V DOMINGO DE CUARESMA. Ciclo C.
LOS CAMINOS DE LA LIBERTAD
IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Isaías 43,16-21: El pueblo de Israel está desterrado en Babilonia. El profeta Isaías quiere suscitar la esperanza, debilitada por el paso de los años, y anuncia a los exiliados la próxima liberación. Un nuevo éxodo se aproxima. Además de las circunstancias contingentes, el significado es mesiánico y escatológico.
- 2ª Lectura: Filipenses 3,8-14: Pablo examina su vida anterior y la considera basura en comparación con el conocimiento de Cristo. Mira solamente hacia adelante y fija sus ojos en la meta. La configuración con Cristo exige un profundo conocimiento del Señor, participando en la muerte y resurrección de Cristo y mantenerse en forma hasta llegar a la meta.
- Evangelio: Juan 8,1-11: Jesús no vino a condenar, sino a salvar. No condena y devuelve a la mujer adúltera su dignidad y su libertad. Esta postura de Jesús le ocasionará muchos problemas. Ha llegado el tiempo de la gracia y del perdón.
• Queridos hermanos y hermanas en Cristo: A las puertas de la Semana Santa nada mejor que ofrecernos el mensaje del perdón hecho realidad por Jesús de acuerdo con lo que tantas veces afirmó que él “no venía a condenar sino a salvar”.
• Resulta que unos hombres llevan a Jesús una mujer diciendo que le han sorprendido cometiendo adulterio; y le exigen a Jesús aplicar sobre ella la ley de Moisés que decía así: “Si sorprenden a uno acostado con la mujer de otro, han de morir los dos: el que se acostó con ella y la mujer” (Deut. 22,22) Tal como vemos, los acusadores no llevaron al adúltero, sólo a la mujer para que Jesús la juzgara.
• Jesús, sin despreciar la ley mosaica, pero quiso sacar de este hecho una lección magistral sobre el perdón. Sabía Jesús que estos hombres, aparte de ser machistas, embusteros y adúlteros ellos mismos, eran al mismo tiempo piadosos observantes (fariseos) y maestros de la Ley (letrados) Ellos acababan de hacer lo que no soportaba Jesús en sus prácticas religiosas: el “puritanismo” y la “hipocresía”: que enfatiza más los “pecados sexuales” (no menos graves), atenuando los “pecados sociales”, es decir, la violación de los derechos humanos, las injusticias, discriminaciones, racismo, xenofobia, los abusos del poder… En fin, Jesús no administró la justicia como quisieran aquellos machistas, embusteros y adúlteros. Prefirió llevar el asunto al campo de la misericordia divina que trata de erradicar el mal/pecado desde la raíz. No se quedó en la simple aplicación de la ley, sino que quiso tocar el corazón de la mujer y de aquellos hombres.
• El perdón de Jesús es pleno y total cuando encuentra buenas disposiciones en el pecador:
o humildad para reconocer los pecados,
o arrepentimiento de ellos,
o decisión para corregirlos.
• El Evangelio de hoy nos ofrece un ejemplo evidente de la actitud de Jesús, el Señor: ante un pecado verdadero, ofrece un perdón completo. Hasta ahora lo había afirmado en parábolas. Ahora lo hace viviente realidad. La paz inunda el alma del pecador arrepentido y perdonado; pero también la advertencia de luchar “para no pecar más”.
• El Evangelio de hoy, en el ejemplo de la pecadora perdonada, nos da una gran lección a nosotros, aparte de la esperanza en el perdón; no ser acusadores del pecado ajeno cuando no existe en nosotros la inocencia.
• Nuestra actitud ha de ser, como la de Jesús, la de acoger caritativamente al pecador y ayudarle a volver los ojos a Dios para alcanzar su perdón, sin romper nuestra comprensión cristiana con él. No olvidemos que las piedras no salvan, sino el amor. Hoy las piedras que tiramos a los demás que yerran son nuestras críticas despiadadas, nuestras descalificaciones, nuestros insultos, nuestras incomprensiones, nuestros abandonos a ellos, nuestras condenas fáciles, acusaciones para luego parecernos los mejores ante la gente que nos escucha… “El que esté sin pecado que tire la primera piedra”, dice Jesús hoy.
• La misericordia de Jesús no es indiferencia moral. Jesús perdona lo que es auténtico pecado, y advierte “vete en paz y no peques más”. Cristo Jesús viene a salvar, por eso no condena al pecador arrepentido. Jesús condena el pecado y no al pecador; quiere que rectifique su actitud y su comportamiento. Le devuelve la dignidad. Le recupera. Le reinserta en la sociedad de los “dignos”.
• Es la gran esperanza que hoy ofrece y que dentro de unos días la vemos rubricada con su muerte en cruz y su resurrección “para el perdón de los pecados”. AMÉN.
Fuente: Jesús Rafael Edu Eyama Achama