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Galeria de Ilustres de Guinea Ecuatorial

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Editorial

ASIMILACIÓN Y EXTERMINIO CULTURAL


publicado por: bosila wecha saha el 16/12/2008 16:58:03 CET

ASIMILACION Y EXTERMINIO CULTURAL

HUMBERTO RIOCHÍ
Portavoz del MAIB.

La colonización en tanto que hecho social,
ha sidoɛs, en todas sus manifestaciones,
una auténtica aberración. La colonización
española no se diferenció de las demás.
Dicho lo anterior, no está de más señalar,
a lo largo del periodo colonial español,
algunas, concesiones tanto en el ámbito
social, político y económico.

Nos referimos, por ejemplo, a la
consideración de parte de las identidades
primarias de los lugareños. Salvando el
caso annobonés, en lo que toca
especialmente a los apellidos, los
diferentes pueblos de Guinea Ecuatorial
pudieron salvar muchos de los aspectos
identitarios que les definían. En descargo
de los protagonistas políticos de
entonces, cabe decir también que algunas
de las concesiones fueron llevados a cabo
por imperativos no tanto coloniales sino
universales.

Sin ganas de justificar nada, estamos
intentando describir el choque de dos
realidades no solo distintas, sino
antagónicas: Colonizador vs colonizado;
blanco vs negro; europeo vs africano;
desarrollado vs subdesarrollado, Dos
realidades opuestas, decíamos, que se
vieron forzadas a convivir.

Pese al hecho colonizador, hubo un
importante núcleo de creencias, ritos,
celebraciones y otras muchas
manifestaciones culturales cultura, contra
los que no pudo ni la iglesia en su afán
por desterrar prácticas tradicionales que
despectivamente catalogaba de
diabólicas. Fracasó el colono en el intento
de imponernos una sola religión y una
sola cultura: la colonial. El resultado final
terminaba en la admisión, por imposible,
de un sincretismo cultural y religioso
hasta que se finiquitó aquella etapa.

En Guinea Ecuatorial, desde el mes marzo
de 1969, dimos un giro copernicano
sobre estos temas. Salimos de un
colonialismo racial para entrar en un
neocolonialismo étnico. Cerramos la fase
de un antagonismo cultural
descompensado, para entrar en otro
basado en la mera asimilación y en el
simple exterminio. Inauguramos una
nueva etapa: la de la negación de las
identidades culturales en un país, por
definición, pluricultural. Desde entonces,
este fenómeno se ha ido agudizando con
cada minuto que marca el reloj del tiempo
guineano.

La idea nacía en aquellos años con las
ocurrencias mal proyectadas de Macías
para ¿africanizar? el Estado.
Posteriormente aquellas razones
africanizadoras, se convirtieron en
“fanguinizadoras” de obligado consumo
para todos. A Macías se le ocurrió, por sus
complejos, cambiar, por coloniales,
fascistas e imperialistas, todos y cada uno
de los nombres españoles de aquellos
tiempos. Obligó a todo guineo
ecuatoriano a sumarse a su esquizofrénica
revolución anticolonial. A marchas
forzadas, hizo trabajar a todas las
instancias que se ocupaban de los
estados civiles de la ciudadanía a
sintonizar sus ocurrencias con la nueva
legalidad. Y como muestra pedagógica,
pasó él mismo a cambiar su mimético
Francisco Macías (Francesc Macías), por
Mesié, que es como antes se llamaba.

No contento con aquella cosecha, fruto de
su impotencia para dar salida a las
múltiples demandas de sus
connacionales, inició otra cruzada. Esta
vez contra las personas, la lengua, las
confesiones y la gastronomía españolas.
El arroz, el aceite de oliva, los chorizos,
salchichones, las bebidas espirituosas, las
refrescantes, hasta la ropa y los zapatos
los convirtió por obra y gracia de su
verbo, en elementos nocivos para el
consumo de los guineanos. Sin embargo,
Macías, seguía dirigiéndose a los pueblos
no fang de Guinea Ecuatorial en español,
al cuerpo diplomático en español, a los
extranjeros en español y su a estómago
en español mientras insultaba a España, y
obligaba al resto de estómagos a
conformarse con porquerías. Su cinismo
era tan gigantesco que en más de una
ocasión conminó públicamente a
sacerdotes católicos a celebrar las
eucaristías con “malamba” para, en el
momento de la consagración, convertir
este en la sangre de Cristo.

Después de culminar la barbaridad del
ataque a todo lo español, Macías la
emprendió contra todos los guineanos,
especialmente contra las minorías, entre
las que distinguió a los bubis por
“separatistas confesos”En Bioko, aquella
macabra operación que bautizó
eufemísticamente como “revolucionaria” se
convirtió en un proceso que pasaría por
una ocupación material de espacios,
prohibición de servidumbres de paso,
rebautismo de personas, haciendas,
patrimonios individuales y colectivos que
han llegado hasta nuestros días. En esa
idea, la isla de Fernando Poo pasó a ser
denominada con su nombre: “Isla de
Macías Nguema”, obligando con ello a
profesores y estudiantes de geografía del
planeta a reciclarse. A la ciudad de San
Fernando le dio el nombre de su primo
hermano Pedro Elá Nguema.

