EL RETO DEL DESARROLLO DESDE EL SUBDESARROLLO

Por Celestino Okenve Ndo
Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales. UCM.

El subdesarrollo es el estado permanente de los países africanos. Además de eso, Africa es el continente con mayor número de regímenes dictatoriales. Parece casi existir una correlación entre la situación política y la situación económica, hasta el punto de que algunos políticos africanos que reclaman el fin de las dictaduras, argumentan que la causa del subdesarrollo es el mal sistema de toma de decisiones inmanente a la dictadura, el cual produce una asignación de recursos alejada del óptimo que requiere un sistema económico ideal para el crecimiento y el desarrollo económico.

Desde los albores de las independencias, estaba claro que el mayor reto que se iban a enfrentar los nuevos gobernantes era procurar el bienestar para los africanos. Estos habían sufrido en el pasado colonial un régimen de dominación política acompañado de un estado de postración en la pobreza, es decir, habían estado sometidos a una dictadura colonial. La continuidad de la situación nos lleva a enunciar que gran parte de los países africanos constituyen todavía, por su estructura económica y política, unas dictaduras coloniales que mantienen una Economía Colonial.

Desde las independencias se han sucedido muchos acontecimientos, se han ensayado varios paradigmas y técnicas, y se han utilizado bastantes recursos financieros de ayuda, pero Africa en general sigue estando en el subdesarrollo. Hace unos años han empezado a aflorar las contradicciones derivadas del hambre y la injusticia que representa el subdesarrollo y la dictadura. Entre esas contradicciones, destacan por su virulencia las guerras y la pandemia del sida.

Pobreza
Si hay algún elemento que caracteriza globalmente al subdesarrollo africano, éste es la pobreza. La pobreza no sólo se debe al bajo nivel de la renta nacional sino sobre todo, a la mala distribución de la renta. Países como Guinea Ecuatorial, que por sus recursos petrolíferos tienen un elevado nivel del PNB, siguen teniendo una población en la pobreza.
La mala distribución de la renta tiene su origen cuando el Estado no realiza su función redistributiva mediante una política social, acompañada con la creación de infraestructuras básicas. La mayor parte de las veces la ausencia de una política distributiva tiene su base en una dictadura. A veces, una política distributiva que transfiere rentas en función del tamaño de la población de las regiones o de la adversa situación geográfica de esas regiones, falla en su objetivo distributivo porque dentro de esas regiones no se llevan a cabo políticas sociales tendentes a disminuir los índices de pobreza. De nuevo, la ausencia de un sistema democrático en el ámbito local, unido a la corrupción de los agentes locales, lleva al fracaso de la política distributiva iniciada desde el gobierno central.

Las políticas sociales con incidencia positiva en la reducción de la pobreza son, por este orden, SALUD, EDUCACION, AGUA, SANEAMIENTO y ENERGIA.
Las poblaciones africanas son mayoritariamente rurales y cuando incluso existe una voluntad política por mejorar la distribución personal y regional de la renta, ésta fracasa porque la construcción de infraestructuras en las zonas rurales resulta prohibitivo para los presupuestos nacionales. De modo que en general son las poblaciones rurales las que padecen mayoritariamente el negativo impacto de la pobreza.

Podría argumentarse que Africa siempre ha sido rural y por tanto siempre ha existido la pobreza, pero el hecho cierto es que desde la etapa colonial, los habitantes rurales han cambiado bajo presión sus modos de producción e incluso sus hábitos. Ahora producen para exportar, cuando antes producían para su consumo. Ahora la pobreza trae hambre porque el café y el cacao, cuya producción está incentivada por los gobiernos africanos para pagar sus deudas, no sirven para el consumo de los africanos. Esa deuda a su vez ha sido provocada por gobiernos dictatoriales para comprar armas, por corrupción o, en el mejor de los casos, para nutrir a las poblaciones urbanas especializadas en la producción hipertrofiada de servicios.

La Ayuda de la Cooperación al Desarrollo
La ayuda externa recibida por los países africanos representa un porcentaje importante de los presupuestos gubernamentales nacionales. En Mozambique por ejemplo es del 70%. Esto supone una dependencia insoportable.
A pesar de los requerimientos para el equilibrio presupuestario recomendados por las instituciones de Breton Woods, la mayor parte de las administraciones africanas incurren en déficit. Y este déficit se cubre con endeudamiento interno y externo, más externo porque la capacidad de ahorro interno se encuentra deprimida.

No solo la dependencia de la ayuda tiene un impacto negativo para el desarrollo porque no es así sostenible, sino que la misma ayuda produce paradójicamente otros efectos muy adversos para el desarrollo, ya que muchos países africanos dedican más recursos al pago de la deuda que a la educación y a la sanidad, aumentando la pobreza. Con razón hay que llamar esa ayuda como una Cooperación al Subdesarrollo.



