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Editorial

estamos encaminados hacia la democracia?


publicado por: José Luis Nvumba Mañana el 04/02/2011 20:45:45 CET


¿NOS ESTAMOS ENCAMINANDO HACIA UNA FUTURA DEMOCRACIA EN G.E.?


Es obvio que esta pregunta siquiera nos la planteamos desde la perspectiva de la acción favorable surgida del régimen político actualmente imperante en G.E. La experiencia nos ilustra meridianamente que nunca podremos esperar del régimen “desgobernante” otra cosa que la plena vigencia de la arbitrariedad deshumanizante, es decir, de la dictadura inhumana. La pregunta nos la formulamos pues, desde una perspectiva totalmente al margen de la acción de la dictadura, para situarla en los márgenes de la sociedad civil, es decir, de los que soñamos con el imperio de la libertad y el respeto a los Derechos Humanos.

Aún recuerdo una conversación que mantuvimos en Malabo, en el verano de 1992, con un Catedrático de Ciencias Políticas de la UNED. Eran tiempos de plena implicación en la lucha clandestina por la democratización y los derechos humanos contra la dictadura Obiangemista. Este ilustrado nos interrogó sobre si habíamos valorado las posibilidades reales de alcanzar nuestro objetivo, habida cuenta, decía, que enseñaban todos los antecedentes que la democratización iba siempre precedida del surgimiento y la consolidación de unos contrapesos al poder político en plaza, tales como las organizaciones de profesionales, estudiantes, trabajadores, empresarios y sociales en general. En suma, que el caldo de cultivo apropiado para alcanzar la democratización era una sociedad civil sólida y articulada, en que emerge la figura del ciudadano que no se contenta con la mera calidad de súbdito. En ese momento no quise profundizar en la observación que se nos hacía, pues la juventud, el compromiso y la ilusión no daban lugar a plantearse un posible fracaso. Además, enseguida le repliqué que en los últimos siglos la historia del África negra estaba salpicada de saltos traumáticos a su natural y genuina evolución y mantenía la esperanza de que había de producirse otro salto evolutivo hacia la democracia, ya que no cabía imaginar que el ser humano, y el guineoecuatoriano lo es, renegase de la dignidad y la libertad por la que luchábamos.

En el presente, habida cuenta el resultado de la lucha, hasta hoy sin alcanzar el éxito soñado, hace ya años que no dejo de recordar y analizar la observación que en su día se nos hizo, más aún a la luz de los acontecimientos históricos que hoy se están dando en el Norte continental.

Transcurridos veinte años, aún no se constatan definitivos signos que permitan racionalmente hacerse la idea de que, a pesar del largo imperio de la dictadura, en G.E. se está avanzando, sin ninguna duda, en la articulación de la sociedad civil de la que debería surgir y arraigar la democracia, más pronto que tarde.

Es esperanzador verificar que tenemos intelectuales, sistemáticamente enfrascados en ilustrar a cualquier interesado sobre la problemática que enfrenta nuestro país y África en general, profesionales, capaces de ejercitar una buena praxis, así como certeros y rigurosos análisis en sus campos de conocimiento, e incluso lo que parece un relevo juvenil en el interior del país, que con acerado verbo y su obra, es capaz de verificar, analizar, calificar y denunciar con precisión la realidad que impera en G.E. En suma, a pesar de los pesares, todavía existen y surgen nuevas personas que nos permiten sentirnos orgullosos y tener la certidumbre que también nuestro entorno produce seres humanos admirables y muy válidos. Otro fenómeno que se observa, es que de nuevo cobran protagonismo iniciativas políticas basadas en los nacionalismos sociológicos. Claro, si fuéramos una nación con un solo pueblo, como ha venido rezando la teoría de las diversas constituciones, o pseudoconstituciones, que han tenido vigencia formal en G.E., resultaría totalmente absurdo este fenómeno. Pero, verificada la estricta realidad de que la República de G.E. está habitada, ya en origen, por diversos pueblos y nacionalidades, no es de extrañar que tras quedar secuestrados los derechos fundamentales y las libertades públicas, ininterrumpidamente, al menos desde marzo de 1969, en favor de ilegítimos regímenes dictatoriales clánico familiares, surjan voces reivindicativas de toda especie. Yo le doy la lectura positiva de que supone una muestra de inconformismo ante el ilegítimo secuestro, además de la reivindicación de la identidad propia, individual y colectiva. La negativa, es la tentación de exclusión, xenofobia y “demonización” tendenciosa del otro, en este caso de los que pertenecemos a la misma nacionalidad que el clan familiar hasta ahora gobernante, así como el riesgo cierto de atomización, con los graves inconvenientes que supone. También se ha advertido alguna iniciativa de organización de trabajadores e incluso algún indicio de protestas reivindicativas, que son inmediatamente objeto de negación, alerta, e incluso de virulenta reacción represiva del régimen dictatorial.

