SEGUNDO DOMINGO DE DESPUÉS DE NAVIDAD. Ciclo C
CRISTO, SABIDURÍA DE DIOS
IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Eclesiástico 24, 1-2. 8-12. En el contexto navideño la sabiduría elogiada continúa iluminándonos en el misterio de la encarnación. La sabiduría es a la vez trascendente e inmanente, creada antes de los siglos y arraigada en el pueblo elegido. La sabiduría es un soplo que renueva la vida. La descripción del Eclesiástico nos lleva a pensar en el verbo de Dios, presente entre los hombres.
- 2ª Lectura: Efesios 1, 3-6.15-18. Pablo da gracias por los bienes de la salvación. La encarnación nos ha hecho hijos de Dios para que seamos santos. Dios nos concede por medio de su Hijo la sabiduría para que lo reconozcamos y nos llena de esperanza.
- Evangelio: Juan 1, 1-18. La Palabra de Dios se manifestó en la creación y habitó entre nosotros. La luz brilló en la tiniebla y la tiniebla no la recibió. Este drama se prolonga a lo largo de todo el evangelio de Juan y de la historia. Quienes aceptan la luz rechazan la tiniebla y aceptan los dones divinos.
1. Queridos hermanos y hermanas en Cristo: En las fiestas de Navidad, la liturgia recuerda tres veces este evangelio, el prólogo de san Juan. La Iglesia ve que, para recordar la vida de Jesús en este mundo, es capital este himno del evangelio de Juan. ¿Por qué es tan importante este himno?
Con el nacimiento de Jesús, Dios entra en la historia humana. Y entra como “palabra”. En todo el antiguo oriente, la “palabra” no poseía primariamente la función de designar objetos o de enseñar ideas, sino que se entendía como un poder, una fuerza, que transforma a las personas y sus vidas. De modo que, Dios, en Jesús, es la fuerza de cambio. En Jesús, Dios nos habla y se funde con nosotros. Y nos cambia, haciéndonos más humanos.
2. En la actualidad, a la palabra, aunque no fuera el único elemento de la comunicación humana, la damos mucha importancia en la misma; ya que por medio de la palabra nos comunicamos, nos manifestamos. La palabra es sonido exterior que muestra la verdad interior. Por eso el hombre se define y expresa por la palabra; cuando queremos alabar a un hombre honrado y justo, que hace lo que dice, lo definimos como “hombre de palabra”. Al hacer esta reflexión, no podemos olvidar que el hombre cada vez domina más la palabra, habla más lenguas, escribe más libros, redacta más informes y artículos y a la vez miente más con la palabra. Dios, en cambio, muestra su Palabra total y definitiva en Cristo, se nos hace más cercano con su Palabra encarnada y nos revela que en la palabra amor condensa toda la “ley y los profetas”.
3. Hermanos y hermanas, Navidad es el misterio de la Palabra encarnada. Al leer el denso y maravilloso prólogo del Evangelio de San Juan, recordamos y celebramos que la Palabra se hizo carne y vino a nosotros; esto es, el que es Palabra Eterna se ha acercado a nosotros y habita entre nosotros, está aquí con nosotros. Pero es triste constatar que algunos niegan su existencia, otros lo ignoran y no faltan quienes viven de espaldas a él. Otros afirman que Dios no sirve para nada y no tiene cabida en la cultura de la civilización actual. Todas estas afirmaciones olvidan que el hombre es un ser espiritual (no está hecho sólo para la tierra) y relacionado con Dios (trasciende esta vida mortal) Cristo es la Palabra de Dios, no es cualquier palabra, es la Palabra en mayúscula. Él es todo Palabra. Dios Padre creó por su Palabra y se comunicó por la palabra con los hombres del pueblo elegido. Esta Palabra es Luz que ha venido para disipar la oscuridad de las tinieblas del error y de la muerte. La luz brilló en las tinieblas y, (muy triste saberlo), las no la recibieron. La Luz continúa brillando hoy y la tiniebla continúa rechazándola. El que es la Palabra es la Sabiduría. La verdad de la Sabiduría hiere a quien no vive en la luz y a quien no recibe la Palabra. Navidad es misterio de la Palabra hecha carne, es el misterio de la luz y de la sabiduría. Aceptar a Cristo implica aceptar su Palabra como verdad, luz y vida. Amén.
Fuente: Jesús Rafael Edu Eyama Achama