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Editorial

EXTRAÑOS TIEMPOS NOS HA TOCADO VIVIR


publicado por: Fernando ABAGA EDJANG el 08/07/2011 12:56:08 CET

Con la implosión de la Unión Soviética y su órbita de influencia algunos optimistas anunciaron el Fin de la Historia y la suerte del Último Hombre (Francis Fukuyama). Se pensó que la época de los grandes cambios habría llegado a su fin para pasar a una estabilidad permanente, con la victoria ideológica de la democracia y de la economía liberal. Sin embargo, este mundo idílico que se pronosticó a finales de los 1980s no se ha producido. De hecho, la euforia de aquellos tiempos ha dado paso a un malestar profundo. Lo que se observa, casi dos décadas después, es todo lo contrario: La aceleración y la multiplicación de los cambios en todos los sentidos: político, económico, social además de abundantes y espectaculares desastres naturales. Es difícil sacarle sentido a todo esto, siendo incluso difícil asimilar todos estos cambios que van en todas direcciones. El resultado es una creciente incertidumbre que, junto con una creciente inseguridad, le deja a uno en un estado permanente de hastío. Se va a la cama sin saber qué pasara mañana, con qué sorpresas se encontrará uno al despertar al día siguiente.

Empecemos por Europa. El continente europeo está viviendo fuertes convulsiones políticas, alimentadas principalmente por una creciente inestabilidad económica. Los primeros países en caer son Portugal, Grecia, y España, Irlanda, Italia, todos ellos miembros de la Unión Europea. Pero, ningún país parece estar a salvo. En España la población ha salido ya finalmente de su estado de sopor y se ha manifestado masivamente. En Portugal la crisis provocó la caída del gobierno de José Sócrates mientras que en Grecia se está viviendo una situación digna de un país subdesarrollado, con una batalla campal entre la policía y los manifestantes. Los programas económicos introducidos para hacer frente a la grave crisis se parecen mucho a los programas de ajuste estructural impuestos en los años 80 y 90s a los países del tercer mundo con todo tipo de dolorosas condicionalidades. Y para proteger a estos países de males mayores, incluyendo su bancarrota total, la Comisión Europea está teniendo que intervenir con unos escalofriantes volúmenes de ayuda como medida de rescate. Pero, ¿qué es lo que está poniendo de rodillas a economías que no hace mucho eran fuertes? Muchos atribuyen a la clase política, que se dice corrupta, la responsabilidad de lo que está pasando. En España, el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha convertido en un pelele, llegando incluso a compararle con Mr. Bean. La clase política es corrupta, de eso no hay ninguna duda, pero, siempre lo fue y no se registró una crisis tan profunda. Una situación que azota a varios países de golpe no puede atribuirse a la naturaleza del liderazgo ni a la ideología, puesto que éstas varían de un país a otro. Tiene que haber otro factor mucho más fuerte y transversal. Y es que, cuando una economía está en problemas, quizás como consecuencia de turbulencias económicas externas, como el aumento en los precios del petróleo, las autoridades económicas deben disponer de todo el arsenal de instrumentos de política económica necesarios para hacer frente a la situación.

Los países europeos que forman parte del euro tienen el brazo monetario amputado, quedándose solo del arma fiscal para hacer frente a todos los problemas económicos que los azotan. Han confiado la responsabilidad monetaria al Banco Central Europeo, que adopta políticas monetarias continentales, a pesar de las enormes divergencias económicas existentes en el seno de la Unión Europea. La adopción de una moneda común, lo que implica el abandono de una política monetaria nacional, no puede dejar de crear grandes problemas, exponiendo a los miembros integrantes a una vulnerabilidad extrema. A pesar de la profunda integración económica de los países europeos, todavía existen los fuertes nacionalismos, incluso en el seno de varios Estados europeos (España y Bélgica, por ejemplo), donde cada país todavía quiere mantener su identidad: su cultura, sus lenguas, etc. Además, se trata de una unión que integra en su seno a países con economías fuertes y países con economías débiles. No debe, pues, sorprender que Alemania esté empezando a dar señales de cansancio, que nace del sentimiento de que está haciendo más sacrificios que los demás. El resultado es lo que estamos viendo.