La fuerte carga de la deuda de varios países africanos, mantenida sin posibilidad de devolución, ha obligado a las instituciones financieras a arbitrar algún mecanismo. Las iniciativas en el dominio multilateral son fundamentalmente el Club de Paris y el FMI. Las iniciativas del FMI y Banco Mundial han arbitrado un mecanismo para el alivio de la deuda.

Las condonaciones de deuda con acreedores públicos han utilizado mayoritariamente mecanismos bilaterales, usando las especiales relaciones que pueden existir entre el país donante y el receptor endeudado. Pero estas condonaciones, a pesar de la presión social en los países desarrollados reclamando borrón y cuenta nueva, no han supuesto un porcentaje importante de las deudas a aliviar y a veces la condonación se refiere al servicio de la deuda y no a una parte del principal.
El mecanismo del FMI/Banco Mundial recibe el nombre de Iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados (Heavily Indebted Poor Countries HIPC). El mecanismo implica aliviar una parte de la deuda bilateral y multilateral. La cantidad aliviada se debe dedicar a programas sociales efectivos que suponen una reducción de la pobreza, al menos desde los planteamientos del Fondo Monetario Internacional. Además se exige a los países que opten por este mecanismo llevar a cabo reformas económicas encaminadas a fortalecer al sector productivo mejorando su capacidad de crecimiento económico en los términos que postula el FMI y el Banco Mundial.

El FMI enuncia como principio de este mecanismo de HIPC, que el país beneficiario, cuando termine el programa, habrá alcanzado la sostenibilidad de su sector exterior y por tanto no necesitará del programa de alivio. Durante el periodo del proceso de alivio se alcanzará un punto crítico cuando la deuda represente el 150% de las exportaciones del país o el 250% del PNB. La política económica que se siga durante el proceso utilizará como parámetro de ajuste el ratio entre la deuda externa y las exportaciones, obviando inexplicablemente la posible deuda pública interna.

Desde que comenzaron las experiencias del FMI, se han podido extraer algunas conclusiones reveladoras.
La primera sugiere que a menos que los países HIPC reciban una ayuda muy importante en el futuro, la deuda se hará de nuevo insostenible. El ratio deuda-exportación, lejos de disminuir, ha crecido en Uganda, el primer país que se acogió a la iniciativa HIPC. Su ratió creció desde 170% en 2001 a 200% en 2002 y se esperaba un valor de 208% en 2003, es decir, muy por encima del 150% previsto. Puede ser que el punto crítico esté en el año 3000 o que el FMI se haya equivocado una vez más.
Para que los países HIPC puedan hacer frente el programa impuesto por el FMI, deben realizar grandes ajustes de política fiscal que suponen vaciar los capítulos sociales de los presupuestos y eso conlleva a un aumento de la pobreza.

La segunda conclusión es que los programas de ajuste que acompañan a la iniciativa HIPC son una continuación de los perversos “ajustes estructurales” a que fueron sometidos casi todos los países a finales de los 80. Los ajustes estructurales suponen la implementación de políticas ultraliberales en economías débiles, produciendo un impacto muy negativo al aumentar la pobreza y desacelerar la economía. Después de la mala prensa, al parecer el FMI vuelve a la carga ofreciendo lo mismo bajo la apariencia de un alivio de la deuda. Sin embargo para los países africanos pobres, fracasado el intento de condonación total de la deuda, no les queda más remedio que optar por este mecanismo, en el preciso momento en que aumentan los conflictos en Africa como consecuencia del subdesarrollo que se agudizó con los ajustes estructurales de hace 10 años.

Hay por tanto contradicción, evidenciada en la práctica, entre los objetivos preconizados por el FMI de estabilidad macroeconómica –fundamentalmente la fiscal reduciendo el déficit- y los objetivos de reducción de la pobreza también preconizados por el FMI. También aparecen con frecuencia discrepancias entre los países donantes que reclaman la buena gestión de la ayuda –entre otras cosas- y los receptores de la ayuda que exigen la entrega puntual y exacta de la ayuda.

La fuga de capital, un elemento negativo para el crecimiento de Africa, representa en el Africa Subsahariana el equivalente a su PNB global. Los datos analizados de 30 países indican que la fuga de capital en los últimos 27 años fue de 187 mil millones de dólares que, sumados al interés equivalente supone aproximadamente 274 mil millones de dólares en 1996. Los países que exhiben mayores índices de fuga son Angola, Camerún, Costa de Marfil, República Democrática del Congo –ex Zaire- y Nigeria. Aparentemente esta fuga de capital está provocada por la deuda. De cada dólar que entra en Africa, 80 céntimos retornan de nuevo. Porcada dólar que se añade a la deuda externa acumulada, se añaden 3 céntimos a la fuga de capital que se producirá en los años siguientes. La deuda vuelve a jugar aquí un papel perverso.

