Le detienen ilegalmente en plena calle, le maltratan allí mismo, le meten en el maletero del vehículo y se pasean con él por toda la ciudad: la víctima se llama Bienvenido Francisco, profesor de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial (UNGE): “me dieron porrazos, cachetes, patadas; el capitán de la gendarmería me quería estrangular... me metieron en el maletero del coche, dando vueltas conmigo por toda la ciudad”.
GUINEA ECUATORIAL Y SUS MARAVILLAS
Crónicas zascandiles (I)
PEDRO NOLASCO.
La historia de Bienvenido es la que diariamente hace frente miles de ciudadanos anónimos de Guinea Ecuatorial, que son presas de diversión de los verdugos del sistema, con pistola en cinta. La ley dice que su misión, la misión de las fuerzas de seguridad, es el mantenimiento del orden público y la seguridad ciudadana. Son, lo que se llama en sociedades civilizadas, agentes de la Ley. Pero en este pequeño país, sumido en una de las dramáticas dictaduras del planeta, la Ley es el delito y el delito es la Ley. La recriminación de las fuerzas de seguridad y del orden público contra la población indefensa alcanza niveles inimaginables. La historia de Bienvenido, que ha transcendido gracias a su posición de profesor de Universidad, es la de cualquier ciudadano de a pie de Guinea Ecuatorial.
Ocurrió sobre las 20:00 horas del Viernes Santo, el día 6 de abril. El desafortunado profesor, emprende un paseo a bordo de su pequeño destartalado vehículo de cuarta o quinta mano, esos que venden los ‘faustos’ comerciantes guineanos que se hacen con los coches metamorfoseados de la Europa rica y opulenta. El paseo de Bienvenido se vio bruscamente trucado, cuando a la altura de la discoteca Europa del populoso barrio de Elá Nguema, en las afueras de Malabo, le hacen stop unos señores que paseaban en un portentoso vehículo, que en Guinea Ecuatorial solo llevan los hombres de la oligarquía dominante.
El ocupante del portentoso vehículo es el Comisario jefe de Policía, José Ndong, que va en compañía del Capitán de la Gendarmería, Joaquín, el Comisario de la Seguridad ciudadana, Chicote; un Sargento de policía y otros efectivos que, al parecer, eran sus escoltas. Los hombres del sistema están armados hasta los dientes, en un país en que hasta los civiles adscritos a la policía política y secreta hacen gala y ostentación de las armas que portan.
Forman parte de la corte de los ‘sempiternos’ que, por puro ‘accidente’ de coincidencia, han cruzado en una carretera con un ‘manso’, uno de sus presas favoritas. He aquí una historia, con una de las escenas más monótonas del ‘imperio de las maravillas’ de Teodoro Obiang.
Tras el stop y con el salvajismo verbal que les caracteriza, obligan a Bienvenido a descender del coche y le ‘acusan’ de circular en sentido contrario; mera excusa de provocación porque la señal de circulación demuestra todo lo contrario. Pero, aunque fuese así, no se trataría de una comitiva de agentes de tráfico. Mientras Bienvenido trata de dar explicaciones y hacer ver que la señal de tráfico muestra lo contrario de lo que dicen, fue apresado en el cuello por el capitán de la gendarmería, en un intento de estrangularlo. Toda la corte canallesca se abalanzó sobre él: “me dieron porrazos, cachetes, patadas; el capitán de la gendarmería me quería estrangular... me metieron en el maletero del coche, dando vueltas conmigo por toda la ciudad”.
No iban a olvidar lo primero que hacen cuando atajan o desnucan a los que ‘están llamados a morir’. Chequear hasta sus calzoncillos, a ver si porta los codiciados billetes de francos CFA “made in petróleo”. Bienvenido llevaba consigo unos 240.000 y un pasaporte, número 9077/06, pertenencias que no habría recuperado. Como ocurrió a primero de mes, el dinero sería parte de su salario como profesor.