Sin embargo, junto a estos elementos indiciarios y desgraciadamente aún minoritarios que invitan a una esperanza, también se puede constatar que no parece que estemos decididamente inmersos en el camino de la global articulación de una sociedad civil sólida de la que pudieran surgir los futuros ciudadanos que exijan la implantación de una democracia en G.E. Si miramos a la clase profesional, se verifica que un buen número aún parece merecer el honor de esta catalogación, únicamente en base a que puede exhibir unos títulos acreditativos de una cualificación. Me pregunto dónde se halla la coherencia entre el título que tantos profesionales ostentan y la praxis en que se desenvuelven. Cómo pueden hacer compatibles las enseñanzas de su ciencia con el servicio al sistema vigente en G.E., que tan acertadamente ha sido reiteradamente analizado y denunciado como EL MUNDO AL REVÉS. Lo más triste es que estos profesionales que se quedaron en la mera ostentación del título, no parecen ser conscientes de que si en algún día futuro hubiera que rendir cuentas, tendrían más difícil defensa que aquellos jerifaltes del clan gobernante y afines, que siempre podrán alegar su condición de estrictos ignorantes e incluso, en algunos casos, de analfabetos funcionales o totales. En modo alguno criticamos a los que optaron u optan por regresar al país e intentar hacer su modesta aportación, lo que en su día también intenté durante siete años. Antes al contrario, me parece muy necesario que la primera intención del guineo-ecuatoriano sea la de regresar y trabajar en el país. De otro modo, si lo mejor de África ha de emigrar incondicionalmente, ¿cómo se podría salir algún día del infecto agujero y del marasmo en que estamos inmersos?. Lo que criticamos es a los profesionales que objuran de su ciencia y la derivante ética profesional, para especializarse en lo que ufanamente denominan “guinealogía”, que no es más que lo fútil, absurdo, ridículo, irracional, criminal y decadente. Supuestos profesionales que irracionalmente se someten al dictado de la ignorancia, la ineptitud y la maldad, hasta llegar a constituirse en los “intelectos” que muestran a quienes nada sabían previamente de ello, cómo se pueden hacer “negocios” con el almacenamiento o vertido de residuos tóxicos en el espacio bajo soberanía nacional, cómo se pueden hacer operaciones económicas y patrimoniales veladas, tras la apropiación corrupta de los fondos del estado, a través de redes de empresas en el extranjero y sobre la existencia de paraísos fiscales. Profesionales que se prestan a que el Derecho y el valor supremo de la JUSTICIA sean manipulados al servicio de flagrantes violaciones de la humanidad. Llegan incluso a ser los primeros promotores de la explotación salvaje de los recursos de nuestro entorno con el fin de acopiar bienes y grandes fortunas en el extranjero, sin siquiera preguntarse cúando van a disfrutar de los mismos. ¿Qué decir de profesionales de la sanidad que aceptan el ejercicio de su ciencia en hospitales públicos infradotados, e incluso practicar intervenciones quirúrgicas en quirófanos y con instrumental carente de las necesarias condiciones de asepsia, hasta el punto de producirse el deceso de pacientes debido a procesos infecciosos postoperatorios?¿ Qué decir de enseñantes y profesores que pervierten la educación y formación de los infantes y los jóvenes al constituirse en seres tan bajos y corruptos como para traficar con notas y calificaciones e incluso atentar contra la indemnidad y libertad sexual de las alumnas, mediante coacción?.