Los administradores de las fincas
coloniales estatalizadas y las confiscadas
a los bubis “caídos por su propio peso” en
la calculada masacre de eliminación de
todo vestigio que pudiera ensombrecer su
figura, hicieron otro tanto, sustituyendo
zonas con nomenclatura bubi por
nombres fang: Akumnam, Elá Nvé, Etoofili…
.

En Malabo, amén de otros disparates de
calibre, aquellas denominaciones
maciístas fang han hecho fortuna y
perviven hasta nuestros días. Enrique Nvó,
Acacio Mañé, José Si Esono, dan nombre
en nuestra ciudad a colegios públicos,
medios de transporte, grandes avenidas,
en tanto que héroes nacionales. Por
contra, no existe una sola calle, colegio,
barrio o institución que haga honor a uno
solo de los bubis caídos en la conquista
de las libertades en Guinea Ecuatorial. Es
decir, Bosió, Gori Molubela, Copariate,
Watson Bueko,… no pueden tener el
tratamiento de héroes nacionales para dar
nombre a nada bubi, y menos a nada
guineano.

Dejando de lado el terreno político, y
hablando por ejemplo de fútbol, la huella
dejada por algunas localidades y algunos
deportistas es archiconocida. Bariobé,
Basacato de la Sagrada Familia, Baney,
Sampaka, Baresó y sobre todo Rebola, han
sido enormes canteras y han tenido en
sus equipos locales nombres de personas
convertidas en leyendas del deporte rey.
Obiang lo sabe mejor que nadie. Estuvo a
lo largo de algunos años entrenándose
tardes enteras con el Real Rebola. No
obstante ello, decide bautizar el estadio
de San Fernando con el nombre de
Makuandja Ngongolo.

Por lo que se ve, Obiang, salvando el
mérito de haber aceptado el cambio del
nombre de Macías por el de Bioko, ha
seguido potenciando aquellas prácticas
“fanguinizadoras” de lo ajeno. Después de
su “golpe de Palacio” se ha empleado a
fondo en dar curso y cauce a un proceso
larvado desde sus orígenes y presentado
con un envoltorio de defensa de lo
nacional, tomando todo lo nacional por
fang. Es decir, bajo el manto de un
universalismo guineano, ha estado
solapando los nuevos diseños de la
dominación, de las desigualdades, y de la
marginación de los pueblos no fang.

Estamos ante casos de positivización de
la negación del derecho a la cultura. Por
ejemplo, exceptuando “Riokopua”, no existe
en Malabo otro barrio que lleve nombre
bubi. Sin embargo, además de Elá
Nguema, colmo de la desfachatez y el
abuso, las nuevas zonas residenciales
empiezan a ser bautizadas con nombres
tales como: Nkandang I, Nkandang II,
Barrio Combo…

Un hecho universalmente observable,
como en la mayoría de las culturas del
planeta, es que en muchos de nuestros
ritos y celebraciones, la condición de
oficiante, según qué partes, ha sido
siempre confiada a personas
seleccionadas bien por su edad, por el
sexo, experiencia, aptitudes, condición
social, ascendencia o cualesquiera otros
atributos que imponen nuestras
tradiciones y creencias. Desde la noche de
los tiempos, las partes privadas o íntimas
de las celebraciones y ritos, han sido
escrupulosamente respetadas, vetando
taxativamente la participación en ellas de
elementos que carecieran de los
requisitos consignados.

Con los fang de Mongomo en el poder, los
bubis hemos perdido la privacidad para
mantener y desarrollar nuestras
tradiciones. Cualquier ceremonia, rito o
celebración tiene que ser notificada a las
autoridades de turno. Sin la aquiescencia
de éstas nada se puede hacer. Además de
los permisos pertinentes, por norma, tiene
que estar una representación fang en el
desarrollo de cualquiera de los actos
tradicionales, religiosos o profanos que
tengan que realizarse. La presencia
intimidatoria de éstos, llámense
comandantes de puestos militares,
Delegados de Gobierno, Subdelegados,
Gobernadores Civiles, u otros cargos
análogos asfixia la esencia y el sentido de
aquellas celebraciones y estrangula su
utilidad.

Un caso llamativo hasta el extremo, ha
sido el de Bisila. Además de su condición
sincrética, Bisila es una figura poliédrica
celebrada por los bubis desde todas sus
dimensiones: culturalmente es la
representación de la fecundidad, de la
solidaridad, de la maternidad… Desde un
plano cosmogónico, está y es parte de la
génesis del universo. Con los matices
necesarios, Bisila tiene asimismo una
dimensión soteriológica reconocida y
anterior al hecho colonial.