Muchos se alegran de la caída del valor del dólar frente al euro y lo exhiben como indicador de la importancia del euro. Sin embargo, esas personas no se dan cuenta de que, desde la introducción del euro, el Sistema Federal de Reserva (el banco central americano) no hace más que inyectar dinero en la economía (aumento en la masa monetaria), lo que tiene el efecto de bajar las tasas de interes y el valor del dólar y por ende, aumentar el valor del euro respecto del dólar. No creo que las autoridades económicas europeas sean tan tontas que no sepan que el euro está en la base de su actual crisis económica. El problema es que no lo quieren admitir en público posiblemente para evitar revueltas a favor del abandono del euro. Es que, si no fue nada fácil su adopción, abandonar el euro sería mucho más complicado. Y así los gobiernos europeos siguen en su huida hacia adelante, sin tener claro hacia dónde, esperando que las cosas se mejoren pero sin saber cómo. Porque, escuchando a los gobernantes europeos, no dan la impresión de tener las cosas claras. Mientras tanto, seguimos viendo cosas extrañas, cómo Alemania y Francia, que son dos países altamente endeudados, están dirigiendo esfuerzos para apoyar, primero a Irlanda y a Portugal y ahora a Grecia a hacer frente a su deuda pública. O sea, dos países altamente endeudados están ayudando a otro país altamente endeudado a hacer frente a su deuda pública. Esto perjudica a las economías europeas. Y para el colmo de la irracionalidad, se anuncio el día 7 de julio de 2011 que el Banco Central Europeo, en vez de reducir las tasas de interés como correspondería para estimular el crecimiento económico en las maltrechas economías europeas, había tomado a decisión de aumentarlas. Sin duda, esta medida va a tener efectos muy negativos, en especial en los países que ya están en crisis: España, Italia, Irlanda, Grecia, Portugal. Esto es una cuchillada en las espaldas de dichos países.


Zapatero no es necesariamente un santo de mi devoción (no me gusta su flirteo con el Fundador), pero, la verdad sea dicha: lo que está pasando pasaría también con cualquiera que estuviera en el poder en España en estos momentos. No es cuestión ideológica ni de liderazgo. Es otra cosa: el euro, una moneda política. La solución duradera consiste simplemente en abandonar el euro. El experimento ha sido un fracaso. Pero, ¿quién se atreve a dar el primer paso?: Nadie. Mientras tanto, vemos cómo los gobiernos europeos pasan de una irracionalidad a otra: con la excusa de frenar la afluencia de africanos hacia Europa, ya están hablando de la posible suspensión del tratado de Schengen. Y no es solo Marine Le Pen que lo dice, también lo han dicho: Berlusconi de Italia, Sarkozy de Francia y Merkel de Alemania. La cosa es tan seria que José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión Europea, está trotando por toda Europa predicando el “No abandonaremos el Schengen”. Como si ser Presidente de la Comisión Europea fuera lo mismo que ser Presidente de Europa. ¿O será el anuncio del regreso a las fronteras nacionales? Porque, con el euro encima y la imposibilidad de adoptar una política arancelaria acorde a la situación económica nacional, la tentación es enorme.

Pero, no todo está nublado en Europa. Los europeos acaban de dar un golpe tecnológico con el Airbus 380. He viajado recientemente en esos castillos aéreos entre Johannesburgo y Nueva York, pasando por Paris, ida y regreso. Como economista, no dejé de pensar sobre la rentabilidad de esos monstruos volantes. Primero, los varios vuelos que he tomado han sido todos vuelos combinados de varias líneas aéreas, en general tres. Aun así, los aviones no se llenan. ¿Cuántos pasajeros deberían llevar uno de esos monstruos volantes para al menos alcanzar el punto muerto? Sospecho que se trata de un número muy elevado, posiblemente superior a lo que he visto. Si es verdad mi especulación la situación debe ser más difícil con los altos precios del petróleo. Y si no fuera cierto, ¿qué otra explicación tendrían las masivas subvenciones? Porque el Airbus 380 está fuertemente subvencionado por los gobiernos europeos, al menos los que participan en el programa. Efectivamente, no hace mucho se publicaron artículos sobre la denuncia de Boeing ante la Organización Internacional de Comercio contra Airbus sobre las fuertes subvenciones que recibe esta compañía para que el Airbus 380 pudiera competir. Dicho de otro modo, Airbus 380 no podría competir sin las suculentas subvenciones. No tengo nada contra el A380; simplemente lo estoy utilizando para demostrar una realidad: La economía europea se mantiene a flote gracias a masivas subvenciones. En Europa todo está subvencionado: La agricultura, el transporte, la industria, la educación, la vivienda, el pan, etc. Bueno, también se mantienen a flote gracias al apoyo que ofrecen a los dictadores africanos, a cambio de acceso fácil a las materias primas a precios de regalo. Por ricas que sean dichas economías, estas masivas subvenciones no se podrían mantener indefinidamente. Esto hace que las economías europeas sean vulnerables a las turbulencias económicas externas sobre todo si son de larga duración. Y con el yugo del euro encima, la llegada de la crisis solo era cuestión de tiempo. Y llegó con furia, con tasas de desempleo que, en algunos países, como España han alcanzado el 20%. No es el Zapatero, es el euro.

