La contundencia de la dictadura

Exilio 8 de enero de 2009.-

Estos dias estamos asistiendo al espectáculo de los bombardeos de Israel sobre los palestinos de Gaza. Es la violencia desmedida de unos matones que quieren imponer el miedo a sus contrincantes, en lugar de dialogar por una convivencia estable y pacífica.

El estado de Israel es como Obiang: no hace caso a nadie, sus crímenes son impunes, usa la violencia para solucionar sus problemas, problemas que nunca terminan porque la violencia no es la solución completa a ningún problema.

Israel ha sido el único estado que ha violado la soberanía de otros estados y ha secuestrado a personas en otros estados llevandolos a Israel para someterlos a su justicia. Ha sido el único que lo ha hecho hasta hace unos años, porque desde hace un tiempo Obiang está siguiendo sus mismos métodos: ha secuestrado a guineanos en países africanos, violando la ley internacional y hasta ahora parece que nada ha pasado.
El Derecho Internacional no ha funcionado en esos casos, los estados como Camerún, Gabón, Benin y Nigeria, donde han sido secuestrados los refugiados guineanos, no han reaccionado tomando represalias contra el dictador, lo que constituye un mal precedente porque mañana pueden imitar esa conducta perversa otros estados y se llenaria el mundo de conflictos larvados que podrían estallar en guerras entre estados.

Por ahora, la debilidad de Nigeria, Camerun y Benin ha hecho triunfar el método del secuestro que practica Obiang contra sus enemigos políticos. En Gabón el secuestro de Felipe Ondo y Guillermo contó con la colaboración de la dictadura gabonesa.

El estado de Israel protege a su forma a sus ciudadanos. Obiang en cambio persigue a los guineanos: los vigila, impide su libre movimiento, los empobrece y los mata. Es decir, todo lo opuesto a lo que hace Israel con los suyos. El gobierno de Israel, que cambia tras las elecciones generales que se producen en el país, está sometido al control real de un parlamento. En cambio ni Obiang ni sus hermanos están sometidos al control de nadie, ni siquiera al control de la justicia. Nada tiene que ver el parlamento israelí con la llamada cámara de representantes de Guinea, donde todos sus miembros forman parte del sistema de premios instituido por Obiang para controlar y someter a gente con inquietud política.

Por tanto, aunque Israel produce horror entre la población palestina con sus métodos crueles no justificados por ninguna razón de estado, internamente es un estado de Derecho y democrático con un sistema judicial libre, independiente y eficaz. Debería de abstenerse de practicar aberraciones como las muertes a los civiles si fuera totalmente democrático. Este estado que muestra tanta eficacia en la destrucción, tiene muchos admiradores entre los brutos que malgobienan Guinea. Estos brutos se presentan ante la polación como unos auténticos matones, no porque son más fuertes y valientes sino porque son los únicos que llevan armas y tienen dinero.

En definitiva, a pesar de la semejanza aparente en los métodos, a pesar del desprecio que Israel demuestra a las leyes internacionales, desprecio similar al que muestra Obiang a la legalidad internacional y a los estado vecinos, Guinea no es un correlato de Israel. Si acaso, Obiang imita la ”violencia con contundencia” de un estado como el Israelí cuyo demiurgo es la violencia.

Más allá de la violencia, Obiang no ha sido eficaz ni siquiera en la gestión de sus palacios. En Guinea estamos asistiendo a una construcción desaforda, tras la cual no se halla ningún plan nacional de infraestructura aprobado por ningún órgano representativo. Se construye a marchas forzadas para desviar la ingente cantidad de recursos económicos que tiene el pais hacia las cuentas de la familia de Obiang y de sus amigos extranjeros. No hay un plan de viviendas sociales financiadas a bajo o nulo interés, entre otras cosas porque la banca en Guinea no sirve los intereses de la población y no ofrece los productos financieros de cualquier banco en un mercado libre. Nada ni nadie garantiza la calidad de las construcciones de las viviendas ni las de las obras públicas, nada ni nadie ha realizado ningún plan de urbanización previo en ciudades donde el ayuntamiento es un apéndice de la familia Obiang, nada ni nadie ha ordenado un territorio cuyos bosques han sido saqueados por la familia y donde se habla de construir una central hidroeléctrica en el mayor río que tenemos, sin haber medido antes el alcance del impacto medioambiental en un ecosistema que apenas ha sido evaluado y donde hay zonas que no han sido pisadas todavía por el hombre.