Todos estos aspectos, una vez pasados
por el crisol del catolicismo, permitieron
que en 1986, por la bula pontificia
Convenienter Mater de SS Juan Pablo II, la
Santa Sede decidiera entronizar a Bisila
como Virgen y Madre de la Isla de Bioko.
Entre otras muchas consideraciones que
trascienden lo confesional, está el hecho
nada simple de ser ésta la primera
decisión de esta naturaleza y calibre
tomada por el Vaticano. Es decir, la figura
de Bisila se convertía en la primera y única
Virgen elevada a los altares de todo el
continente africano. Para la celebración de
la festividad se eligió la fecha del 15 de
agosto.

Desde entonces, la comunidad bubi al
completo se volcó para festejar las
sucesivas efemérides de la figura de Bisila
desde esta nueva dimensión. En aquellas
primeras celebraciones participaban
incluso aquellos que el hambre y la
miseria reinante en Guinea Ecuatorial
habían obligado a abrazar las múltiples
confesiones que pululan por el país. Este
hecho encolerizó a Obiang que prohibió la
celebración. Para amortiguar el impacto de
su decisión, toda vez que aquella fecha
estaba consignada en el calendario
nacional como festiva, decretó la
celebración del “Día de su otorgada Carta
de Akonibe”.

Otro tanto ocurre en muchas de las
instancias comunes de la vida pública
nacional. A los bubis y demás pueblos no
fang se nos prohíbe hablar en nuestras
lenguas. Hacerlo se considera
sospechoso. A través del conocimiento o
desconocimiento de la “nueva lengua
oficial” (el fang), se nos dispensa un trato
u otro, según le convenga al funcionario
de turno. Estamos siendo obligados a
pensar en fang, a vivir y a hablar en fang
para poder ser atendidos en muchas
esferas de la Administración,
especialmente cuando se está ante
elementos recién llegados a la tierra de
promisión. El derecho a la diferencia no
existe, está penalizado.

La lengua, según muchos especialistas en
la materia, es, ante todo, vehículo de
construcción de comunidades, y va más
allá de los vínculos de comunicación. El
annobonés, por ejemplo, además de
dialecto o lengua, tiene una dimensión
comunitaria que trasciende los signos y
sonidos utilizados como lenguaje. Esta
verdad irrefutable encuentra otro
contrapunto en las flagrantes
descompensaciones de las cuotas
radiofónicas que los medios nacionales
ofrecen. Las lenguas no fang están siendo
tratadas con una desventaja insultante.
Por lo que se ve, solo falta que nos
prohíban hablar el bubi, el annobonés o
cualquiera variante dialectal del ndowe en
la intimidad. Los costes de estas
prácticas, lo hemos dicho infinidad de
veces, serán los de un rompimiento de
una incipiente cohesión social y la puesta
en cuarentena de un contrato político
percibido como insatisfactorio.

Pese a todo, queremos que se nos
entienda: No estamos contra la lengua
fang. Esta, como otra cualquiera del
territorio nacional, en tanto que
manifestación de la diversidad cultural
guineana, debería interesar a todos, pero
siempre desde las voliciones personales
de cada uno y no por vías impositivas.
Ahora bien, también hay que subrayar que
lo que venimos comentando no es
resultado de casualidades. Se trata de una
de las prácticas más comunes llevadas a
cabo por todos los pueblos que quieren
imponerse a los demás.

Algunos de los casos comentados podrían
tener la consideración de “peccata minuta”
si hubiese habido una reciprocidad
cultural mínima. Pero se nos antoja
imposible porque en toda la geografía
riomunense, por ejemplo, solo existe un
espacio que hacer honor a la diversidad
espacial y cultural guineana, al menos en
lo toca a los bubis: El “colegio Padre Sialo”,
bautizado así desde tiempos coloniales, y
porque se trataba del primer colonizado
autóctono ordenado sacerdote católico.
Por lo demás, no se hace una sola
mención a ningún otro aspecto bubi. En
Malabo existen sin embargo
denominaciones como: calle Bata,
Annobón, incluso Igbo Cuater…

El último grito en la cascada de atropellos
lo hemos tenido recientemente con
motivo de la celebración de un acto
tradicional en la localidad de Rebola. Este
acto fallido nos ha visualizado las nuevas
prácticas policiales y amedrentadoras del
sistema: Obiang ha institucionalizado la
figura de subdelegados de Gobierno para
los municipios y poblados con ocupación
completa. Si los nombrados tienen otra
misión que no sea la de ponerle bozales a
los pueblos para ahogar sus voces, que
Obiang nos lo explique.

El déficit del pluralismo guineano queda al
descubierto con estas y otras muchas
prácticas de exterminio cultural. Hoy, los
países con ganas de progresar están
volcados en potenciar el “etnodesarrollo”
como fórmula para garantizar no solo las
identidades primarias, sino incluso la paz.
La cultura ndowe, la bubi, la bisió, la fang
o la annobonesa no lo son solamente para
Guinea Ecuatorial. Son patrimonios de la
humanidad. Atentar contra nuestros
derechos culturales, además de
exterminio y merma para la diversidad
cultural guineana, significa atentar contra
la humanidad. Obiang y los que le
acompañan en este macabro vals, sabrán
lo que hacen.









Fuente: bosila

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Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos

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