La llegada de India y especialmente China ha transformado radicalmente el contexto económico internacional, tanto a nivel de la producción y la exportación como a nivel del consumo de energía, concretamente el petróleo. Hablando de China, no hay duda el impacto que su rápido progreso está teniendo en la economía y la política mundial. En 2010 China superó a Alemania como primer país exportador del mundo y en 2011, ha superado a Japón como la segunda economía más grande del mundo detrás de la economía americana. Occidente está asustado, mientras que África está exultante porque, para los dictadores que lo esquilman, por fin llegó la alternativa a occidente, con sus exigencias de respeto de los derechos humanos. Pero, China tiene grandes vulnerabilidades. En primer lugar, su progreso depende en gran medida del mercado americano, a donde exporta gran parte de sus productos. Efectivamente, a pesar de su enorme población, su renta per cápita todavía es baja, lo que se traduce en un mercado interno relativamente pequeño. Este pequeño mercado hace que el crecimiento económico de China dependa de las exportaciones, que las exportaciones sean su motor de crecimiento. Por lo que, la continua evolución económica de China está estrechamente vinculada a la evolución económica e incluso política de Estados Unidos. Una deriva proteccionista en dicho país sería catastrófica para China. Y ello explica que China esté prestando dinero a Estados Unidos mediante la compra de bonos de Estado, aunque están diversificando ya su portfolio, del dólar al euro, para abrir nuevos mercados en Europa. Ello explica el reciente periplo europeo del Primer Ministro chino.

La fórmula de “un país, dos sistemas” adoptado por China desde los tiempos de Deng Xiaoping, es un experimento que lleva en su seno las semillas de su propia destrucción. La economía de libre mercado conjugado con un sistema político de partido único, dirigido por el partido comunista, no puede sostenerse indefinidamente. Uno de sus dos ejes tiene que ceder: o el sistema económico cede o el sistema político cede. A nivel económico, es difícil concebir el regreso a una economía comunista en China. Por lo que, si algo va a ocurrir, tiene que ser en el campo político. Y es que a medida que aumenta el nivel de vida de la población, empezarán a prestar atención a otras cosas, como son mayores parcelas de libertad y de participación política. Lo de la Plaza de Tiananmen en mayo de 1989 no fue sino un anuncio prematuro de lo que podría venir después, cuando llegue el despertar del pueblo chino, mas de 1,300 millones de ellos, como el que se está viviendo en los países árabes. De hecho, los dirigentes chinos no están ocultando su nerviosismo ante dichos acontecimientos, con el miedo de que pudieran dar lugar a lo mismo en China. De repente varios activistas conocidos son enviados a los calabozos con excusas tan ridículas como evasión fiscal.

China tiene graves problemas étnicos y medioambientales, entre otros. A diferencia de lo que piensan muchos, mi opinión es que China se hundirá bajo su propio peso en su subida en la escalera del progreso económico. ¿Qué consecuencias podría tener dicho evento en pleno siglo XXI? La idea causa escalofríos. Mientras tanto, la reciente gira europea del primer ministro chino nos ha expuesto a un insólito espectáculo: El primer ministro chino prometiendo a dirigentes europeos que China va a invertir en Europa. No hace mucho ocurría lo contrario. Y China tiene ahora el superordenador más rápido del mundo y se está armando hasta los dientes. El gasto militar chino ha experimentado incrementos alarmantes en los últimos tiempos, causando alarma en las capitales occidentales, Washington D.C en cabeza.

