En este mundo de convulsiones ya sean por medios naturales o provocadas por el hombre, dificilmente puede una mantenerse al margen. Sobre todo callada a falta de otros recursos para poner el acento en los varapalos a la verdad de los que somos testigos. Una, hace esfuerzos por no opinar teniendo en cuenta que nada se consigue salvo consumir más porcentaje de cigarrillos, lo cual puede agravar la salud. Pero, en la mayoría de las ocasiones, es muy difícil mantener silencios ante situaciones determinadas como la que se está desarrollando en Libia.

En torno a la raiz del conflicto ya contamos con amplia información consensuada en las diferentes redacciones de más relevancia económica y de poder. A tenor de lo escuchado, leído y visto parece que el Gadafi ha mostrado sus inclinaciones de dictador recientemente y hasta tal punto que a la comunidad internacional la ha puesto en el brete de tener que intervenir. Se comenta, de pasada, algunas secuencias de su trayectoria no solo en lo nacional sino a nivel internacional donde el ahora acorralado personaje fue responsable del asesinato de unos cuantos de cientos de personas. El de mayor relevancia el atentado de Lockerbie, en el que se demostró estaba implicado. Tras varios años de investigaciones se acusó a dos libios que Gadafi se negó a entregar para más tarde hacerlo y pagar una fuerte suma de dinero en concepto de indemnización a los familiares de las víctimas. El dinero, siempre el dinero, apagando lo que haya que apagar.

En fin, Gadafi nunca ha sido paradigma de ejemplaridad. Ni a nivel personal ni como dirigente. Ha sabido destinar el dinero que, como buen déspota, hurtaba a su pueblo, en pagar voluntades y servidumbres a quienes estratégicamente le interesaba, la mayoría de ellos encuadrados ahora en coalición contra él.

Se hacen apuestas de todo género por profesionales de la información en quién puede suceder a este ya cadavérico Gadafi. Los posibles sustitutos surgen como hongos, por doquier. Todos ungidos de las mejores intenciones para con el pueblo libio y a favor de sus libertades, derechos; lo que haga falta.

Anoche Antena 3 ofrecía una declaraciones de uno de los posibles o al menos que ”aspira por el bien de sus país, en el cual no ha vivido, a tal alto honor de sustituir a Gadafi, bien entendido que lo hará con todo tipo de garantías para los libios a los que ama”. Por no extenderme más, recojo de EL PAIS:

”La monarquía libia en el exilio está empezando a prepararse para intentar volver al trono. Los dos príncipes que aspiran a heredar el trono que perdió Idris I en 1969, cuando Gadafi dio un golpe militar aprovechando que el rey estaba de viaje en Turquía, han aludido estos días a la posibilidad de la restauración”.
Estos dos elementos han salido ya a la palestra para darse a conocer.

Nada se mueve espontáneamente, aún asistiendo toda razón a los movilizados. Pero, en esta comedia paradójica que es la vida, cabe hacerse innumerables preguntas y no solo en referencia a Libia.Las preguntas tambien están relacionadas con Túnez, Egipto y prácticamente todo el área de influencia árabe. Vaya por delante, mi apoyo a toda reinvindicación humana si ello conlleva el bienestar y dignidad de los pueblos. Pero, ¿para cuándo y tambien debe entrar en el organigrama de la coalición, la retirada de Israel de los territorios ocupados y el derecho inalienable de los palestinos a tener su propio país? Esto, si es que queremos arreglar el mundo de verdad. Para empezar hechos tangibles.

¿Quién o quiénes han armado a los opositores y con qué intenciones? No hay duda que antes de esta ”movilización popular” en Libia, ya estaban sobre la mesa los nombres favoritos para hacer ”el cambio”. Tristemente se ha de concluir que los pueblos no son los que deciden sus destinos, sobre todo cuando en su territorio se concentran riquezas como es el caso libio. Contamos con innumerables ejemplos que lo confirman. Pongámos Irak, se quiso quitar a Saddam y como consecuencia se destruyó el país, se ocupó a sangre y fuego. Uno de los paises más prósperos de Oriente Medio, a pesar del dictador elegido, puesto, por ¿quién?
Ya veremos en qué queda toda esta movida ”presuntamente” organizada en función del derecho y la libertad del pueblo libio. Aunque para el gato escardado más bien represente el seguir esprimiendo las materias primas con otra etiqueta, con otra imagen.