En cuanto a los estudiantes y jóvenes, sólo puedo mostrar mi admiración y fe, considerando el entorno en que se han de desarrollar y desenvolver, habida cuenta que aún hoy G.E. es capaz de producir jóvenes plenos de talento, honestidad y capacidad. Basta prestar atención para verificar lo que afirmo. Sin embargo, si en el mundo de los adultos reina la confusión, la decadencia y el oscurantismo, a los jóvenes, decepcionados y carentes de guías, sólo les resta descubrir por sí mismos el camino hacia la dignidad y la libertad. Lo que es suficientemente complejo como para que, normalmente, cuando empezaran a hallar respuestas y trazas, hubieran dejado atrás la preciada juventud y quizás, definitivamente, la dignidad innata. Los jóvenes se organizan y ponen su vigor, fuerza y capacidad a disposición del bien social y común en un contexto de adultos maduros, consistentes y capacitados para ejercer de guías y modelos ejemplares, lo cual, desafortunadamente, empieza a ser algo excepcional en nuestro entorno. Recientes experiencias nos están mostrando que cuando los adultos se muestran incapaces de enfrentarse y ofrecer soluciones ante la barbarie, la decadencia, falta de libertades y derechos, al inacabable acaparamiento ilícito de todos los recursos, e incluso se muestran activos o conniventes con este estado de cosas, se produce la fatal ruptura con las generaciones más jóvenes que pueden acabar decidiendo, y actuando en consecuencia, emprender el camino hacia un futuro más digno, soslayando cualquier influencia de quienes les han precedido en el camino de la vida.

Si echamos el ojo a la clase trabajadora, primero verificaremos el profundo subdesarrollo que ilustra el hecho de que gran parte de los potenciales trabajadores han de desenvolverse en los márgenes de la economía informal y de mera subsistencia. El régimen imperante, ya demasiados años, no sólo ha impedido la consolidación de una sociedad civil estructurada, sino que ha basado el mantenimiento de su poder absoluto en la extremada pobreza de los “desgobernados”. Hasta el punto de preferir la contratación laboral formal, y con una cierta dotación económica, de un extranjero, antes que la de un nacional carente de padrinos en el sistema o simplemente sospechoso de ser librepensante y desafecto. A duras penas se halla en G.E. una bolsa de trabajo basada únicamente en la demanda, disposición, capacidad y mérito. Es así, porque el sistema político dictatorial trata de controlar la oferta de trabajo en el sector privado, como medio de garantizarse la sumisión y el control de los súbditos. En cuanto a la función pública, baste observar que aún hoy no hay una carrera funcionarial, strictu sensu, basada en el acceso y la promoción mediante el mérito en concurso oposición, la estabilidad, responsabilidad y seguridad, sino que todos los nombramientos, destinos y ceses que se producen en G.E., siguen obedeciendo, en la mayoritaria praxis, a la voluntad discrecional del poder en plaza. De este modo, la calidad, el rigor y la ética del funcionariado quedan claramente comprometidos. El único mérito, realmente válido y eficaz, es la proximidad o identificación, sanguínea e ideológica, o de al menos una de las dos, al poder en plaza. Se llega al paroxismo de la total aprofesionalidad de las propias fuerzas armadas y de seguridad. Si fueran profesionales y capaces ¿porqué el régimen habría de acudir a mercenarios extranjeros?. Claro que basta un somero análisis de la alta oficialidad para verificar que resulta patética, ignorante y nada castrense. Por supuesto, a fecha de hoy no hay nada parecido a un sindicato libre de trabajadores, ni organización similar o afín, ya que las escasas iniciativas que se han intentado promover siempre han tropezado con la negación o el veto del régimen. Únicamente, supongo, mantiene su existencia el Colegio Nacional de Abogados, corporación profesional presente en el país desde la década de los treinta del pasado siglo, que hace ya años se halla totalmente sometida y controlada por al régimen, hasta el punto de parecer totalmente inexistente y estar, en su caso, completamente vaciada de contenido y desprestigiada.