A propósito, ¿a qué juegan los chinos? No respetan las reglas de juego y van por libre y a su aire. ¿Cómo sería el mundo si todos los países se portaran como China? Mientras que el resto del mundo le declara paria al bribón de Al Bashir del Sudan, China le recibe con toda pompa, a cuerpo de rey. China es miembro del Consejo de Seguridad, donde se toman estas decisiones de gran envergadura. Y lo que es más, China ha manifestado que piensa mantener relaciones diplomáticas con Sudan del Sur, el nuevo Estado africano que se ha separado de Sudan, con eso de que no se mete en los asuntos políticos internos de otros países. O sea, China tiende la mano a Bashir a la vez que le da una zancadilla. Y Bashir, que anda huérfano de amigos, fuera del Club Africano de Dictadores al que pertenece, se ve con las manos atadas y regreso a su país con el rabo entre las piernas, para sorprender a todo el mundo con el anuncio de que participaría en las celebraciones de la independencia de Sudan del Sur. Es como si el Fundador participara en las celebraciones de la (improbable, por supuesto) independencia de Bioko.

A mí, eso de la no injerencia no me va. Existen tantos convenios, acuerdos y tratados internacionales, mediante los cuales los países que los suscriben ceden una parte importante de su soberanía. Dichos instrumentos legales internacionales incluyen mecanismos de control y de seguimiento. Los países que abogan por la no injerencia no deberían suscribirlos para vivir al margen de la legalidad internacional. Israel ya lo está haciendo. Es contradictorio que, habiendo suscrito dichos acuerdos, convenios y tratados internacionales, siendo uno de ellos la Declaración Universal de los Derechos Humanos, algunos Estados salgan con eso de la no injerencia. Y para el colmo dichos países participan en el comercio internacional, reciben ayuda, y participan en los grandes encuentros internacionales donde se discuten asuntos de interés común. Qué coincidencia que sean los dictatores los que también pregonan por los cuatro vientos el principio de la no injerencia. Por algo será.

Los países árabes están siendo sacudidos por un terremoto. Cayeron rápidamente dos dinosaurios: Ben Ali de Túnez y Hosni Mubarak de Egipto. Los demás delincuentes se han atrincherado en sus palacios y declarado una guerra en toda regla contra los manifestantes: Saleh de Yemen, Gadafi de Libia, y Assad de Siria. Algunos delincuentes están introduciendo reformas precipitadas para adelantarse al estallido de la marea que podría arrastrarles, entre ellos: Mohamed IV, de Marruecos; Hussein de Jordania, Bouteflika de Argelia, Abdullah de Arabia Saudita. Ya hubo ciertas escaramuzas en las calles de esos países, como preaviso a la tormenta que pudiera sobrevenir a dichos países. Y es que, después de varias décadas de somnolencia, en el que los árabes dedicaron sus energías a odiar a occidente y a Israel, de repente, se despertaron ante una realidad estremecedora: su principal enemigo está más cerca, en casa, es decir los regímenes que les están aplastando desde hace generaciones y estalla la revolución. Se trata aquí de una movida insólita, impensable en diciembre de 2010. Se habla ya de la Primavera Árabe, de la toma de consciencia del pueblo árabe, del Despertar Árabe. ¿Qué es lo que realmente está pasando? Abundan las teorías. Lo cierto es que, el silencio de varias décadas no representaba indiferencia, resignación, sino que simplemente no había llegado el momento. Y cuando éste ha llegado, la región ha saltado en mil pedazos. De repentino no tiene nada esta revolución: la fruta estaba ya madura y los activistas han trabajo bien y han sabido aprovechar la oportunidad. Al igual que la caída de la Unión Soviética, que era impensable, la caída de las Kleptocracias árabes demuestra que, efectivamente, es el pueblo que ostenta la soberanía. La caída prevista de Gadafi, Saleh y Assad va renovar las esperanzas en países en donde la revolución todavía no ha tenido suficiente tracción, como Argelia, Marruecos, Arabia Saudita, Jordania, etc. O sea, lo mejor todavía está por venir. Sería en ese momento en que África verá su primavera. El precalentamiento se ha dado en Senegal.

Uno de los aspectos positivos de la rebelión árabe es que nos ha permitido adentrarnos en el cerebro de los dictadores y ver lo que pasa ahí dentro. Y lo que hay ahí no es nada agradable. Y es que los dictadores tienen los cables cruzados. La aparente dignidad de los dictadores depende de la pasividad del pueblo, lo que les ha permitido parapetarse bajo un falso manto de hombres de Estado y que ha ocultado su verdadera bestialidad. Pero, cuando el pueblo ha reaccionado no han podido seguir con el juego y su bestialidad salió a flote. A pesar de su rechazo por el pueblo, hemos visto cómo Gadafi afirmaba en una entrevista televisada con la BBC y en un malísimo inglés que: “all my beoble love me, all my beoble, all, all…”. Y esto, cuando ya había perdido el control en una parte importante del territorio nacional. Y no vacilo en ordenar la matanza de “las ratas” y “las cucarachas”, y “los jóvenes drogados por Al Qaeda”, utilizando aviones de combate, tanques, infantería, artillería. O sea, los que no le quieren son “ratas”, “cucarachas”, “jóvenes drogados por Al Qaeda”, por lo que no tienen derecho a la vida. Y así, sigue agarrándose al poder mientras que el país se hunde en una guerra civil iniciada por él y el Consejo Nacional de Transición está ya reconocido por veinte países. Por su parte, Saleh de Yemen, como queriendo superar a Gadafi, ha organizado unas matanzas tan escalofriantes, cazando a la población indefensa como si fuesen conejos a la vez que el país se hunde progresivamente en una guerra civil. Saleh explica que está luchando contra Al Qaeda, que se está manifestando en las calles. Hemos visto en las cámaras de televisión cómo francotiradores del ejército apostados en los tejados de los edificios disparaban contra la población indefensa. Aún cuando algunos valientes han bombardeado su palacio hiriéndole gravemente y produciéndole quemaduras en un 40% de su cuerpo, por lo que se le tuvo que llevar a Arabia Saudita, donde permanece hospitalizado, sigue agarrándose en el poder. Assad de Siria ha movilizado a todo su ejército, uno de los más grandes de la región, para masacrar vilmente a su población indefensa, declarando que está luchando contra “bandidos armados”. Casi todos ellos han declarado que su salida del poder podría crear inestabilidad, como si no hubiera ya suficiente inestabilidad. O sea, el país les necesita, sin ellos no hay nada. En definitiva, el país les pertenece.

Los dictadores, si fueran gente normal, habrían tomado nota de que hay tiempo para todo, incluso para echarles del poder. Pero, no se trata de gente normal. Para ser dictador, hay que tener un perfil muy especial; reunir ciertas condiciones únicas, entre las que se pueden citar las siguientes: ser un gran sinvergüenza, no tener escrúpulos, ser un perturbado mental, no tener amor al país (ellos son el país, sin ellos el país no debe existir). Los dictadores son los más descarados sinvergüenzas que hayan pisado la faz de la tierra. Realmente, son insuperables. Hay que ser un gran sinvergüenza para asegurar una victoria de un 99% en los comicios electorales y organizar falsas investiduras sabiendo que la “victoria” es el resultado de un monumental fraude electoral organizado por ellos mismos. Solo un gran sinvergüenza puede creerse los aplausos que reciben de la hambrienta y castigada población. Desde luego, un hombre honrado, honesto, compasivo no puede ser un dictador. No duraría mucho. Solo un hombre sin escrúpulos, sin entrañas, un verdadero alacrán puede lucirse la medalla de dictador y con orgullo: “Soy un dictador porque dicto las leyes”. Y es que los dictadores no se detienen ante nada para permanecer en el poder: atracan, esquilman al país, encarcelan, matan para asegurar su permanencia en el poder. Hablan mucho del patriotismo pero carecen absolutamente de espíritu patriótico y prueba de ello es que no vacilan en hundir al país en destructivas guerras civiles si ello sirve a sus propósitos. Observando muy de cerca a los dictadores se ve que son unos perturbados mentales, unos dementes que deberían estar en un manicomio. Es así que son unos megalómanos, con aires de grandeza sin límite precisamente para encubrir sus carencias personales y, muchas veces, intimas. He ahí que se puede plantearse la pregunta: si los dictadores se nacen o se hacen. Si bien algunas experiencias desagradables pueden acentuar los rasgos mencionados, la realidad es que los dictadores se nacen. Hay que tener una predisposición dictatorial innata para llegar a ser un dictador. Efectivamente, las biografías de algunos dictadores no revelan experiencias únicas a ellos. Simplemente, han nacido así y, para la desgracia de sus países, han alcanzado el poder. Dicho esto, ¿cómo puede reaccionar el Fundador a unas posibles manifestaciones en Kalungandia? La respuesta es fácil: basta observar la reacción de especímenes similares.

África, el continente esclavizado, sigue cabalgando inexorablemente hacia la implosión. Continúa la fuga de capital, los regímenes dictatoriales siguen armándose hasta los dientes. El gasto militar de África se estima en unos 14.000 millones de dólares. No hay guerras entre los Estados africanos. Las únicas guerras que se registran en África son guerras civiles. Entonces, ¿para qué sirven estas armas? La respuesta es fácil: para luchar contra la indefensa población. Y ello explica la naturaleza del Estado africano, un Estado que está en permanente enfrentamiento con su propia población. Y ¿que gobiernan? De hecho, no gobiernan. Precisamente, para estudiar el funcionamiento del Estado africano, uno tiene que apartarse de todo enfoque racionalista, que supone que los objetivos del Estado y los objetivos de la población convergen. Y es interesante ver cómo todos los Jefes de Estado y de gobierno salen corriendo como corderos había China para una conferencia organizada por ese país. Esto solo ocurre en África. ¿Cuantas veces se ha visto semejante espectáculo en otros continentes? ¿Dónde más se ha visto que un país convoca a todos los jefes de Estado de un continente y estos acuden corriendo? Y encima, una de sus preocupaciones es estar seguros que China no tiene la intención de colonizarles. Es interesante ver al Primer Ministro Chino expresar públicamente que China no tiene la intención de colonizar a África. Simplemente el pensamiento, que unos lo denuncien y China lo niegue, ya es un claro indicativo que los mismos jefes de Estado africanos reconocen su vulnerabilidad a ser recolonizados. Y encima, se trata de señores que dirigen países que se dicen ser soberanos. En este contexto, sorprende el optimismo de muchos, que ven indicios de que África está al borde de su renacimiento. Puro espejismo. Yo no lo veo. Lo que pasa es que los dictadores africanos han logrado imponerse mediante: a) el agotamiento de la población, b) la creciente sofisticación de las dictaduras, c) su uso creciente de lobbies en los países occidentales así como d) su creciente brutalidad, que es posible gracias al aumento en su gasto militar. El resultado es un silencio sepulcral, que tanto los dictadores como los ingenuos llaman paz, estabilidad.

En mi propio país, donde todo funciona a la inversa incluso en el lenguaje, nunca se sale del asombro. Mientras que todo parece apuntar al agotamiento de nuestras reservas de petróleo y empiezan a bajar la producción y los ingresos, el poder sigue gastando dinero como un marinero borracho, como si no existiera el mañana. Se gastan nada más y nada menos que 580 millones de euros para un evento de siete días que, además, no sirve para nada: la cumbre de la inservible Unión Africana. Mientras tanto todavía hay problemas de agua, luz, saneamiento en la capital de la nación y en todo el país. Y es que el sistema económico dictatorial es similar al sistema económico colonial: capital extranjero, mano de obra extranjera, actividad económica de extracción y una clase política que vive de las rentas. Es así que, a pesar de las grandes inversiones en las llamadas infraestructuras, no se siente el impacto en el nivel de vida de la población. Y como si no fuera ya el delirio, el Fundador nos sale con que la gente que se ha formado en el exterior traen problemas, por lo que, hay que formar gente en el interior y así todo queda solucionado, a pesar de que él mismo se formó también en el exterior, si bien en una academia militar que fue, en realidad, una fábrica de dictadores. Y para el colmo, el evento se utiliza también para hacer dinero, mediante lo que algunos invitados han denominado “atraco”, al obligarlos a hospedarse en instalaciones carísimas, por encima de sus dietas y con un dispositivo de seguridad que ha creado no pocos incidentes diplomáticos. Y una de las más importantes resoluciones de la cumbre no es otra que el rechazo de la orden de detención lanzada por el tribunal internacional contra Gadafi. Claro, lo que ha hecho Gadafi para merecer tal orden de detención lo han hecho muchos de los asistentes a la cumbre de bandidos. Y todos ellos andan asustados sobre las posibles consecuencias de la caída de Gadafi a lo largo y ancho del paisaje dictatorial africano. Porque la caída de Gadafi, el todopoderoso y padrino de varios dictadores africanos, significa que ningún dictador está a salvo. En Guinea Ecuatorial se acaba de fusilar a cuatro ciudadanos, en pleno siglo XXI y ellos han venido a celebrar “la pas reinante”. Porque es así como se mantiene “la pas y la tranquilidad reinante” en Kalungandia: a balazo limpio. Un buen ejemplo de la legendaria solidaridad fraternal africana.