Si a la fuga visible se añaden las detracciones de renta realizadas por muchos dictadores que se expatrian a Europa y USA, el flujo neto de capital es hacia el exterior de Africa, es decir, Africa está financiando el desarrollo de los países occidentales desarrollados a través de mecanismos de capital. Eso sin analizar su papel de proveedor de materias primas para la industria Occidental.

Los actuales esfuerzos de donantes y receptores de la ayuda, realizados en el marco del NEPAD y la Declaración del Milenio, todos ellos con el fondo doctrinal de los principios económicos liberales, no parece que vayan a suponer un cambio en la desastrosa situación de las economías africanas.

Y esto es porque las doctrinas liberales –basadas en la supuesta ineficacia del estado como gestor de recursos económicos, no habiendo apenas un Estado benefactor en Africa- implican para Africa una fuerte presión para reducir el déficit presupuestario, privatizar las empresas nacionales, desmantelar el proteccionismo arancelario, dar facilidades a los inversores extranjeros, estabilizar los índices de precios nacionales, recurrir a los mercados internacionales de capital para endeudarse y una mayor apertura a todo lo que supone globalización, que se presenta como siempre benefactora. Esta es la llamada buena práctica económica.

El nacimiento del capitalismo nacional en los países desarrollados tuvo lugar gracias al proteccionismo, desde la época del mercantilismo hasta la revolución industrial. Sólo cuando el capital y la industria nacional de los países europeos estuvo consolidado al mismo nivel que los adelantados como Inglaterra, es cuando se liberalizó el comercio exterior de esos países y se abrieron a las inversiones extranjeras. Sin embargo a Africa, que no ha tenido la oportunidad de tener una mínima acumulación de capital nacional, se le exige que desmantele cualquier vestigio de proteccionismo.

El mayor avance en Europa Occidental se produjo al finalizar la Segunda Guerra Mundial, con el keynesianismo como doctrina subyacente, un gran sector productivo público y el estado de bienestar como conquista social y reclamo de los políticos. Durante esa época Europa creció con fuertes déficits presupuestarios y alta inflación. En cambio a Africa, que no ha alcanzado siquiera la industrialización y su población no ha abandonado la miseria, se le exige presupuesto cero, inflación cero, un Estado mínimo y el desmantelamiento del sector productivo mediante la privatización. En suma a Africa se le exige un Estado de Malestar, cuando apenas ha saboreado las excelencias de un Estado protector apenas construido.

Hay soluciones
Hay soluciones para la situación de subdesarrollo en Africa, pero éstas no pueden ser llevadas a cabo por los gobiernos dictatoriales débiles, sobre todo mientras la influencia francesa siga tan fuerte.

Las aproximaciones que siguen haciendo los países desarrollados a la problemática del subdesarrollo –que se considera erróneamente una etapa del desarrollo- están basadas en el análisis corriente del subdesarrollo utilizado en las Universidades Occidentales. Este análisis enuncia varios factores del subdesarrollo a cada uno de los cuales hay que enfrentarse. Entre esos factores se suelen citar las técnicas primitivas y autosubsistencia, la tendencia secular adversa de la relación de intercambio, la concentración sectorial e inestable de los ingresos de la exportación, el bajo ahorro y la baja inversión, los recursos humanos poco capitalizados, el crecimiento de la población por encima del crecimiento de la renta nacional, las instituciones y actitudes sociológicas adversas de lo africano, dualismo económico, etc. Se sigue hablando del círculo vicioso de la pobreza como explicación a la incapacidad de Africa por desarrollarse.

Incluso las soluciones que se entreven, como se observa en los enunciados del FMI, la UE, USA, derivadas de un mal diagnóstico del problema del subdesarrollo, llegan a concebir las estrategias de desarrollo como un simple arte de gestión: buen gobierno, buena gestión de recursos productivos, buena gestión de los recursos humanos, etc.

Pero el subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Las naciones hoy desarrolladas nunca estuvieron subdesarrolladas, si bien tenían bajos ingresos. No sufrieron la esclavitud –cuyo alcance negativo en África todavía está por descubrir- ni estuvieron colonizadas. Crearon un capital nacional mediante un proceso de acumulación nacional de capital fomentado por sus gobiernos nacionales.

Cuando se analiza la estructura productiva de los países africanos, se descubre la esencia del subdesarrollo.

