no me malinterpreten. Los datos hablan por sí solos, y los hechos más que demostrables. Hay muchos utópicos ya requetemachacados; “paciencia, que el pueblo crece, las cosas de los palacios van despacio, que cuidado con las ideas importadas, que Guinea es un país joven, etc.…” y todos los preludios y pretextos que suponen mecanismos de defensa y alargar morriña.

Ahora resulta un desquicio que en lugar de caminar hacía delante, pues nos marchamos hacía la decadencia y con saltos gigantescos hacía la degeneración y el recrudecimiento. En un año doce puntos por debajo en el índice del desarrollo humano. ¿No sería el momento para realizar autocrítica sincera a todos los niveles y estamentos sociales sobre la situación de nuestro país?, entiendo que haya comediantes que no creen en las estadísticas de organismos internacionales, así como tampoco creen que vivan consigo mismos con el virus del Sida. Yo sí creo en la validez de estos informes, por eso me preocupan.

Es bien conocido que cualquiera que dice esto, lo pide y lo exigen con más ahínco, le acusan de todo, menos de lo que añora, ver a mi país a la esfera de los países desarrollados y no solo eso sino que se perciba mejora en la esperanza de vida de cualquier ciudadano guineano, por la sencilla razón de que tenemos dinero para ser un país boyante venturoso y próspero. Sabemos que los que son actores y actrices de estas películas no padecen esta indecencia y claro está, son los pocos.

Conociendo lo que es Guinea su cultura sus modos de relación familiar y la idiosincrasia de este pueblo, no creo que nadie pueda obviar el sufrimiento del otro guineano. Si Guinea cuenta actualmente con el 20% de los infectados del VIH, es probable que algún familiar, más bien cercano, esté infectado. Independientemente de eso, que tiene toda legitimidad. El enfermo de paludismo que agoniza en el hospital, el niño famélico que vive con su abuela en condiciones infrahumanas, éste estudiante frustrado que traga todas las litronas o tiras de ‘san miguel’ son familiares de una manera u otra, sangre de nuestra sangre. ¿No es injusto que se le niegue por humano lo que por lo divino la naturaleza le ha ofrecido? Debe ser un peso moral y una carga psicológica esa discriminación negativa. El guineano todavía sufre aridez en un mar de fortunas.

Tanto las calles indecentes de Malabo, llenas de estiércol que obstaculiza la higiene y la salud ambiental, el tráfico caótico las contaminaciones, la falta de una organización y planificación familiar, estatal y religiosa; el mal uso de los bienes público, la violación de las leyes, por parte de los que en teoría las deberían cumplir y hacerlas cumplir, son entre otras la amarga cara de un país sumida a la regresión y desesperación.

Nos horroriza a todos éste sublime informe de la PNUD a la vez que nos tiene que interpelar sobre el futuro de nuestros hijos e hijas. Cabe preguntar si de verdad amamos a nuestro país, si buscamos ante todo el bien para que en el futuro éste país rinda homenaje a sus predecesores.

Hay malos y males que podemos hacer hincapié; como la educación, la salud pilares del bienestar de cualquier comunidad de personas. Si con esto, tenemos en cuenta que el peor índice de la educación se ha registrado en Guinea, con acciones extremadamente delictivas como la venta de notas, abusos a menores, extorsiones a los alumnos, venta de fármacos caducados etc. Sin que los actores de tales actos tengan que asumir sus responsabilidades ante la justicia. Si nosotros no somos capaces de escudriñar los problemas de nuestros países y buscarlos soluciones, estaremos abocados al fracaso.

Seguimos a diario el cinismo de los países desarrollados y por enésima vez, no queda lugar a dudas que no haya ninguna voluntad política ni humana de solventar los males endémicos que azotan los países del tercer mundo. ¿Por qué África y los africanos se empeñan en pensar y actuar de modo tan dependiente, con el hecho de que los problemas de África lo resuelven los occidentales? El africano está muy orgulloso de ser lo que no es, a la par que crítica con dureza las ideas importadas y hechos coloniales, ama desorbitadamente occidente, donde compran casa, pasan lindas experiencias con sus amantes y acuestan con champán francés y el güisqui inglés. Una situación inexplicable, inconsistente y ambigua.