En este contexto de convulsiones, inestabilidad, incertidumbre e inseguridad, estallan los desastres naturales. Siempre ha habido desastres naturales. La ciudad de Pompeya ya fue destruida por la erupción del volcán, que sigue siendo uno de los más activos del mundo. Se teme que otra erupción esté cerca, al lado de una ciudad que ahora tiene más de dos millones de habitantes. Y Platón nos habla de la destrucción mediante una catástrofe natural de la misteriosa isla Atlantis. Sin embargo, no hay duda que tenemos demasiados desastres naturales últimamente. El huracán Catrina ya causó estragos en Luisiana (USA). Hemos asistido en poco tiempo a las inundaciones del Mississippi (USA) y en China. En mayo de este año la ciudad de Joplin, en Missouri, quedó completamente aplastada por un fortísimo tornado, uno de tantos que han sacudido USA, Nueva Zelanda, Filipinas, Bangladesh. Hemos visto el gran terremoto que aplasto a la isla de Haití. Hemos visto el Tsunami de Indonesia y demás países de la región. Estamos viendo varias inundaciones simultáneas China. Se han producido varios incendios en USA, y aquellos que no hace mucho carbonizaron gran parte de Portugal. Lo de Japón es el no va más: terremoto, Tsunami, explosión nuclear todo de golpe. Agua (inundaciones), aire (tornados, huracanes, tormentas), tierra (volcanes, terremotos, sequias), fuego (incendios). En estos tiempos extraños que nos ha tocado vivir, hasta la naturaleza nos ha declarado la guerra como consecuencia del abuso que hemos hecho de ella.

Mientras que estaba dando los últimos toques a este artículo anoche, apareció Saleh de Yemen en la televisión – Al Jazeera – totalmente demacrado. Tenía un aspecto lamentable y se parecía a una momia. Dijo que había sufrido más de ocho intervenciones quirúrgicas, habló de la constitución, de la democracia, de compartir el poder. Pero, en buena tradición dictatorial, no dijo nada sobre: a) su futuro y b) si y cuándo regresa a Yemen. Inmediatamente, estallaron las manifestaciones en Yemen. Sus seguidores, al estilo pedegeista, organizaron sus celebraciones, a pesar del penoso estado de su “creador”, mientras que la oposición montaba unas impresionantes manifestaciones, repitiendo su exigencia de que Saleh abandone ya el poder, amenazando con una guerra civil si volvía a pisar territorio yemení. Una guerra civil en Yemen se extendería indudablemente a total la región. Y todo, porque un hombre, que lleva treinta y tres años en el poder, se niega a abandonarlo, a pesar de que su pueblo lleva manifestándose en todo el país durante más tres meses y el país está completamente dividido y paralizado.

Y solo Dios sabe qué sorpresas nos traerá el paso de un mundo dominado por G-8 al nuevo mundo G-0 que está a la vuelta de la esquina; un mundo con muchos países fuertes pero donde nadie domina, todos ellos armados fuertemente. Este es el extraño mundo en que nos ha tocado vivir, un mundo sin sentido, lleno de incertidumbres y de inseguridad.

Fernando ABAGA EDJANG
(Simple Ciudadano de a Pie, expresandose estrictamente a titulo personal)


Fuente: Propia

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