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Editorial

Reformas Políticas. ¿ Para qué y para quién?


publicado por: bosila wecha saha el 10/05/2011 21:17:29 CET

Humberto Riochí. Portavoz del MAIB.
10 de Mayo de 2011.

Los pilares del ordenamiento jurídico guineano fueron colocados sin cumplir con ninguno de los requisitos mínimamente exigibles. De las triquiñuelas y complicidades de algunos sacaron un bodrio inasumible cuya causa arranca de los actores político-sociales que intervinieron en su articulación teórica. Además de su falta de legitimidad, los arquitectos del elefantiásico monstruo jurídico agravaron la situación trabajando al dictado para cumplir con la voluntad de una sola persona que se ha erigido durante décadas en representante de la soberanía nacional. Aquellos errores que podrían ser perdonables, más adelante encontrarían su remate con la inaplicación de unas leyes que, desde todos los ángulos, han devenido en letra muerta salvo cuando son activadas desde su vertiente más restrictiva. Guinea Ecuatorial ha estado así, durante todos estos años navegando sin un marco normativo, entendido este como elemento garantista de derechos y libertades.

Con la que está cayendo, Obiang anda necesitado de oxígeno político y de justificaciones. Para ello se ha sacado de la chistera otra boutade. En su recámara todavía seguía sin quemar el cartucho de una iniciativa legilastiva colocada expresamente en su persona y en una Cámara de Representantes del Pueblo hecha a su imagen y semejanza, y sin representados, (artículo 103 del Título V de la Constitución de Obiang). Aquellas prerrogativas aletargadas han sido avivadas para ganar tiempo y van a ser utilizadas para la resurrección internacional de un Presidente que bajo el palio de una presidencia continental, se ha autocolocado en la picota.

Sin embargo, en su descargo, conviene reconocer que Obiang ha sido claro. Ha presentado tres cuestiones tasadas, a cual más pintoresca, para su convalidación legal. Las ha anunciado a los cuatro vientos como tablas de salvación para una regeneración democrática imposible. Y no le falta razón, sobre todo ahora que andamos en la búsqueda de la cuadratura del círculo para hacer de las antidemocracias patológicas, democracias potables con partidos étnicos, cuando no únicos. Suya no es la culpa de que las magnánimas querencias de algunos les predispongan a creer que pondrá en almoneda su vida, la de sus hijos y familiares, haciendas incluidas a cambio de lo que el sabe que “le devorará el alma”. Es decir, un Estado de derecho el que él ya no sería el centro de gravedad, sino las leyes con sus imperativos, haciendo tabla rasa con todos y para todos.

Así las cosas, ni que decir tiene que esta es una reforma-trampa que, analizada desde el alcance teóricamente pretendedido para cambiar Guinea Ecuatorial, nos sitúa en el mismo punto en el que estábamos, con la diferencia de que Obiang, con los hechos consumados, se habrá salido con suya. Porque a la vista está que, ni la limitación de años y mandatos, ni un tribunal de cuentas, y menos, una nueva cámara, aumentarán el voltaje democrático que necesita con urgencia Guinea Ecuatorial para un despegue político. Lo mismo habría que decir sobre el procedimiento utilizado para la incitiava de la reforma. Es otro disparate de tamaño natural. El Gobierno de Obiang hasta ahora no ha sido capaz de presentar una sola justificación motivada que pueda demostrar las ganancias democráticas que resultarán de la constitucionalización de los capítulos reseñados. No cuenta ni contó jamás con una sociedad civil con capacidad para garantizar un poder constituyente en el que se puedan ver reflejadas las diferentes sensibilidades del país. Así, vamos camino de otro “remake” como lo fueran las ediciones de 1991 y 1995 cuyas raíces se hundían en la debilitación de las participaciones y la negación de consensos nacionales.

Y en lo que hace especialmente a la inclusión en la dudosa Ley Fundamental de una nueva cámara, en este caso de una cámara alta, entendida desde el derecho político comparado como de representación territorial, nos preguntamos: ¿Dónde están los pueblos convocados para legitimarla y dotarla de contenido? ¿Los ambos, bubis, bisiós, ndowes y algunos fang aislados que vayan a participar para cubrir la ceremonia, representarán en puridad el sentir de aquellos pueblos? ¿No será esta una nueva oportunidad regalada para fidelizar a la clientela del PDGE, recolocando a sus miembros emergentes y a los que llevan tiempo chupando banquillo porque el “overbooking” en sus filas empieza a desbordarlea Obiang?

Con las preguntas anteriores, se ve que el problema no está exclusivamente en manos de Obiang. Gravita también entorno a una oposición oficial y otra oficiosa (fang) que se ha cerrado en banda ante las propuestas contaminadas del Vitalicio, con la voluntad puesta en encontrar oportunidades para escalar peldaños sin un rumbo definido. Hasta el último mono de los bosques más recónditos del país sabe que Obiang tiene en sus manos la baraja nacional y reparte las cartas de la misma a conveniencia, según el momento político. Los “reconocidos” están dispuestos a escudarse en amnesias supinas para olvidar los reiterados incumplimientos que han vivido durante años. Están hasta ahora, asumiendo como propias las reglas de juego puestas sobre el tablado por el Showman de Akoakam y que limitan salvajemente su capacidad propositiva. Por lo que se ve, les importa un comino que se transite, como siempre ha sido, por los atajos y vericuetos de la exclusión. Lo recurrente para ellos es que el poder constituyente derivado para las reformas cosméticas que se pretenden, sea una exclusiva fang. Si lo que antecede no es un canto al enfrentamiento étnico, que vengan todos los dioses de Guinea Ecuatorial y nos lo digan.

Y así tenemos que, hasta que no se demuestre lo contrario, afirmarnos sin tapujos que no existe un verdadero espíritu aperturista ni por parte de Obiang -verdad universal-, ni por el de su oposición legalizada. Por eso precisamente esta es, o será, otra convocatoria del disparate con un guión cuya antigüedad es comparable a la de la humedad. Los resultados preescritos de esta teatralización étnica, aunque cuenten con la presencia de momificados ambos, bisiós, bubis, y ndowes, carecerán de validez y de legitimación y serán proporcionales a los límites colocados por un marco jurídico-político minado en todos sus costados y del que algunos son corresponsales.

Señalar finalmente, por si los convocados no andan enterados, que en estos envites siempre hay vencedores y vencidos. La oposición acompañante está a tiempo para un repliegue que, traducido al lenguaje político, podría tener la consideración de una primera victoria frente al que siempre les ha ganado por goleada. Obiang es un lastre, un cáncer con el que jamás se podrá soñar con democracias.

Reformas políticas ¿para qué y para quién? La auténtica reforma es trabajar entre todos para echarle del poder al dinosaurio.


Fuente: bosila

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