REVISTA DE PRENSA

Mientras la dictadura sigue en Gabón y su presidente visto como una emblemática camarilla negra del Elíseo, el futuro de África Central seguirá bailando al son de sus caprichos.

Omar Bongo Odimba, “petit pygmée”

EL MUNI. JULIO-AGOSTO 2004
SÁNCHEZ MEMBA. YAOUNDÉ


Después de añadir el nombre de su padre en los apellidos, ahora se llama Bongo ‘Odimba’. Bautizado como Albert Bernard Bongo, de regreso a La Meca, impuso ‘El Adji Omar’ Bongo, como primacía a la fe mahometana. Sus conciudadanos prefieren llamarlo “petit pygmée” (pequeño pigmeo), por su estatura, que le ‘proporciona’ ficción y cinismo en la política.

Este dictador “intocabale”, mejor “alumno” y “niño” más mimado de París [tras la muerte del francófilo Félix Houphouët Boigny de Costa de Marfil], es un imprescindible brazo derecho de la dictadura de Teodoro Obiang, que le considera como “padrino” político.

En 25 años de poder dictatorial, el nombre de Bongo tiene significado peculiar para cada guineoecuatoriano, no así otros jefes de Estado de la subregión, cuyas relaciones con Obiang tienen poca relevancia, salvo cuando se trata de disparates diplomáticos que caracterizan el régimen de Malabo.

Bongo siempre ha estado allí, para mal o para “bien” sosteniendo a la oligarquía guineana, originaria de Gabón [como cuando enviaba maletas de hasta 400 millones de francos CFA a su paisano en tiempos de “vacas flacas”].

Después de haber saqueado los inmensos recursos petrolíferos de su país en tan poco tiempo (1974-2000), ahora está obsesionado en hacer lo mismo con los de Guinea Ecuatorial, presentándose como “salvador” de un sistema abominable, pero que también le viene bien para su continuidad al frente del siniestrado Gabón.

Mandó a su hijo, el ministro de Defensa Ali Bongo, ocupar la isla de Mbañe, rico en yacimientos petroleros y en bancos de pesca y ha “obligado” a Obiang aceptar su explotación conjunta, si quiere seguir beneficiándose de su solidaridad política.

La mano larga de Bongo ha repercutido negativamente en la política guineana y provocado la ira de la sociedad. Las continuas traiciones, asesinatos, expulsiones y “extradiciones” de los disidentes políticos que huyen de la barbarie de Malabo, ha sido una constante práctica del “mêtre africain” del cinismo, la demagogia y la hipocresía política. No en vano, ha sido rechazado y tachado de “falso mediador” en conflictos africanos en los que se ha fanatizado en presentar como mediador, no tanto para ayudar que para asegurar su liderazgo como dictador “intocable” admirado por occidente.

Mientras la dictadura sigue en Gabón y su presidente visto como una emblemática camarilla negra del Elíseo, el futuro de África Central seguirá bailando al son de sus caprichos.

Los secuestros, bueno, “extradiciones”, de líderes guineanos de las tierras gabonesas sólo se explica, política y legalmente, por las prerrogativas que le han sido otorgadas desde Francia para dirigir con impunidad. Las exacciones de Bongo no tienen transcendencia ni alcance internacional, salvo cuando se trata que quebraduras de cabeza con París [léanse los escándalos con la petrolera Elf].


NOTA:
EL MUNI, fundado desde el exilio por los periodistas Ramón N’NAR NSIE (q.e.d) y Pedro Nolasco NDONG OBAMA , se presentó en 2004 como el principal periódico independiente de Guinea Ecuatorial. Desgraciadamente, no ha tenido continuidad tras una serie de ediciones, por falta de apoyos económicos. Desde 2006 pretende conseguir cerca de instituciones y personas benévolas, solidarias con la causa guineana, al menos 120.000 euros para reaparecer en el mercado periodístico internacional.







Fuente: EL MUNI, 2004

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