Los países africanos producen mayoritariamente bienes que no se consumen en esos países. No hay apenas relaciones económicas entre los países africanos, ni siquiera dentro de los propios países, si excluimos el llamado sector informal ignorado por los gobiernos y del que no obtienen rentas sino del comercio exterior, herencia del pasado colonial. Ese sector ignorado es el que da de comer a los africanos y siempre ha estado marginado. Cuando la economía de un país está orientada por los deseos de los habitantes exteriores a ese país, entonces esa economía se llama extrovertida, en contraposición a la economía introvertida, aquella que produce mayoritariamente los bienes que demandan y consumen sus habitantes. La economía europea es introvertida y la africana es extrovertida. La economía introvertida también recibe el nombre de economía autocentrada, es decir centrada u orientada hacia el interior. Este descubrimiento es del profesor Samir Amin, que viene reclamando desde los años 70 una crítica a la teoría clásica del subdesarrollo, con poco éxito.

Por tanto las causas principales del subdesarrollo son debidas a un modelo económico, la economía colonial, que los gobiernos africanos no han querido o no han podido romper. Para romper con el subdesarrollo, hay que realizar profundos cambios estructurales que se concretan en una ruptura con una estructura económica que es la economía colonial.

Las dictaduras africanas, continuadoras de las dictaduras coloniales, aceptan así la división internacional del trabajo que encomienda a Africa producir materias primas, minerales y productos agrícolas de exportación, sin que se planteen qué necesidades tienen las poblaciones que sojuzgan. Y sin embargo, los pueblos africanos siguen careciendo de una alimentación y de una vivienda en condiciones, productos que son obtenibles en cantidad y en calidad mediante el trabajo productivo y las inmensas materias primas que Africa posee. No se pueden obtener alimentos y viviendas en calidad mediante la exportación del cacao, del café o del petróleo. La lógica de la economía autocentrada exige producir alimentos, vivienda, sanidad y cultura a impulsos de la demanda de la población africana cada vez más numerosa.

Y cuando la población esté alimentada y viva en casas decentes, la industria que sea necesaria llegará a impulsos de la demanda de una población alimentada, formada y sana. Y los africanos seguirán produciendo para satisfacer primero sus necesidades, exportando después para pasar de un mercado interior pujante a un mercado exterior en condiciones de intercambio paritario.

Y el sector de servicios que se obtenga vendrá a añadir valor a la producción primaria y secundaria, ajustado a las necesidades del desarrollo de los pueblos africanos y no como es actualmente, una hipertrofia sintomática de una economía enferma, donde a falta de una producción para el consumo directo de las masas africanas, todos quieren vender todo traído de todas partes menos de Africa.

Si es cierto que el modelo de economía colonial -una economía que subdesarrolla a quien lo desarrolla- tuvo orígenes externos con la colonización, la continuidad de ese modelo hay que atribuirla a las dictaduras y gobiernos africanos, cuyos estados artificiales peligran por haber aplazado el desarrollo de sus pueblos a cambio de sus enriquecimientos personales de los gobernantes autócratas.

Las reformas que hay que emprender en las estructuras económicas africanas son impensables con sistemas políticos dictatoriales.
Estas reformas hacen alusión al concepto de Desconexión o ruptura con el modelo colonial
La integración en la economía capitalista mundial, hecha por Africa de la forma como ha sido hecha, sólo ha acentuado su miseria. Con la actual estructura económica, el comercio con Europa sólo puede ser desigual, que es como decir empobrecedor, contrariando la teoría que afirma que el comercio siempre es bueno para todos (Eckscher-Ohlin). Tampoco el aumento de la renta de Occidente ha tirado de Africa aumentando proporcionalmente las rentas derivadas de la exportación, sino todo lo contrario.

Ni el Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), ni el Convenio UE-ACP, ni las proclamas del Nuevo Milenio, ni la ayuda al desarrollo ni el actual NEPAD – por citar solo algunos intentos por llevar el desarrollo a Africa- suponen una crítica al modelo de economía colonial y por tanto no auguran ningún éxito, como se ha demostrado y se demuestra.

La desconexión es un proceso de impugnación de las actuales relaciones comerciales y económicas de Africa con Europa, que supone la ruptura o la reorientación de nuestras preferencias productivas y comerciales. Tiene, además, implicaciones políticas y culturales y supone una apuesta fuerte por el desarrollo.

Pero la desconexión no es autarquía, aunque supone cierto nivel de proteccionismo derivado de la necesidad de disciplinar, de forma consensuada, una política de asignación de recursos favorable a la población, creando externalidades favorables.

10 de enero de 2004. Madrid
Publicado en la revista ”Contrastes”

Fuente: propia

¡Nota importante!
El contenido de los artículos publicados no refleja necesariamente la opinión de la redacción de guinea-ecuatorial.net
Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos