Humberto Riochí. Portavoz del MAIB
12 mayo 2011
”Leídas con la atención que se merecen las quejas presentadas por Ponciano Nsó Mokui, contrarias al contenido del comentario dedicado a la trágica muerte del padre Jorge Bitá Caeko, quiero presentarle mis disculpas por haberle entristecido hasta el extremo de forzar sus lágrimas. Aunque no entiendo ni comprendo el porqué de las mismas. Ahora bien, tal cual presento las excusas, niego la totalidad de la interpretación que ha hecho sobre lo escrito. Creo que los alegatos que utiliza están totalmente desenfocados y en nada se ajustan a lo publicado.
En primer lugar, en mi artículo no hay alusiones a la iglesia como institución con totalidad de sentido. Se habla de “dirección, arzobispados, configuración eclesiástica...” predicados todos sobre la estructura eclesial guineana. Y se discriminan las realidades porque el que esto escribe, también es iglesia y no acostumbra a tirar piedras sobre su tejado. Dicho lo anterior, no vendría mal una relectura de la crónica para saber en qué partes de la misma se encuentra la propaganda de la que habla en su contestación. Y un subrayado importante: normalmente algunos acostumbramos a dar la callada por respuesta cuando se producen situaciones de este tipo. En este caso hacemos una excepción por la naturaleza de los hechos que motivan esta respuesta (el asesinato del padre Jorge Bitá), y también, porque en los comentarios del señor Ponciano hay una voluntad intencionada de hablar de temas profanos (políticos) disfrazándolos de protestas poco aclaradas.
Quiero dejar sentado que no se a quién me dirijo. Si a un clérigo, o a un ciudadano que pasó por un seminario sin llegar a ordenarse. Entiendo que no es lo mismo una que otra posición. Sea como sea, quisiera matizarle al señor Nso que, sin una evangelización liberadora, no hay iglesia. Y la guineana, globalmente considerada, no puede ser culpable ni tiene porqué asumir el pecado social de las injusticias, la miseria, la opresión, el militarismo salvaje, el nepotismo, los abusos, las violaciones, las confiscaciones con patentes de corso, las discriminaciones étnicas, etc. que se producen por centímetro cuadrado en nuestro país. Son sus pastores, en tanto que catalizadores y fermentos, los primeros que tendrían que arramblar contra este estado de cosas. Si Guinea Ecuatorial fuera un planeta, siempre quedaría localizado dentro de una constelación. Y digo esto sumergiéndome en los otrora resultados de una teología de la liberación llevada a cabo para frenar el militarismo que asolaba América Latina desde mediados de los sesenta hasta casi el inicio de los años ochenta. ¿Es esto posible en Guinea Ecuatorial?
Y ahora, tiro porque me toca y pregunto: ¿Dónde ha quedado el fervor profético del ministerio? ¿Dónde está el magisterio de un arzobispo que se queda mudo ante las injusticias y la muerte de uno de sus ministros? ¿Qué espiritualidad cristiana transmite un prelado encargado del gobierno eclesiástico de una diócesis cuando está más pendiente del poder que del evangelio? ¿Y los clérigos? ¿...? No juzgo, ni soy quien para hacerlo, solo pregunto y lo hago a la luz de los hechos. Que yo sepa, los silencios puestos sobre el asesinato de Jorge Bitá hasta la fecha no han sido rotos. Y este hecho basta y sobra para rasgarse las vestiduras y descristianizarse si no fuera porque la iglesia y lo que representa trasciende las ambiciones que adornan ministerios y hábitos. ¿Tenemos que callarnos o disfrazar la verdad para no herir ego-ismos? ¿Es esto propaganda personal?
Señor Nso, Jesucristo, su muerte y resurrección se convierten en un sinsentido si NOSOTROS que decimos ser creyentes, aceptamos vivir en el fango de las injusticias, convivir con la opresión y con la deshumanización de los demás. Y nuestra iglesia, además de anunciar, está obligada a denunciar, reclamar, exigir, luchar por un mundo de justicia como lo hiciera el mayor revolucionario de todos los tiempos. Y si esto es así, nadie puede entender que entre la larga lista de compañeros que cita usted para justificar no se sabe qué -no importa que fueran bubis, fang, ndowes-, hayan podido permanecer impasibles ante la monstruosidad del asesinato de un compañero, amigo, y sobre todo, hermano en Cristo. Posiblemente el monseñor Obama andaría navegando en sus negocios. Pero, ¿Dónde estaban el señor Nso Mokui y sus compañeros? ¿Qué hicieron además de llorar? ¿Qué dijeron públicamente para evitar futuros episodios de esta magnitud? Con hábitos o sin ellos, existen responsabilidades que cuando son declinadas, matamos la esencia del cristianismo y lo que queda son fachadas. No juzgo ni condeno, simplemente digo lo que desde mi modesto punto de vista debería o podría haberse hecho. (En las líneas precedentes tiene las respuestas solicitadas sobre las fórmulas kafkaianas que le preocupaban).
Me meriendo el debate biológico, con todos los respetos hacia el señor Nso Mokui, para no confundir a nadie con cuestiones tangenciales. Hablemos del padre León Mba Ncogo. Fue asesinado igual que el padre Jorge Bitá Caekó en circunstancias más o menos parecidas, pero diferentes; como diferentes también fueron los escenarios. La disimilitud entre uno y otro caso reside en que, en el del primero, la iglesia guineana denunció los hechos, exigió a los poderes públicos una depuración de responsabilidades; los medios de comunicación, por su parte, dieron la noticia; incluso hubo investigaciones sobre aquel accidente inducido, aunque personalmente no sabría decir cómo terminaron. Si como parece, los dos eran sacerdotes, ¿Por qué no se ha hecho lo mismo con la cuestión de Jorge Bitá? ¿Por qué hasta ahora no ha habido una sola denuncia ante Roma o ante la comunidad internacional sabiendo que a los padres de éste les ha sido colocado el bozal público del nguemismo? ¿Silencio étnico o simple coincidencia?
Y como hemos entrado en el terreno del etnicismo perverso y su incitación a los enfrentamientos, decirle simplemente que plantea sus infundadas inquietudes en boca y pluma fang. Estamos ante la cantinela de siempre. No hay argumentaciones, solo reduccionismos y consignas. Es el suyo el posicionamiento pornográfico de toda la vida, con juicios de parte que le imposibilitan ir hacia los “por qués” y las enormes montañas levantadas de quejas sobradas de fundamentación que se yerguen ante sus ojos. Utilizaré como muestra, un botón. El 26 de abril pasado, se desplazaba una comisión desde Malabo hacia Roma para asistir a la beatificación de Juan Pablo II que, como supongo sabe, se celebraba el 30 del mismo mes. ¿Quiénes y cuántos fueron en representación de la iglesia guineana? Doce personas: Diez mujeres y dos sacerdotes todos fang. Ni un solo ambo, bisió, bubi o ndowe. ¿Qué pasa? ¿La iglesia guineo ecuatoriana es católica (universal) o solamente fang? ¿El evangelio no era para todos? ¿Estos comportamientos matan las tentaciones étnicas o las fomentan?”
Fuente: bosila
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