Tenemos, además de nuestra cultura madre, una cultura heredada, la colonial, no podemos negar una evidencia. Pero esta realidad, para los africanos, en lugar de proporcionarnos horizontes amplios, nos arrincona a un pensar vulgar y anquilosada. Que los occidentales son causa y efecto de nuestros problemas. Esto tiene una razón suspicaz, que no tiene la verdad absoluta que todos pensamos. Hemos de ser conscientes, que las verdaderas causas de nuestros problemas y las posibles soluciones que puedan emanar, están siempre en manos de los africanos.

Es hora de introducir otra sensibilidad, otra manera de pensar, otras expectativas y el buen hacer. ¿No sorprende y deshonra que haya tanta enemistad entre nosotros, mientras que en la opinión pública estamos con sonrisas y palmaditas a las espaldas? La sinceridad nos hace libres y el cinismo nos conduce al chasco.


Los informes de la ONU en sus diversas entidades, hablan de situaciones diversas en África. Dentro de los problemas de guerras, hambre, enfermedades, corrupciones, gobiernos impotentes, se añade la fuga de cerebros y la hipotecada vida de los que nos gobiernan, la inmigración africana (la nueva ‘trata de esclavos’), un hecho quizás la más preocupantes por razones diversas. Oscurece el futuro y destruye el presente de África.

Hay situaciones que nos hacen pensar y que nos obligan a una grave grieta de preocupación. Se nos van gente cualificada, la formación de ‘fuera’ vale más que la de ‘dentro’, nuestros hospitales son gestionadas por médicos cubanos, con todos mis respetos; y nuestros médicos de estajistas en occidente; el 80 por cien de la población de Malabo y Bata ven canales de TV occidentales; la clase alta de nuestra sociedad desconfían tanto de nuestra educación como de nuestro sistema sanitario (de hecho viajan constantemente a Europa para curarse y envían a sus hijos a pasar ratos en Ghana); vale cien veces menos un licenciado en medicina en la universidad Guineana que un auxiliar de enfermería en una universidad española.

¿Cómo creemos que un país que vive del arriendo cultural, intelectual, social, sanitario, militar y política pueda desarrollarse? Es momento de abrir los horizontes y hacer un cambio del modo de discurrir y de ponderar nuestras acciones. Hay un falso orgullo guineano que piensa que el vivir en occidente le exime de los derechos y deberes de su origen, que somos antes españoles que guineanos. Hasta muchos obligan a sus hijos no hablar el fang, bubi, ndowe, sus lenguas maternas, a medida que exhiben vanidosamente las dotes culturas occidentales o ‘gringas’.

No muchas veces, a nuestros hijos les negamos por omisión nuestra cultura, lo bueno que de ella hay, identificamos a menudo la cultura occidental o ‘gringa’ con ‘’tipo educado’. A mi juicio no deja de ser una huera y vaga ilusión. Porque la cultura es un hecho inalienable de la persona por el cual no se puede transferir.

Todos nacemos desde una familia, una sociedad, que nos configura de una determinada manera, nos establece unos códigos de conducta, un modo de ser y de entender la vida, por la cual hay que conservar y refundar y por la que se nos conoce. Ya de ante mano los que por razón de raza nos catalogan desde una hábitat cultural concreto, sin atisbo de racismo, nos debe crear un cierto ‘orgullo cultural’ sin que con eso sea desprecio ni negación para otras culturas.

Tenemos, con nuestras manifestaciones variadas mucho que aportar al mundo. ¿Qué sería si la ilusión de todos los occidentales fuese adquirir nuestras culturas? He visto a muchos hermanos africanos y guineanos revelar vergüenza de explicar su cultura o portar hábitos culturales típicos de su zona.

Hay muchas razones en pro y en contra de esta situación a la que estamos ya sumidos, pero tampoco deja de ser razonable que hay que tomar la vía más moderada. Teniendo en cuenta todas las dificultades que esto conlleva. Asumamos responsabilidades de todas las partes y busquemos primero el bien común y universal dentro de los problemas más candentes que amarra a los africanos en general y a los guineanos en particular. Son reflexiones de uno que sueña para que los malos que causan estos males, algún día se hagan conscientes y cambien de rumbo.

Misisim Ebu



Fuente: Misisim

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