Que Gadafi es un dictador, no hay duda. Es más, se debería haber actuado contra él mucho antes. Habría que haberle puesto contra las cuerdas a base de los recursos con los que cuenta el Derecho Internacional, etc. Pero, uno se pregunta porqué durante años se ha permitido que ostentara el poder sin rechistar ante sus ”maniobras” contra los libios y es ahora cuando se pone tanto enfásis por la ”Alianza de naciones buenas y demócratas” para derrocarle utilizando la fuerza. Fuerza, que no solo combatirá y abatirá a los ”malos gadafianos” sino tambien a miles de libios indefensos ante los fuegos cruzados.

Todas esos dirigentes que ahora se unen para quitar a Gadafi son los mismos que hasta hace poco se mostraban condescendientes ante el excéntrico, cómico, patético dictadorzuelo. Son los mismos que a pesar de las acciones asesinas del personaje habian determinado hacer la vista gorda en función de intereses económicos. ¿Es necesario aparte de conveniente utilizar la fuerza militar? Y ¿estas acciones bélicas suponen que una vez se vaya Gadafi o se le quite el poder se dejará que el pueblo libio arregle sus problemas sin imposiciones de ningún tipo que no sea la necesidad de la instauración de un estado justo y en libertad?

Y como es obligación de todo periodista no dejan de surgir preguntas al respecto de la situación. Por ejemplo, ¿tras la más que segura caida del dictador libio se va a continuar por la Alianza deponiendo a los dictadores existentes en la región - por centrarme en Africa - o se va a seguir en la connivencia con los que desde hace décadas mantienen a los pueblos donde malgobiernan en las peores condiciones de vida desprovistos todo derecho? Los líderes de esta Alianza salvadora, con su comandante en jefe a la cabeza, les conocen como conocen sus múltiples tropelías, lo que no ha supuesto un problema para sin el menor rubor y verguenza sentarles a su mesa y darles palmaditas en la espalda y hasta abrazarles fraternalmente. Ahí tenemos las fotos. Fotos que en estos momentos deberían circular profusamente ( con fechas incluídas) para que el ciudadano que ”traga” saque sus conclusiones de tan rápido y opuesto cambio de los que ahora recurren a las armas para combatir al que nunca debió contar como su aliado dado su perfil probado y denunciado sin efecto, entonces.

La prevención de conflictos es una de las normas más importantes para mantener la estabilidad, el orden, el respeto a las leyes en un país. Y durante años hemos visto que no se pone en práctica por los gobernantes de la llamada ”comunidad internacional” en relación a países donde se han desencadenado conflictos sangrientos cuando las previsiones, los indicios, indicaban que la explosión de dichos conflictos estaba servida. Africa, desgraciadamente, ha sido escenario de muchos de ellos sin que ninguna Alianza, ni ONU ni nadie interviniera a tiempo no ya para prevenirlos sino para impedir (tras el estallido) un saldo tan alto, tan escalofriante como Liberia, Los Grandes Lagos, toda una lista de naciones africanas donde la sangre de gentes inocentes regó sus territorios y en la actualidad siguen padeciendo las secuelas de la atonía, la inacción de aquellos que pudieron impedir tanta barbarie.

En Europa tenemos y no tan lejano en el tiempo, el caso de la guerra de los Balcanes, si aquello se puede llamar una guerra, que no lo fue. Fue un exterminio diseñado contra poblaciones indefensas. De haberse producido contra miembros de una determinada religión, lo ocurrido tanto en Africa como en Bosnia-Herzegovina, se habría calificado de genocidio, holocausto a bombo y platillo. Pero, esa, es otra historia...

Como señalé más arriba, sería más que deseable, humanamente necesario, que se midiera con el mismo rasero a todos los dictadores. La medida, daría como resultado, su derrocamiento más pronto que tarde. Y ya que se recurre a la fuerza bélica ( a la que me opongo por convicción) para extinguir a uno, hacerlo tambien para el colectivo de dictadores que mantienen asfixiados, desesperanzados a millones de seres humanos.

Del No a la guerra y el si a la guerra, ya me ocuparé en otro momento. Los gobiernos poseen mecanismos suficientes para no tener que recurrir a esos métodos. Todo depende de la valía y las convicciones de cada quién. No se puede criticar unas guerras para contribuir a otras. La guerra nunca debe justificarse. La paz, el respeto a los DDHH son posibles sin guerras. Es la aspiración de muchos de los que mantenemos lo que decimos. El que no sepa o pueda hacerlo que se vaya a su casa.






Fuente: EL PAIS, Antena 3 y propia.

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