Pasearon toda la noche con la víctima en el maletero del vehículo, hasta cuando se les ocurrió ir a dar una vuelta por la Comisaría central de Malabo, por si había novedad. Solo entonces se acordaron que ellos mismos traían la novedad. Bienvenido estaba agonizado en el maletero, como consecuencia de las torturas y pese a ello, le dijeron que pagara 100.000 francos CFA si quería acudir al hospital. “Pasé más de 24 horas en las celdas de la Comisaría central de Malabo”, relata desesperado, pero consciente de que hoy ha sido para él, porque ayer debió ser para otro, cuya historia nunca se conocerá ni aparecerá en alguna parte del orbe.
La puesta en libertad de Bienvenido debió pasar hasta las altas instancias del Estado. Lo que hacen las amistades, si es que quedan, en un escenario que, como la guineana, la destrucción de los valores cívicos y morales ha sido y sigue siendo la principal batalla del régimen para controlar sin mayores complicaciones a los súbditos.
El primer ministro, Ricardo Mangué sería el intermediario, el que por fin movería tierra y mar para poner en libertad al pobre y desafortunado profesor de la Universidad Nacional.
El mismo Bienvenido lo narra así: “mis amigos llamaron a la señora Ruby [amante del presidente, digo yo], una venezolana, la cual pidió al primer ministro mi libertad. Éste último, llamó al viceministro de la Seguridad Nacional, Francisco Ngua Edu, que intervino inmediatamente”... “Gracias a Ruby, el primer ministro, el viceministro de la Seguridad Nacional y los amigos, pude salir de aquell valle de lágrimas”... “Me pidieron un informe para el primer ministro, pero no llegó porque lo llevó uno de mis agresores, se trata del Comisario de la Seguridad Ciudadana, Chicote”...
Esta es la historia, el día a día que aguarda a los vivos indefensos de la Guinea Ecuatorial. Si eso se hace con un profesor de Universidad, imagínense a un anónimo ciudadano de Kukum-Akuak, como se dice en el país.
En Guinea Ecuatorial, la criminalidad a manos de quienes se supone tienen que combatirla, es decir, fuerzas de seguridad, el Ejército y las autoridades civiles, ha llegado a tales extremos que nadie está seguro de lo que le depara la próxima jornada. Los súbditos aguardan impasibles el turno que les corresponde. Es el reino de las ‘maravillas’. El imperio de la competitividad desastrosa de los gobernantes sobre los súbditos.
Eso no lo sabe el presidente, dirían sus más vehementes acólitos que intentan lavar la imagen de un régimen ya de por sí manchada por los reiterados escándalos impunes de los gobernantes. Pero, el presidente ya sabe, si es que quiere saber, lo que tiene que hacer, en aras a la transparencia, cuando se producen situaciones de esa naturaleza. Imagínense que Bienvenido opusiera resistencia, sería abatido con toda criminalidad y sus verdugos inventarían cualquier chisme que justifique su comportamiento, mientras la justicia ni se enterara.
¿Qué se puede esperar de un país cuando los monstruos de la violencia generalizada son los que ostentan altos cargos en el Ejército y en la administración? El régimen considera como un ejercicio de “envidia inconfesada” a su ‘buena voluntad política’, cuando organizaciones pro derechos humanos internacionales y la oposición denuncian la violación sistemática de los derechos humanos en el país.
Pónganse a investigar - la propia gente del régimen- , y verán cuántos casos de esa naturaleza se reproducen diariamente y en todas las esquinas del país. Si a eso se suma la extorsión militar y policial, la corrupción, los despidos irregulares en las empresas y en la administración, expropiaciones, la represión política, falta de servicios sociales y de libertades públicas, etc, ¿cualquiera no debe llegar a la conclusión de que efectivamente Guinea Ecuatorial es el mayor santuario de violación sistemática de los derechos humanos en África negra?
Compaginar la pobreza y la corrupción generalizadas, con la violación sistemática de los derechos humanos y la represión irracional a los súbditos, es el peor castigo que se puede someter a un pueblo.
Fuente: DH