En cuanto a los partidos políticos, verificada la eclosión que se produjo en el primer tercio de la década de los noventa del pasado siglo, en la actualidad nos caben serias dudas sobre si las organizaciones que así se autodenominan constituyen verdaderos agentes políticos, tal y como se entienden en la tradición del constitucionalismo democrático, en posición de influir en el devenir político del país y de llegar algún día a competir por la legítima obtención y ejercicio del poder, en base a unas concepciones ideológicas proyectadas en unos programas concretos de gobierno, al objeto de articular una sociedad acorde con sus principios y fines. Bien es cierto que tras verse obligado el régimen dictatorial guineano, por el devenir y las exigencias surgidas a partir de la caída del muro de Berlín y el desmoronamiento de la URSS, momento a partir del cual la que se destacó como única potencia hegemónica lanzó la idea de que la economía de mercado y el sistema democrático habrían de imperar universalmente, decimos, el régimen dictatorial se vio obligado a embarcarse, al menos formalmente, en la imposición de los tiempos. Así, a principios de la noventa el dictador reformó “su” Ley Fundamental, para introducir la formal proclama del multipartidismo. Sin embargo, esta reforma ya contenía límites impropios a la libre actividad política que se plasmaron en todo su esplendor en la subsiguiente Ley de Partidos Políticos que se promulgó. En suma, la eclosión de partidos políticos de oposición no halló el necesario caldo de cultivo de la libertad, y las garantías, en el ejercicio de su actividad. El régimen, no conforme con las limitaciones impuestas en sus normas, mantuvo su característica y coercitiva forma de actuar ante la disidencia, y además desplegó toda la variedad posible de actuaciones que conllevaron a la cooptación inmediata de gran parte de los partidos de oposición, convertidos en “satélites” del hasta entonces partido único, Partido Democrático de G.E., PDGE. Los escasos que pudieron sobrevivir y mantenerse como verdaderos partidos políticos de oposición democrática han ido languideciendo, ante la realidad de que resulta imposible el ejercicio de la actividad política plural en una férrea dictadura autocrática, ante la escasa experiencia y práctica de la democracia, hecho determinante de las escisiones que surgen de cualquier intento de cuestionamiento o sustitución de los eternos “líderes carismáticos”, hasta llegar al momento actual en que hace ya años que no encuentro ningún partido político de los autodenominados de oposición democrática que pueda exponer en su haber la aportación de algún avance verificable hacia la democratización de Guinea Ecuatorial, siquiera de mero cuestionamiento real de la firme implantación de la dictadura.

En fin, estamos viviendo momentos históricos con los acontecimientos que se manifiestan en las sociedades y estados del norte de África y de Oriente Medio. Es verificable que está siendo posible porque se trata de sociedades con apreciables índices de articulación y estructuración, apareciendo muy visibles y presentes los contrapesos a los poderes autocráticos. En suma, figuran haber alcanzado el estado evolutivo en que el súbdito se convierte en ciudadano y en modo alguno acepta quedar al margen de la cosa pública y política. ¡Ojalá el éxito les acompañe!

José Luis Nvumba Mañana.
Simple ciudadano de a pie….,Y A MUCHA HONRA
Enero-febrero del 2011.


Fuente: propia

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Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos

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