Hablando de la presa de la central que se planea, no hay ni siquiera un mapa topográfico de la región continental de Guinea que puedan usar los ingenieros para prever inicialmente las zonas que serán inundadadas por la presa de Djiploo. El país no tiene experiencia en el mantenimiento de las infraestrtucturas técnicas, como se demuestra cuando el dictador entrega los ingenios técnicos del país a los extranjeros para su gestión subóptima. Una central hidroeléctrica en el centro del continente exige una red de alta tensión distribuida por todo el pais cuyo impacto tampoco ha sido evaluado por nadie. Y los chinos, a los que se quiere encargar la construcción faraónica, no son precísamente el tipo de personas sensibles con el medio ambiente. La geologia de la cuenca del rio Wele sigue siendo desconocida y hace que cualquier presa corra peligro de derrumbe a largo plazo si se desconocen los movimientos tectónicos de un suelo cuya estructura es desconocida. Y ya el colmo del despropósito es cuando se piensa que Guinea tiene una enorme generación de gas cuyo procesamiento y exportación es una pequeña parte de la producción. Sobra mucho gas y ese gas puede y debe ser utilizado en los generadores eléctricos que debe haber repartidos por todo el territorio, evitando la concentración de esos generadores en macrocentrales cuya gestión es muy problematica y peligrosa.


Así que sin una ordenación del territorio, sin una política de suelo acorde a los deseos de nuestros pobladores, sin planes urbanos aprobados por los habitantes de nuestras ciudades, sin un plan energético acorde al crecimiento económico y con los protocolos de Kyoto, sin un control técnico y político en las industrias extractivas, Guinea es un totum revolutum en manos de Alí Babá y sus cuarenta amigos.

Y en medio de ese maremagnum de contrasentidos y de violencia descarada y gratuita, la población se ha ido encogiendo más y más a la espera de que los violentos se cansaran de este deporte inhumano. Todos hemos estado esperando que Obiang se rindiera a la evidencia de que un responsable político debe tener un freno y unos principios con los que guiar su acción. Todos hemos creido en alguna ocasión que a pesar de ser evidente que Obiang no piensa en el bienestar de los guineanos, al menos su propio egoismo, la única racionalidad que le guia, podría convencerle de que debe dejar de hostigar y de empobrecer a la gente que no manifiesta un gran entusiamo por él. Sin embargo en 30 años, cada vez que los matones de turno se hacían sensibles ante sus propios horrores, eran remplazados por otros matones mas crueles que sus predecesores, cerrando el infernal círculo del eterno retorno a la brutalidad, una y otra vez y sin solución de continuidad. Ni siquiera la dictadura ha sido capaz de crear una casta de intelectuales entre sus miembros, a pesar de los dineros y del poder político, lo que pone en evidencia de que la dictadura de Guinea es un caso único. Y lo es entre otras cosas porque cualquier dictadura se racionaliza con el paso del tiempo, adoptando métodos más sofisticados para gobernar y dejando de controlar espacios de control innecesario. Dando así a la aparición de tipos humanos menos embrutecidos dentro del clan, que intentan justificar la dictadura con ideas, en lugar de justificarla o de legitimirla con la violencia, como sus padres analfabetos.

Si la dictadura no ha sido capaz de racionalizarse ni ha producido ningún espacio racional ni siquiera en la gestión de los ingenios tecnológicos, la posibilidad de una salida racional -léase negociada- a la crisis guineana que ya dura los mismos años que tiene el pseudo Estado que tenemos, parece cada vez mas difícil. Y lo peor, ni siquiera el propio Obiang tiene habilitado un mecanismo de sucesión o de salida en caso de su propia desaparición física.

La oposición debe seguir buscando alguna salida que pueda ilusionar a los guineanos y asegurar el futuro de nuestros hijos y nietos, a pesar de que Obiang y su gente nos robó nuestro futuro. Justamente por eso es menester luchar por ese futuro que ya no es nuestro, en oposición al nihilismo de que hace gala Obiang. Aunque ahora no hay presente, después de Obiang debe haber un futuro.


Nvo e´ Zang Okenve Mituy

Fuente: propia

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