Ayer cuando volví del trabajo por la tarde, me encontré con que no había luz en casa. Pero no se alarmen, no es nada anómalo en Guinea Ecuatorial (mayo de 2009). Y es que resulta que el suministro eléctrico está garantizado; por turnos!!!! De manera que antes de ayer, en mi barrio hubo luz, por lo que ayer no nos tocaba. Hoy, de nuevo, volveré a tener luz!!!!! Y así sucesivamente…
Lo más surrealista de esta realidad es que a nadie le importa; es más, cuando toca luz, la gente lo agradece, como si se les hiciera un favor!!!!
Y lo lamentable de esta historia es el trasfondo: los guineoecuatorianos aún no nos consideramos dignos de vivir bien. Me explico, según el modelo de mundo actual, no existe ninguna posibilidad de bienestar sin corriente eléctrica (o, en general, sin consumo de energía). Porque cualquier actividad que supone confort requiere energía (eléctrica). Y, a partir del momento en que una sociedad no reivindica el derecho a tener energía (eléctrica), da entender que esa gente renuncia, por ejemplo, a calentar un bocadillo en el microondas, hacer la colada con lavadora, tirarse en el sofá después del curro con una birra bien fresquita y siguiendo las noticias en la tele, disfrutar de aire acondicionado (que hace un calor insufrible) etc. Y son todos estos detalles los que marcan la diferencia entre vivir bien y vivir mal.
En resumen, la realidad que les traigo hoy es la siguiente: en Guinea Ecuatorial (mayo 2009) la corriente eléctrica se suministra por turnos; hoy le toca a unos barrios y mañana a otros. Lo cual trasluce la idea de que la sociedad guineoecuatoriana aún no exige vivir bien (vivir como personas).
Fuente: Zee Medang