Humberto Riochí, portavoz del MAIB
17 de septiembre de 2010
”Se volvió a abrir el portalón de la Cámara de Representantes –sin representados- para el desarrollo de sus sesiones. Como siempre, desde que se creara este foro y la costumbre de repetir tradiciones y convenciones estúpidas por pura inercia, Obiang oficiaba de sumo sacerdote, rodeado de los más laureados parásitos de la economía nacional. La deificación de su persona con discursos monolíticos, como todo el mundo sabe, ha sido de siempre, la piedra angular de las conclusiones. A eso se le llama trabajar.
Pero este año, por mor de los acontecimientos que sacuden el país, se ha forzado un poco el guión. Al menos así lo atestigua el trabajo del apuntador de cabecera de nuestro iletrado mandatario, que ha hecho pleno con las innovadoras inclusiones recogidas para romper el laconismo habitual de los discursos de apertura de las sesiones. Además de los topicazos acostumbrados, esta última entrega ha sido un compendio de anacronismos y extemporaneidades, con un paupérrimo fondo que han colocado los pelendengues y la ignorancia mayúscula del ”Nkukuma” (”hombre fuerte”) en la picota. Para los que pudieran seguir dudando, ha sido esta última, una demostración palmaria de que estamos en manos de un estadista de desguace.
Pelillos a la mar. Lo que sí ha cautivado nuestra atención en esta última ceremonia del disparate, va más allá de la sarta de desbarres del señor Presidente. Obiang se ha superado a si mismo con sus propuestas sobre el tema de la agricultura; sobre todo si se tiene en cuenta que nuestra región lleva décadas en guerra contra el hambre y la subalimentación. Y más todavía, cuando en los últimos años algunos países están consiguiendo ganarle algunas batallas a esta endemia con políticas coherentes y una planificación estatal más o menos seria.
En la aludida segunda sesión de apertura de su parlamento, el campeón mundial del desgobiernos patentaba su tontedad con una sugerencia abracadabrante: “Recomendamos a los miembros del Gobierno y a los demás poderes del Estado para que trabajen sus parcelas para garantizar la autosuficiencia (alimentaria)”. Obiang dixit. ¿De qué parcelas habla el Presidente? ¿No será esta otra nueva invitación para que sus ganapanes, convertidos en ministros, parlamentarios y consejeros vuelvan a las políticas confiscatorias de lo poco que les queda a los desheredados del petróleo y el gas licuado? ¿Existe alguien con dos dedos de frente, capaz de creerse la conversión profesional de los miembros del club de Alí Baba en salvadores de Guinea Ecuatorial, mediante un trabajo presentado hasta ahora como propio de fracasados?
En nuestro país no existe un solo plan de choque mínimamente articulado. Obiang y su Gobierno se han sostenido con muletillas programáticas, recetadas por agencias foráneas que casi nunca han llegado a tener mínimas concreciones . A través de sus terminales y monaguillos, han abortado sistemáticamente todos los proyectos elaborados y presentados por las agencias internacionales del ramo, y de países como los Estados Unidos de América, pensados para asegurar una soberanía alimentaria de nuestro país.
Estamos ante los desvaríos del hombre que sepultó las leyes heredadas de la etapa colonial para erigir las suyas que, en todos sus extremos, atentan contra el sentido común. Para el caso que nos ocupa, su nuevo Proyecto de Ley de la Propiedad de la Tierra, además de colisionar con su Ley Fundamental (art. 29), basta y sobra para enterrar cualquier atisbo de reflotamiento serio del sector.
Tampoco se sostienen las indicaciones del estratega que ha convertido en papel mojado todos los proyectos de nuestra área de influencia económica, diseñados para levantar un sector estratégico como el agrícola para los países de aquella unión que hasta ahora solo ha servido de refugio y evasión de capitales. Ni que decir tiene que hace aguas el recetario que, en su maniático proyecto de persecución y descapitalización de los bubis, planificó y ejecutó, dirigido a la defunción del sector cacaotal, cargándose de paso el apego a la tierra, y con éste, parte de la autonomía agrícola nacional: los bubis, además del cacao, abastecían los mercados nacionales con sus productos, cubriendo en gran medida la demanda urbana. Lo que faltaba para el hundimiento del sector y de nuestra comunidad se está completando con las políticas de confiscaciones de bienes rústicos de titularidad bubi a golpe de decretos .
No obstante ello, el Presidente no para de confundir la velocidad con el tocino. Y así llevamos contabilizando treinta y un años, y algunos más, de pregones y apalancamientos de la regresión, con una alimentación sin parangón del subdesarrollo del guineo ecuatoriano desde sus políticas hueras, empeñadas en demoler todos los registros de la incompetencia. Tan es así que, ante la insuficiencia de todo lo anterior, ha colocado en la peana de este sector clave para la supervivencia nacional, a la estulticia, personificada en su hijo Teodoro Nguema Obiang como ministro vitalicio. Este, en su derrochadora borrachera de poder y dinero, no ha cesado de pulverizar los registros de papá. De raza le viene al galgo. En los municipios del país con cierta entidad están sus reconocimientos. El oxido que cubre la maquinaria agrícola inadecuada, comprada con dinero público, visualiza las entelequias del Horizonte 2020, la paz y la concordia reinantes, el progreso y otras lindezas convertidas en jaculatorias que solo tienen cabida en el imaginario de los ilusos y de aquellos –comunidad internacional interesa incluida -, que confunden progreso y desarrollo con improvisación, despilfarro y abusos.
Y como comúnmente se dice, no hay dos sin tres. Mientras el HIJO TONTO hace dejación de sus funciones para aumentar su parque móvil con la compra de los últimos gritos exclusivos de las casas Mercedes Maserati, Ferrari y Lamborghini, el otro hermano deja las suyas para desplazarse hasta Harare (como lo hiciera el padre en el año 2008), para asegurar el mantenimiento de relaciones estrechas con Mugabe en temas agrícolas. ¿Maniobras de distracción? ¿Ganas de despilfarro? ¿Aburrimiento? Ver para creer.
Lamentablemente, además de este autorretrato de la incompetencia, Obiang y su saga están cada vez más decididos a arrastrar a todo país hacia el abismo. Les interesa potenciar la subalimentación de la población, con la intención premeditada de generar desde la misma, las pandemias necesarias que justifiquen sus donaciones para premios que lleven sus nombres.
Las condiciones agroecológicas de la isla dan y sobran para asegurar el abastecimiento nacional. Con las características de suelo de Bioko, Guinea Ecuatorial debería contar con excedentes en productos de huerta. Según algunos expertos, Río Muni ofrece, por su parte, una amplísima gama de posibilidades para diferentes cultivos. Aún así, los guineo ecuatorianos de a pie están subalimentados. Obiang lo sabe, lo dice, lo pregona al tiempo que penaliza el trabajo, el sacrificio y el mérito. En nombre del culto a la vagancia y las mordidas fáciles, Camerún y las repúblicas de nuestro entorno se han convertido en despensas de un país bendecido por la naturaleza.
Cuando al hambre de libertades y derechos se una el físico, el papanatismo guineano forzado por las armas dejará paso a una nueva realidad. Tendremos, seguro, nuestro particular 14 de julio de 1789. Al tiempo”.
Fuente: bosila