Yo sé que mucha gente leen mis artículos y se disienten de los mismos, pero sé también que otros encuentran grandes verdades en ellos, porque me llegan sus sensibilidades a través de mi correo particular. Desde que tuve uso de razón, siempre he dicho las cosas así, y eso me ha creado grandes amigos y también grandes enemigos. Me remueven las tripas cuando veo tanta ignorancia, idioteces y simplezas y sobre todo cuando un asunto tan importante para todos, lo tratan unos sandios. ¡lo siento! No puedo evitarlo.
Los días que estamos viviendo son deleitable carne de opiniones políticas y sociales, de consejos por allá y consejo por acá, de reuniones, de manifiestos, de coaliciones, etc. etc. Sé también que no ajustarse a este asunto de las revueltas que está en las mesas de exiliados y no exiliados, puede parecer un intento de desmarcarse en la estupefaciente bellaquería de algunos y la farolería de otros.
No es ninguna virtud, ningún descubrimiento nuevo, señalar con toda acritud el momento desagradable por el que está atravesando la sociedad guineana; fracturada y machacada por la necedad de una dictadura. Todos los absurdos que sufre la población guineana, aunque los parlamentarios de izquierdas y nuevos ministros de economía que reparten los suculentos dividendos traten de amortiguarlo, está a la luz de todos, se diga o no se diga. En una situación de tensión, donde la irracionalidad étnica está cocinando con ingredientes de odio la tercera vía, siempre debe quedar alguien honrado o no, para servir el té y para procurar que la sala tenga su debida temperatura. Y en eso estamos los que no somos sandios ni vamos con ambigüedades.
Los guineanos hemos preguntado alguna vez ¿Quién puede ser un líder capaz de asumir la era post-Obiang? Desgraciadamente veo gente sin rumbo que sólo hablan y hablan, sin proyecto, sin personalidad y sin lenguaje para convencer a nadie. De eso se trata, de ser capaces de convencer, de tener personalidad y voz para irrumpir y asumir lo bueno y lo malo. No voy a reseñar aquí otra vez, qué perfil debe tener un líder, porque ya escribí un artículo sobre ello, pero me abruma ver que los otros dan pasos hacía adelante y nosotros los guineanos los damos hacía atrás.
Discursitos por aquí discursitos por allá, una lluvia de reparto de todo, de desahogo, de reprimendas propias de los holgazanes, estos que trabajan a destajo un día y descansan siete. Por qué no decirlo una vez por todas que tenemos unos políticos que tienen una sobrecarga de holgazanería en las venas y en los músculos. Ni acuerdos, ni convenios, ni pluralidad, ni nada de nada. El único símil que llevan bajo brazo es majaderías étnicas y mucha literatura tan estúpida e ineficaz.
No quiero caer en el error de aconsejar a nadie, porque no tengo tampoco qué aconsejar, y sobre todo, porque los escritos que salen aquí y allá, sólo son consejos a no sé para quién. No soy político, ya se percibe en mis escritos ni tengo esa vocación, pero no he perdido el sentido común que tenemos todos para saber que, en un país que tiene un elenco innumerable de partidos políticos es huérfano de un líder.
Plácido Mico Abogo y Celestino Bacale líderes en su día de la CPDS ya han recuperado sus cosechas con sus sendas participaciones en la dictadura, que en su día criticaron y llamaron a un par de inocentes a sumarse a su causa. Sin menospreciar a nadie, pero la fuerza del egoísmo que atenazaba a esos líderes, les arrastró como muñecos diabólicos a compartir mantel con la dictadura; uno como viceministro de economía y otro como parlamentario del partido único que gobierna Guinea Ecuatorial.
Severo Moto y Su gobierno en el exilio están más que desahuciados y pelean entre la desesperación y la melancolía de haber perdido las mil oportunidades que le brindó España, Francia, Estados Unidos y la Santa Sede, para ser un líder capaz de solventar la crisis guineana, pero la existencia ante tal aprecio le conmovió ontológicamente y le menguó tanto, que ya no es ni la sombra de lo que era.
Andrés Moisés Mba, un hombre que reunía virtud y letras dejó una herencia irreconocible, de un UP que ya va con la cuarta o quinta edición de hiendas, sin saber muy bien dónde se erradica las diferencias entre una fracción y otra. Lejos de intentar recomponer el desastre que supone recoger la cebada a media altura, pues siguen sumidos en la mediocridad con líderes que ni siquiera los conocen los vecinos que comparten la misma cuadra.
Luego vienen los sandios étnicos que añaden un problema más a Guinea y a sus bubis, a sus fang y a sus Ndowes. Alguien de Midjimitom (pueblo de los pamue) conoce quién es ese Humberto Riochi y el tal Evita, que en poco menos de un año han abanderado la causa étnica como moneda de cambio. No creo que algún andaluz ignore quién fue Arzalluz ni Otegi, pero no parece que los mismos bubis y Ndowes conozcan quienes son estos dos agoreros precursores del odio étnico. Ignoro la motivación, o la emoción, que pueda producirles esa comisión gestora de animadversión y tirria que gastan tiempo, energía y dinero en reuniones para decir sólo una fracesita “romper la baraja”. ¡hay que ser idiota e imbecil!
La Frecóm o como se llame, y la FDR y otros, son demasiados oscuros como para ver en qué lado están. Y así se diluyen en ese maremágnum de, “aguanta hasta cuando te toca”.
Con un cuadro como éste, la liebre que nos devora puede estar más que tranquilo, porque estos políticos, además de gastar los recursos que reciben de la subvención por una causa que no son capaces de asumir, no parecen tener una personalidad capaz de asumir y guiar el destino que les exige el pueblo de Guinea Ecuatorial.
Fuente: propia